Querido Caín
El pasar de las horas se hacían lentas, aquella sensación de inquietud dominaba su cuerpo, esa sensación de déjà vu lo llevaba una y otra vez a recordar ese día... el día que murió su pequeño Set.
Esa inquietud misma lo hizo desesperarse ante en el hecho de que tuviera que pasar por la misma situación, no estaba dispuesta a perder otro hijo.
—Confío en él —se repitió— confío en él... no confío en él —aceptó por fin.
Se levantó para ir a la habitación de Caín, recayendo en el escondite, un último suspiro antes de ver el contenido, dentro de la caja habían tres fotos, inspeccionándolas inicio por ver una donde se encontraba su familia, los gemelos vestidos iguales como su madre solía vestirles, el menor con una gran sonrisa y el mayor serio como siempre, su bebé en manos de su madre y él con una sonrisa sincera... cuando la idea de que su hijo era un psicopata no era una posibilidad.
Una lágrima rodó por su mejilla la cual limpió de inmediato para continuar con la siguiente foto, su hijo sonriendo como pocas veces le vió... a lado de su novia, aquella chica que siempre quiso cuya muerte le tomó de sorpresa.
Aquella ultima foto fue lo que termino por desconcertarle, la foto de un ultrasonido cosa que hablaría con su hijo después.
Terminó por ver la pequeña libreta de dibujo, aquella agenda en blanco que le habían regalado cuando tenía ocho años, la cual había según perdido el niño.
La abrió para empezar a ver los dibujos, apenas se podía ver el talento de su hijo, trazos en colores, aún nada bien definido y cosas simples que el niño veía: el robot de su habitación, un pequeño Set con su oso, algunos pájaros y uno que otro ojo mal hecho.
Hasta que llegó a uno que atrapó su atención.
"Llora y llora, no deja de llorar mi hermanito"
"Mi cabeza dolía y sólo quería escucharlo callar"
"Me levanté y un biberón prepare para hacerlo callar"
"Al llegar ya no lloraba más, pues mi hermano lo hizo callar"
"Me quedé sin saber qué hacer"
"Mi papá piensa que yo fui... pero a mi hermano yo solo cubrí"
El corazón de Adán se detuvo... había estado preocupado del hijo equivocado.
A partir de ese dibujo todos los dibujos empezaron a cambiar, cosas aterradoras que fueron tomando forma, uno tras otro peor... era su miedo consumiéndole.
Al terminar miró en el hoyo para ver aquellas cartas viejas con las grandes letras moradas "Querido Caín" una a una miró las cartas cansado, al terminar de leerlas su corazón estaba al mil y aquel abrazó y un te amo que le dió su hijo por fin lo entendió... era su despedida.
Se levantó para salir de casa en busca de sus gemelos, no estaba dispuesto a perder a ninguno de los dos.
Tan lejos y tan cerca Dianne aguardaba escondida entre los pupitres viejos, aquel golpe que retumbó entre los pasillos le partió el corazón.
Bajó la mirada para ver a su hermanito, tenía que sacarlo de ahí, levantó su cabeza para que la mirara.
—<¿Eres un chico valiente verdad?> —le preguntó nerviosa.
El nene negó miedoso para abrazarla más.
—<Lo eres, muy valiente y sabes que más muy rápido> —le recordó— <así que saldrás de aquí y correrás de acuerdo, lo más rápido que puedas siguiendo la carretera>
La chica le dió el teléfono a su hermano.
—<En cuánto tengas señal le mandas mensaje a papá, la estación de policías no está a más de quince minutos de aquí> —le recordó.
—<Ven conmigo> —rogó triste.
Su hermana besó su frente para negar ligeramente.
—<Tengo que ayudar Abel, sálvanos de acuerdo> —besó su mejilla para abrazarle por si era la última vez —<Te amo tanto>
—<Yo también Di > —asintió.
Ambos se levantaron de donde estaban para aproximarse a la puerta para tomar un viejo tubo que serviría para protegerse... esperaba.
—<No te detengas Dylan> —le sonrió.
