T R E C E
Lina luce un vestido color coral con una falda larga cayendo con gracia hasta sus tobillos. Se ha teñido el cabello a un color chocolate que realza la blancura de su piel, debo decir que la decisión fue acertada.
—¡K! —sonríe al verme— ¡Luces hermosa!
Me envuelve en un abrazo efusivo que le devuelvo con menos energía.
—Tú igual —digo con sinceridad.
—Dijiste que no vendrías, si me hubieras avisado habría pasado por ti.
—No iba a venir, pero hubo un cambio de planes.
Uno de los meseros nos ofrece dos copas y aceptamos gustosas. María se nos une minutos después y ocupamos una de las sillas que rodean la mesa más cercana. Mis ojos no pueden abandonar la ubicación de mi jefe por una extraña razón que no puedo descifrar.
Es una lástima que el que sienta mi mirada sea su amigo y no él. Rick Gregory sonríe en nuestra dirección levantando su copa en señal de brindis.
María y Lina levantan sus copas al igual que yo devolviendo el saludo.
—Idiota —mascullo.
—¿Lo conoces? —pregunta Lina.
—Me lo he cruzado un par de veces —respondo—, es un cretino en potencia.
—También es un machista opresor que se cree con todo el derecho del mundo para pasar encima de cuánto se le ponga en frente.
Giro la cabeza hacia ella, el rencor en su mirada no es que sea muy disimulado.
—Es el encargado jefe de residentes —agrega María—, un cirujano de renombre y candidato a director del hospital. También forma parte de los accionistas con doble voto, eso hace que se sienta el dios de este lugar.
—A mí me suena como a un machito con humo en el cerebro.
—Lo es —Lina se bebe todo el contenido de su copa sin apartar la mirada del doctor.
Bajo la mirada a sus manos, están hechas puño y con los nudillos en blanco. Esto me huele a qué hay más historia detrás de ese rencor, algo más personal y, por lo tanto, un terreno peligroso. Prefiero no preguntar nada, no la conozco de mucho tiempo y no sé si quisiera hablarme de ello.
—Carajo —maldice María—, se está acercando el maldito.
Y tal cual lo dice, tal cual pasa. Rick Gregory deja a Logan y camina con su típico porte engrandecido con los ojos puestos en Lina. Una sonrisa cursa en sus labios carnosos recordándome a la sonrisa de los depredadores sexuales de los documentales.
—Yo me largo.
Lina se pone de pie con brusquedad. Deja la copa sobre la mesa y camina en dirección contraria al doctor de piel negra.
Rick nos pasa de largo, no sin antes mostrarnos una sonrisa de oreja a oreja, y seguir con su camino siguiendo los pasos de Lina.
—Deberíamos ir tras ellos —digo mirando como mi nueva amiga va en dirección de la salida.
—No, ella se molestará si te metes —rechaza María—. Lina es muy reservada y algo tímida.
—¿Se conocen de hace tiempo?
—Más de lo que recuerdo, yo apenas había llegado a este país cuando la conocí en la universidad —sonríe con melancolía, como si estuviera recordado cosas—, creo que yo no le caía muy bien, soy demasiado intensa para su gusto. Oh, mira, ya llegó la bruja malvada.
Miro en la dirección en la que sus ojos están fijos, la mandíbula se me cuadra cuando la veo. La rubia de piernas largas que estaba sobre el escritorio de Walsh en mi primer día ahora rodea con sus brazos de modelo de pasarela a mi jefe y sin detenerse a pensar besa sus mejillas dejando el rojo de su labial en la piel de Logan.
—Es la novia de Walsh —dejo salir.
Me irrita su presencia, ¿Por qué Logan me obligo a venir si bien podría haberla traído a ella? Bien que ahora mismo podría hacer estado disfrutando de no sé… una película.
—¿Qué? ¿Ginny Mikaelson? —Inquiere María con burla— Nah, te dije Logan Walsh es lo más cercano a un dios en esta tierra, Ginebra dista mucho de ser su prototipo de novia, en realidad creo que nadie es el prototipo de Walsh.
—Pues no lo sé, lo que yo vi fue mucho para tener razones de pensar que tienen algo.
—Que te lo estoy diciendo, chamaca —insiste—, a lo mejor se llevaron uno o dos revolcones, pero más allá de eso no pasa. Tranquila, que tienes el camino libre.
—No me interesa —le quito importancia.
—Bueno, entonces no te interesa que lo esté besando ahora mismo.
Giro la cabeza apenas lo dice, efectivamente se están besando, o más bien ella lo besa a él. Logan se mantiene regido mientras ella pega sus labios buscando alguna reacción de su parte, al ver que no lo consigue desiste y se aparta. Sonríe con malicia diciéndole algo que él toma como broma y terminan riendo.
¿Para qué me trajo? ¿Para que venga a sentarme mientras veo como le coquetea a esa rubia?
¿Es o no su novia? Porque de serlo no tiene sentido que yo me encuentre aquí, sentada y como una estúpida.
—El efecto Walsh te atrapó, ¿no? —se mofa María bebiendo de su champagne— Yo que tú averiguaba qué es lo que tiene con la doctora piernas sexis si no quiero quedarme con las ganas.
—No me interesa —repito.
Llevo la copa a mis labios vaciando su contenido, por alguna razón no puedo dejar de mirarlos. Ahora ella coloca una de sus manos sobre su pecho y en la otra mano lo toma de la corbata y juguetea con ella.
¿Para qué hace eso? ¿Cree que es sexy o qué?
—Iré al baño —anuncio poniendo en pie, acomodo mi vestido y doy un último sorbo al contenido de la copa de María.
Necesito que el alcohol esté en mi sistema si voy a hacer lo que quiero hacer.
—¡Olé que la noche recién empieza! —exclama la rubia, divertida.
—Vuelvo en un momento.
Cruzo el salón en busca de los baños, no me toma mucho llegar guiándome por unos carteles estratégicamente colocados en las esquinas. La música es amortiguada por las paredes gruesas al ingresar al sanitario, no hay nadie aparte de una mujer que se retoca el maquillaje frente al gran espejo sobre los lavamanos. Voy al último cubículo e ingreso.
Bajo la tapa del váter y me siento sobre él. Okay, al doctorcito le gusta que sea una chica mala, pues bien, seamos una chica mala.
María asegura que la rubia de piernas kilométricas no es la novia de Logan, lástima que a mí no me gusta quedarme solo con una versión, así que obtendré información de la fuente más confiable, o sea de él mismo.
Quito mi móvil de mi bolso y lo enciendo. Voy hasta la aplicación de Instagram e ingreso a mi cuenta de respaldo, allí no tengo fotos ni tantos seguidores, tampoco tiene nada que me vincule con mi identidad, por lo que, en un arranque de valentía generada por el alcohol, cambio el nombre de usuario y escondo el correo electrónico. Como foto de perfil coloco la fotografía de la sombra de mi silueta que me había hecho varios meses atrás.
Al sentirme lista, tomo el dobladillo de mis bragas y me las quito. Envuelvo el encaje rojo a mi mano y, cuidando que no se note el color de mis uñas, le tomo una fotografía.
Me aseguro de que nada delate la ubicación y voy hasta el chat de mi víctima.
Antes le doy una repasada al perfil, todas sus fotos son de estilo profesional y no hay nadie aparte de él en ellas, solo paisajes, comida y cosas sobre medicina.
Bien, hora de la verdad.
temnyy_k: Zdravstvuyte, doktor.
«Hola, doctor»
Envío la foto de la braga más un emoji de fuego. Espero tres minutos hasta que el aviso que informa que ha leído el mensaje llega.
Muerdo mis labios al ver como los puntos suspensivos anuncian que ya la respuesta está siendo redactada.
logan_walsh: Rusa.
Responde.
temnyy_k: ¿Me ha extrañado, doktor?
logan_walsh: Guárdame esas bragas, tengo una idea mucho más creativa que ponerla alrededor de tus muñecas, de meterla en medio de tus labios para que no puedas gritar mientras que dejo el coño rojo e irritado.
Me atraganto con mi propia saliva al leer su texto. ¿Esto lo acaba de escribir Logan? Malditasea...
temnyy_k: Tal vez lo haga, pero con una condición.
logan_walsh: ¿Cuál?
temnyy_k: Que lo que sea que quieras hacerme lo hagas esta noche.
Su respuesta tarda en llegar, lo que me hace pensar que se retractará.
logan_walsh: Dime dónde.
Sonrío como el gato de Cheshire.
temnyy_k: Mejor no, seguro tu novia se enoja. Me conformaré tocándome en tu honor.
La humedad en mi entrepierna comienza a crecer apenas surca por mi mente el pensamiento de masturbarme imaginando que son las manos mi jefe, pero todo eso se intensifica en al imaginarme a mis bragas amordasándome mientras él me masturba.
logan_walsh: ¿Novia?
