E P Í L O G O
Pov: Kiera.
Me agacho frente a la tumba y me siento con las piernas cruzadas. Cancerbero se acuesta sobre mis muslos y mira apesadumbrado hacia la lápida, cómo si supiera de quién se trata. Sonrío al recordar cómo quería a Bruce, lo feliz que se ponía al verlo.
—Hola, cariño —digo mirando su nombre en la lápida.
Ya han paso un mes de que Logan y Ginebra anunciaron su compromiso. Esa misma noche tomé mis cosas y volví a la casa de mi padre, él cumplió su promesa y se está quedando en un hotel.
De Walsh no he tenido noticias, aparte de haber leído una nota en una revista local donde entrevistaron a ambos y hablaban de lo que felices que están por el compromiso y los preparativos para la boda, esa para la que solo faltan unas semanas.
—No han sido los mejores días —comento acariciando el lomo de mi mascota—, de hecho, no hubo nada de bueno en ellos. Mamá... a ella ya se le empieza a notar la enfermedad. No me reconoció cuando fui a casa de su hermana para intentar aclarar algunas cosas. Se sintió feo —murmuro recordado la sensación.
Me quedo en silencio por varios minutos.
—Desde entonces mi tía no deja que vaya, para no alterarla. Ha sido un mes en el que me di cuenta cuan sola estoy. Las pareces comienzan a sofocarme. Y siento que el aire que inhalo no me lo merezco. Pero no lo he intentado —aclaro—, no volveré a intentar quitarme la vida.
» Por eso estoy aquí, he tomado una decisión. Continuaré con mi vida, no dejaré que los Walsh ni nadie más me tire al fango. —Levanto el mentón hacia el cielo—. Me inscribí en una universidad británica, iré a terminar mis estudios allí. Me convertiré en astrónoma y luego veré qué hago. Un paso la vez.
» Así que este es el adiós. Un adiós definitivo. No volveré aquí, borraré esta parte de mi vida. Obviamente, a ti no, jamás podría olvidar a la única persona que me amó incondicionalmente, sin importar quien fuera, ni que era, fuiste el único confío en mí, no importa lo de Rosemarie. Me hiciste sentir viva. Y siempre voy a estar agradecida por eso. Pero tengo que dejarte ir, para siempre.
Cierro los ojos respirando el aroma de los jazmines que alguien le dejó.
—Te amé con cada fibra de mi ser y siempre te recordaré. Siempre.
Dejo un pequeño beso en tres dedos de mi mano izquierda y la acerco a la piedra fría.
—Hasta vernos otra vez, príncipe de armadura brillante. Tu pollito te encontrará al otro lado del universo.
Me levanto y seco la última lágrima que cae de mis ojos en nombre de Bruce. Sujeto la correa de Cancerbero en una mano y con la otra tiro de mi maleta.
Salimos del cementerio sin volver la vista. Dejando atrás esa etapa de mi vida.
Ya no necesito el recuerdo de Bruce para vivir, ahora solo me tengo a mí.
Daniel abre la puerta de su auto y Cancerbero se sube gustoso a la parte atrás, me monto en el asiento del copiloto y luego él sube frente al manubrio. Media hora después llegamos al aeropuerto.
—¿Estás segura de esto? —me pregunta ayudándome a bajar mi equipaje— Cuando me llamaste para que te recoja del cementerio, no creí que hablaras en serio.
—Lo hago —respondo. Cancerbero mueve la cola de un lado al otro feliz de estar fuera de la casa—. Canadá ya no tiene nada que ofrecerme.
Asiente sin convicción. Realizamos los trámites que me faltan y me despido de Cancerbero cuando lo llevan a la zona de la bodega, dado que es más grande de lo permitido para viajar a mi lado. Él se resiste un poco, pero termina aceptando cuando le doy su hueso de juguete.
Suben mi maleta a la zona de carga y espero el llamado para subir al avión.
—Llámame apenas llegues —me dice—. Y quiero que me mantengas al tanto de tu aburrida vida.
—Ni que fueras tan importante —bromeo.
—Claro que lo soy. Pero solo es para aparentar que no haré una fiesta, ahora que me desharé de ti para siempre.
Le hago un gesto vulgar y él termina en carcajadas.
—Ya, mentira —dice cuando se calma—. No te olvides de mí.
—¿Quién eres tú y porque me hablas? —arrugo el entrecejo con diversión— No lo haré. Te llamaré, si lo recuerdo.
—Bien —asiente y me da un abrazo.
Por los altavoces anuncian que ya debo acercarme a la zona de embarque.
—Gracias por haberme traído —le digo al separarme.
—No hay de qué, extrañaré tu cara de culo y tu lengua venenosa. Y lo que sabes hacer con ella, claro.
Le doy un manotazo en el hombro.
—Adiós, idiota.
—Adiós.
Le doy una última sonrisa y le doy la espalda para dirigirme a la zona de embarque, antes de llegar allí vuelvo a girarme y lo veo empezar a caminar hacia la salida.
—Daniel —lo llamo, se vuelve hacia mí con las cejas arriba—, en otra realidad, estoy segura de que estamos juntos.
Asiente.
—Una lástima que estemos en esta.
Se despide con la mano y se va.
Entrego mi pasaporte y subo al avión. Me dejo caer en el asiento que da a la ventanilla. Minutos después ya estamos en el aire y veo a través del cristal como nos alejamos de Canadá.
Cómo me alejo de Canadá.
Cierros los ojos y me dejo consumir por la oscuridad cediendo el control.
[…]
Pov: Temnyy.
San Petersburgo, Rusia.
Camino entre la gente con mis tacones rojos resonando sobre la grava. Cancerbero me mira cauteloso, pero se mantiene a mi lado.
Me aparto mi cabello recién teñido del rostro. Por fin me quité ese horrible color azabache y regresé al que siempre debió ser, un rubio platino casi blanco. Sé que soy el centro de atención y me encanta.
Vestida con una gabardina roja abrigándome del frío abrasador de Rusia y unos jeans que remarcan mi figura, no soy más que una de las últimas portadoras de la preciosa sangre Borisyuk.
Justo cuando el reloj marca las doce, lo veo. Ciaran hacia mí con una sonrisa radiante. Su cabello rubio platino brilla bajo la luz de la luna.
—Temnyy —dice al pararse frente a mí. Elevo la comisura izquierda de mis labios.
—Соскучился по мне, брат?
¿Me extrañaste, hermano?
—Pero ¿y Kiera? —pregunta confundido.
—Devuelta a dónde pertenece, al fondo de mi cabeza —respondo—. He vuelto a tomar el control, ya me aburrió estar en la oscuridad. Esa usurpadora quedará bajo llave desde ahora.
Padecer trastorno disociativo de identidad, produjo que se creara una identidad nueva en mi cabeza. Kiera. Una simplona con complejo de víctima. Le permití tener el control de mi cuerpo, mientras yo esperaba a mi hermano. La espera se alargó más de lo calculado, pero ahora estoy de vuelta y no pienso irme jamás.
La era de Kiera se acabó, el control es mío y recuperaré todo lo que perdí en mi ausencia.
Mi hermano me mira sin poder creerlo.
—¿No vas a abrazar a tu verdadera hermana? —Enarco una de mis cejas perfectamente arqueadas.
Asiente feliz.
—Te extrañé.
Fin.
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