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🪷 𝘎𝘢𝘭𝘢 𝘥𝘦 𝘖𝘵𝘰𝘯̃𝘰

Casi no oía o no recordaba las lanzadas despectivas de la tía London sobre el vestido. Sí, no le gustaba que usará el negro, pero Ashley decía que lucía hermosa, como princesa de media noche.

Jake, quién también nos acompañaba me dio las felicitaciones de la idea de usar "negro" señalando que no solo los hombres lo usarían y que esto entonaba una atención dramática en la mirada de todos.

Pero no me interesaba la mirada de todos en absoluto, sino la del Señor Barnes.

Quería saber la razón de la escritura de su carta, además de una explicación y saber si realmente estaba interesado en mí o solo eran ideas mías.

En cuanto llegamos, todo pareció ir en cámara lenta, el cochero tomaba mi mano y me ayudaba a bajar, la tía London caminaba frente a nosotros y saludaba a todos, la noche de encendía con pequeñas luces que iluminaban el lugar, una carpeta roja bajo nuestros pies y un grupo de periodistas en una esquina lejana tomando fotos.

— espero que sepas que está noche no es cualquier noche —la tía London volvió a recriminar— está noche es especial para la condesa de Derby —casi como si le preocupara que le hiciera algo malo a ella.

— lo sé, tía —

No pasó más de ahí y decidió dejarme finalmente y disfrutar de la entrada al castillo, la invitación de los mozos y todos dentro.

— te miran —oi a Ashley susurrar en mi oído cuando entramos por las grandes puertas— todos —

Y Jake se apresuró a mi otro lado— ¿Cómo no la van a mirar? Es la estrella de la noche —y le ví sonreír de lado ofreciendo su antebrazo para mí.

Eso me hizo sonrojar y le acepté el antebrazo, le ofrecí entonces el mío a Ashley y ella aceptó con gusto y con una sonrisa— está noche será inolvidable —recito entre sus labios.

Después de todo me alegraba que Ashley estuviera pasando una noche maravillosa, pero aún en medio de todo ello, mi corazón no dejaba de palpitar retumbante contra mi pecho, segura que se saldría de mí y buscaría al señor Barnes por sí solo.

En el pasillo, los retratos y estatuas esculpidas eran verdaderas obras de arte, desde el retrato de la familia completa del señor Barnes, hasta el del propio castillo desde un punto lejos.

Eran siglos y siglos de historia entre nosotros. El castillo era distintos a muchos otros, porque este no era solamente un solo edificio, eran un conjunto de edificios que se alzaban entre sí y formaban un patio circular, hasta donde sabía era el patio principal, no sabría si el duque de Cambridge lo habría cambiado.

Las personas a nuestro alrededor murmuraban como si fueran secretos confidenciales lo que charlaban. A diferencia de Winchester, los bailes de celebración no se hacían a puertas abiertas, en este caso, las puertas se abrían a personas de estratos superiores, los democráticos o diplomáticos, los señores de las grandes sociedades y de extravagante fortuna.

Claro, no eran muchos, pero eran suficientes para las fiestas de temporada. Fiestas que se suponía también debía hacer yo como duquesa y condesa propia en Edimburgo, pero que siempre me rehusaba a hacer, porque no aceptaba un baile que solo fuera para duques y políticos aduladores.

El enorme salón donde sería el baile, era el único capaz de soportar más de cien personas en un mismo lugar, había un enorme candelabro sobre la cabeza de todos, tana antiguo como los cimientos del castillo, las velas que alumbraban los alrededores era artificiales, pero eran necesarias para darle el aire vintage y de antaño que tanto queríamos, las mujeres vestían sus mejores trajes de época, otras simplemente tomaron un vestido que se acomodará a la situación, los hombres vestían el color habitual, el negro formal con zapatos lustrados y brillantes. Reían tenuemente, casi como si ocultarán el hecho que reían o que estaban relajados, el ambiente era altamente relajante, después de todo era un baile, todos formaban sus propios grupos auxiliares, pero pocos se movían de un lado a otro para visitar a otras personas.

— ¿Ya viste?, es la vizcondesa —en cuanto Ashley dijo ello de inmediato miré hacia esa dirección esperando que el señor Barnes estuviera ahí, pero en cambio, vi a la vizcondesa con una mirada asesina sobre nosotros.

— ¿no tiene otra cara? —masculle dando reverencia a la vizcondesa desde la distancia apropiada junto a Ashley y Jake.

La tía London de inmediato se nos acercó— compórtense esta noche, no son niños, ya son adultos, suficientes niñadas han hecho, iré con la vizcondesa, Jake no te alejes de ellas —y dicho ello se fue entre la multitud en la misma dirección que nosotros veíamos.

— ¿Qué habrá querido decir con niñadas? —y cuando pasó un copero, Jake tomó una copa de vino y la revolvió entre su mano para tomar de ella. Era obvio que él sabía de qué se trataba, pero se volvía gracioso cuando la tía London regañaba.

