Querido Jorge:

Selene y Grace me creen, ellas siempre han confiado incondicionalmente en mí. Tengo suerte de tenerlas. Los demás siguen sin dirigirme palabra o verme.

Esto es asfixiante, mucho más el ver a Gabriel por los pasillos con los ojos hinchados. Tal vez debería hablarle, aunque no sirva de nada.

Él le hizo caso a esas mentiras antes que a mí.

***

Empiezo a rayar la hoja en la que acabo de escribir, poco a poco se va mojando por las lágrimas que derramo. Se me oprime el corazón a cada momento.

─¿Desde cuándo los ángeles lloran?

Cubro rápidamente mis ojos con mis manos, mierda. Debe ser alguien del aula tratando de burlarse de mí. Trato de huir, pero una mano en mi hombro me detiene.

─No te haré daño. ─Giro mi cabeza y me quedo pasmado ante la imagen que tengo ante mí. Joseph, uno de los chicos más populares de toda la universidad me está hablando. ¡Por todos los clichés! 

─Bien, porque no estoy dispuesto a aguantar más mierda.

─Me parece perfecto ─aguanta una carcajada y se muerde el labio, luego me mira directamente a los ojos. Espero no esté coqueteándome─. ¿Quieres ir por una pizza?

Asiento luego de pensarlo por un momento, muy pequeño, porque aunque esté triste las oportunidades como estas no deben desaprovecharse.