The Falllen Kingdom of Caín
La semana pasó rápido, ya era jueves y Caín había desistido a ir a la escuela, siempre con la excusa de sentirse mal, su padre lo dejaba pues prefería tenerlo en casa vigilado.
—Levántate —ordenó Abel molesto.
—No iré —se negó él sentado en su cama.
—Papá Caín no quiere ir a la escuela —gritó irritado.
Los gemelos esperaban a que llegara su padre, pero esta vez no fue así, en cambio su madre llegó a la habitación con una tasa de café en la mano.
—Caín tienes que ir a la escuela —dijo ella, Abel le miró con una sonrisa triunfante.
—Oblígame —la reto él mirándola fijamente.
—Puedo hacerlo sabes por qué —exclamó Eva dejando la tasa en el mueble para cruzarse de brazos esperando una respuesta que nunca llegó— por que soy tu madre.
—Cuando —dijo cínicamente riendo.
—¿Qué? —preguntó ella acercándose más.
—¿Cuando eres mi madre?, cuando no recuerdas a Set —exclamó él con un tono agresivo.
—Caín —grito para calmar a su hermano.
—Quieres que vaya a la escuela, bien lo haré, pero no digas que por qué eres mi madre por que no lo eres —dijo él levantándose de la cama pasando de ella.
—Caín yo soy tu madre —le gritó frustrada.
—Entonces compórtate como tal —dijo él saliendo.
La habitación se quedó en silencio, Abel abrazo a su madre fugazmente
—No lo dice en serio, está alterado por el cambió —justificó Abel consolando a su madre.
—Ve con él —le dijo ello mirándole a los ojos —lamentó si no soy una buena madre.
—Eres buena madre —sonrió él besando a su madre para después salir.
Caín iba a medio camino cuando Abel lo alcanzó.
—Hermano tienes que relajarte demasiado con mamá —pidió Abel tendiéndole sus cosas.
—No te metas quieres —dijo él colgándose la mochila.
Dianne a lo lejos los vio salir de la casa así que apresuró el paso para alcanzarlos.
—Abel —gritó ella.
El chico se detuvo y le sonrió con esa sonrisa encantadora que él poseía.
—Hola guapa —saludo besando su mejilla.
—Guapo —respondió de igual forma.
Dianne sentía una fuerte tensión entre ella y Caín, él ni siquiera la había mirado.
—Caín me alegra ver que estás de regreso —dijo ella mirándole esperando una respuesta—¿Irás en pijama a la escuela? —preguntó ella cometiendo un gran error.
—Yo voy en pijama y tu como ramera no creo que yo sea el problema —dijo el deteniéndose en seco.
—Cual es tu problema idiota —le gritó molesta.
—Muy bien tranquilo los dos —intervino Abel en la pelea— toma relájate —le dijo tendiéndole un par de audífonos a su hermano, él se los puso y siguió su camino.
—Lo siento no ha tenido una buena mañana —excusó Abel disculpando a su hermano.
—Tu hermano es un idiota —dijo ella molesta.
—En eso tienes razón, solo no le hagas caso —sonrió para abrazarla.
Los chicos siguieron su camino, Caín por delante mientras los chicos caminaban tras él tomados de las manos.
Al llegar a la escuela Dianne se fue para dejar a los gemelos solos, todas las miradas recaían en ellos.
—Tal vez no debí traer pijama —se arrepintió él colocándose la sudadera que tenía en su mochila.
—Creo que la pijama es lo de menos —le dijo sonriendo.
Los chicos fueron a clase, para suerte de Caín el profesor no noto la pijama, de haberlo hecho sería la tercera persona que cometía un error con él.
La clase pasó, Caín se durmió en los primeros quince minutos lo que no preocupó al profesor, pero si a Dianne quien de vez en cuando miraba a Caín como esperando que pasara algo con él.
—No despertará y atacara a todos con un arma —bromeo Abel mirándole sonriendo.
—Estas seguro —dijo ella confundida.
—Muy seguro, papá revisa todas las mañanas —expresó Abel serio.
—De verdad —comentó ella preocupada.
—Claro que no —rió— tal vez parece el engendro del diablo pero cuando lo conozcas te caerá bien.
—¿Y eso cuando será? —preguntó sin quitarle la mirada.
—Bueno yo llevo dieciocho años con él y eso aún no pasa —respondió sonriendo.
Los demás salieron, Shawn y Dexter se habían calmado al ver que Abel no se presentaba como una amenaza para ellos, sin embargo no pensaban lo mismo de Caín.
