Capítulo 33
—¡Cállate!—escucho decir por parte de mi madre.
—Abi, se cayó a la piscina, es todo mamá —la voz de Jack es neutra, casi podía decir que se escucha molesto.
—¿Pero cómo? —Natalia necesita explicaciones y no estoy segura si Jack se las quiere dar.
Nos comenzamos a mover, yo aun en brazos de él y mis ojos hundidos en su cuello. Y es que no quiero levantar la mirada y ver el rostro de mi madre junto con Ricardo.
—Mamá, ahora no, ¿sí?
—Jack.
—Esponjita.
—Tranquila, Carmen.
Fue lo último que pude escuchar mientras sentía que Jack seguía caminando, su ropa esta mojada al igual que la mía, y no creo que me pueda sentir bien así, es demasiado incómodo.
Deja de caminar y me baja con delicadeza, su rostro viendo el mío, examinándome, las yemas de sus dedos acariciando mi frente, apartando mechones mojados.
—¿Estás bien?
—Eso creo—digo intentando ver dónde estábamos. Jack se da cuenta de lo que trato de hacer, y sonríe.
—Estamos en mi cuarto.
¿En su qué?
Casi escupo esa pregunta interna. Pero no lo hago. Solo expando mis ojos y me aparto de él buscando una salida.
—La puerta, ¿dónde está la puerta? —escucho que se ríe a lo bajo, pero no lo juzgo, en serio, si yo misma me pudiera ver, también me burlaría de mi misma.
—No soy una loco asesino de personas —dice, atrapándome por los hombros, para detenerme —Simplemente te traje aquí, para que te secaras y cambiaras —me da un giro de media vuelta e inmediatamente estoy de regreso a su bello rostro, que luce húmedo y con su cabello oscuro desordenado —Tranquila —acerca su rostro al mío y susurra —Te dejare sola, mamá te traerá toallas y algo para que te cambies —me da un beso en la mejilla y se retira cerrando la puerta.
Pego un suspiro largo que lo venía conteniendo desde que se acercó tanto.
Ya no sé qué es lo que me causa Jack, solo sé que no voy rápido como lo he venido haciendo desde que tengo uso de razón con los chicos, no entiendo cómo es que puedo ser tan firme y muchas veces tan desubicada con él. Se supone que cuando te gusta alguien, pones tu mejor sonrisa, tu mejor forma de ser, porque simplemente quieres deslumbrarlo, enamorarlo más.
Me abrazo por el frío que empiezo a sentir. Esta situación me parece patética.
¿Cómo es que me pongo en estas?
Dios.
¿No se supone que me debería de encantar, que un tipo sienta la necesidad de decir lo que siente por mí?
No me entiendo, en verdad no me entiendo.
Hace unos días hubiese pagado por estar así con alguien, y ahora que lo vivo, siento tanto temor.
Comienzo a caminar de un lado para otro, como un león enjaulado. Y es que todo esto no me hacía lucir, ni sentir bien.
—Abi —la voz de Natalia me hace parar mi ansiedad. Me sonríe y entra con toallas y lo que parecía ser una camiseta color amarilla —Te traje esto para que te secaras, mira —levanta la camiseta y hace que la tome —Esto te servirá para que te puedas cambiar, no te preocupes, estoy segura que por acá Jack tiene una de sus pijamas —dice buscando en una de sus gavetas.
¿Y por qué no me prestas una de las tuyas?
Ahora si me muero de la vergüenza.
—Natalia, yo no sé si esto...
—Tranquila —me interrumpe —Encontré una —se voltea para pasar la pijama y yo sonrío con una cara que quizás estaré roja, pálida, verde, o quizás azul —Está te quedará bien, tú y Jack casi son del mismo tamaño. Ahora regreso, voy por la secadora —informa caminando fuera del cuarto y cerrando la puerta.
Muerdo mi labio inferior y camino a lo que se supone es el baño.
