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Capítulo 5.

Después de que lo sucedido con el chico odioso de ayer, pude darme cuenta que había experimentado el sentimiento de la apatía, y eso era grave para mí, yo no soy así, tenía que haber levantado la mirada y decirle: "Hola, Dios te bendiga hermano" pero no, me porte como Susi y Almendra combinadas, o quizás no. Tan poco debería de exagerar, no fui tan odiosa, solo me deje llevar por un sentimiento desconocido y no pude ser yo misma con él, me pregunto ¿Por qué?

Me rasco mi cabeza con desesperación y sigo pensando.

Me asusta un poco mi actitud, y más la petición que le pedí al señor ayer, ojalá un día no muy lejano mire de nuevo al chico y pueda llevarse una impresión diferente de mí, yo quiero ganar almas para Cristo, y no es así que las ganaré, todo lo contrario, quizás y ese chico se vaya de la iglesia por mi culpa.

Me como las uñas y grito un —¡Nooo! —sin saber que ya estaba pensando en voz alta.

Mi madre me mira asustada y Enrique junto a Richi se vuelven a ver para tirarse un par de carcajadas.

—¿Te pasa algo? —me pregunta mi madre.

Suspiro y sonrío para no preocuparla.

—Solo pensaba en voz alta.

—Qué mala costumbre Abigail —dice arrugando su frente —¿A qué hora te acostaste a noche?

—En cuanto subí ¿Por qué? —le pregunto mientras me llevo el cereal a la boca.

—Porque esos síntomas son producto de locuras por no acostarse temprano, ya me imagino, debes de pasar en vela escribiendo tonterías —la última palabra la dice más alto —Don Quijote de la mancha quedo loco por eso —¿Desde cuándo mi madre lee ese tipo de libros?

—Mami, don Quijote quedo loco por leer mucho, no por escribir, además es solo una historia.

—Es lo mismo —dice viéndome molesta —Sí escribes tonterías, entonces tu cerebro no trabaja como se debe. Te quedas loco.

Me duele pensar que ella piense que escribo tonterías, a nadie molesto y eso es lo que importa.

—No es lo mismo, —reniego.

—Sí es lo mismo unicornio de mil colores —la voz burlona de Ricardo me hace sacar la semillita de la molestia que ya estaba flotando en mi pecho.

—¡Cállate Ricky Ricon!

—Ma, se está burlando de mí —dice haciendo pucheros.

Él era el preferido de mi madre, aunque ella lo negara.

—No le digas así Abigail —sentencia.

—Él fue quien empezó ¿No escuchaste? —protesto señalándolo con mi cuchara.

—Pero es que tu locura nos preocupa a todos—dice haciendo un gesto de desesperación.

—No estoy loca —digo muy molesta —¿Dónde está papá? —pregunto cambiando de tema.

—Si te hubieras levantado más temprano, te hubieses dado cuenta donde anda —baja su mirada para ver la hora en un pequeño reloj que tenía en la mano y la sube de nuevo viéndome seria —Es hora que termines el desayuno, el bus escolar los va dejar, hoy te harás responsable de estos dos chicos —señala a mis hermanos y la miro con mi ceño fruncido.

—¿Responsable?

—Sí, aunque te suene extraña esa palabra, la pondrás en práctica hoy —dice haciendo una pequeña sonrisa.

—Pero tú eres la que los va a dejar y a traer...

—Hoy no puedo—me interrumpe —Tengo que ir a visitar a unos hermanos de la iglesia, así que deja de preguntar y no intentes protestar, porque viajaran en autobús, y los traerás de ida y vuelta sanos y salvos ¿Entendido? —me señala con su dedo índice, y más que eso, me amenaza con su mirada.

No mami, los meteré en una bolsa negra, y los tirare debajo de un puente como gatos abandonados ¡Claro que los tengo que cuidar! Desgraciadamente son mis hermanos, aunque no los soporte.

—Entendido —digo de mala gana.

Y con eso se levanta, alista la merienda de Enrique y nos encamina hacia la parada del autobús.

Dejo primero a Enrique y aviso en dirección que iba a llegar un poco tarde a traerlo por lo que mi madre no llegaría, 15 minutos después paso dejando a Ricardo en su escuela, y él al verme entrar me ve con un gesto nada amigable.

—Es todo señorita fantasía, se puede retirar —dice entre dientes para que no lo oyeran los adolescentes que pasaban casi modelando.

—¿Qué? ¿Te avergüenzas de tu hermanita? —subo mi tono de voz para molestarlo.

—¡Cállate! —dice enojado —¡Ya lárgate! —vuelve a decir entre dientes.

—Está bien, pero un día de estos regresaré con tus fotos de dos años semi desnudo —digo tirándome una gran carcajada y separándome de él para dejarlo furioso.

Llego a mi escuela unos diez minutos antes de la entrada, no estaba tan lejos de la de Ricardo, así que me vine caminando.

Busco la sección que me toca hoy, y sin saber Anabel sale de repente casi pegándose a mi cara con una gran sonrisa en su rostro.

—Dicen que hoy viene un chico nuevo —expresa, con una cara de loca moviendo las cejas incansablemente.

—¡Que bien! —digo animada,— prepararé al resto de chicos, para que le demos la bienvenida.

Como presidenta de la sección había formado un club de bienvenida aquí en la escuela, se trataba de ayudar a los estudiantes nuevos y hacerlo sentir como en casa, no era con un fin religioso, pero cuando miraba la oportunidad les hablaba acerca de Jesús, muchos me rechazaban, pero al menos lo intentaba.

—¿Será lindo? —Anabel suspira con su propia pregunta.

—No lo sé —digo encogiéndome de hombros. Ella era muy enamoradiza al igual que yo.

—Ojala que sí, por dentro y por fuera por favor Diosito —dice levantando su vista y rogando con sus manos.

Sonrío ante su plegaria y la despierto sonando mis dedos.

—Es hora que entremos señorita enamoradiza. Ya viene la maestra —le señalo con mi dedo índice.

Ella venía sonando sus tacones dando zancadas para dejar atrás al grupo de estudiantes que se habían percatado que ya iba a entrar al aula de clases. Luego de cinco minutos que entrara, nadie más podía entrar. Era muy recta y le teníamos respeto.

En cuestión de segundos nuestros cuerpos se mueven y entramos al aula buscando los primeros lugares, nos gustaba la clase de historia y como la maestra Miller la impartía.

La maestra coloca su bolso encima del escritorio y observa como los estudiantes entran torpemente para colocarse en sus lugares, yo la acompañaba haciendo lo mismo, pero luego de un rato me aturdí al ver el motón de chicos entrando, así que quite mi mirada de ese lado para ver mi cuaderno y revisar la tarea que había quedado.

—Hoy queremos darle la bienvenida a un nuevo integrante de esta escuela —Subo mi mirada de inmediato con un gesto de estupefacción.

La maestra mira con su mentón hacia arriba para verificar en donde estaba ubicado, y cuando lo encuentra mueve sus manos para que llegará hasta donde ella estaba.

De repente escucho pasos atrás de mí que caminan despacio hacia la dirección del escritorio de la maestra ¿Cómo es que no me di cuenta en que momento entro? En mi defensa, estos chicos entraron en manada, y yo estaba demasiado distraída con Anabel revisando la tarea.

El chico llegó, giró hacia el resto de estudiantes, y todo fue en cámara lenta...

¡No!



Hoy regalándoles doble actualización, para que pasen un feliz fin de semana. Muchas bendiciones para todos ustedes💕 les mando estrellitas, unicornios y arcoiris de muchos colores de parte de Abigail O' Connor😸

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