Querido amor correspondido:

Quizás me quedé demasiado tiempo con tu cuaderno en la mano, procesando todo. Porque cuando regresaste al salón parecías desesperada. El miedo se apoderó de ti al darte cuenta de quién traía tu curioso cuaderno. Mi corazón latió con fuerza, y me pregunté si habías imaginado que alguien más podría conocer tus sentimientos.

Quiero que sepas que no estoy aquí para juzgarte ni para hacerte sentir incómoda. Al contrario, me gustaría que esto fuera el comienzo de algo más. Tus palabras tocaron mi corazón, e hicieron desear conocerte de verdad. Hicieron que ese mismo día buscara en la tienda un cuaderno, el más bonito, para empezar a plantear lo que siento y pienso.

Con cariño, A.