C A T O R C E
Nuestros alientos se mezclan y la mirada que nos conecta me genera sentimientos encontrados.
—¿A mí? —pregunto con un aire ensoñador.
—Sí —responde.
La música termina, sin embargo, la burbuja que creamos no quiere desaparecer, nos engulle en mundo desconocido y extraño para mí.
Eleva una de las manos y acomoda un mechón de mi pelo detrás de mi oreja, la distancia que nos separa es tan pequeña que puedo captar sus ojos detallando cada centímetro de mi rostro.
—¿Me invita a bailar esta pieza, doctor? —pregunta alguien arrebatándonos nuestra intimidad.
La rubia de piernas largas se para justo al frente de ambos. Sonríe como si no supiera que nos está interrumpiendo. Las manos de Logan me sueltan y siento su calor escaparse al verlo retroceder dos pasos, bajo la mirada al suelo, sin saber dónde mirar. ¿Qué fue todo eso?
Sus ojos aún no se apartan de mí, haciéndome de esa forma consciente de que él tampoco sabe del significado de los últimos cinco minutos.
—¿Logan?
Ginebra repite la pregunta colocándose en medio de nosotros. Recibo el mensaje al instante, ya no pinto nada aquí.
—Claro —responde él despertando de la ensoñación del momento. Le ofrece su mano cuando inicia la siguiente pieza.
—Te espero por allá —menciono antes de alejarme sin esperar respuesta.
Me hago camino entre las personas que bailan ajenas de lo que ocurrió a tan solo metros de ellos.
Eso… fue distinto. Y me gusta.
—Ay mija, ya la bruja hizo su aparición —María se para a mi lado de cara a la pareja que ahora baila sin percatarse de mi mirada—. Ella es como un buitre, no pierde tiempo cuando ve a su presa.
—No son novios —hago saber.
—No quiero decirlo, pero debo decirlo, te lo dije.
—Creo que iba a besarme —agrego.
La rubia de piernas largas sonríe como niño en juguetería, pega sus labios al cuello de Logan murmurando sobre la piel descubierta.
—Sí que lo iba a hacer. ¡Oh, zorra! —Ginebra se abalanza sobre los labios de Walsh ofreciendo un espectáculo poco decente. Sé que mi rostro ha cambiado en minutos por la mirada que me regala María— ¿Quieres ir a un bar? —cambia de tema— Lina y las chicas nos esperan afuera.
—Claro.
Doy media vuelta y voy al ascensor con María pisando mis talones.
Queda para follarse con la Rusa, me dice palabras baratas de gilipollas cursi y ahora se besa con la tipa que se folla sin recato en su consultorio. No sé qué esperaba, los hombres son unos idiotas.
Ninguno está a la talla de Bruce, Daniel es un tarado que no puede meterla sin enamorarse y este es un promiscuo que busca hacerlo con cuánta se le cruza.
Que se jodan todos.
En el estacionamiento nos encontramos con las chicas y nos montamos en el auto de Sansa. Me hago lugar entre Lina y María, Hope ocupa el asiento del copiloto.
—Vamos a mi casa —anuncio—, nos cambiaremos e iremos a embriagarnos hasta que ninguna recuerde su puto apellido.
Sansa conduce a toda velocidad comentando la cara de culo que Lina y yo portamos.
—Joder, tías. ¿Qué es lo que ocurre ahora? —se queja Hope— Si es por pollas mejor ni digan nada, no quiero saber, esta noche seremos unas perras asexuales que no piensan en el cabrón que no sirve ni para follar.
—Amén —respondo.
Llegamos a mi casa y las guío a mi cuarto. Ninguno de mis padres está en la casa, ¿me sorprende? Nop.
—Bien, este es mi armario —abro la puerta y las cuatro entran mirando maravilladas—, son libres de tomar lo que quiera.
El ladrido de Cancerbero las asusta. Lo tomo del pecho distrayéndolo.
—Esta lindura de aquí, es mi hijo Cancerbero —mi mascota se tranquiliza y comienza a mover la cola con un poco de duda—. Can pórtate bien chiquito, ellas son amigas.
—¿Dijiste que podíamos tomar lo que sea? —pregunta Sansa, asiento— ¿Entonces no te molesta que me ponga esta obra de arte? —Alcanza un vestido de negro de seda, corto y con un escote que llega a la cintura.
—Nop.
Suelta un grito y corre frente al espejo a cambiarse. Es una suerte que tengamos todas casi la misma complexión, a excepción de María es que más rellenita, pero aun así se enfunda en un vestido de strapless color esmeralda que debo admitir le queda mejor que a mí.
Mientras ellas se cambian aprovecho para llamar a Sasha.
—Hola, perra —saludo cuando deja de timbrar.
—K, qué gusto escucharte —susurra. Arrugo el entrecejo— ¿Pasa algo?
—Nada, solo quería decirte que las chicas y yo iremos a un bar y quisiera que fueras con nosotras.
—¿Chicas?
—Sí, las que conocí en el hospital. Nos hicimos amigas y todo.
—Vaya, que bien —murmura.
—¿Te pillo en mal momento?
—No, no —dice con nerviosismo—, solo que… sí.
—¿Estás con tu suggar?
—¡Kiera!
—¡Sasha!
—Mierda, no sigas con eso —pide—, no es mi suggar, solo nos estamos conociendo.
—Ajá, claro, porque para conocerse mejor hay que desnudarse y ponerse en ciertas posiciones.
—En serio que contigo no se puede —replica.
—¿Eso quiere decir que no puedes?
Hago un puchero a sabiendas de que no puede verme.
—Lo siento, es que ya habíamos planeado esto desde hace días —arrugo el entrecejo, no me lo había dicho. Suelto un suspiro, cada día estamos más alejadas y eso me duele—. Te juro que te lo compenso otro día, K.
—Vale, pero con dos condiciones.
—Ay, no…
—Sí, deberás presentarme a tu viejo sabroso, debo cerciorarme de que no sea un psicópata que quiere asesinarte.
—No sé…
—¡Shh! —la interrumpo— No me repliques. También deberá regalarme un frasco de Bleu de Chanel.
—¿Y tú para qué quieres una fragancia masculina?
—Eh… para papá —me excuso.
—Ajá. Mira, K, debo dejarte.
—Vale, pásala bien y córrete, hazlo por ambas, que tu vieja amiga no sabe lo que es un buen orgasmo desde que su novio murió.
Y tu hermano no supo dármelo.
—¡Por Dios, eres tan… ash! Hablamos luego.
—¡Usa condón! —exclamo antes de que corte.
Bien, me ha dado una tremenda rechazada por ir a folla. ¡Genial!
Regreso al armario, allí las chicas ya están terminando de alistarse. Tomo el vestido más corto que encuentro y voy a al baño. Me saco la prenda de color vino y me coloco una de color negro que apenas me cubre el ligero, el escote que porta es extremadamente pronunciado dándole así toda la atención a mis senos. Me calzo unos tacones de 15 cm del mismo color y me recojo el cabello, tengo toda la intención de sudar y no quiero que nada me estorbe.
—¿Listas? —pregunto al salir.
Sansa y yo vamos del mismo color, Lina de blanco, Hope se ha puesto una falda de cuero y top de encaje rojo y María se decidió por el strapless verde.
Todas asienten dándose una última mirada al espejo de cuerpo completo de la pared.
—¿Eres narco? —Inquiere María— Nunca vi tanta ropa junta en un lugar que no sea una tienda.
—Soy la hija de un narco —bromeo—. Nah, en serio, solo me gusta ir de compras.
—O sea que eres compradora compulsiva —dice Hope mirando su trasero.
—No a ese extremo —respondo—, solo tengo un padre que me habilita tarjetas de crédito con fondos ilimitados.
—¿Y por qué trabajas? —pregunta Sansa.
—Sansa, eso no se pregunta —le reclama Lina.
—Mamá no quiere tener una hija vaga —es mi simple respuesta.
—Las mamás son un grano en el culo cuando quieren —bufa Sansa.
—¡Oye, yo soy mamá! —exclama María arrojándole un cojín.
—Por eso.
Mi celular timbra anunciando una llamada.
—Contesta, nosotras te esperamos en el auto —me sonríe Lina. Todas abandonan la habitación y me quedo sola con Cancerbero.
Reviso el nombre del remitente, ruedo los ojos al leer quién es.
—¿Qué? —digo al descolgar.
—¿Dónde te metiste? —me reclama Logan, por el tono de su voz puedo entrever que está furioso.
—En mi casa, me he largado al ver que tenías mejor compañía.
—Ya, ahora dime la verdadera razón —inquiere— ¿Cómo llegaste a tu casa?
—Alguien me trajo.
—¿Quién?
—Quete —digo saliendo de mi habitación luego de tomar un bolso y mi billetera.
—¿Quete? ¿Quién es ese?
—Quete importa —respondo.
Un silencio tenso tira a través de la línea. No me molesto en ocultar la sonrisa ladeada.
—Más vale que para el lunes tengas una buena explicación para esto y lo de mi madre.
—Ni lo uno ni lo otro —digo. Bajo las escaleras, con el enojo empezando a florecer en mí—. Solo eres mi jefe, y si mal no recuerdo estoy fuera de mi horario de trabajo.
—¿Ahora soy tu jefe?
—¿Cuándo no dejaste de serlo?
—Cuando le dijiste a Rosemarie que yo estaría bajo tus sábanas y posteriormente bailaste conmigo.
—Supéralo, era solo por molestar —miento—. Y lo del baile fue porque no tuve otra opción.
—Kiera, tú pagas por hacerme perder la paciencia. Mejor hablamos el lunes, ahora estoy ocupado, espero ambas explicaciones a primera hora.
Claro, ocupado. Si ocupado significa ir a un hotel a buscar a alguien que no existe para follar como el promiscuo que eres.
—Ni que fueras departamento de reclamos para que te dé tanta explicación —digo antes de cortar.
Explicación es la que no vas a tener cuando veas que tu querida Rusa jamás piso ese hotel.
Apenas tomo asiento a lado de María, me llega un mensaje, bueno, le llega un mensaje a la Rusa de parte del doctorcito.
logan_walsh: Ya estoy aquí. Abre.
Dejo el mensaje en visto y guardo mi celular.
—¿Y esa cara? —me pregunta María. Niego restándole importancia.
—Nada. ¿A dónde vamos?
—Al Royal Night, es uno de los mejores antros de toda Canadá. Te encantará.
Y sí que encanta, a penas llegamos, el ambiente descontrolado me abrazó y me envolvió recordándome los días en que Bruce y yo amanecíamos de fiesta en fiesta.
—Las sexys damas qué desean —nos dice el barman por encima de la música que retumba en los altavoces.
—¡Dos chupitos para cada una! —grita Hope— ¡Esta noche seremos las zorras inalcanzables que esos imbéciles se están perdiendo!
No sé de qué habla, pero apenas el chico nos pasa los pequeños vasos a las cinco, levanto ambos y luego de un pequeño brindis me bebo todo el contenido sin respirar.
Sansa, María y Hope corren a la pista, apenas Dark Horse de Katy Perry empieza a sonar. Pido dos vasos de wiski doble para beber con Lina.
El barman nos entrega los pedidos con dos pedazos de limón untados en sal.
—Bien, brindemos para que los doctores sexys y con más razonamiento en la polla que el cerebro desaparezcan —digo llevando el limón a mis labios. Ella hace lo mismo.
—Amén. —Chocamos nuestras copas y bebemos mirando a nuestras amigas, bailar y rechazar a cuánto hombre se les acerca.
Una hora después, con 60% de alcohol en mi sistema y haberle refregado el trasero a la espalda de Sansa mientras bailábamos, voy a uno de los pufs y me lanzo a lado de Hope y Lina que andan más borrachas que yo.
—… es un imbéfil —balbucea Hope con lágrimas en los ojos—, mira que reshasarme a mih que soy una diosha, digo, diosa. ¿A qué soy atractiva Kiara?
—Kiera —corrijo—, y sí nena, yo te doy y no consejos.
—Lo vesh, Lina, hasta Kiara quiere conmigo y ese salame ni me da la hora.
Dejo de prestarles atención y busco mi celular.
temnyy_k: A lo megor stoy n otro lado.
Envío sin detenerme a revisar la ortografía. Que se joda, no se follará al diccionario.
No tarda en responder.
logan_walsh: ¿Dónde?
Me doy aire con las manos, como que hace demasiado calor.
Miro hacia el horizonte cuando todo me da vueltas. En eso veo a una pareja arribar unas escaleras de las que no me había percatado porque están en lo más oscuro del lugar.
—¿Qué hay ahí? —le consulto a Lina.
—El cuarto de sombras —me responde—, es una sección para los que quieren un sitio más íntimo.
—En cristiano —reclamo.
—Son habitaciones utilizadas para follar, Kiera.
Una sonrisa macabra me adorna el rostro al escucharlo. No sé si es porque estoy borracha, pero vuelvo al chat y envío mi ubicación.
Me pongo en pie y me acomodo el vestido.
—¿A dónde vas, Kiera? —pregunta Lina con un deje de temor.
—A ser una chica mala
Nota de la autora: Holi, este cap era para el domingo pero no tuve tiempo de publicarlo. Como es muy largo lo dividí en dos, dentro de unas horas publico el siguiente.
Antes de irme: ¿Acaso son celos los de Kiera? Si captan que está celosa de ella misma porque dah, ella es la Rusa.
En fin.
Nos leemos en unas horas.
Ah, una cosa más, hay una play list de esta novela en Spotify, pueden buscarla como Querido, Sol: Sáname. Está bien cool.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro