T R E I N T A Y S E I S
Mi cuerpo pesa como mínimo tres toneladas, la mayoría de ese peso se concentra en mi cabeza, es como si dos martillos se turnaran para golpearme a peso muerto. La boca la siento seca y mi garganta quema como el infierno. Doy dos respiraciones largas, por un momento el aire que ingresa a mis pulmones es fácil de comprarse con el aire que ingresa a través de un trapo mojado con agua caliente, pura mierda.
Quiero abrir los ojos, mas no puedo, es como si mis párpados estuvieran cosidos.
Un constante pitido a mi costado es el único sonido que percibo, por lo podría ser media hora. En todo ese tiempo trato de moverme, pero el dolor que se aloja en cada uno mis huesos no me lo permite, no recuerdo haber sentido tanto dolor físico en mi vida, es como si estuviera pasando bajo una aplanadora. El tiempo parece extenderse sin fin. No es hasta que el halo de inconsciencia que parece envolverme se disipa, es que puedo dejar salir un gemido lastimero.
Una mano se posa en mi antebrazo y una voz me susurra palabras sueltas que no puedo conectar. Instantes después, el pitido se vuelve lejano y el dolor comienza a disolverse. El placer de no sentir dolor me arropa y me dejo ir devuelta a la inconsciencia.
Cuando vuelvo en mí, ya puedo abrir los ojos. La luz de la habitación me golpea con fuerza, me obligo a acostumbrarme a ella y mis ojos empiezan a enfocar lo que tengo a mi alrededor.
Una habitación de hospital.
Genial.
Este debería ser mi segundo hogar. He despertado en este tipo de habitaciones más veces de las que quisiera recordar.
Miro a mi alrededor y me encuentro con que estoy sola.
No recuerdo mucho después de haber visto a Ciaran irse, solo vagos destellos, unos cuantos gritos y… Logan, su aroma.
Joder.
Busco la manera de incorporarme, pero siento el cuerpo muy débil y desisto en el intento. Observo la intravenosa que tengo conectada a la mano, una bolsa de sangre cuelga de un gancho a mi costado, la sustancia carmesí ingresa en mí con ayuda del pequeño tubo. Debí perder mucha sangre.
Al otro costado tengo esa máquina que marca los latidos de mi corazón con ese irritante pitido que no tiene intención de parar. En la mesilla de insumos encuentro el timbre y lo pulso llamando a alguien para que venga a traerme un vaso de agua, o de veneno, lo que venga primero.
La puerta se abre momentos después y a través de ella ingresa el dueño de mis deseos más impuros. El jodido Logan Walsh. Estar tan bueno debería ser ilegal, y más viniendo del útero de una víbora.
Es irónico que posiblemente esté atravesando el pasillo de la muerte y lo primero que me viene a la mente al verlo, es que los brazos de su bata blanca ajustan de una manera supercaliente a sus bíceps. Y agreguémosle a eso que el recuerdo de esos mismos bíceps y antebrazos sosteniendo mi cuerpo contra el suyo, como duras cadenas que me aprisionaban… mierda, dejémoslo en la parte de que lo recuerdo muy bien.
—Al fin despiertas —dice justo después de cerrar la puerta tras él. A pesar del tono seco puedo divisar el alivio en sus ojos—. Tus padres vendrán en un momento.
—A mí también me alegra saber que estoy bien —ironizo—. ¿Puedes levantar esta cama? Me siento incómoda.
Se acerca a mí en dos zancadas y sus dedos me toman de la barbilla, su aroma a pino y madera me golpea de lleno. Aprieto los muslos en consecuencia.
—¿Tienes una puñetera idea de lo preocupado que estaba?
Su rostro está a pocos centímetros del mío, su aliento cálido me acaricia los labios. Sus irises tienen una tonalidad parecida a las nubes formándose para una tormenta eléctrica.
—Daniel es un soplón —es todo lo que puedo decir en medio del entumecimiento. Quiera o no, Logan ya tiene poder sobre mi cuerpo y mis emociones y el tenerlo así de cerca emanando esa aura dominante e iracunda, hace que más de una neurona se me zafe—. Se supone que no debía enterarse nadie más que nosotros.
Entorna los ojos y me suelta.
—¿Levantarías ya la camilla? De veras que me siento incómoda, y tengo mucha sed, por cierto.
Pulsa un botón y la camilla me incorpora hasta que puedo quedarme sentada. Me llevo una mano a la cabeza y me percato de la fina venda que me envuelve el cráneo.
