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41.

|Capítulo Narrado |

Ese sería su último viaje en el Expreso de Hogwarts, aún era algo que no podía asimilar, por ende se había propuesto ir en silencio observando el camino que ya sabía de memoria, desde la estación de Hogmeade hasta la estación de Kings Cross. Quería disfrutar la oportunidad, por lo que no quería perderse nada. Sería la última vez que oiría el murmullo de los chicos ansiosos por contarle a sus padres las aventuras vividas durante el año, la última vez que escucharía a la señora del carrito, la última vez que observaría a los más traviesos hacer magia a algún despistado. Sería la última vez que estaría sentada en esos vagones con su mejor amigo. Ya que ella no volvería a Hogwarts el próximo año, se hallaría muy lejos, en otro continente.

Neville observaba a su amiga sin saber muy bien que decir, se sentía muy triste por el hecho de que se fuera. Después que volvió a la escuela todo sucedió muy rápido, pero en resumen su mejor amiga ya no estaría junto a él, al menos en la escuela, al menos durante los dos años que se aproximaban. Pero no quería ser egoísta, era verdad. Marla estaría mucho más segura en un sitio que estuviera lejos de Londres y el regreso del señor tenebroso.

— Voy a echar de menos todo esto. — anunció la rubia luego de mucho rato en silencio.

— Sí, si te soy honesto. Me llama mucho la repentina decisión de tu padre.

— Más a mí, jamás mencionó la idea de irse de Inglaterra, ahora ni siquiera me lo preguntó, sólo decidió. — murmuró algo apenada. Después de todo se sentía como una niña, más bien una marioneta, que no tenía voz, ni derecho a opinión, solamente la guardaban en una maleta y la llevaban a otro lugar, le gustase o no.
— Me siento patética en ese aspecto.

— No digas eso... — susurró su amigo.

— Es así, aunque no quieras admitirlo, siempre será así, hasta que no sea mayor. — suspiró. — No es que yo no quiera a papá, lo hago, pero no quiero ser participe de desvaríos como estos, yo ya soy mayor, siento que me trata como a una niña, siempre me tratará como a una huérfana de madre indefensa que no puede decidir por sí misma.

— Marla, la verdad es que no sé que decir, creo que también me he sentido así. — el chico intentó apoyarla dándole su visión de la situación, de cierta forma ambos habían vivido episodios similares.

En ese momento la chica comenzó a derramar sutiles lágrimas. Quedaban cinco minutos para llegar a Kings Cross, donde atravesaría la barrera de la plataforma 9¾ para no volver a cruzarla, al menos no como estudiante. Neville se acercó a abrazarla, esto también era duro para él.

— Marla, te apoyaré en todo, en la situación que sea y en el lugar que sea, en donde estés. Siempre tendrás al chico que se convirtió en tu mejor amigo luego de una desastrosa clase de herbolaria. — se rió para subirle el ánimo.

— Eres sin duda a quien más voy a extrañar. — señaló la rubia aceptando el pañuelo que el Gryffindor le había ofrecido para limpiar su rostro.

Él no quiso hacer mención a cerca de Draco. Eso sólo ocasionaría más dolor en la chica, Neville no sabía si Marla había tenido la oportunidad de despedirse de Draco en persona, si ella le había contado sobre su marcha o simplemente él se había enterado por los rumores de pasillo.

En caso de que no se despidieran eso sería sumamente doloroso para ella. Draco era su primer amor, y separarse tan abruptamente no era nada fácil, más teniendo en cuenta que su relación no fue nada buena en las últimas semanas debido a todos los acontecimientos que sucedieron.

— Te quiero Marlie. — dijo el chico tomándole la mano, infundandole valor para descender del tren. Habían llegado, ahora venía lo peor.

Marla divisó a su padre entre la multitud de personas que aguardaba a sus hijos en la plataforma y suspiró. En ese preciso momento tenía sentimientos encontrados con él, ya que quería ir con él y no separarse, pero era él quien la estaba separando del mundo que ella más quería y apreciaba.

Tomó sus cosas de la baranda y siguió a su amigo en todo momento. Al salir del tren la invadió el cálido aire de primavera, aún no era verano, las clases habían culminado un mes antes, los profesores se habían tomado la molestia de cerrar todas sus notas, por ende no tendría que ir el mes que quedaba de clases allá en América. Por lo menos podría procesar con calma el hecho de que en meses debería volver a empezar y también procesar la situación de ser la chica nueva en un colegio lleno de extraños.

Caminó arrastrando los pies en dirección a su padre.

— ¡Hija! Estás linda, dame tu equipaje, lo llevaré. — le dió un beso fugaz en la mejilla. — Neville, muchacho ¿Cómo estás? ¿Ya no sientes molestias?

—Estoy bien señor. — saludó el Gryffindor. — Ahora sólo aprovecho de estar con Marla.

— Oh, sí. Les dejaré mientras llevo esto al auto.

Ellos también tenían un auto, no era mágico, pero Maxwell lo hallaba sumamente útil.

En ese instante, Harry, Ron y Hermione llegaron donde los chicos para sumarse a la despedida. Marla se había hecho muy cercana con Hermione y por ende había estado algo ligada al trío de oro. Fue parte del Ejército de Dumbledore y honestamente le había tomado aprecio a ese par de chicos que siempre se metían en problemas.

— Vamos a extrañarte Marla, enserio que sí. — anunció Hermione abrazandole y dándole un pequeño obsequio de despedida.

— Pues yo también a ustedes chicos, trataré de siempre mantenerme en contacto. — sonrió con pesar. — Y Harry, lamento mucho lo de tu padrino, no había tenido oportunidad de decírtelo, él asintió.

