Sorpresas para Abel
Tres llamadas, solo tres llamadas había tenido que hacer Adán para sacar a Donari del juego.
Una al jefe de policía de su ciudad, otra a su viejo amigo que ahora era un exitoso juez y la última al superior de Donari.
En solo veinticuatro horas Donari estaba recibiendo una orden de alejamiento.
No podía hablar, mensajear o si quiera aproximarse en un rango de veinte metros de Caín.
Pero eso no implicaba que no se acercara a sus allegados.
Adán tenía gente y podría ser más listo que Donari, sin embargo no era el único con contactos.
Había conseguido los archivos del caso Bates además de los de la familia Stepler.
Inesperada fue la información al descubrir que Adán y Eva habían tenido un tercer hijo el cual había muerto por ahogamiento.
Al leer las palabras AHOGAMIENTO su alerta se encendió.
Cada palabra del expediente le causaba confusión, tantas inconsistencias como la mala práctica del cadaver.
Al leer la autopsia encontró un detalle que habían pasado por alto.
La autopsia revelaba un pequeña lesión en el cuello del menor.
Su conocimiento en medicina no era extenso pero lo suficiente como para saber que no consistía con la dicha muerte.
La autopsia estaba manipulada... pero... ¿Por qué?
Entonces todo tomó sentido.
La actitud de Adán por proteger a su hijo iba más allá de lo usual.
Donari sabía que el pequeño Set no había muerto por ahogamiento de un objeto que se encontraba en su cuna, alguien lo había matado.
Caín lo había matado.
La solución a sus problemas llegó, no podía acercarse a Caín pero a su madre si.
Durante el proceso Donari solo había visto una vez a la madre de Caín y en su cara solo notaba desesperación y tristeza.
Estaba por caer bajo pero poner a la madre del ojipurpura en su contra era la única manera de saber la verdad.
Mientras el detective Donari se dirigía al negocio de Eva ella preparaba el desayuno para sus hijos.
—No tienes que hacerlo —exclamó su esposo frustrado.
—Dije que quería estar más presente y eso es lo que intento —contestó esforzándose para no quemar los huevos.
Adán suspiró, su esposa apenas y había pasado un par de días en casa que era lo más que había hecho en años.
Caín y Abel bajaron, molestándose el uno al otro.
La mirada de los menores se transformó en confusión cuando encontraron a su madre sirviendo el desayuno.
—Vamos chicos a desayunar —sonrió su madre mirando el desayuno algo quemado.
Los chicos se miraron entre si sorprendidos.
—Se ve bien —sonrió Abel para animar a su madre.
Los chicos se sentaron en la mesa para desayunar.
—Así que si vives aquí —exclamó Caín con un tono de molestia— pensé que ya te habías marchado.
—Caín —lo regaño su padre.
—Está bien —lo disculpo su madre— se que no he estado presente estos últimos días...
—Últimos años querrás decir —se quejó el mayor.
Su madre suspiro tratando de contenerse.
—No quiero pelear Caín puedes solo callarte y comer —gruño su madre.
Caín solo cerró la boca y comenzó a comer con una mirada de desprecio.
—Sabe a mierda —escupió.
Su madre se levantó molesta.
—Los veré en la noche —murmuró para salir.
Los chicos se quedaron sentados.
—Bien hecho idiota —regaño a su hermano— siempre tienes que hacerla sentir mal.
—Siempre tienes que estar de su lado —gruño.
—Ya los dos —los calmó su padre— vayan a la escuela y en la noche hablaremos como familia.
—Una dulce familia —se burló Caín.
Los chicos salieron de la casa algo molestos entre ellos pero no tanto como para estar alejados.
Los chicos Stepler pasarían el día en la escuela mientras Dianne pasaría el día ayudando a su madre.
—No necesitas un fotógrafo para la campaña yo las tomo y mejor me das el dinero a mi —trato de convencer a su madre.
—Seguro que me saldría más barato pero el hospital quiere buenas fotos —explicó sonriente— además escuché qué hay un nuevo estudio.
—Hubiera ido a la escuela —se quejó la rubia.
Al entrar al estudio no pudo dejar de observar las fotografías por el lugar.
Todas eran espectaculares, fotos que ella nunca hubiera podido tomar.
Mientras veía las fotos encontró la propaganda de un libro conocido para ella, The Boy With The Purple Eyes.
Ella miró la portada, un pequeño niño de ojos púrpuras del cual se había enamorado desde que leyó el libro.
Al pasar el libro con fotografías noto una de dos pequeños gemelos, uno con ojos violetas que cargaban a un pequeño bebé.
—Es madre de Caín y Abel —concluyó mirándole.
Eva sonrió.
—¿Los conoces? —preguntó con media sonrisa.
—Si —contestó— Abel es mi novio.
A Eva no le sorprendía, su hijo solía tener un atractivo con las mujeres.
Lo que le dolía era no haberse enterado antes.
Las chicas comenzaron a platicar cuando un hombre de apariencia ruda entró por la puerta.
Las mujeres le miraron extrañadas, en un pueblo chico un rostro nuevo llamaba la atención.
—Buenos días —saludó cordial— busco a Eva Stepler.
—Soy yo —respondió confundida— ¿Qué se le ofrece?
Donari se acercó al escritorio para poder hablar con ella.
—Vengo hablar sobre su hijo —comentó calmado.
—¿Qué hizo Caín ahora? —suspiró abrumada.
—En realidad vengo por Set —aclaró.
Eva palideció, no había escuchado el nombre de su amado hijo en boca de alguien que no fuera su familia.
—Te habló después para arreglar el trabajo —le dijo a la madre de Dianne.
Su madre no entendía pero Dianne si, terminó por salir llevándose a su madre del brazo confundida.
—¿Quién es usted? —preguntó nerviosa.
—Mi nombre es Donari Perkins y soy detective —se presentó.
—¿Quién le hablo de mi hijo? —atacó molesta.
—Estoy en un caso señora Stepler —explicó— al investigar note algo extraño en la muerte de su hijo.
Eva se quedó pensando por un momento.
—Me puede decir como mi hijo de seis meses que murió hace casi nueve años salió en una investigación —exigió indignada.
—Señora Stepler como llegue a los hechos no es lo importante —contestó con un tono duro— ¿Su hijo se había lastimado antes de su fallecimiento?
—No... mi hijo estaba sano antes de... morir —pronunció con dolor— ¿Por qué?
Donari sonrió, estaba por terminar con Caín.
—La autopsia mostró una lesión en el cuello de Set —explicó— su hijo murió por un objeto en su cuna pero la lesión no pudo ser por el objeto me entiende.
El corazón de Eva se paró, muy en el fondo sabía que la muerte de su hijo no había sido un accidente.
—Me atrevería a decir que la lesión fue por una fuerza ejercida hacia su pequeño, una que provocó el ahogamiento —insertó la duda triunfante.
—Quiere decir que mi hijo fue asesinado —pronunció con un hilo de voz.
—No soy quien para afirmarlo pero su hijo a estado envuelto en una investigación por asesinato —insistió— piénselo un chico como su hijo pudo aprovechar la oportunidad para matar a Set, estaban dormidos y tenía el acceso para hacerlo...
—¡Basta! —gritó con un nudo en su garganta— solo déjeme tranquila —sollozó.
Donari suspiró, nunca creyó llegar tan bajo.
—Lo siento —se disculpó para salir del sitio dejando los expedientes.
La cabeza de Eva daba vueltas y vueltas, recordando aquella terrible noche.
No resistió y terminó por darle un vistazo al expediente.
Las imágenes de su pequeño le destrozaban el corazón.
Se detuvo en la foto que habían tomado de su hijo en la cuna para examinarla.
Debido al llamado que hicieron a la policía cuando su bebé murió se había hecho una investigación a profundidad.
En aquella foto donde se encontraba la habitación encontró algo extraño.
Bajo la cuna un pequeño destello se encontraba, al acercarse más notó lo que en verdad era, la pulsera de Caín.
Al nacer los padres les habían puesto a sus hijos una pulsera de diferente color para poder identificarlos, después de unos meses y con él cambió de color de los ojos de Caín ya no les era necesario, sin embargo la pulsera era algo sentimental para los gemelos decidiendo dejárselas.
La pulsera nunca se la quitaban por lo que Eva no podía entender por que estaba ahí.
La sangre le empezó a hervir por cada centímetro de su cuerpo.
De un momento a otro ya estaba conduciendo sin importar la velocidad o los semáforos.
Un viaje de quince minutos lo terminó en ocho.
Los gemelos comían junto con su padre cuando la puerta de la casa se abrió con fuerza.
Ninguno tuvo tiempo de reaccionar cuando Eva ya estaba sobre su hijo.
Un puñetazo le dió justo en el labio, la sangre empezó a brotar de su labio.
—Mataste a mi hijo —le gritó.
El corazón de Adán se paró, su esposa sabía la verdad.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro