Perder a un ser querido es muy doloroso, pero perder a una madre créanme es desgarrador, yo creí que ya había tenido un dolor muy grande cuando perdí a mi papá, a mis abuelos y a tantas personas amadas, pero en esa época tenía a mi mamá y ese apoyo hizo más llevadero la pena.

Pero ahora a casi cuatro meses de su partida, sigue ese dolor, aunque puedo sonreír, es porque en el día se pasa el tiempo haciendo las tareas del hogar o en las horas que me toca dar terapia, el tiempo corre muy rápido y no tengo tiempo para pensar. 

Es en la noche, cuando todos se van a su casa y me quedo sola, que me doy cuenta de cuanto la extraño. Por eso en el día cuando dejan la puerta de su cuarto abierta, yo la cierro para no verlo vacío, ver sus cosas, su cama y saber que ella  ya no esta.

Agradezco el tiempo que tuve a mi mamá, se que esta sin dolor en un lugar mejor, pero el saber que ya no la abrazare, ni escuchare su voz me parte el alma.  Me da miedo olvidarme de su calor y olvidar el sonido del latido de su corazón. A veces la llamo, digo esa palabra tan maravillosa "Mamá" y al momento me acuerdo ¡Ah que ya no esta! 

Te extraño mamá...