Mientras el tiempo pasaba, los invitados poco a poco iban llegando, estaba de más decir que todas las mujeres se distraían con mi vestido, el inusual color negro azabache en una mujer y en un evento como este era como ver a un elefante en espectáculo. Aunque la única mirada orgullosa y triunfante que alcance a ver hacia mí fue la de madame Lucie, también había sido invitada, ella se acercó a nosotros casi como si viera su más grande proyecto despegar.

— madame —dije en cuanto la vi— es una sorpresa verla aquí —

— ¿qué? ¿no puedo estar entre un montón de gente acaudalada en dinero? —insinuó con una ceja alzada y manteniendo su compostura.

Sonreí de lado— no pensé que le gustarían las fiestas tan aburridas como esta, donde todos se miran en busca de quién da más —por un momento tensó su mirada y yo la mía, pero al instante ambas soltamos a reír como nadie.

— ay querida, sí que sabes dónde estás —tapó sus labios para cesar su risa y alegó diciendo— todo este montón de gente me hace querer tomar una siesta —

— ¿Qué la trae aquí, madame? —intervino Ashley con una sonrisa.

A lo que madame Lucie muy gentilmente respondió— muchos de los vestidos andantes que están aquí son obra mía —orgullosa nos señaló con la mirada a muchas mujeres— la señorita Daisy de Obaldía, luce un vestido que diseñe hace ocho meses atrás, pero desgraciadamente no sabe lucirlo —se le caía la hombrera a cada instante. Luego nos volvió a mostrar a la derecha— la señora Emerald, luce un vestido esmeralda precioso y muy fino —siguió hablando— la jovencita Rosett, viste mi traje rojo pasión, ella tenía intenciones súbitas de llevarlo porque quería sobresalir, era claro que quería ser la ''única deslumbrante y especial en la fiesta —y por último se volteó hacia nosotras— y ustedes dos, par de estrellas en el cielo, Ashley y Lily, una con un traje tan dulce como el amor que te hace ensoñar y la otra con un traje tan negro como el misterio, creo que han sido las únicas esta noche capaces de portar bien mis vestuarios —

— es más que un placer, madame Lucie —aludo Ashley en tono de agradecimiento.

— ay no me hagan sentir mariposas, niñas —y entre risas y miradas cálidas, pronto el evento dio inicio y las puertas frente a nosotros fueron abiertas, mostrando la figura de una hermosa mujer vestida de blanco escarchado, era hermosa como un cisne en un lago de noche y luego estaba el hombre, uno que conocía perfectamente.

Mi corazón decía su nombre en susurros en mi oído, esta noche vestía de blanco, un blanco como la nube, de época, pero aún así era inevitable no ver al mismo señor Barnes que había conocido en Winchester, un hombre silencioso y tranquilo, serio en su mayoría, pero con una mirada inquietante.

Todos nos acercamos para escuchar a la señorita, usaba un micrófono, pero aún así nos quedamos a los pies de las escaleras para escucharla:

— La temporada de Otoño ocurre cada estación de otoño, entre los meses de septiembre, octubre y noviembre. Los griegos aluden que el otoño se creó luego del acuerdo entre Hades y Zeus, por la pequeña diosa Perséfone. Según los griegos, el frío de la época de Otoño y la caída de las hojas es porque Kore, la diosa Perséfone no está con su madre, sino con Hades, en el temible Inframundo —leyó su repertorio y me maraville con su idea tan original de iniciar un conversatorio, pero todos murmuraban entre sí cuestionamientos sobre la historia, yo creía que era muy original, pero en todo esto, también descubrí como su mirada bailaba de un lado a otro y sus nervios incrementan por la mirada juiciosa de todos— hoy —dudó en seguir, pero lo hizo— sean todos bienvenidos a la gala de otoño, un espacio donde podrán disfrutar de música tradicional y momentos únicos para vivir juntos, hoy comprometemos nuestros lazos como sociedad unida por una monarquía leal, unimos el compañerismo y la hermandad, somos aristócratas en busca de un mejor mundo para nuestro pueblo, soy Marriet primera en mi nombre, de la casa Barnes de Derby, condesa de Derby y de la mitad de Preston, duquesa por honor de Cambridge por mi hermano, que esta noche esté llena de magia y sea de agrado para cada uno de ustedes —y dicho esto se silencio el micrófono y la música subió su volumen para seguir la fiesta, mientras la condesa y el duque bajaban entre la multitud.

Quería aproximarme para saludar al duque, de hecho tenía pensado ir a buscarlo y decirle que había leído su carta, pero me faltaba el aire y mis pies se volvían gelatina.

Y mi corazón retumbaba de gran manera.

— Creo que iré por un caviar —indicó Jake de un momento a otro y se apartó de nosotras— no tardó —canturreo y desapareció.

— ¿nos acaba de dejar? —cuestionó Ashley a lo que asentí inertemente.

Sin embargo, eso no impedía mis deseos de conversar esta noche con el señor Barnes, estaba dispuesta a hacerlo, pero la noche de pronto se volvió una neblina espesa, en cuanto reconocí el rostro de alguien que se acercaba con una sonrisa pretenciosa.

En lo que jamás pensé, ni discerní, era que habían duques de todas partes en esta fiesta, que conocían perfectamente Edimburgo y también a la familia diplomática ahí.

— duquesa Collins —hizo una reverencia y mi mundo se escandalizó.

— ¿te conoce? —

— ve con Jake, Ashley, yo los alcanzaré —no quería tener que oír cuestionamientos de parte del barón Demetri de Edimburgo, un hombre que congeniaba demasiado con la nobleza de Edimburgo.

Y de pronto, mi faceta de chica corriente, cambió a una duquesa en segundos, cuando el barón entró en mi zona de confort como un peligro— es una sorpresa verla aquí y si me lo permite, es como la tercera vez verla en una fiesta —guarde, pero él parecía muy entretenido en una conversación en la que solo él participaba, su rostro cambió en segundos a uno de preocupación fingida— he escuchado las noticias del duque de Edimburgo, estuve ahí hace unos días atrás, su padre ha lucido muy atareado con todas las situaciones políticas que el duque no ha podido solucionar, creí que usted como duquesa honorable también estaría ahí con ellos, sin embargo la veo aquí en Derby, disfrutando de la velada tan maravillosa que la condesa de Cambridge está dando esta noche —igual de víbora que todos, conocía mis debilidades y había encontrado un defecto.

No estaba en Edimburgo y ahora a papá se le estaba viniendo todo encima— barón de Edimburgo, tercero en la fila —hizo otra reverencia— mis asuntos personales no son de incumbencia —reté de inmediato cuando sus intenciones disfrazadas querían ingresar a mí— en cuanto a mi abuelo, he estado al tanto de la situación y esperamos tomar todo en virtud de su bienestar y del pueblo, aún así como usted dice hace falta presencia de Edimburgo en los lazos políticos y es por ello que yo estoy aquí, no creo que la presencia de un barón sea suficiente, pero si se esfuerza por simpatizar tal vez consiga acercarse a un vizconde que lo alude —dicho esto, pase por su lado y él se reverencio ante mí, antes de alejarme de su radar y estar entre la multitud, quería encontrar al duque Barnes, pero otro detalle se presentó.

— duquesa Collins —era el duque de Glasgow— es una sorpresa verla aquí, he escuchado lo de su abuelo —y la historia se volvía a repetir.

— muy atento de su parte duque Ford, pero tengo un asunto que realizar —me despedí de inmediato y vi su reverencia, en cuanto más se reverenciarán m'as llamarían la atención.

Y lo peor, no encontraba al señor Barnes. Pero mi presencia aquí peligraba de que más y más personas me reconocieran.

Había sido una tonta al creer que estar aquí seguirían siendo tan invisible como en Winchester.

— duquesa —pronto otro más se acercó, era el conde de Newcastle, vivían en Inglaterra y medianamente cerca de Edimburgo.

— conde —y pase también de él caminando más lejos de las personas y pronto, me encontré en un punto de crisis donde me costaba respirar.

Vi mi oportunidad y salí de inmediato, las puertas al patio estaban cerradas, pero pedí a uno de los guardias que la abrieran y que no dejarán pasar a nadie más, quería un momento a solas para asimilar mi presencia en este lugar.

...estuve ahí hace unos días atrás, su padre ha lucido muy atareado con todas las situaciones políticas que el duque no ha podido solucionar, creí que usted como duquesa honorable también estaría ahí con ellos, sin embargo la veo aquí en Derby...

Papá me dijo que me llamara si necesitaba mi ayuda, pero no he tenido noticias de él y me preocupaba que estuviera siendo indulgente con mi actual cargo y que me estuviera relajando más de lo normal.

¿Acaso estaba mal que estuviera aquí?

Recargue mis manos sobre el balcón de piedra que estaba frente a mí y vi el jardín que había bajando las escaleras. Pensé en que sería un buen lugar para descansar.

Y cuando pensé que todo esto de ser duquesa se había acabado o al menos estabilizado, alguien abrió la puerta tras de mí, lo supe porque escuche las voces tenues ahora más claras y de inmediato me giré, pero por primera vez mi corazón se volvió a acelerar por el hombre correcto.

El señor Barnes estaba frente a mí, luciendo su traje blanco, con el cintillo representativo de Cambridge pasando entre su dorso.

— señorita Foster —

— señor Barnes —

Volví a ser una civil.

El señor Barnes dio una reverencia hacia mí y por un momento vi el destello de un deseo realizado para él— no sabe la alegría que da su presencia esta noche —

— mi señor —respiré hondo— de todo lo que ha sucedido esta noche, nuestro encuentro es un alivio —

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