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D I E C I O C H O

Abril, 14.

Mi cabeza golpea la pared del armario una y otra vez, las retinas de mis ojos están en dirección al calendario, mi mente es un disco que rebobina sin cesar la escena que quedó en mi mente.

Once meses.

Once jodidos meses y aún duele como la mierda, 335 días y no olvido su muerte. Pero la vida es una maldita que me ha hecho olvidar el olor de su piel, el matiz de sus cabellos y el tono de su voz.

El tiempo me está haciendo olvidar cómo era, pero no me permite olvidar cuánto duele no tenerle.

Me levanto con dificultad apoyándome en el closet. Voy al baño y abro el grifo de la ducha en la temperatura más alta, el vapor se mezcla con el humo del cigarro escondiendo su olor. Arrojo al cubo de basura el frasco del tinte de cabello y termino de aplicarme la mezcla. El color negro se adhiere a mí en los cuarenta minutos siguientes, en ese lapso de tiempo me termino las latas de cerveza.

Dando todo de mí, me lavo el cabello y me ducho.

Es un gran paso teniendo en cuenta que cuando la muerte de Bruce aún era reciente, mi higiene personal estaba olvidada, mamá luchó contra mi rabia para obligarme a hacer cosas tan simples como cepillarme los dientes o lavarme la cara.

Pensando en ello, recojo mi mochila y bajo al comedor. Me tallo los ojos ocultando los restos de lágrimas y le sonrío a mi padre, él me devuelve la sonrisa sirviéndome café.

—¿Y mamá?

—Salió hace media hora, fue a visitar a una amiga.

—Discutieron otra vez, ¿no?

Se queda callado dándome una respuesta con su silencio. El timbre de la casa suena avisando la llegada de alguien, me levanto con pereza a ver de quién se trata, la señora de la limpieza debería venir hoy por lo que creo que puede ser ella.

Pero al abrir la puerta a la que me encuentro es a Sasha, quien me sonríe como una niña que acaba de cometer una travesura.

—¿Qué haces aquí? —pregunto dejándola pasar.

—Hola para ti también —espeta—, mis clases no empiezan hasta las diez, así que decidí que podíamos compartir camino.

—Vale, ¿ya desayunaste? —pregunto siguiéndola.

—Nop.

Entra al comedor donde mi padre la recibe con el ceño fruncido.

—Buenos días, señor Venegas —toma asiento a su lado y toma una de las galletas de mi plato.

La miro extrañada.

¿Qué mosca le pico a esta?

—Buen día, Sash —responde papá igual de extrañado que yo. La actitud de mi amiga no es para nada suya—. No sabía que vendrías.

—Yo tampoco —expone—, pero como Kiera no se digna a responder mis mensajes ni los de Dani tuve que venir.

—Estaba ocupada —me excuso.

—Claro —se mofa. Me siento frente a ella esperando que hable—, como cuando Cancerbero rompió algo y tuviste que abandonarme, ¿no? O como cuando Daniel y yo vinimos para ver cómo iba todo y no estabas. O como…

—Ya entendimos —la corto—, no hay necesidad de alargar las cosas, te molestaste porque me fui con Logan y no te respondí.

Papá me mira disimuladamente. Él ignora la mayor parte de mi historia con el apellido Walsh, pero sabe lo suficiente para sentirse incómodo con mi relacionamiento con Logan. Por eso detesta la idea de que trabaje con él o, mejor dicho, para él.

Yo también lo odio a veces, pero Logan conoce tanto de la situación como un completo extraño. O eso es lo que quiero creer.

—Exacto, no me respondiste el domingo —continúa Sahs—, ni el lunes, ni ayer, y estoy segura de que tampoco pensabas contactarme hoy.

—Vaya que eres intensa —me quejo—, como si tú me respondieras cuando vas a follar con tu…

Papá tose parándome la lengua.

—No quiero escuchar sobre la vida sexual de ninguna —hace saber con un tono incómodo.

Sasha se pone de todos los colores y se atraganta con el café que se estaba bebiendo.

Levanto las manos en son de paz.

—Lo siento, solo digo que eso hace que estemos en igualdad de condiciones —termino.

Me levanto y derramo el contenido de mi taza en el fregadero mientras el silencio incómodo se evapora.

—Tu cumpleaños este fin de semana —menciona papá tratando de bajar la tensión.

—No pensé que lo recordaría —murmura Sasha.

—Como no recordarlo, casi nos destrozan la casa con la fiesta que organizaron el año pasado. Julieta por poco se infarta al ver el escándalo que se formó.

—Sí, qué pena.

Me quedo de espadas con las manos en el borde del fregadero, con mi corazón latiendo con fuerza. Mis ojos se aguan recordando esa noche… fue nuestra última fiesta juntos, me había comprado un vestido para que combinara con su camisa, no habían pasado ni dos horas del festejo cuando Bruce y yo nos escondimos y nos escapamos a la playa, nadamos en medio de la noche e hicimos el amor.

Sí, eso pasó. Solo eso pasó, nada más, la noche terminó con nosotros dos besándonos bajo el sol saliente.

—¿Harán algo este año? —consulta mi padre.

—No creo —rechaza mi amiga—, lo mío no son las fiestas, lo del año pasado lo organizaron Kiera y C…

Me giro antes de que termine, mi mano se lleva sin querer consigo la taza y echo la porcelana rompiéndola en varios fragmentos.

Me agacho a recoger lo que tire respirando por la boca.

—Deberíamos organizar una barbacoa aquí —ofrece papá retomando la conversación—, si tus padres estarán, sería una buena forma de recordar los viejos tiempos, como cuando ustedes eran unas niñas.

—No —me opongo parándome.

Ambos borran la sonrisa al oírme.

—Conmigo no cuenten —continuo—, no estoy para celebrar nada. Ustedes hagan lo que quieran, pero que no sea aquí.

—¿K, estás bien? —Sasha se levanta tratando de llegar a mí.

—Sí, ¿trajiste tu auto?

—No, creí que podríamos ir caminando —explica— así tenemos más tiempo juntas.

—Voy llegando tarde, iré en autobús. Papá puede llevarte a la universidad —lo miro buscando la confirmación.

—Yo no tengo problema —comenta—, si quieres te llevo a ti también, cariño.

—Prefiero ir sola.

Sé que me estoy comportando como una perra, pero si sigo cerca de ellos diré algo que los lastimará, lo mejor es que el día de hoy lo pase sola.

Me despido y salgo a la calle.

Llego al hospital como alma en pena. Al contrario de lo que le dije a Sash, llego media hora antes y me encuentro con Lina en la entrada. El idiota de Rick Gregory la sostiene del brazo. Los sigo cuando se dirigen al ascensor. El doctor oprime el botón y las puertas comienzan a cerrarse, por la expresión de Lina puedo darme cuenta de que no está contenta con eso, apresuro el paso y consigo ingresar antes de que termine de cerrarse.

—Buen día —saludo abriéndome paso y colocándome en medio de ambos.

Lina me susurra un agradecimiento y acerca a la pared opuesta al hombre de piel oscura.

—Buenos días, Kiera —me responde Rick sin apartar la mirada del espejo de la puerta, sus ojos están puestos en mi amiga—. No te había visto desde la fiesta de inauguración.

—Estaba ocupada.

En todo el ascenso sus ojos de depredador no se alejan de Lina, ella evita a toda costa mirarlo y su actitud tensa no demuestra nada más que la aversión que le tiene. La caja metálica se detiene en el segundo piso y el hombre sale.

—¿No vendrás? —le inquiere a Lina.

—No —responde ella.

Las puertas hacen el amago de cerrarse, pero él las detiene poniendo la mano.

—Te recuerdo que tenemos una conversación pendiente —espeta—, sabes que no me gusta esperar.

—Yo…

—Ha dicho que no —me meto—, estará ocupada con Logan. Hoy vendrá una paciente que necesitará la ayuda de una enfermera.

—¿Con Logan? Él no me dijo nada.

—Se lo digo yo ahora.

—Hope me avisó esta mañana —agrega Lina secundando mi mentira—. Apenas me desocupe iré junto a ti.

—No te tardes.

Saca las manos y le da una última mirada. Las puertas se cierran y quedamos solas en el ascensor. Lina deja salir el aire y comienza a darle puñetazos a la pared de su costado, me quedo de petrificada a ver sus nudillos tornarse rojos por la sangre que empieza a emanar de ellos.

—¡Lo odio, lo odio, lo odio! —grita sin detenerse.

La sujeto del abdomen deteniéndola.

—¡Hey! —exclamo la encaramo por la pared y detengo el ascensor— ¡Basta! —su respiración se desestabiliza, pero comienza a bajarle la ira— Utiliza tus puños para romperle la cara a ese imbécil no para lastimarte a ti.

—Te juro que yo no sabía lo que era el odio, pero ese hombre… es lo peor que puede existir. Si se me da la oportunidad de matarlo no duraría en hacerlo.

—No tengo ni la menor idea de lo que ocurre, pero reconozco el odio en los ojos de alguien —me aparto de ella para darle aire— y no dudo que tú lo odies, pero no canalices ese odio en ti, no te hagas esto —tomo sus manos ensangrentadas—, él no lo vale.

—Ya no hallo otra salida —susurra.

El dolor en su voz me rompe, esto es más grande de lo que me imagino y no sé si quisiera saber qué es lo que Rick le está haciendo como para que ella se vea tan encerrada.

—Sabes que puedes contar conmigo para lo que sea —le digo sincera—, si hay algo que pueda hacer para ayudarte a que dejes de sentirte acorralada, lo haré, hasta si quieres esconder el cadáver de esa porquería.

Sonríe sin poder evitarlo.

—Es irónico —menciona.

—¿El qué?

—Que ofrezcas ayuda cuando tú no quieres aceptarla.

Bajo la mirada a mis pies tragando sus palabras.

—No es que no quiera, es que sé diferenciar cuando vale la pena ser ayudado —vuelvo mirarla.

—¿Por qué lo dices?

—Hoy hace once meses murió mi novio y, entre no saber cómo levantarme y no querer hacerlo, he lastimado a todos a mi alrededor, no recibo la ayuda que me ofrecen porque no quiero que esperen nada de mí porque ya no tengo nada que ofrecer.

—Me estás ofreciendo ocultar un cadáver, eso es mucho en mi lenguaje —se encoje de hombros— y te agradezco, pero no creo que puedas ayudarme.

—Cuéntame qué es lo que ese aborto de homosapiens te está haciendo, te sorprenderías del alcance que puede tener mi mente buscando soluciones.

Lo duda por un momento, pero termina aceptando.

—¿Pueden abandonar el ascensor? —piden desde un altavoz en una de las esquinas— Hay una fila en la planta baja esperando.

—Ups —acciono el ascensor y terminamos en mi piso— Vamos, hay que curarte esas manos, luego hablaremos.

—Vale.

Salimos al pasillo aún desierto de pacientes. En serio que llegué temprano, Logan estará orgulloso, desde que he empezado a trabajar para él no hay un solo día en el que haya estado para mi hora de entrada.

—¿Sí sabes cómo curar una herida? —me pregunta Lina mientras caminamos.

—Claro que sí…

La sonrisa se me borra del rostro y me detengo en seco al verlo.

Él está aquí.

Su cabello rubio platino está más largo y cubre parte de su rostro, sus ojos del color de mediterráneo se clavan en los míos y sus labios rosados forman una sonrisa malévola que me pone la piel de gallina.

Camina con su clásico porte elegante, su abrigo negro y largo cubre todo su torso hasta llegar a sus rodillas, su jeans negros son ajustados, los sigue usando así, y sus botas de combate siguen teniendo esa rajadura cerca del tobillo.

No se detiene, cruza por mi lado moviendo los labios: «tic, tac» alcanzo a leer en ellos. Giro embelesada, está igual a como lo recordaba, pero en sus ojos ya no hay aprecio hacia mí, solo el más puro odio.

Ciaran —murmuro su nombre aturdida.

Sube al ascensor con sus ojos clavados en mí, se toca el reloj junto antes de que las puertas se cierren y ya no pueda verlo.

La respiración se me corta, asustada, corro hacia mi puesto. Lina llama mi nombre con la confusión tiñendo su voz.

Todo está tirado, la notebook está hecha pedazos, el escritorio está lleno de las portadas de los periódicos en los que apareció la noticia de la muerte de Bruce, y la pared…

Decenas de fotografías mías junto a Logan, nosotros en fiesta de máscaras, en el baile de inauguración, abordando el Todoterreno, en la feria, yo ingresando a la habitación con el antifaz, Logan ingresando, yo saliendo con la ropa arrugada y el cabello despeinado… nosotros en el mirador, donde habíamos estado completamente solos.

