CAPITULO 4
Mi querida Charly: Siempre supe que una relación a distancia seria complicada. No te voy a mentir amor, muchas veces pensé egoístamente que tendrías alguna aventura con algún compañero de la universidad, con algún vecino o cualquier hombre que fuera cercano a ti. Muchas veces quise dejar todo y correr hacia ti por miedo a perderte, alejaba todo pensamiento malo porque no quería desconfiar de ti.
Hoy me siento decepcionado, herido, abandonado. Me siento un imbécil, siento que te has burlado de mis sentimientos. Jamás te mentí, sabias todo de mí, mis planes, mis pensamientos. Jamas te dije nada que no pudiera cumplir, es mas te pedí incontables veces que vinieras conmigo, que yo me ocuparía de ti, sin embargo no puedo reclamarte nada, porque nunca me confirmaste lo que deseabas realmente y eso me pone muy mal. Te extraño, te necesito...
Si me pides que deje todo, lo dejaría e iría corriendo a tu lado. Incluso convencería a tu madre para poder estar contigo, y si no lo logro, no me importaría escaparme contigo, porque solo contigo seré feliz. Y porque se que estoy a punto de perderte para siempre.
Estaré esperando tu respuesta... Te amo y creo que ya lo sabes. ALAN
-Enviado.- Susurre...
Ya no sabia que hacer, no había podido comunicarme de ninguna forma, y el último recurso había sido dejarle un e-mail. Si lo respondía o no, ya no me molestaba, porque sabia que todo habia acabado. El 28 de mayo se iba a casar y mi alma y corazón estaban destrozados.
Trate de que el tiempo curara mis heridas, pero cada día que se acercaba a la fecha dolía mas. Las palabras de Milena viajaban en mi cabeza todo el tiempo.
- Nadie muere de amor, a menos que esa persona se suicide. Lloraras, te deprimirás, perderás el apetito y adelgazaras, pero no morirás por amor.- Dijo con una pequeña sonrisa- Se fuerte hombre.-
Días antes de la dichosa boda, mis dos amigas habían viajado a Estados Unidos para estar presentes. Mi ansiedad por saber todo sobre Charly despertó una gran curiosidad. Me seguía amando? Quería realmente casarse? Aquellas preguntas solo serian respondidas por mis amigas o sus maridos. Los días fueron agónicos y finalmente el día de la boda había llegado.
Me desperté con ganas de nada, me duche y a cada paso me detenía a pensar en todo y en nada, tenia la mirada perdida en algún punto infinito. Decidí no actuar como un idiota, y si hasta el momento no había recibido noticias de nadie, era porque todo seguía en pie. Apague mi celular y salí a la clínica.
Al final del día, llegue a un bar nocturno, solo iba a ver un partido mientras bebía una cerveza y luego volvería a casa. No me había percatado de la sensualidad que tenia la mesera que me servia la segunda jarra de cerveza, alguien que paso por su lado hizo que tirara su trasero hacia mi, sin poder evitar el rose con mi brazo, la muchacha sonrió y volvió a su trabajo. El partido había quedado de lado, el vaivén de caderas de aquella morocha me estaba volviendo loco. Sus desvergonzadas miradas y gestos, me daba a entender que buscaba algo mas, por lo que, cuando volvió a pasar por mi mesa, tome su brazo y aspire su perfume.
-Eres muy hermosa. Me encantaría saber tu nombre.- Solté con descaro.
-Nicole. Puedo saber el tuyo?-
-Alan, encantado y a tus servicios.- Dije guiñándole un ojo.
Hubiera querido seguir bebiendo hasta quedar inconsciente, todo sea por olvidar aquel día. Sin duda, seria un antes y un después para mi. Volví a llamar a la morocha para pedirle otra jarra de cerveza, la ultima.
- Salgo en media hora. Si esta es tu ultima jarra, me encantaría compartirla contigo para conocerte mejor.- Dijo con una sonrisa triunfante, como si yo le hubiese dicho que si.
Bebí la tercer jarra y ya estaba mareado, nunca fui bueno bebiendo. Habia veces que envidiaba a Emma por no beber alcohol y otras veces envidiaba a Milena por beberse todo y estar fresca como si solo hubiese tomado limonada. Al pensar en ellas, me llevo directo a pensar en Charly. En aquellos días en los que solo importábamos nosotros dos. En donde los besos y los abrazos silenciosos valía mas que todas aquellas conversaciones a distancia. Las palabras eran solo un complemento para acortar la distancia, cuando en realidad nos necesitábamos. Donde quedo todo ese amor? Y yo creí estúpidamente que Dios te había puesto en mi camino para quitarme la soledad.
Necesitaba ir al baño, el cual estaba escaleras abajo, bufe de frustración porque realmente no estaba estable y mientras bajaba, Nicole paso por mi lado.
-Me esperaras? Voy a cambiarme y salgo en un minuto.- Dijo sonriente. Y un gran impulso me llevo a besarla.
Rápidamente ella de aferro a mi cintura, mientras tomaba su rostro para saborear sus labios, la escalera estaba desierta, y mis manos buscaban sentir su piel, acaricie el pico de sus pechos turgentes, levante su camisa y centre mi atención en ellos. Mi lengua había causado gran sensación en Nicole porque sus gemidos se hicieron mas fuertes. Volví a besar su boca, esta vez buscando con fuerza su suave lengua. Mis manos se acomodaron en su trasero, al notar que tenia unas calzas me atreví a meter ambas manos dentro de ella y sentir el calor de su piel. Su trasero era exquisito redondo y con una pequeñísima braguita. Aquello termino por destruir mi autocontrol, pero ella me tomo de la mano y me llevo al vestuario del personal. El lugar era pequeño, pero estábamos solos. Nicole trabo la puerta y volvió a besarme con urgencia y con pasión, sus manos acariciaban mi erecto miembro, desabrocho mi jean con gran agilidad y sin pensarlo dos veces, lo introdujo en su boca, la sensación era placentera, nada a lo que habría experimentado con Charly, con ella era todo nuevo e inocente. Claramente Nicole tenia mucha mas experiencia que yo. Sentí el cosquilleo en mi pelvis, por lo que trate de apartarla, porque sabia que me derramaría en cualquier momento, pero ella continuo mas y mas rápido ayudando el movimiento con su mano, hasta liberarme.
Me sentía avergonzado, pero estaba agitado y extasiado. Aquella morocha había logrado que Charly quedara totalmente fuera de mi cabeza. Nicole se lavo, se vistió y salimos juntos del bar. Estaba como en estado de shock, mi pudor no dejaba ser quien era yo realmente, sin embargo Nicole, parecía no haberse molestado en nada de lo que había ocurrido.
-Adonde vamos?- Pregunte como un imbécil inmaduro.
-A un lugar donde estaremos mas tranquilos. Vamos a mi departamento.- Dijo tomando mi mano mientras paraba un taxi.
Esta había sido mi primer experiencia, después de Charlotte. Y el inicio de lo que podría ser una vida sexualmente activa. El Alan que era cuando estaba con Charly, fue desapareciendo de a poco. Termine mi carrera sin problemas. Obtuve una pasantia para trabajar en un hospital pediátrico muy importante del país. Me mude a vivir solo, tenia un gran salario, había cambiado la vieja carcacha de antes por un auto moderno. Nunca creí que hubieran tantas mujeres a mi alrededor, y me dedicaba a tratarlas con cariño y devoción, lo hacia sin malas intenciones pero la mayoría terminaban en mi cama pero ninguna duraba mas de dos o tres semanas. La única que había tenido mucho privilegio y con la que estaba hacia varios meses, era Catherine.
Catherine es recepcionista en THE PALACE, el hotel del marido de Milena. Una rubia con un hermoso cuerpo, era delicada, femenina y una leona en la cama. Ambos sabíamos que los sentimientos no debían involucrarse, el tiempo que estábamos juntos, la pasábamos muy bien y ninguno se aburría del otro y a veces eso me daba miedo, porque el tiempo pasaba y no podía dejarla.
