Capítulo 36.
Narra Jack
Dicen que cuando puedes expresar el dolor que sientes internamente, se libera una gran carga emocional. Y eso es lo que está pasando ahora mismo.
Sus ojos me escudriñan como dos acusadores por mis expresiones nerviosas antes de seguir con la plática.
—No me casaré con Mayra—digo sin titubearlo, sin seguir pensándolo más de tres veces.
Su rostro duro y su línea recta de sus labios me advierten que nada de lo que le dije ha sido de su agrado.
—Ya habíamos hablado con respecto a eso —dice en su posición inquebrantable.
—Papá, tú no entiendes nada —digo desesperado, ya quizás a punto de altérame.
—Claro que entiendo —dice mirándome con su ceño hundido —A ti te gusta hacer tu capricho, te gusta la rebeldía, me lo demostraste el día que tomaste como novia a Kay. Por favor Jack, me has demostrado que ni siquiera sabes controlar tus emociones, ¿por qué sigues pesando que no te entiendo? Vuelvo y repito, te entiendo perfectamente. Eres un chico inseguro, no sabes lo importante que eres para los que te queremos, nunca confías en lo que te he dicho, nunca... —se acerca a mí y posa una de sus manos en mi hombro izquierdo. Me ve sin rasgo de empatía alguna, casi como un tempano de hielo —¿Y qué resultados hemos tenido? —lanza esa pregunta y yo solo pienso en dar una respuesta, porque la hay.
—Papa...
—Un momento —me detiene —No he terminado —quita su mano de mí y regresa a su silla detrás de un gran escritorio, la verdad es que en ese lugar parecía un ser más intimidante, casi como un juez. Mi padre siempre ha tenido esa presentación, su personalidad es dominante, bastante tosca y seca. Cualquiera pensaría que es un tipo egoísta e impenetrable, de aquellos que no se le saca la sonrisa ni con el mejor comediante de la historia, pero en realidad es una persona accesible para lo que le buscan, amable para los que le sirven, y sobre todo, muy caritativo con los que le necesitan.
—Papá, por favor, no quiero seguirte escuchando —ruego controlando mi mal carácter, que por lo general la mayoría de veces, me salen cuando converso con él—Dejemos a Kay a un lado ¿sí? Dejemos mi "inseguridades" para otro momento, y sobre todo, dejemos tu tal "razón" navegando en el cielo.
—¡Lo vez! —exclama sobre saltado —Solo mira tu actitud, ¿es que acaso es la actitud de una persona humilde? ¿De una persona que sabe reconocer su error?
—No solo yo he cometido errores aquí —digo de inmediato. Él calla y me ve amenazante.
—Adelante —dice con una seriedad que da miedo —Di lo que tengas que decir, mejor dicho, dime todo el guion que te estas formando dentro de tu cabeza, no te interrumpo más, pero eso sí —se inclina hacía a mí haciendo que la silla haga un pequeño ruido y coloca su dedo índice sobre la mesa golpeándolo para lucir como un ser despreciable que tiene todas las de ganar —Cuando termines, sigo yo, y no pretendas escapar, ¿de acuerdo? —lo fulmino con la mirada, ya estoy cansado que las cosas se hagan a su manera, que siempre trate de ganar.
—No puedo decir lo contrario, siempre tendré que soportarme tus monólogos, tus absurdos sermones que se mantienen sostenido con el pilar de tu razón —no me dice nada tras esas palabras, solo deja caer su espalda sobre el respaldar de su silla y la mueve levemente como esperando algo.
—Tu turno está a punto de terminar, si sigues perdiendo tu tiempo en palabras incoherentes que no saben a otra cosa que a inmadurez.
—¿Inmadurez? —levanto una de mis manos y enredo mis dedos sobre mi cabello demostrando frustración —Ya estoy cansado que pienses lo mismo de mí, ¿hasta cuándo?
—Hasta que me demuestres lo contrario con hechos—exige de la manera más fría.
—Pero cómo pretendes que te demuestre con hechos que no soy un inmaduro, si ni siquiera me dejas ser ¡No me dejas respirar, carajo! —mis ojos pican y no necesito ser adivino para saber lo que mis sentimientos y emociones me están gritando desde que entre a la oficina de mi padre.
—Sí quieres llorar, llora —dice tan fácilmente —Estoy tan acostumbrado a verte en esta misma situación, que es mejor que lo hagas.
Muerdo mis mejillas y tenso mi mandíbula, empuño mis manos y respiro más rápido, de repente ya el picor en los ojos se detuvo, y en cambio se posición en mi pecho un dolor muy fuerte.
—No lo haré, no enfrente tuyo, no lo mereces —sonríe de lado y sube sus manos uniéndola para acercarlas a su nariz.
—Jack, te falta humildad —me levanto de la silla dispuesto a dejar la plática tal cual esta, pero su voz sin ningún gramo de sensibilidad me detiene —Siéntate —ordena.
—No —reniego.
—Te advertí que cuando terminaras iba yo—niego con mi cabeza y coloco mis dos manos sobre la mesa aun de pie y me inclino hacia su dirección para verlo a los ojos.
