Tú eras mi pintura amarilla...
Van Gogh, comía pintura amarilla, pues creía que un color tan brillante lo haría feliz; pero en realidad se intoxicaba. Así las relaciones humanas, los deseos nos hacen infelices. Es muy doloroso aceptarlo, pero en ocasiones ya no vibramos en la misma frecuencia de las personas que amamos y tenemos que soltar.
Tú eras mi pintura amarilla, pero no dejaba de tomarte pensando que eras lo que me hacía feliz. La realidad era que me lastimabas.
Gracias por el camino que recorriste junto a mi. Eras un color bonito que se debía contemplar y no comer. Me equivoque, lo siento, perdóname, te amo.
Soy libre y te dejo en libertad...
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