Lina llega a mi lado y se queda parada impresionada por lo que ve, en todas las fotos hay inscripciones, puta, zorra, vividora… traidora.

—Pero ¿qué…?

No la escucho terminar, con frenesí comienzo a arrancar las fotos, las tiro al suelo con el terror de que alguien más pueda verlas, si Logan llega a descubrir que lo engañé, que yo soy la rusa…

«Tic, tac»

Hago bolas a las fotos y corro hacia el baño con Lina pisándome los talones.

Empujo a una mujer e ingreso al primer compartimiento vacío, le pongo seguro y arrojo todo al váter. Para este entonces las lágrimas fluyen por mi rostro sin descanso y me empapan con la culpa.

Mi teléfono timbra y sé que es él. Presiono la cisterna y todo se va por escusado. El móvil no se detiene, lo saco de mi bolsillo y respondo.

Caigo de rodillas al escucharlo.

—Su cuerpo sigue caliente y tú ya andas follando con otros. ¿Qué se siente ser una rata traicionera, Kiera? Porque eso es lo que mejor que haces, te olvidas de tus culpas y disfrutas como si no existieran —chasquea la lengua y suspira—. ¿Qué piensas que está sintiendo Bruce ahora mismo? ¿O qué habrá sentido mientras gritabas como una puta barata?

Quiero cortar la llamada, pero mis manos tiemblan tanto que no puedo hacerlo.

—Mientras él se pudre, tú eres feliz, ¿no crees que eso es injusto?

—No soy feliz —sollozo. Me llevo las manos a los muslos y me rasgo la piel con las uñas—. No lo soy.

Con Daniel no disfrutaba, fingía que él era Bruce, qué con quién hacía el amor era mi Bruce, pero con Logan no pensé en él ni una sola vez. Me entregué por completo y lo gocé como una zorra.

Grité su nombre una y otra vez y no recordé al hombre que amo.

—No te preocupes, me encargaré de que no lo seas nunca.

Su respiración es lo único que se escucha hasta que se reproduce algo que me llena de vergüenza.

Son gemidos míos pidiendo que me den más duro, jadeos de desenfreno y éxtasis puro. Soy yo gritando obscenidades mientras buscaba el orgasmo.

La rabia hacia mí misma me consume y pierdo el enfoque de la realidad, lanzo el móvil volviéndolo trizas, el segundo móvil que destruyo en un mes, pero la ira es tanta que no puedo pensar en ello una segunda vez.

—¡Kiera ábreme, por favor!

Ignoro a Lina. La respiración se me corta y todo se vuelve borroso, no puedo respirar, el pecho se me aprieta y duele mucho, siento que moriré en cualquier momento.

La espina se agranda y no hay manera de que pueda vivir con ella.

—¿Por qué me haces esto, pollito?

Caigo al suelo y siento un gran golpe en la cabeza. Sin embargo, sus ojos celestes son lo único que veo.

—Yo no quería esto para ti, para nosotros —continúa—, ¿me olvidaste tan rápido?

La puerta se abre con brusquedad, el olor a sangre se cuela en mis fosas nasales mareándome. Mi cuerpo se siente liviano cuando soy alzada en por brazos de alguien, logro distinguir un perfume que me es familiar, pero no recuerdo de quién es.

Las cosas se desdibujan cuando empiezan a caminar. La figura de Bruce me mira con tristeza, trato de alargar el brazo para tocarlo, está ahí, tan cerca.

¿Por qué me alejan de él?

Bruce —logro musitar antes de que el negro me tomé en sus garras y caiga en la inconsciencia.


Nota de la autora: Se supone que este capítulo debía alzarlo mañana pero no sé si tenga tiempo así que lo adelante.

Por fin apareció el tal Ciaran, les dejé una imagen en multimedia, esas son las características físicas del personaje para que se hagan una pequeña idea.

Desde ya les aviso que él es antagonista de nuestra novela y traera más de un quebranto a nuestra prota...

Igual está bien bueno.

No tengo nada más que decir, en el próximo apartado les dejaré la imagen de los personajes que han salido hasta el momento.

Addio!


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