Wendy siguió faltando al colegio, y la preocupación crecía en mí. Cada vez que miraba su asiento vacío, me preguntaba qué estaba sucediendo. La conexión que habíamos formado me hacía desear su presencia más que nunca.

Decidí buscarla y con un poco de valor, fui a su casa. Al llegar, descubrí que estaba enferma. Llevaba una manta sobre los hombros y una expresión de sorpresa al verme.

—Hola, Wendy. ¿Cómo te sientes?

Al verme, su rostro se iluminó de la emoción, aunque sabía que no estaba muy bien. Le conté sobre mis planes de salir juntos, y aunque titubeó, volvieron a brillar sus ojos.

—Claro, me encantaría, pero primero necesito recuperarme.

『••✎••』

A medida que pasaban los días. A través de mensajes, llamadas y visitas a su casa, compartimos mucho. En cuanto Wendy se sintió mejor cumplimos nuestra promesa de salir. Aquella cita fue mágica y especial.

Así, lo que comenzó con palabras escritas y pequeñas miradas se transformó en un romance que apenas comenzaba.

Porque, al final, el amor es un camino lleno de sorpresas. A veces lo encontramos en cosas simples: una mirada, una sonrisa, un cuaderno olvidado. Todo puede cambiar en un instante.

El amor es una hermosa travesía que compartimos, donde cada mirada y pequeño gesto nos une más. Es un sentimiento que nos transforma, llenándonos de fuerza y alegría.

Con cariño, Asher y Wendy.