Los años van pasando, y el saber que no concreto nada respecto a mi vida amorosa, no me preocupa a mi, pero si a mis padres. No se cansan de decirme que olvide a Charly y siga adelante con mi vida. Aunque negaba rotundamente que Charly tuviera que ver con mi soledad, ella era la causante de todo y aun no podía sacarla de mi corazón. Por tal motivo, no podía estar en pareja y armar una familia, porque no lo deseaba, con Charly hubiese sido todo diferente, y creí superar ese abandono, pero aun lo seguía lamentando.
No sabia absolutamente nada de ella. Sus padres venían dos veces al año, pero evitaba cruzarme con ellos. Luego de la dichosa boda de Charlotte les pedí a todos que no pronunciaran su nombre, no quería saber nada de ella ni de su vida, quería enterrar todo recuerdo y arrancarla de mi corazón.
<Como había dicho, hace seis años, seria un antes y un después. Charlotte había matado toda esa emoción que sentía cada vez que la llamaba, cada vez que le escribía. Puedo culpar a la distancia, pero siempre sera mi culpa, por haber querido encontrar amor, donde jamas lo hubo.>
-Doctor Alan Mendoza, presentarse en emergencias, Doctor Alan Mendoza presentarse en emergencias.- Escuche por el altoparlante.
Tome mis pertenencias y corrí hacia el pabellón de emergencias. Esa noche estaba de guardia en el Hospital, eran casi las diez de la noche. Me encontré con Leticia, la enfermera quien me dio el diagnostico de una paciente recientemente ingresada. Mientras leía las anotaciones, leticia caminaba a paso firme a mi lado marcando los puntos mas importantes.
- Paciente femenina de cinco años, ingreso con cuarenta y un grados de fiebre y convulsiono en la sala de emergencias, claramente la paciente esta anemica y con bajo peso. Según lo que aporto la madre, tenia dolores abdominales, sufría dolores de cabeza y vómitos por las mañanas.- Dijo apresuradamente la enfermera.
Cuando entramos a la sala, una niña rubia de ojos claros se encontraba ocupando la mitad de la camilla. Todos los días habían niños nuevos en el hospital, pero por alguna razón esa pequeña, llamo mucho mi atención. A pesar de haber tenido una convulsión y estar tan débil, estaba consciente.
-Hola pequeña. Eres muy hermosa, acaso eres una princesa?- Pregunte sin esperar respuesta, pero la niña negó con su cabeza.- Tu nombre es... Madeleine White. Apellido norteamericano.- Susurre, y la niña asintió.
-Alan. Maldito casanova porque no atiendes tu teléfono, no me dejaban entrar.- Soltó Emma, mientras llegaba para darme un abrazo.
-Que haces aquí, no puedes entrar a la sala. Espérame unos minutos y...- Deje las palabras en el aire al sentir los latidos de mi corazón retumbar en mis oídos.
-Maddy, es mi sobrina.- Dijo Emma señalando a la mujer que entraba por la puerta.- Es la hija de Charlotte.- Mis sentidos estaban nulos, mi cerebro no procesaba aquella información con la velocidad que hubiese querido. Gire para ver a la niña y luego a Charlotte.
-Lo siento Alan, es que no se me ocurrió llevarla a otro hospital.- Dijo Emma lamentándose.
-No te preocupes, es lo mejor que pudieron hacer. Ahora esperen afuera mientras reviso a la niña.- Debía dejar de lado el torbellino de emociones que estaba devastando mi cuerpo y mi alma. Estaba trabajando, y la salud de esa niña estaba en mis manos, no podía dejar que los viejos sentimientos y los recuerdos me bloquearan.
<Porque había vuelto? Que había sido de su vida? Claramente tenia una familia. La familia que alguna vez había soñado tener con ella. Esa mujer que me había dado los momentos mas maravillosos e inolvidables y que me los había arrebatado sin compasión.>
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