Querido Jorge:

Casi se acerca tu día especial.

Mi madre me llamó diciéndome que tenemos que ir comprando los boletos para tu boda. Luego me colgó y me dejó con las lágrimas amontonadas. No, no estaba llorando por ti. Estaba llorando por toda la mierda que me ha pasado, por lo borde que fue la conversación que tuve con ella, la supuesta mujer que me ama mucho más de lo que puedo imaginar. 

Eh, que también estaba llorando de felicidad, y sé que en estos instantes no estoy muy bien emocionalmente, pero descubrí que puedo ser feliz sin ti, sin atormentarme en tu pequeño, pero importante recuerdo.

Es hora de hablar con mi psicólogo y contarle lo mucho que he progresado.