Arrugo el entrecejo.
temnyy_k: Ajá, novia. Verá, doktor, no me gusta compartir.
logan_walsh: Tenemos eso en común, y debo decir que tampoco me gusta ser compartido.
Me quedo con el móvil en la mano sin saber que responder, ¿eso es una negativa o una evasiva?
temnyyˍk: Me alegra leer eso, ahora una última pregunta.
logan_walsh: Te leo.
temnyy_k: ¿Le gustan malas o buenas?
logan_walsh: Solo me interesa que resistan a lo duro, los roles los dejamos según la ocasión.
Mis pezones se endurecen al leer lo primero.
logan_walsh: Las rondas de preguntas se acabaron, Rusa. Hay algo que debes bajar y no me gusta que se me queden debiendo...
temnyy_k: Y a mí no me gusta quedarme en deuda.
logan_walsh: Dime en dónde estás.
Bien, ya obtuve lo que quería, es hora de que el doctorcito aprenda que no se debe responder mensajes de personas desconocidas.
temnyy_k: Moon Hotel, Ave 14. 4º piso, habitación 154
Una risa de burla nace en mi garganta y sale con la mayor malicia que pueda generar.
Verá, querido doctor, su madre debió enseñarle a no confiar en desconocidos. Esperemos que esta lección le haga aprender.
Una notificación entrante en la aplicación de WhatsApp me devuelve a vista al móvil confirmando que el doctorcito mordió el anzuelo y se está muriendo de las ganas de ir a follar con cierta rusa.
Doctor mojigato: Ven, hora de irnos, Kiera.
Le doy una respuesta afirmativa y me coloco las bragas. Salgo del cubículo y me miro al espejo, tengo las mejillas sonrojadas y mis pezones endurecidos marcan una protuberancia en la fina tela del vestido. Trato de darme un poco de frío y voy de vuelta a la fiesta. Busco a Walsh entre la gente, lo hallo cerca del centro a unos metros de la banda sonora.
Mueve los pies en un tic ansioso, lo cual hace que mi sonrisa se amplíe. No hay rastros de la rubia del escritorio y ello me da una satisfacción que no debería darme, pero que es placentera.
—¿Nos vamos? —pregunto con inocencia fingida— Pero si la noche aún empieza.
—Estoy aburrido y quiero descansar.
—Descansar, ya. Okay, vamos.
Extiende su mano para señalarme el camino. No doy ni dos pasos cuando veo a Cruella caminar hacia nosotros.
No…
«Respira, Kiera» «Estás a salvo»
—Logan, querido.
Su cabellera negra está firmemente sujetada en un moño a la parte superior de su cabeza, dando así una vista extraordinaria de los ojos que le heredó a su hijo. El vestido color negro acentúa cada curva de su cuerpo bien conversado a sus cincuenta años.
Lástima que la cara de estar oliendo culo todo el día no se lo quita ni con lo fina ni mucho menos con lo rica y atractiva.
—Madre.
Logan le da un ligero beso en la mejilla. Los ojos de Cruella reparan en mí, arruga la nariz como si estuviera viendo estiércol en su camino.
Maldita.
—Señora Walsh —espeto tratando de ocultar todo el odio que le tengo.
—Kiera Venegas —imita mi gesto.
—Es un gusto que ya se conozcan —menciona Walsh cortando la tensión—. Ella es la secretaria de la que te hablé, madre.
Por su gesto descompuesto puedo asegurar que no le agrada que la novia del ex reo sea la secretaria de su hijito.
—¡¿Ella!? —escupe— ¿Acaso estás loco? —susurra con furia mirando a los costados.
No te alteres, Kiera. Actúa como si nada.
—Logan —lo miro con aburrimiento, una máscara fría se alza sobre mi rostro—. Te espero en el auto, ya me aburrí de tanta… —la observo de pies a cabeza viendo la furia crecer en ella— falsedad —termino.
—¡Eres una desubicada!
—Oh, no, no —chasqueo la legua—. Yo sé muy bien en dónde estoy y en dónde me meto, no podría decir lo mismo de otras —hago una pausa y luego digo— personas.
—¿Alguien me puede decir de qué me estoy perdiendo? —cuestiona Logan mirando a ambas con absoluta confusión.
—Te estás involucrando con una…
—Mide tus palabras, madre —la interrumpe—. Kiera aparte de ser mi asistente, es mi amiga.
—¿Amiga? Esta muchacha no puede ser amiga de alguien como tú.
