La primera carta

Querido amor correspondido;

Todo comenzó cuando entré al salón de clases y observé tu cuaderno sobre el pupitre. No sé qué me impulsó a recogerlo, pero fue como si una fuerza desconocida me atrajera hacia él. ¿Curiosidad? Al abrirlo, me encontré con tus pensamientos más íntimos, tus cartas. No debería haber leído, pero la curiosidad pudo más que yo.

Tus expresiones acerca del amor no correspondido resonaron en mí. No quiero sonar egocéntrico, pero creo que tu amor no correspondido soy yo. ¿Quién más en este salón tiene el cabello y los ojos oscuros, y juega baloncesto? No creo que sea nadie más. Por lo tanto, seguiré pensando que estas cartas son para mí.

Con cariño, A.