—Me das veinte para pagar el desayuno —le pido Caín a su hermano a la entrada de la cafetería.
—Pero si cuesta catorce —dijo Abel confundido.
—También quiero un chocolate —lo miró arqueando la ceja para extender la mano.
Abel sacó el dinero y se lo dio, lo menos que quería hacer era molestar a su hermano.
—Caín es un idiota contigo y tu lo dejas —dijo ella indignada.
—Es mi hermano —se excusó el un poco dolido por su comentario.
—Si mi hermano me tratara así ya lo hubiera casi matado —expresó ella molesta.
—No espero que comprendas nuestra relación, es mi gemelo, tenemos un vínculo que nadie comprendería, Caín es difícil si, pero aún no lo conoces bien —explicó Abel frente a ella.
—Tienes razón, lo siento —se disculpó ella reflexionando.
—Vamos a desayunar —pidió él besándola.
Todos se sentaron en la mesa para disfrutar del desayuno no tan bueno de la cafetería.
—Lista para partir traseros mañana —e cal Shawn a Dianne emocionado.
—¿Mañana? —preguntó confundida.
—Claro, el torneo de paint ball —respondió Dexter emocionado.
—Claro —contestó mirando Abel con una sonrisa torpe.
—Tranquila podemos salir otro día —dijo Abel sonriendo.
—Puedes ir si quieres —ofreció Dexter sonriendo.
—Eso me gusta pero mi hermano... —dijo cuando fue interrumpido por Dianne.
—Llévalo —se apresuró ella viendo su oportunidad.
—Segura —dijo él confundido ante las miradas de los chicos.
—Merece otra oportunidad —dijo sonriendo.
—Eres la mejor —dijo él sonriéndole.
Mientras Abel hacía planes, Caín compraba el desayuno, una vez en la fila a punto de llegar un grupo de chicos se metió frente a él.
—Idiota voy yo —gritó, el grupo de chicos tres veces más grandes que él se voltearon a verlo.
—¿Sabes quienes somos? —preguntó el rubio parado frente a él.
—No pero supongo que me lo dirás —respondió mirándoles fijamente.
—Viejo mira sus ojos —comentó uno de los chicos de atrás.
—Eres Caín no es así —dijo el rubio en tono burlón.
—¿Algún problema con mis ojos? —preguntó evadiendo al rubio, mirando hacia ese chico quien en seguida bajo la mirada.
—Mira Caín, tu no quieres problemas con nosotros, así que date vuelta y finjamos que esto no pasó —explicó el capitán del equipo de americano recargándose sobre él.
—Quita tu brazo o lo rompo —dijo Caín serio.
—Escucharon eso, el palito con piernas de aquí se cree muy rudo —se burló él, todos estallaron en risas.
Si bien Caín no rompió su brazo, pero si rompió la bandeja de comida al estrellarla contra la cara de Derek.
Los demás chicos se abalanzaron sobre él, sin embargo Caín no mostró resistencia, ni una señal de dolor.
Abel estaba desayunando cuando Lisa llegó corriendo asustada.
—Le están dando una paliza a tu hermano —gritó ella.
Abel no lo pensó, en unos segundos ya estaba ahí, con la ayuda de Shawn y Dexter quitaron a los chicos que estaban sobre su hermano.
—¿Estas bien? —preguntó mirándole asustado.
Su ropa estaba hecha trizas, tenia la cara llena de sangre al igual que la ropa.
—Mejor que nunca —dijo sonriendo.
Los gemelos desaparecieron entre la multitud para llegar a casa.
—Papá —gritó Abel.
Adán estaba en su oficina, lo que era en realidad una de las habitaciones vacías, escuchó a uno de sus hijos gritar.
—Por favor que no haya matado a nadie —susurro nervioso.
Bajo las escaleras apurado para ver a su hijo cubierto en sangre y agradeció al ver que era suya.
—¿Qué pasó? —preguntó acercándose a su hijo para examinarlo.
—Tuvo una pelea —explicó Abel.
Caín veía a su padre y hermano hablar, sin embargo no entendía lo que decían, estaba concentrado en la pila de correos sobre la mesa.
—Puedes traerme otra playera —pidió interrumpiéndolos.
—Claro —aceptó Abel confundido.
Su padre se quedó observándolo por un segundo.
—Papá el botiquín —recordó calmado.
—Quédate aquí —pidió para ir por el.
Caín se levantó adolorido y buscó entre los papeles para encontrar otra carta.
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