—¿Pretendes que me quede cuando no me has dado la oportunidad de defenderme?
—Sabes que no fue así —dice sin apartar su mirada. Siento mucha rabia dentro de mí, que no la puedo controlar, y exploto. Golpeo la mesa con un puño formado de la forma más rápida que se haya visto.
—¡Siempre a tu forma, maldita sea!
—¡Cállate! —dice con una voz tan autoritaria, que me deja mudo por un par de segundos —No vuelvas a maldecir delante de mí —sus ojos se abren de par en par sin quitar el rostro lleno de enojo —No te reconozco, Jack, no te reconozco... —baja su mirada, pude ver unos cuantos destellos de decepción en ella.
—¿Y? —pregunto de manera irónica. Regresa su mirada a mí y su ceño fruncido demuestra todo lo que siente y piensa en estos momentos.
—Pensé que obligarte a estar con una niña que ama a Dios y que conoces hace unos años, te iba hacer mejorar, pero me equivoque —mi boca se abre un poco y no puedo reaccionar ante lo que dijo.
—Espera, ¿dijiste equivocar?
—Sí, —dice sin titubear —porque reconocer que fallas es de humanos, es de seres con rasgos de humildad, porque todos tenemos la obligación de decir que me equivoque. Porque no vale ir por la vida sintiendo que no lo hacemos, porque es lo único más seguro después de la muerte. Jack —me ve de forma distinta y sonríe un poco, de esas sonrisas sinceras que no veía desde hace años —Siéntate muchacho, solo escúchame unos minutos, por favor —sus palabras suaves y sin ningún daño colateral me hacen instantáneamente hacerlo —No quiero obligarte a nada, sé que estás cansado de esta situación, estás cansado de pensar que yo no te entiendo, lo sé, tu rostro abatido me lo ha dicho muchas veces —bajo mi mirada y veo mis manos entrelazadas una con la otra, he esperado esta platica honesta con mi padre desde hace mucho, y verdaderamente no sé cómo sentirme — Nunca pretendí que pensaras que era el peor de los padres, no, siempre quise lo mejor, siempre tratando de hacer un plan para tu vida, para tu futuro, queriendo que fueses un servidor de Dios, que lo conocieras como yo lo conocí hace mucho tiempo, pensé que siguiendo el prototipo de mi padre iba a formarte a ti, pero eres diferente a como te imagine desde el vientre de tu madre —subo mi mirada y sonrío tras hacerme recordar mi niñez —Eres muy diferente a mí y eso está bien, nadie puede y debe ser igual a su padre solo por ser su hijo, por llevar sus genes. Lo que trato de expresarte Jack, es que eres único, eres especial ¿Sabés? cuando eras niño, siempre trate de enfocarme en verte los defectos, porque lucias tan confiando, tan tú, y tuve miedo, tuve mucho miedo como padre, que te volvieras un miserable egocéntrico que lo tenía todo y que no le importara nada los demás, por eso me propuse retarte y lo logré, te convertí en un chico sin brillo, inferior a otros, tratando de escapar de los lujos y la buena vida, te volví el adolescente más apatico para las cosas materiales, pero eso te conllevó a no estar feliz nunca más—mi pecho se comprime al escucharlo, porque muchos recuerdos de mis malos días regresan a mi mente.
—Papá...—digo con un nudo en mi garganta.
—Déjame terminar—dice —El decirte que Mayra iba a ser tu esposa quizás te regresaría a tu polo tierra y toda tu vida haría una regresión, y quizás te vería feliz otra vez, pero ese compromiso no lo logró, ¿no es así?
—Asi es—digo honestamente.
—Y es que solo pretendía que alguien te hiciera bien, después de yo hacerte daño —hundo mi ceño y muevo mi cabeza.
—¿Daño?
—Sí, yo te hice daño haciendo que te volvieras humilde de una forma fuera de lo convencional, en realidad con mi actitud en vez de acercarte más a Dios, te aleje, hice todas las cosas mal —sus ojos demuestran tristeza y eso hace que el ambiente pierda aquella sombra perturbadora que me había demostrado mi padre, hace un par de años —Perdóname ¿sí?
Cierro mis ojos al escuchar ese perdón por parte de mi padre. Lo estoy tratando de disfrutar, de vivenciar hasta que mis huesos lo sientan.
Mi pecho se descongestiona y me siento más liviano, abro mis ojos y su sonrisa me deja saber que está siendo muy sincero.
—Sí ese perdón significa que tú y yo vamos a empezar de cero, entonces lo acepto —digo devolviendo su sonrisa —Como también quiero, no —rectifico —Necesito empezar de cero mi vida, ¿podrás ayúdame en eso?
Asiente con su cabeza.
—Yo te ayudaré, yo haré que regreses a ser el niño que brillaba con luz propia, el niño que sonreía cada que iba a la iglesia a alabar al señor, te ayudare a ser aquel niño que nació para honrar con sus actitudes inquebrantables a Dios —se levanta de la silla donde estaba y me busca, yo también me levanto para envolverme entre sus brazos —Hijo, regresa a casa, por favor, regresa a casa pronto.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro