Querido Severide:

Sabes qué lo mío no son las cartas y me parece algo muy cobarde, no decírtelo de frente, pero no puedo mirarte a los ojos y decirte algo que se que te romperá mi pequeño niño de cristal.

Quería decirte que te echo tanto de menos que todo duele, nosé como levantarme sin ver tu sonrisa al caminar, besarte en los callejones, en la biblioteca, en cada lugar que hallábamos.

Te mereces más, ¿sabes cuántas veces desee poder cogerte de la mano entre todos?. Orgulloso de tener al chico más dulce a mi lado, con tus preciosos ojos celestes y esos labios que eran mios.

Me enseñaste a ser valiente, pero no fui lo suficiente como pararme y defender lo nuestro.

Mi padre se enteró Severide, me amenazó de hacerte daño si no dejaba de verte.

Cometí errores, me viste, losé; no podía hablarte, pues eso solo te daría esperanzas y yo no quiero que esperes algo que no sucederá.

Severide, te mereces más de lo que un cobarde como yo podría darte. Aunque esta carta te llegue tarde (pues así lo quise).

Quiero que recuerdes que te quiero.

No, te amo pequeño, cómo jamás creí amar, tan desinteresada y verdaderamente.

Siempre seré tuyo Severide.

Pero no me volverás a ver nunca más pues estar sin ti es imposible, no te culpes.

Te cuidaré desde dónde este aunque tú seas mi ángel y yo un desabrido mundano que no sabe cómo te enamoró.

Te amo Severide.

Siempre tuyo:
Logan.