El niño asintió para sonreírle y salir corriendo, estaba segura de que su hermanito estaría bien.
Con un nudo en la garganta y el valor corriendo por sus venas continuo en busca de su chico, lo defendería a todo costo.
Un humano promedio puedo morir desde su propia altura, un mal golpe en la cabeza y era su fin... pero aquellos cinco metros no fueron suficientes para matar al ojipurpura.
Un pitido fuerte lo hizo despertar, esa presión en su pecho lo hizo toser llenando su boca con sabor a sangre, probablemente se había roto un par de costillas y seguramente empezaba a sangrar internamente.
Lo primero que logró entornar cuando recuperó la conciencia fue a su hermano acercarse a él.
—Bel... ay-uda —rogó mirándole, aquel silbido entre sus palabras significaba que un de sus pulmones se había perforado.
Abel se acercó a él para acariciar su mejilla con suavidad y besar su frente.
—Eso haré hermanito —aseguró— pronto estaremos juntos, nada te hará daño —asintió.
Caín negó, tratando de moverse pero el dolor en su cuerpo no se lo permitió, volvió a expulsar la sangre que llenaban sus pulmones.
—Por... favor —rogó— diremos que fue.... un accidente...
La sibilancia entre sus palabras era notable.
—Shh tranquilo —dijo levantándose— todo estará bien Cai.
El menor le sonrió brindándole paz, prosiguió a colocar su pie sobre el pecho de su hermano, presionándole para obstruir su inestable respiración.... ahogándolo.
Caín luchaba por respirar, el dolor le consumía sintiendo sus pulmones arder pero en su alma le dolía más al sentir la traición de su hermano.
—Me pregunto si Set sintió lo mismo —sonrío— como sea ese mocoso solo se interponía entre los dos...
Segundos... solo eso le quedaba a Caín para acompañar a su hermanito y su madre.
Un golpe fino a la cabeza de Abel lo apartó de Caín dejándole respirar por fin, aquellos ojos púrpura miraban a su salvadora.
—¡Qué mierda... —dijo Dianne al darse cuenta que el que estaba abajo, herido era Caín y no Abel— tranquilo ya estoy aquí.
La chica se arrodilló a su lado para inspeccionarlo, su pronóstico no era bueno, si no salían de ahí en es momento las probabilidades de que vivieran eran nulas.
—Vete... —rogó Caín entre jadeos.
La chica negó para tomarlo por los hombros y ayudarlo a levantar, todo lo contrario que debía hacer, pero si no salían de ahí ninguno de los dos saldrían vivos.
—Nos vamos juntos —aseguró ayudándole.
Con un brazo sobre sus hombros cargo todo el peso del chico intentándolo sacar.
—Estaremos bien, pronto estarás con tu padre —ánimo al chico moribundo a su lado.
Con torpeza se aproximaron a las escaleras más cercanas, bajar había sido fácil... subir iba a ser complicado.
—Te ayudaré de acuerdo pero inténtalo —dijo colocando la mano sobre las escaleras.
Asintió, tenía que luchar por su vida... se lo debía a todos aquellos que murieron a manos de su hermano, aquel pico de adrenalina lo hizo salir de la alberca, el chico se recostó en la orilla tratando de ayudar a subir a la rubia extendiéndole la mano.
—Ya casi —le sonrió ella.
—¡Dianne! —un grito ahogada demasiado tarde.
El gemelo que solo había quedado inconsciente había despertado, aquella fuerza que no mostraba surgió tomando a la chica para jalarla haciéndola caer... su cabeza estrellando contra el suelo duro, no se movió después de eso.
—Que pena, tendré que matarla también —murmuro mirándole.
Cuando se perdía el sentido del valor de una persona ya nada detenía al humano...
—¿A dónde ibas hermanito? —preguntó Abel mirándole.
A tropezones Caín trató de huir, llegando a la puerta por donde podía salir, cerrada, no tenía escapatoria.
El mayor suspiró, no podía escapar de él... era hora de hacer lo que debió hacer hace años, detenerle.
Caín se dejó caer en la pared, sacando la navaja que aún tenía en su bolsillo.
—¿Huyendo de nuevo? —negó divertido— no Cai lo tengo resuelto, quedarás un poco mal ante la gente pero supongo ya estás acostumbrado.
Caín le miró para negar y reír con el poco aire que tenía en sus pulmones.
—Esta vez... no te saldrás con la tuya —escupió la sangre que llenaba su boca.
—¿Ah no? que te hace pensar eso —se burló.
—Ella lo sabe —sonrió feliz— lo sabe Abel y en cuanto me mates.... será libre de decirlo, ambos seremos libres.
Abel se arrodilló frente a él, con esa gran sonrisa tomó su barbilla.
—¿Quién Caín? J —bufó divertido.
El corazón de Caín se detuvo.
—Tu...
—Crees que puedes ocultarme cosas —se burló irónico— Somos uno mismo tontito, sabía que me habías traicionado... que le había dicho a esa zorra todo, que planeabas escaparte.
—Tu... lo sabias —susurró con la poca voz que le quedaba.
—Quien crees que le aviso a Judith ese día —confesó — nadie iba a separarme de ti, mucho menos una freak como ella.
—Por tu culpa...
—No, no esa fue tu culpa —asintió dando golpecitos en su mejilla suavemente — rompiste mi confianza ese día, así que tenía que saber si lo volverías hacer.
Caín le miró confundido sin entender.
—Querido Caín sé que hiciste hace nueve años, sé que hiciste hace nueve meses —cito aquellas palabras de la primera carta.
—¡Tu eres J... —descifró aterrado.
—Halleluja por fin lo descubres —asintió— fue difícil, escribir las cartas, mantener la cosa en secreto y profanar el cuerpo de tu perra... definitivamente no mi mejor día.
Una lágrima rodó de la mejilla de Caín para verle serio.
—¿Por qué? —preguntó abatido.
—¡Porque así debía ser y fallaste! —aseguró entre dientes, su voz más ronca perturbaba al ojipurpura— me apartabas sobre todos... cuando Set llegó te la pasabas hablando de él y de mí que, y cuando ella llegó nos separó hermanito... y aquella zorra de haya lo iba hacer, jugó con los dos pero lo que no sabía es que yo solo juego para ganar.
Aquella expresión en su hermano le hizo entender a Caín que su vida nunca fue su vida... siempre estuvo manipulada por su gemelo, morir era lo más digno que podía hacer por él, matarlo era lo más digno por todos.
—Nacimos juntos Caín...
—Y moriremos juntos —interrumpió lanzándose a su hermano con el cuchillo.
Un golpe fino que seguramente había perforado algo, entre vueltas y un intento fallido por apuñalarle otra vez ambos cayeron a la alberca vacía, esta vez la caída fue amortiguada por el cuerpo de Abel, el crujir de los huesos de ambos retumbó ante el eco.
—Tu y yo no somos muy diferentes Caín —susurro con dificultad, sacando la navaja que se le había enterado, la dificultad para respirar se había presentado.
—Yo no... soy un asesino —escupió la sangre sobre él.
—¿No lo eres? —preguntó soltando una risa burlona— tú me dijiste que hiciera callar a Set esa noche... me dijiste que querías ver muerta a June... le diste órdenes a un asesino Caín, yo era el arma pero tú jalaste el gatillo —se burló.
Caín no era un chico normal... los chicos nórmale no ocultan los asesinatos de su hermano...
Los chicos normales no pasean por la noche en los cementerios... recordando la gente que perdió a manos de quien amó.
Los chicos normales no pasan las horas matando animales... liberándolos del sufrimiento infligido por su gemelo.
Los chicos normales no intentan matar a su hermano... hasta que es la ultimo opción.
Pero los chicos normales no sobreviven a lado de Caín... al menos su gemelo no lo haría.
—¿Qué eres Caín peón o reina? —sonrió aceptando su destino— siempre fuiste el peón —susurro.
Un niño de nueve años no debería salvar a su hermana de un psicopata, un niño de nueve no debía correr casi cuatro kilómetros y tratar de salvarla.
El pequeño Dylan corrió lo más rápido que pudo, con caídas y las piernas raspadas llegó a la pequeña estación de policía.
—<Ayuda> —expresó— <Mi hermana está en peligro>
Aquel policía novato le miró bajándose a su altura.
—¿Estas perdido pequeño? —preguntó el policía.
Algo que el nene no podía escuchar, no iba a ser fácil.
—<El quiere matarla... creo que ya lo hizo con su hermano> —intento esperando entendiera.
—Lo siento niño yo... no sé lenguaje de señas...
—Dijo que quieren matar a su hermana, que probablemente ya haya un muerto —explicó Adán quien había llegado recién, derrotado por la noticia.
El pequeño corrió abrazar al hombre conocido.
—<¿Mis hijos?> —preguntó el hombre serio.
El pequeño asintió para llorar, un suspiro se hizo eterno.
—Edén Hills necesitamos refuerzos por un posible homicidio y una chica en riesgo, se necesitan...
—Tranquilo, desde aquí nos encargamos —lo detuvo el hombrecito desde la puerta— agente Jensen Blue, quiero a todos sus hombres ahora, mi compañero les dará órdenes.
El joven de ojos únicos se acercó al pequeño, un lenguaje que conocía bien.
—<Tranquilo, haremos todo lo posible para salvar a tu hermana> —le sonrió poniendo su mano en su hombro— <eres muy valiente campeón, puedes decirnos donde están para ayudarlos>
El nene asintió para explicarle, Adán consternado de lo que había dicho el hombre miró al joven.
—¿Tu compañero? —le preguntó el padre confundido.
—Así es hermanito, su compañero —sonrió Deimon entrando.
Adán se levantó para hacerle frente, su hermano se acercó para abrazarle.
—Tranquilo hermano te liberare de tus demonios —susurro mientras le abrazaba.
—Gente, nos vamos —ordenó el pequeño para encargarle a un policía al niño.
—Sálvalos —pidió Adán— salva a mis hijos.
Los hombres salieron, en minutos todo terminaría...
Pero ¿Cuánto tarda un asesinato? Segundos...
La cabeza de Dianne retumbaba, ese pitido era incesante y aquella voces distorsionadas revolvían su cabeza.
Entorno la mirada en los chicos, podía distinguir la chaqueta de Caín con el brillo de sus ojos tratando de apartar a su gemelo sobre él... aquel que trataba de asfixiarlo con sus manos.
El intento de la rubia en salvarlo era inútil, todo le daba vueltas... solo podía ver como lo hacia, aguardando a su momento, rogando que su hermano estuviera bien.
El ruido de vidrios rompiéndose le hizo latir el corazón, un grito de salvación "arriba las manos" gritó uno de ellos, "suéltalo ya"
No había movimiento... lo mataría sin importar las consecuencias, aquello mismo pensó aquel policía novato y sin orden alguna disparó... ¡Bam! La bala atravesó la cabeza del chico cayendo muerto sobre su hermano.
—¡No... —gritó Caín destrozado con el poco aire que podía sacar sus pulmones, abrazando el cuerpo inerte de su hermano.
Quería verlo muerto pero teniéndolo en sus brazos se arrepentía... era su gemelo.
Desde afuera esperaba Adán con el joven Blue, su hermano había sido su mentor al igual que Donari, desde la muerte del hombre y la llamada del diablo había estado involucrado.
El sonido de la bala se escuchó reinando el lugar, Abel miró a Jensen preocupado.
—Dijeron que no le harían daño... —gritó molesto tras confesar todo, sujetándolo de la chequeta con fuerza— ¡LO PROMETIERON!
—No está en mis manos —mencionó el joven mirando la escuela, arrepentido de las decisiones tomadas.
El padre corrió a dentro para repetir ese sentimiento, con el corazón en la garganta sintiéndolo explotar, llegando donde estaba su hermano abatido mirando la escena...
Aquel chillido que solo un padre destrozado puede soltar al ver a su hijo muerto, aquel que se quedaría en la memoria del novato para siempre.
