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Capítulo 48.

Capítulo dedicado a  AleyRamos3
💖♥️💫



Cuando confías en Dios, entonces existe paz en tu corazón, aunque no entiendas lo que está pasando.

No crean que la noticia de que Jack se iba en fin de año, no me hizo tambalear. Claro que sí. Pero en ese momento entendí muchas cosas.

Primero, de que Jack y yo no debíamos de tener una relación por nuestra corta edad, sí, él había tenido dos relaciones anteriormente, he incluso, tenía el permiso de andar con Mayra y casarse con ella cuando cumpliera mayoría de edad, ¿pero era correcto? No.

Segundo, yo no estoy preparada para una relación, ahora puedo lograr ver todos mis sueños que yo misma había estado opacando por el deseo de ser novia de alguien.

No quiero ser la típica chica que se casa y forma una familia y fin de la discusión, no quiero.

En verdad me estoy dando cuenta del grave error que estaba cometiendo.

Por una extraña razón Jack me ha hecho saber que las relaciones no eran como yo me las imaginaba.

Que yo no era la princesa que esperaba su mágico beso para vivir un feliz para siempre.

Me doy cuenta que yo soy una adolescente inmadura, llena de cambios, de inestabilidad emocional, de cosas para sacar y salir corriendo, porque simplemente hay situaciones que me sacan mi lado más tenebroso.

No soy aquella Abi que las personas externas o de la iglesia se imaginan.

Aquella chica dulce y serena, casi perfecta.

No soy ella.

Soy una chica llena de cosas malas y buenas, y ahora experimento muchas cosas negativas.

Pero creo que es el cambio que debo de pasar para ser una adulta, ¿y sí es válido? Por supuesto que es válido.

Dios me está enseñando que aunque desee algo, y no estoy preparada, no me lo dará, aunque lo quiera con todo mi corazón.

Y ese es el resultado de tanta oración por un idóneo.

Pienso que estuve muy mal todo este tiempo, pidiendo algo que no debería pedir, porque no estoy preparada.

Y ahora lo entiendo, lo comprendo, y logro asimilar.

—¿Me prestas tu sacapuntas? —Fabricio me saca de mi análisis exhaustivo de mi vida y deslizo mi mano para buscarlo dentro de mi cartuchera. Lo encuentro y se lo doy —Gracias —me deja ver una sonrisa.

En verdad Fabricio es un tipo agradable dejando a un lado sus payasadas.

¿Por qué no tendrá novia?

¿Será que puede pensar como yo lo estoy haciendo?

Abro mis ojos dentro de mis pensamientos.

¿Y sí es un tipo maduro y yo he dejado que las apariencias me engañen?

—¿Por qué nunca has tenido novia?

Mi pregunta salió sin poder detenerla, solo por instinto.

Fabricio me lanza una sonrisita y me guiña un ojo.

—Nena, si tú quieres ser mi novia, solo dímelo —ruedo mis ojos y giro mi rostro donde debía de estar hace unos minutos, la explicación de matemáticas.

Ya decía yo que tanta dulzura y muestra de humildad en él, no eran normales. Ahora sé por qué no tiene novia.

Es insoportable con sus bromitas.

—Abi, Abi —me llama dos veces según él susurrando, y como no le hago caso, vuelve a hacerlo —Abi, Abi —esta vez me da pequeños golpes en mi hombro con la yema de sus dedos.

—¿Qué? —pregunto un tanto molesta por su insistencia, en donde me vuelva a decir otra tontería, le doy con la cartuchera.

—¿Qué le pasó a Anabel? —su pregunta hace que me gire y lo vea.

—¿Qué pasó de qué?

Él chasquea la lengua y sube sus hombros.

—Ya sabes, ella anda rara —hundo mi ceño.

—¿Rara cómo?

—Es que ella nunca se pierde una clase, y mira —señala su asiento vacío —No está aquí.

—Me tiene preocupada—digo bajando la mirada.

—¿Por qué?

Parpadeo varias veces y me doy cuenta de lo tonta que soy, ni debería de estar hablando algo serio con él ser que no se toma absolutamente nada en serio.

—Olvídalo —digo batiendo una de mis manos para restar importancia.

—Abi, no, en verdad estoy preocupado por esa loca —regreso mi vista a él y tengo ganas de decirle lo que le había pasado con un Hugo, tal vez él si le rompa la cara, porque de algo estoy segura, Fabricio está enamorado de mi amiga.

—Es que...

—Señorita O'Connor —la maestra me hace pegar un brinco y girar con mucha rapidez mi rostro en dirección a ella —Espero que le esté entendiendo a mí explicación, porque después pasará usted a realizar el primer ejercicio, y de segundo el señor Smith —señala a Fabricio — Ya que me imagino que deben estar debatiendo entre ustedes el puesto al mejor estudiante de esta asignatura.

—No, como cree—interrumpe Fabricio —Eso déjeselo a Abi solita —escucho algunas risitas ahogadas.

Muerdo mis mejillas y me prometo a mí misma nunca más hablarle al alegría de sección, por no decir otra cosa.

—Maestra usted siga —sonrío para acabar de una buena vez ese rostro tan tenso y duro que mantiene al vernos —Le prometo que no vuelve a pasar.

Ella no dice más y regresa a su explicación.

