Abel no tardo en llamar la atención de todos, con ese cabello perfectamente arreglado, sus brillantes ojos azules, su perfecto cuerpo sin esfuerzos y atraer a Dianne no fue tan difícil.

—¿Quieres pasar? —preguntó Dianne sonriendo.

—No sé si debería —respondió mirando su casa, a su padre no le gustaba la idea de que fuera muy popular.

—Solo será un momento —animó.

—De acuerdo —aceptó él.

Entraron, a diferencia de la casa de Abel esta era un poco más pequeña pero más acogedor, era ya un hogar.

Al entrar a la sala se encontró con un pequeño sentado frente al televisor como siempre, se acercó a él para mirarle enojada.

<Dylan qué haces aquí, deberías estar con Jim> —regaño con leguaje de señas, su pequeño hermanito era sordo mudo.

<Jim me cae mal es muy aburrido> —confesó para recaer en Abel— <¿Quién es el?> —preguntó interesado.

<Soy Abel, vivo en frente> —se presentó él con ese peculiar lenguaje que conocía muy bien.

—¿Sabes lenguaje de señas? —preguntó Dianne asombrada.

—Si bueno, creo que Caín y yo no éramos lo bastante listos para crear un idioma propio así que aprendimos uno —explicó orgulloso.

Ella sonrío, estaba sumando puntos. La rubia miró como Abel veía a su hermano con cierta nostalgia.

—¿Estas bien? —preguntó confundida.

—Si —contesto calmado— será mejor que me vaya a casa.

—De acuerdo —dijo Dianne.

<Adiós Dylan> —se despidió del pequeño.

<Adiós> —contestó el castaño de ojo azul.

Abel salió de la casa para entrar a la suya, ahí su padre servía la comida.

—Abel —le llamó su padre sonriendo— ¿Cómo te fue?

—Bien supongo —comentó él ayudándole— Mamá no vendrá —comentó pues sólo habían tres platos en la mesa.

—No, al parecer llevarán las cosas del estudio más tarde —explicó él probando su creación.

—¿Y Caín? —preguntó Abel extrañado de no verlo.

—Creo que se fue a dormir, puedes despertarlo por favor —pidió su padre con un gesto de aprobación a su comida.

—Trataré —dijo él no muy convencido.

Su padre además de ser un famoso escritor de novelas juveniles gozaba del vició de la gastronomía, para la suerte de ellos preparaba muy buena comida.

—Caín —llamó Abel entrando en su habitación- Caín —repitió su hermano— sabes que sé que estás despierto —aseguró él, conocía bien a su gemelo.

—Déjame solo Abel —exclamó sin mirarle.

—Papá otra vez —asumió sentándose a su lado.

—Quiere que hable de esa noche —dijo mirándole con esos ojos morados brillantes.

—Bueno algún día tendrás que hablar de eso —le recordó Abel sonriéndole.

—Tu también vas a empezar —se quejó él dándose la vuelta para ignorarle.

—Ya perdón —se disculpó el menor golpeando su hombro.

—Dile a papá que estoy dormido —ordenó Caín cansado.

—Oh no, mamá no está y no escucharé sus historias para sus nuevos libros —se quejó él, amaba a su padre pero prefería que dejara a un lado su trabajo.

—Bien pero tu postre es mío —aceptó Caín levantándose de la cama.

Los chicos bajaron a empujones como siempre, para sentarse frente a la deliciosa comida que su padre había preparado.

Frente a ellos Dianne hacia la misma acción con su familia, su padre era doctor en el hospital de ese pequeño pueblo y su madre trabajaba en rehabilitación infantil.

<¿Ya conocieron a los vecinos?> —preguntó el padre.

<Dianne trajo a uno de ellos a casa> —se adelantó Dylan sonriendo maliciosamente.

<Dianne> —regañó su madre.

<Ah si pues Dylan no fue con Jim hoy> —delato ella molesta.

<Dylan> —prosiguió su padre con el regaño.

<Chismosa> —comentó el pequeño molesto.

<Tu empezaste> —le recordó ella, era usual pelearse con su hermano.

<Dianne no puedes traer a chicos a casa y Dylan tenían una cita de juegos no podías faltar> —les recordó su padre molesto.

<Bien no volverá a pasar> —lo calmó Dianne—<pero para que sepan Abel es un buen chico>.

<¿Abel?> —preguntó su madre extrañada— <solo falta que su hermano se llame Caín> —dijo irónica.

<De hecho si> —comentó con una sonrisa tonta—<son gemelos>.

<Bueno si uno la rechaza el otro la puede tener> —dijo Dylan para segundos más tarde recibir un pedazo de pan en la cara.

Por la noche Dianne salió a su balcón para mirar las estrellas como de costumbre.

Miró a la casa de sus vecinos, habían dos habitaciones que daban a la casa de ella donde una de las luces estaban prendidas, ahí Abel estaba cambiándose, Dianne no pudo evitar mirarlo pero muy pronto fue descubierta.

Abel se acercó a la ventana y mandó un mensaje.

El mensaje no pudo evitar causarle una sonrisa, lo miró, le estaba sonriendo desde la ventana.

Abel sonrío, la miró y se despidió de ella desde su ventana.

Dianne estaba tan inmersa en sus planes futuros con Abel que no noto aquella extraña persona pasar frente a la casa de sus vecinos.

Por la mañana Caín fue el primero en despertar como siempre, se levantó y bajó por un vaso de agua, una vez en la cocina noto un sobre a unos cuantos metros de distancia de la puerta, con cautela lo levantó y observó el sobre.

Leyó en el sobre, un impulso recorrió su cuerpo.

—Hola Caín —saludó su madre, el chico ocultó la carta.

—Mamá —dijo con una sonrisa liguera.

—¿Te preparo algo de desayunar? —preguntó encendiendo la cafetera.

—No tengo hambre —afirmó pasando de ella.

Una vez en su cuarto cerró con llave para que nadie pudiera observar, se sentó a un lado de su cama para abrir el sobre.

Las palabras en la cabeza de Caín retumbaban una y otra vez y no paraban, sentía que estaba por desmayarse.

—Caín vamos o llegaremos tarde —gritó Abel golpeando la puerta.

—Voy —dijo con un susurro al aire.

Caín tomó la carta y la guardo en su lugar, donde ni Abel podría encontrarla.

Preparo su mochila con casi nada pues su plan no era poner atención,  respiro y salió para encontrar a su hermano quien lo estaba esperando.

—¿Estas bien? —preguntó Abel preocupado, había perdido algo de color.

—Mala noche —contestó saliendo.

Caín sabía que un día esto pasaría, estaba listo, tenía un plan que no tardaría en ejecutar.

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Hola lindo día, espero que estén disfrutando de esta historia.

Las palabras que se encuentran dentro de estos símbolos <> simulan las conversaciones en lenguaje de señas.

Espero que les guste, anímense a dar estrellita y dejen su opinión de la historia en los comentarios.

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