Me gusta el cuarto de Jack, ahora que puedo verlo mejor. Es muy amplio y de fondo es blanco, con muebles color grises oscuro, casi tirando a un verde, pero no, el color es muy extraño. Al lado derecho tiene un gran ventana pasando al pasillo cerca del baño, la luz de afuera entrar e ilumina todo el lugar, tengo la sensación que él y yo somos todo lo contrario. No hay ni una sola cosa fuera de su lugar.
Termino de entrar al baño, y un gran espejo me espera. Veo mi reflejo.
—Vaya, si es que te ves horrenda Abi —me digo con total honestidad.
Bajo mi mirada y mis pies tocan el piso, la cerámica tenía una forma muy única y nada deslizable. Coloco la camiseta y la pijama en el gran lavo que se unía con el espejo y comienzo a deshacerme del vestido mojado.
—Eres un caso Abi —otra vez hablando conmigo misma —tomo la pijama y después termino de ponerme la camiseta ancha color amarilla —Pues no está mal, pensé que iba a parecer una especie de saco de papas.
—¡Abi!
—Aquí estoy —informo a Natalia.
Unos segundos después ella entra con una sonrisa amable.
—Aquí está la secadora —dice enchufándola para que me secara el cabello — Con la toalla te tardarías mucho, y no quiero que te refríes, ya es tarde, ¿me prestas tu vestido? —le alcanzo a pasar el vestido y ella lo toma —lo meteré a secar, ya verás que de aquí a las ocho, estará listo para que lo vuelvas a lucir.
—¿¡A las ocho!?
Abro mis ojos, se suponía que esa pregunta exagerada era interna.
Natalia me ve con una sonrisa más expandida y toca mi hombro.
—Tranquila, tus padres aceptaron la invitación a cenar con nosotros —bajo mi mirada viendo la secadora. Tal parece que los deseos de Jack se pueden cumplir, no pues, a mis padres solo les hace falta aceptar la invitación de quedarse a dormir.
—Entiendo —digo muy amablemente a Natalia.
—Te traeré un té para que te calientes un poquito.
—¡Sí, por favor! —ella sonríe más por mi reacción de emoción, apenas dijo té.
—Bien, ya regreso, te quedas como en casa, ¿está bien? —asiento con la cabeza.
Termino de secarme y salgo del baño con la secadora en mano.
Veo la cama de Jack, me siento en la orilla y veo el último reflejo de la luz solar, quizás sean como las seis y algo.
Dejo caer la secadora sobre la cama, y observo cada detalle de una mesita de noche que tenía cerca de la venta, me detengo en una fotografía que me llamaba la atención.
Me acerco y la tomo para verla mejor.
Era Jack con una chica rubia hermosa, detrás había una especie de parque de diversiones, se notaban feliz, sus sonrisas me lo demostraban.
—Ella es Claudia, mi mejor amiga —dice dejando ver que yo estaba tan enfocada en la foto, que ni cuenta me había dado de que estaba dentro del cuarto con dos tazas humeantes.
—Vaya, ella es hermosa —digo disimulando mi sorpresa, colocando la fotografía donde estaba.
—Lo es, más cuando sonríe —una leve punzada en mi estómago aparece por lo que acaba de decir.
¿Acaso a mí me importa que Jack le guste su mejor amiga?
—Ven —dice señalándome un sofá largo que estaba en el otro extremo del cuarto. Le sigo hasta el lugar y caigo sin pensarlo. Me sentía aturdida por todo —Te ves hermosa hasta con pijama —sonríe mientras me pasaba la taza de té, inmediatamente la acerco a mí boca para tapar mi sonrojo.
—Está muy rico —digo sinceramente.
—Es mi favorito —sonrío recordando la vez que me dijo que le gustaban los té.
—Faltan las galletas con chispas de chocolates —Jack se le expande la sonrisa.
—Pensé que no lo recordabas —dice tomando otro sorbo del té.
—Imposible olvidarlo —quita una de sus manos de la taza y la coloca en mi mejilla mientras despego la taza de mi boca.
—Gracias —dice.
—¿Por qué?
—Por ti.
Qué belleza😍😘 váyanse a leer el 34 que esto está que se prende. Nos vemos allá.
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