Puñetera vida.
—¿Cuándo pensabas decirme que tu hermano ha estado acosándote? —Su mirada es tan profunda que temo por un momento que pueda leerme los pensamientos. Aparto esa tonta idea de mi cabeza—. No tienes una jodida idea de lo mucho que me preocupé cuando tu amigo vino a decirme lo que ocurría.
No me pasa desapercibido el tono que emplea para referirse a Daniel. Es obvio que no le cae bien.
—No tengo porqué contarte nada —respondo—, eres mi jefe y ya.
—Claro, ahora soy tu jefe —se burla—. Parece que lo olvidaste cuando te hiciste pasar por otra, y también lo hiciste hace tres noches.
—¿Noches? —repito.
—Llevas más de 18 horas inconsciente —me hace saber—. Te encontramos desangrándote y con el cráneo fracturado, tienes múltiples hematomas y dos costillas partidas.
Suelto una carcajada/bufido.
—Casi nada, la última vez tuve una pierna fracturada.
Frunce el ceño como si le molestara que me burle de eso.
—¿Cómo está Sasha? —Pregunto al ver que no dice nada.
—Fue dada de alta esta mañana —contesta—. Tu… eh, tu padre se la llevó a su casa.
Ruedo los ojos. Maldito.
Obviaré eso y solo me enfocaré en que Sasha está bien. Aunque eso incluya el que se olvide que ese hombre sigue siendo mi padre.
—Daniel sigue aquí —agrega Logan mirándome con detenimiento, como esperando alguna reacción de mi parte.
Se quedará esperando, me importa poco y nada, sin embargo, no puedo evitar que mi corazón se sienta cálido, sabiendo que Daniel sigue aquí esperando mi recuperación.
—¿Cuántos secretos más tienes, Kiera?
Vuelvo la vista hacia él.
Guardo silencio. Si tan solo supiera.
—¿Por qué ocultaste el acoso? —Me reprende— ¿Por qué dejaste ir a ese hombre? Tenías un arma en la mano.
Aparto la mirada.
—Es mi hermano —murmuro.
—¿Qué? —dice al no oírme.
—¡Qué es mi hermano! —grito— No voy a dejar que vaya a prisión por mi culpa.
—¿Te estás oyendo? ¡Intento asesinarte! —su rostro se contrae de la ira— ¡Secuestro a tu mejor amiga y ha estado hostigándote durante meses! Que no creas que no me di cuenta de que fue él el que hizo lo del escritorio y no quiero saber qué cosas más realizó contra ti.
—No es de tu incumbencia.
—¡Lo sé! —exclama— Pero eso no quita el hecho de que me importa y que te exijo que me des una razón coherente para dejarlo ir.
—¡No diré una mierda! ¡Mucho menos a ti que eres hijo de esa basura humana!
Las palabras que estaba dispuesto a soltar se estancan en su garganta y no logra soltarlas.
—Que sí, que intento matarme, ¿pero sabes qué? —Busco sus ojos— Ya no le sirve de nada porque tu madre fue la primera en sacar tierra para colocar mi tumba.
Anonado balbucea palabras ininteligibles.
—¿De qué hablas?
La puerta se abre al mismo instante e ingresa mi madre. Las ojeras se marcan en su rostro y el cansancio es su principal maquillaje. Logan sale de la habitación como si le hubieran pinchado en el trasero.
—Me alegra que ya estés despierta, cariño.
Me sonríe con calidez, se acerca y acaricia mi rostro.
—Sí, gracias.
—¿Estabas discutiendo con Logan? —me pregunta.
—¿Podrías traerme un poco de agua? —Esquivo la pregunta. Asiente entendiendo que no quiero responder. Es raro que no insista, por lo general me saldría con un largo sermón de que es mi madre y debo responder a lo que me pregunta.
Antes de que pueda ir a por el agua. Logan regresa con una botella y un vaso, me sirve en él una gran cantidad del líquido transparente y me lo pasa.
No le doy las gracias, simplemente inclino la cabeza y me llevo el cristal a la boca.
—¿Eres mi médico encargado? —le pregunto luego de saciar mi sed. Él se cruza de brazos y asiente.
Genial.
—¿Por qué no me dijiste que Ciaran ha estado acosándote?
Mi mamá lanza la primera bala.
—No creí que fuera importante —me encojo de hombros. La mirada de Logan se cierne sobre mí y deseo con todas mis fuerzas que el suelo se abra bajo mis pies y me trague.
—Ay, por favor, Kiera, has tenido mejores excusas —me riñe mi madre—, explícame como es que tu hermano ha pasado de ser un chico que mataría por ti, a querer matarte.
—Las personas cambian, supongo. ¿Pueden llamar a Lina?
—La policía vendrá a interrogante —me informa Walsh. Levanto la mirada.
—No levantaré cargos —es lo primero que sueltan mis labios.
—¿Qué? —increpa mi madre.
—No interesa —expresa Logan—, Sasha Williamson lo hizo y si no quieres ser considerada cómplice deberás colaborar con la investigación.
—¿Qué? ¿Ahora también eres abogado?
—Soy muchas cosas, Kiera. Menos un idiota.
Lo último lo agrega con énfasis.
—¿Por qué carajos fue Daniel a decirte lo que pasaba? —ladro—. Se nota que te importa una mierda la situación.
—Kiera…
—¿Me importa una mierda? —interrumpe a mamá— Esta mañana me desperté y no te encontré por ningún lado, no respondiste mis mensajes y no te dignaste a venir al trabajo, por más que te advertí que lo hicieras. Lo próximo que sé de ti es que tienes un hermano maniático que secuestró a alguien para usarla de carnada contra ti. Estuve el puto día buscándote con el corazón en la mano moviendo todos mis contactos para lanzar una redada de policías para ir en tu búsqueda a ese maldito bosque.
—Y eso que solo nos echamos un par de polvos —finjo indiferencia, pero lo cierto es que quiero lanzarme a sus brazos y besarlo—, debió ser cierto eso de que muevo bien las caderas, hasta fuiste al infierno para salvarme.
—¡Deja de comportarte como una cría y toma con seriedad la situación!
—Le doy la seriedad que me da la gana. Después de todo es mi hermano el maldito loco que no supera a mi ex, aunque pensándolo bien —entorno los ojos analizando mis palabras—, es cierto de que nos parecemos mucho, yo tampoco supero a mi ex. Así que yo decido que tan serio me lo tomo, papá.
Mamá parece un payaso escuchando toda la discusión sin poder dar crédito.
—¡Eres una terca!
—¡Y tú un entrometido! ¡Vete a abrazar la falda de tu madre!
—¡¿Qué mierda te traes con ella?!
—¡Que es una maldita que mando a abusar de una mujer! ¡Eso es lo que traigo con tu querida madre!
Cierra la boca, incrédulo.
—Es mejor que nos calmemos —interviene mi madre—, no es bueno para ti que te alteres de esta manera.
La ira se agolpa en mi pecho y tranquilizo mi respiración. Mis oídos empiezan a captar el sonido descontrolado de la máquina de mi costado. Me arranco el aparato que me conecta a él y el pitido se intensifica y se vuelve uno solo.
—¿Qué mierda haces? —me reprende Logan, acercándose al ver que también que quito la intravenosa.
—Me largo —respondo como si no fuera lo suficiente obvio.
—No tienes el alta, deja eso —Sus manos forman un agarre en mis brazos—, te estás lastimando.
—Kiera, basta.
—Soy mayor de edad, puedo tener el alta voluntaria.
Tengo el rostro de Logan a centímetros del mío, nuestras respiraciones mezclándose en medio nuestro.
—He dicho que no.
—Tu opinión me la paso por los ovarios.
Sonríe ladino.
—No era opinión, era una orden —refuta.
—No eres nadie para darme órdenes.
—Soy tu jefe.
—Renuncié.
—No acepté la renuncia.
—No estoy en jornada laboral —replico.
—Estás en el hospital, por lo tanto, estás bajo mis órdenes.
—Pues no me importa, apártate —ordeno—, me iré a la casa de Lina.
Vuelve a sonreír, esta vez como si supiera algo que yo no.
—En cuanto a eso —habla mi madre a las espaldas del doctorcito—, he trasladado nuestras cosas del departamento de Lina al de Logan. Estaremos allí hasta que aprisionen a Ciaran.
El aire se escapa de mis pulmones.
—¿Qué?
—Ya lo escuchaste —dice Walsh—, de ahora en más vivirás en mi casa.
Nota de la autora:
¡Volví! ¡Y volvió Logan! Vino cargado de intensidad el querido doctorcito.
Apenas ando publicando el capítulo porque no me gustaba y lo reescribí así que me llevó más tiempo de lo esperado...
Se les quiere.
No sé olviden de votar y dejar sus comentarios.
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