—Abi —esa voz de nuevo —no le hago caso —Psis— le tiro la cartuchera teniendo una buena puntería, y digo teniendo una buena puntería porque escuché un quejido y risas alborotarse.

La maestra gira su rostro viendo el culpable de las reacciones, pero yo no levanto mi mirada y hago como si estuviera enfocada en el cuaderno resolviendo el tal ejercicio.

Al parecer no encuentra a nadie y sigue con lo suyo.

Las horas de las clases más pesadas concluyen y yo salgo a toda prisa en busca de Jack.

Camino sobre el pasillo que queda a la salida y de nuevo esa bendita voz que me ha pasado molestando toda la clase.

—Abicita, espera por favor —lo escucho todo cansado y entonces me detengo y me giro para verlo.

Esta inclinado tomando aire, con mi cartuchera en la mano.

—Oh, yo...

—Lo olvidaste —dice regresando a su posición recta —Solo quería hablar contigo de ya sabes quién.

—Claro, de Anabel —digo terminando de afirmar su misterio.

—Sí —dice, sonríe y se rasca su nuca —La llamé y me contestó su mamá, dice que le dio gripa, ¿sabes algo de eso? —hundo mi ceño y abro mi boca.

Mi amiga está enferma y yo no me doy cuenta. Que mala persona que soy.

Vuelvo a hundir mi ceño y mi cerebro procesa otra información detrás de esa información.

—Oye, ¿tú por qué tienes el número de Anabel?

Fabricio se sonroja y cambia de plática.

—Ya me tengo que ir, nos vemos mañana —camina a pasos acelerados hacia la salida.

Ahora soy yo la que lo persigue.

—¡Hey, Fabricio! ¡Oye! —parecía una loca vende verduras atrapando a sus clientes detrás de él —¡Qué te pares, o le digo a todo mundo que te gusta Anabel! —mis palabras mágicas lo hacen frenar en seco y da un giro de noventa grados para verme.

—¡Cállate! O le digo a todo mundo que estás loca —amenaza.

—Ja, ja, ja —me burlo —Hazlo, ya verás que no te creen, en cambio a mí, bueno —subo mi mano y veo mis uñas, no tienen ni gota de manicure, en verdad están horrendas y todas mordisqueadas, pero hice de seña como si estaba viendo el mejor esmalte de la existencia —A mí atenderán porque sabe que digo la verdad, todo mundo sabe que ustedes tienen una especie de odio-amor.

—Ña —protesta —Pamplinas.

—Deja de ser un niño por una vez en tu vida, y saca el tipo dulce y maduro que sé que tienes adentro —lo veo con su gorra de Pokémon, su camiseta de Dragón ball, y sus tenis de yo no sé quién —Bueno, muy adentro. El punto está —digo sacudiendo mi cabeza un poco para quitar mis ideas de que estoy tratando con un caso perdido, y que debería de irme por el bien de la patria—Es que tú está preocupado por Anabel, y yo también, ¿no te gustaría que la fuéramos a ver juntos en este mismo instante?

Mi propuesta le hace brillar los ojos e iluminar su rostro, y cuando pienso que iba a salir con una tontería de las mismas de siempre, deja salir un sí de su boca.

Le sonrío y él también lo hace como dos buenos amigos que se ponen de acuerdo.

—Te estaba buscando —Jack hace que me deje de enfocar en Fabricio y recuerde que yo tenía que irme con él.

Muerdo mi labio inferior y le sonrío.

—Jack, hoy no me iré contigo —vuelvo a ver a Fabricio que estaba expectante y regreso a él de nuevo —Iré a cumplir una misión con este tipo más raro que un garbanzo.

—¡Oye! —protesta. Jack sonríe.

—Entiendo—dice de forma compresiva, y eso me hace enamorarme más.

Había leído en la Biblia que dice que el amor echa fuera todo temor, hay confianza y paz.

—¿No te enojas? —pregunto como una niña indefensa confirmando la respuesta tan cálida que me había dado.

—No —dice de inmediato —Ve y cumple tu misión —me da un beso en la mejilla —Hoy nos vemos por la tarde, nuestros padres tienen cena en la casa del pastor.

Abro mis ojos, mi madre no me ha comunicado nada, pero luego respiro tranquila.

¿Cuándo lo ha hecho?

Sonrío sola.

Jack se termina de despedir y lo hace con una mano empuñada con Fabricio.

—Abicita, tu novio me cae bien —dice viendo a Jack alejarse y encender el carro.

Niego con mi cabeza y no le digo nada.

No quiero hablar de nuestra relación de amistad tan especial que tenemos.

Ya las explicaciones me las ahorraré, que la gente piense lo que quiera que es libre de hacerlo, lo importante es que nosotros sabemos lo que tenemos.

—Hora de irnos chico raro —Fabricio me ve entrecerrando los ojos y yo le sonrío para comenzar a caminar y que lleguemos a casa de Anabel lo más pronto posible.

Ojalá y nos quiera recibir, le pido a Dios que sí.

Ustedes qué dicen, ¿los querar recibir, Anabel?

Los espero en el próximo capítulo. Les cuento por aquí que ya pronto subiré el segundo proyecto: Querida idónea, estoy tan emocionada 😍💫💖💗 les avisaré cuando lo haga.

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