— Espero que seas muy feliz en América. — señaló Ron algo abrumado, él no sabía muy bien sobre como despedirse sin sonar despreocupado.

— Harry. — Marla se dirigió directamente a él. — Sé que eres el elegido, espero que puedas librar al mundo mágico de los horrores que sé que están por venir.

El muchacho de los ojos verdes miró a la chica con esperanza, y comprendió totalmente la potencia de aquel mensaje.

— No crean que me voy porque no quiero luchar, si hay una guerra haré lo que sea con tal de hacerme presente. — declaró la rubia. — El Ejército de Dumbledore siempre estará en mi corazón y ustedes también.

Maxwell llegó a buscarla, asegurándose de haberle dado el tiempo suficiente de que ella se despidiera de sus amigos. Todos la rodearon y luego el trío de amigos permitió que fuera Neville quien la acompañara hasta el final, ya que ellos querían despedirse de manera más privada y profunda.

Los brazos de Neville rodearon el menudo cuerpo de Marla, dándole un abrazo acogedor, pero este llevaba demasiados sentimientos de nostalgia juntos. Llevaba todo el cariño, apoyo y amistad que estos jóvenes habían creado desde que se conocieron, no era fácil separar lazos de un momento a otro.

— ¿Irás el viernes a despedirme? — preguntó Marla, haciendo referencia y recordándole que ese día sería el que se marcharía. Sabía que su amigo era bastante olvidadizo.

— Por supuesto que sí, ni siquiera necesitaré la recordadora para saber el lugar y la hora. — le animó. — Te tengo demasiado presente como para olvidar algo así.

Se abrazaron una vez más y le dió un beso en la mejilla.

Marla caminó a donde su padre, sin evitar darle por última vez una mirada fugaz a su alrededor, en busca de una cabellera rubia, esperando que fuera a despedirla, aunque sabía que eso no tendría lugar, esa cabellera ya debía de haber cruzado la barrera hace mucho tiempo, ya debía de estar descansando en el cómodo sofá de su mansión.

Sin darle más vueltas la chica se resignó al no ver a quién ella esperaba, se tomó del brazo de su padre y atravesó la barrera de Kings Cross hacia el mundo exterior, totalmente ajena a unos ojos grises que la observaban escondidos desde una muralla donde nadie podía darse cuenta que la estaba espiando a ella. Por que no, no había tenido el coraje de acercarse a ella después de las últimas cosas que le había dicho en su última conversación.

Suspiró y se dió cuenta de que Neville estaba a punto de cruzar la barrera junto a su abuela.

— ¡Longbottom! — gritó, provocando que el chico y otros más a su alrededor se volvieran.

Neville no se sorprendió para nada, sabía que era lo que Malfoy quería.

— ¿Qué quieres Malfoy? — trató de sonar molesto, ya que le hubiera gustado que él se acercara a Marla, ya que sabía que ella lo deseaba.

— ¿Ella se fue? ¿Cuándo se va? ¿Hoy?

— No, no se va hoy. — contestó tajante. —se va el viernes, su tren sale desde aquí, a las doce en punto desde el andén numero seis. — indicó el muchacho.

Antes de que Draco pudiera escabullirse agregó.

— Espero que tengas coraje y vengas a despedirte de ella, ya que hoy no tuviste el suficiente para hacerlo ahora.

El rubio no quería pelear, pero sabía que las palabras de Longbottom eran ciertas, había tenido la intención de buscarla en el tren, más lo había postergado, después al verla junto a los Gryffindors se había acobardado tras lo qur había hecho con ellos, él también pensaba en el que dirán, jamás dejaba algo al azar, sin contar que ahora tenía los ojos fijos de la gente sobre él, debido a los recientes acontecimientos del encarcelamiento de su padre.

— Gracias.— fue lo único que podía reponderle a Neville.

Necesitaba llegar a su casa, no porque quisiera, en su casa le esperaba un infierno, su padre ni había podido cumplir la misión que le había encomendado el señor tenebroso, y él estaba furioso, sediento de cobrar su venganza contra él, Draco estaba seguro de eso, sabía que su vida estaba en peligro, más era demasiado orgulloso como para pedir ayuda.

Pero necesitaba llegar a casa, en casa podría sentarse tranquilo a escribir.

A escribirle a Marla, mas que fuera unas palabras de disculpa, no sabía si tendría el valor de presentarse ante ella el viernes.

Más que sea quería escribirle una despedida, porque probablemente nunca más la volvería a ver, Draco tenía ese presentimiento, ya que era muy factible que él no saliera con vida en el caso de que Voldemort se apoderara de todo.

Y estaba muy cerca de lograrlo, sólo era cuestión de tiempo. El señor tenebroso era hábil y Draco muy inteligente, no tenían que decirle que tarde o temprano lo usarían para fines que ni siquiera podía imaginar en ese momento.
Por eso quería quedarse con lo único bueno que había tenido aquel año, con lo único que por un momento le había importado, con lo único que por un momento lo llevó a ser mejor persona y no un cretino como solía ser.

Por ese momento solamente quería conservar a la chica de cabello dorado en su mente.

En ese momento sólo quería conservarla y recordar todo lo que vivió junto a ella, quería recordar como se sentía cuando pasaba tiempo en su compañía, quería recordar la manera en que sentía como el calor subía por sus mejillas cuando la oía reír de alguna tontería o como el mismo sonreía al leer sus cartas.

En ese momento sólo quería tener en mente una persona.

Quería recordar a la traidora a la sangre de la que al parecer se había enamorado sin darse cuenta.

Solamente quería recordar a Marla Millicevic y no quería que nada ni nadie fuera a borrarla de sus pensamientos.

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