—Definitivamente no —objeto—, yo más bien me follo a gente como su hijo. Siempre caen rendidos a mis pies.
Abre la boca escandalizada por mis palabras. Logan no sabe qué hacer.
—Veamos cuánto le lleva a su hijo meterse entre mis sábanas, ¿no que soy una perra, Ms. Walsh? Apostemos que tan perro es nuestro querido Logan. —Pongo mi mano sobre el pecho de mi jefe— Te espero abajo.
Me alejo de ellos tomando el camino de la pista. La sonrisa de victoria no tarda en aparecer en mi rostro.
—¡Kiera, espera!
La voz de Logan me obliga a detener mis pasos, doy media vuelta y lo veo acercase a pasos seguros, detrás de él la imagen indignada de su madre siguiendo sus movimientos con los ojos me hacen extender aún más la sonrisa.
—No entiendo qué está pasando y necesito que me expliques.
—Yo no soy la que debería explicarte nada —respondo—. Es tu madre la que tiene esas respuestas.
—Ella no me dirá nada, por favor.
—Logan…
—Señores —el director Winchester habla desde el estrado llamando toda la atención de la sala—, antes de iniciar la inauguración les invitamos a buscar una pareja y dirigirse a la pista de baile. Así es, señores, inviten a mujer más bella de la noche y disfruten de las maravillosas melodías que emiten nuestra banda invitada: Sinfonía Griega.
El sonido del contrabajo nace llamando a los demás instrumentos a unirse.
Mientras las notas rodean el salón, la gente se acerca a nuestro alrededor, haciendo notable que estamos en el centro mismo de la pista. La mano de Logan se extiende en una invitación silenciosa.
Mi corazón duda por unos instantes. Ya había bailado con él antes, ahora lo único diferente será que él si sabe que es conmigo con quién baila.
—Yo… ¿No que ya nos íbamos?
—Una pieza y nos vamos —asegura. Sus ojos transmiten calma y eso me lleva a aceptar su mano.
La enlaza con la suya elevándola a la altura de nuestros hombros. Coloco mi otra mano sobre su hombro derecho y siento la suya colocarse en la curva de mi cintura acercándome lo suficiente a su cuerpo como para que apenas una ráfaga de aire pase entre nosotros.
Sus pies se mueven al ritmo del vals, balanceándonos de un lado al otro, haciéndonos instrumentos de las melodías.
—Deberías cerrar los ojos —susurra, suelta mi cintura y me hace girar sobre mi eje para luego volverme a sujetar.
—¿Para qué? —pregunto— Me perdería de la imagen que proyectas al bailar como un profesional.
Nos movemos con sutileza tomando una gran parte de la pista.
—Porque cerrando los ojos es que puedes empaparte de la belleza abstracta de la música —responde. Soltamos nuestras manos y las elevamos en para luego bajarlas con un movimiento delicado— ¿Conoces esta pieza, Kiera?
Su altura es tan imponente que elevo el mentón para mirarlo. Sus dedos vuelven a tomar los míos y bajo la otra mano para encontrarme con la suya, doy un paso atrás y él vuelve a estirarme hasta su pecho. Me da un giro y volvemos a la posición inicial.
—Sí —respondo—. Waltz N.º 2 del ruso Dimitri Shostakóvich.
—Así es —murmura en mi oído.
Las personas se han alejado dejándonos el lugar despejado, nos tomamos la libertad de cubrir más espacio girando al ritmo de la música. Doy otro giro en mi eje y arqueo mi espalda siendo sostenida por sus fuertes manos que me permiten inclinarme hacia atrás apoyándome en él.
—Una obra de arte perdida por épocas —sus ojos fijos en los míos se oscurecen dos todos al mirarme desde arriba—, oculta en la oscuridad del olvido y el dolor de la segunda guerra mundial.
Me alza a su altura y con la mano en mi cintura termina con nuestra distancia. Todo su calor corporal se acopla al mío elevándome a las nubes de la pasión que desborda este hombre.
Acerca su rostro al mío y con los labios a centímetros de los míos se detiene y susurra.
—¿Sabes a qué me recuerda?
—No —respondo cohibida por la cercanía.
—A ti.
Nota de la autora: Este ha sido el capítulo que más me ha costado escribir, no porque no sabía que escribir, es que me metí tanto en el papel de Kiera que no podía parar de reírme. Con ella nunca se sabe que esperar.
La proclamo como mi protagonista favorita.
¿Qué les pareció el doc? ¿Y Cruella?
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