—Lo prometiste... —le gritó a su hermano— prometiste salvarlo, salvar a mi niño.
—No fue mi culpa —susurró mirando al policía con el corazón destrozado.
Adán bajo a tropezones donde estaban sus hijos, muerto en vida como debía sentándose junto al ojipurpura.
Su hijo tenía abrazado el cuerpo de su hermano, aquel charco de sangre rodeándolos.
—Papá... —susurró Caín mirándole, no mucho mejor que su gemelo.
Adán le quitó el cuerpo muerto de su hijo aferrándose a él como si de cierta forma pudiera regresarlo a la vida, besó su mejilla sin apartar la mirada del hoyo en su cabeza... su hijo muerto, tan pálido como nunca, herido, su amado pequeño que no tuvo tiempo de proteger.
—Lo siento... —susurro— no pude salvarte mi niño...
Caín puso la mano en el hombro de su padre, aquella mirada de dolor quedaría en su memoria.
—No fue tu culpa... —mencionó Caín adolorido— no... lo fue.
El mayor de sus hijos se desvaneció a su lado, llegando Deimon para auxiliar al chico, el ruido de las ambulancias se hicieron presentes.
Y dentro del caos la tensión se dispersaba... era el fin...
La casa vacía y las maletas en el coche, a la espera de su ida su único hijo se despedía de aquella chica cuya vida salvo.
—Así que esto es todo —mencionó la rubia.
—Eso creo —suspiró mirando la casa.
—¿De verdad tienen que irse? —preguntó la chica desilusionada.
—Papá no quiere seguir en la casa con tantos recuerdos, y con todos hablando de Abel tampoco —negó cansado el ojipurpura.
—¿A donde se van? —preguntó con cierta tristeza.
—Estaremos un tiempo con mi tío, dice que nos hará bien una ciudad tan grande donde pasemos desapercibidos —explicó el mayor.
—¿Volverás? —insistió con un poco de ilusión.
El mayor le dió una ligera sonrisa para negar... al fin se sentía libre.
—Gracias por salvarme —expresó— sigue cuidando esa cabecita de acuerdo.
La rubia sonrió, había tenido una contusión que ya había sanado, al igual algunas de las heridas físicas de Caín que casi lo llevan a la muerte sin embargo las heridas mentales aún debían sanar... pero no ahí.
Un abrazo casi eterno de no ser por el sonido de la bocina del auto que los aparto.
—Hora de irme —sonrió mirando el auto.
La rubia asintió, antes de irse necesitaba hacer una última cosa.
—Caín espera —lo llamó
El chico le miró, aquellos ojos que ahora eran un poco más claros.
—¿Si? —preguntó confundido.
La chica le plantó un último beso, besó aquellos labios que le habían encantado desde la primera vez.
Un beso largo para terminar con la sonrisa de Caín, el chico terminó con un besó en su frente para acariciar su cabellera rubia.
—Adiós Dianne —se despidió.
La chica miró al ojipurpura, tocando sus labios sintiendo aún el beso... un beso conocido pero no el que esperaba, desde el retrovisor miró al ojipurpura, una mirada intensa con un giño al final, aquel dedo que posó sobre sus labios para que guardara silencio.
Ese no era Caín...
El auto avanzó llevándoselo de su vida ¿O No?
Dentro del auto miró a los integrantes de el, sus padres, uno de sangre que haría de todo por recuperar los año perdidos aún si tenía que cubrir un crimen, otro que lo crió y en su desesperación de tener un hijo cometió el mismo error que nueve años atrás... cubriría una vez más el crimen de su hijo, esta vez convencido de que lo haría bien.
A su lado un detective que iba de paso, indeciso de si era aliado o enemigo.
Quitándose los pupilentes el plan V había salido a la perfección con el costo de su hermano, ahora que estaba impune de cualquier crimen podía iniciar su vida en la gran ciudad... más presas para un depredador.
—¿Todo bien Abel? —preguntó su padre inseguro.
—Llámame Caín —contestó con una sonrisa.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro