En noches tan frías como ésta, tu cuerpo siempre viene a mi a través del viento, envolviéndome en un abrazo tan cálido que es capaz de calentar todo mi ser, colándose por mis huesos, susurrando en mi oído que estás aquí, y que no has sido capaz de irte.

Siempre he pensado que los buenos amores no deberían ser tragos amargos, pero luego que estás tú, que te llevaste con tu partida la poca fe que quedaba en mí, dejándome en un limbo infinito que solo toma sentido en tus labios repentinos, esos labios que aparecen y desaparecen como el fantasma en el que te has convertido.Te convertiste en el monstruo bajo mi cama, con sombras a mi espalda, y mi corazón guindando en tu cuello como trofeo.