38.
|Capítulo Narrado |
Aquella mañana Marla bajó de la Torre de Ravenclaw en dirección al gran comedor. Estaba hambrienta ya que el día anterior que había sido domingo se había dirigido hasta Gringotts, su padre le había comunicado por una carta que fuera a hacer un retiro especial, sus cuadros se habían vendido en una exposición y habían tomado un rumbo muy lejano, Brasil. En Castelobrusco habían decidido comprar unas cuantas de sus obras, por lo que se hallaba muy feliz. Marla había ido al banco a retirar una parte y mientras estuvo en el callejón Diagon aprovechó de comprar algunos útiles que le hacían falta, como por ejemplo plumas, pergamino, además que no pudo aguantar y pasó a comprar algunos libros nuevos para su colección.
El haberse quedado en Londres Mágico causó que llegara un poco retrasada al Castillo y por ende había alcanzado a llegar al final del banquete de la cena, sólo tomó un trozo de queque y un vaso de leche. Por ende ahora su estómago rugía de una manera estridente, no había podido dormir bien, su estómago sonó toda la noche impidiendo su buen descanso.
Cuando ingresó al Gran Comedor había un montón de estudiantes, el desayuno acababa de dormirse. Se percibía un gran barullo en el ambiente. Se dirigió a su mesa mientras escaneaba la perspectiva de la mesa de Slytherin. Sí, debía admitir que Draco era importante para ella, así que decidió observarlo mientras él comía educadamente una manzana.
Draco podía ser todo lo que los estudiantes comentaban, arrogante, patán, egocéntrico, un callana, un mal nacido hijo de papá. Pero jamás sería mal educado, tenía unos modales increíbles, incluso se podría decir que masticaba con elegancia. Se mostraba sumamente concentrado degustando su comida. Sonrió, estaba actuando como una chica inocente e ingenua con la ilusión de un primer amor, porque a decir verdad, Marla jamás había sentido lo que estaba sintiendo por Draco anteriormente.
Decidió disponerse a comer, o de lo contrario podría mirarlo durante lo que quedaba de desayuno y llegaría tarde a sus clases. En el horario libre luego de la quinta hora, habría reunión del Ejercito de Dumbledore. Sacó una tostada y huntó huevos revueltos en ella, realmente estaba hambrienta, sentir la comida en su sistema era maravilloso. Se sirvió un vaso de jugo de naranja para activarse. Observó a su alrededor y se dió cuenta que muchos estudiantes estaban con El Profeta, el periódico más común del mundo mágico en sus manos.
Luego de devorar la tostada y hacerse otra, miró hacia la mesa de los leones para divisar a su amigo. Pudo darse cuenta de que Neville estaba pálido, claramente algo había sucedido y estaba alborotando a todo el mundo, por eso la reacción entre el alumnado.
— ¡Neville! — gritó al ver que su amigo se había puesto de pie y se dirigía fuera del lugar. Más él no la escuchó con todo el ruido que había siempre a la hora de desayunar.
Rápidamente miró en su mesa para ver quién tenía un periódico desocupado. Tenía que enterarse de las noticias. Luna Lovegood acababa de cerrar uno y se dispuso a comer pudín de chocolate.
— Lovegood ¿Me prestarías el periódico? — le preguntó Marla, ellas no eran muy cercanas, por ende no tenía la confianza para llamarla por su nombre, cuando eso sucedía la mayoría de los estudiantes usaba el apellido.
La rubia levantó los ojos hacia la contraria y sonrió con una mirada tierna.
— Por supuesto, ten. — le contestó muy amablemente.
Ambas estaban en el Ejército de Dumbledore, por eso Marla había decidido pedírselo, de cierta forma tenían algo en común.
Rápidamente cayó en la cuenta el titular era contundente y no daba lugar a dudas.
"FUGA EN MASA DE AZKABAN"
«Esta mañana hemos confirmado la fuga de al menos seis fugitivos de la prisión de alta seguridad de Azkaban. Ya se han activado las alarmas y los protocolos para capturarlos.
Aún no se sabe a ciencia cierta cómo se originó la fuga, pero claramente esto debe haber sido causado por alguien con experiencia en una fuga. Se cree que el responsable es Sirius Black, quien se escapó hace algunos años, además el sujeto en cuestión es primo de la fugitiva Bellatrix Lestrange.
Se informó al primer ministro muggle para mantenerlo al tanto de la situación y que esté preparado en caso de alguna emergencia, ante cualquier detalle, se estará informando.»
La Ravenclaw bajó el periódico, obviamente sabía el porqué de la reacción de su amigo. Bellatrix Lestrange, una de las fugitivas, había torturado a sus padres a sangre fría, dejandoles en el estado en que ahora se encontraban. Esa mujer era una asesina, había matado a un montón de magos y muggles, ya que era el brazo derecho de Lord Voldemort, ella y su marido eran mortífagos de alto rango. Y eso no era todo, ella era la tía de Draco. Miró para ver si aún se encontraba allí, pero el también había dejado la mesa de las serpientes.
— ¿Irás hoy al entrenamiento de ya sabes? — le preguntó Luna cuando dejó de leer.
— Claro que iré, ahora más que nunca debemos protegernos los unos a los otros. — comentó Marla señalando el periódico.
Luna asintió ella no sabía lo de los padres de Neville, ya que casi nadie en la escuela lo sabía, a lo más ella y el trío de oro, sin contar a los maestros.
— Te veo allí entonces. — Marla sonrió al ponerse de pie, y la contraria le dedicó una sonrisa.
Marla sólo quería hallar a Neville para consolarle, sabía que necesitaría apoyo y contención. Este tema no era fácil para él, quizás jamás lo superaría, ella entendía a la perfección lo que era crecer sin los padres al lado. Ella misma lo había sufrido con su madre, los padres de Neville no habían muerto, pero no estaban junto a él. Al primer lugar al que se dirigió fue al pasillo donde estaba la entrada a la Torre de Gryffindor, aprovechó que unos estudiantes estaban fuera para preguntar si es que Neville estaba dentro, más la respuesta fue negativa.
Pensó en qué otro lugar podría estar y concluyó que al sitio al cual se podía haber dirigido era hacia los invernaderos, él se sentía en paz y muy a gusto en ese sitio, además la profesora Sprout lo había nombrado su ayudante. Así que cambió de dirección hacia dicho lugar.
Una cabellera rubia platino se cruzó en su búsqueda.
— Te estaba buscando— le susurró Draco al momento en que se acercó a ella.
A pesar de que tenía prisa no había podido evitar el querer abrazarlo, Draco podía saber quizás algo a cerce de las noticias principales de la mañana.
— ¿Enserio? ¿Para qué? — respondió en una sonrisa algo cansada.
— ¿Cuando será el día en que dejarás de sorprenderte? Pues quiero pasar tiempo contigo Millicevic. — se encogió de hombros.
— Aún no es algo que pueda procesar del todo. — sonrió al momento en que el acarició uno de sus rizos dorados.
— Tienes cara de preocupación ¿Sucede algo? No creo que estés reprobando algo. — arrugó la nariz.
— No sólo me preocupo por mí Draco, estoy preocupada por Neville ¿O no viste las noticias?
Un silencio se puso entre ellos y su conversación. Draco sabía lo que su tía había hecho, había torturado a la familia del mejor amigo de la chica a quien quería. Eso no era favorable.
— Leí el períodico. — hubo un silencio. — No tengo idea cómo la loca de mi tía pudo salir de aquel agujero.
Marla suspiró, quería creer en él, en que no sabía nada. Pero lamentablemente su familia siempre había estado demasiado implicada en relación al lado tenebroso y solamente alguien como Lord Voldemort podría ser el responsable de esa fuga. Ella creía fervientemente que él había vuelto.
— Entiendo, tampoco esperaba que supieras algo. — la chica mintió ya que esperaba tener alguna información y poner sobre aviso a su amigo.
— ¿Puedo ayudar en algo?
— No, ahora iré a buscar a Neville, quiero y debo estar con él en este momento. — declaró.
El Slytherin se acercó a la Ravenclaw y la volvió a envolver en sus brazos. Ella percibió el aroma a menta que su ropa desprendía, él percibió el peculiar aroma a violetas.
— Dile a Longbottom que lo siento, de verdad.
Ella agradeció el gesto, el chico platinado no se diaculpaba con nadie, él no había hecho nada, pero llevaba el estigma de los hechos y las cosas que su familia había hecho y del bando que apoyaba, siendo honestos, que él también apoyaba o al menos eso era lo que demostraba, siempre mostró repudio hacia los que no eran cómo él, según decía. Pero Marla emoezaba a creer que ese no era su real sentir o pensar, eran pensamientos infundados.
— Gracias. — el depositó un beso en su frente y ella correspondió el gesto con uno en la mejilla. Le gustaba lo que había surgido entre ellos. Y empezaba a restarle importancia al que dirán.
— Te veo luego ¿Puede ser en la hora libre después del almuerzo?
Ella titubeó.
— Lo siento, estaré ocupada. Quiero estar con mi amigo.
— ¿Después de la octava hora? — insistió.
— Me parece, te espero en el jardín trasero, estaremos más cómodos.
El asintió guiñandole un ojo y lanzandole un beso fugaz.
Sin más tiempo que perder ella se volvió y dirigió a lugar donde iba en un comienzo. Cuando fue llegando al invernadero pudo apreciar la capa negra con los colores escarlata y dorado, sin duda era su amigo el que estaba sentado en los tréboles que hacían de césped. Abrió la puerta de cristal con cautela y entró, él no le negaría el estar en ese momento, ya que le conocía muy bien.
— ¿Puedo sentarme? — preguntó la rubia al llegar a su lado.
— Sabes que puedes. —El Gryffindor siseó de manera a penas audible.
Ella se sentó junto a él y le dió un abrazo confortable, en donde él pudo descargar las lágrimas que hasta ahora no habían podido salir. Las había estado reprimiendo, ya que quería ser fuerte por sus padres, quería ser el chico en que ellos querían que se convirtiera. Ya no quería ser débil.
— Amigo, puedes desahogarte, lo sabes. — acarició su espalda y su cabello a medida que él sollozaba.
— ¿Por qué esa mujer me quitó a mis padres Marla? Ellos eran buenos, sólo perseguían a los malos.
— No lo sé amigo.— no sabía que decir, incluso el estar involucrada con Draco la hacía sentirse traidora en ese momento. — Lo siento tanto, de verdad.
— Ella ahora está libre, estoy seguro que ni siquiera estar en prisión la afecta, en cambio mis padres están presos de su mente, los dejó sin recuerdos, sin vivencias, sólo como un frasco vacío. — hipó.— Le odio, te juro que la odio y no sabes lo que pagaría por ver vengarme o verla muerta.
—¡No amigo! — exclamó acariciando su cabello. —No te llenes de odio, la vida es sabia, la magia también lo es, ella recibirá su castigo, estoy segura de eso, tendrá un final ruin y despreciable, al igual que su alma. — declaró la Ravenclaw — Nunca insinúes eso otra vez, no te tienes que ensuciar las manos con ella.
Él estaba un poco más calmado, ya no sollozaba, sólo quedaban unos ojos rojos e hinchados, que Marla arreglaría con un movimiento de su varita.
— Promete que te cuidarás Marlie.— el chico dejó escapar la frase. — Prometelo.
Marla sabía que se lo decía por Draco, sabía que se lo decía por la cercanía que cada vez avanzaba más, sabía que se lo decía porque estaba enamorada del sobrino de la mujer que había torturado a sus padres. Sabía que eso implicaba riesgos también para ella. No sabía el por qué, pero claramente se daba cuenta que ella no sería la chica que los Malfoy esperaban para su hijo, eso si su relación avanzaba.
— Lo haré. — sonrió. — Ahora, debemos irnos rápido — le animó. — Aprenderemos a conjurar un Patronus. — dijo en tono alegre con tal de animarlo.
Funcionó, una sonrisa brotó de los labios de Neville. Caminaron por los corredores tomados del brazo como era de costumbre. Por el camino Crabbe y Goyle habían querido molestarlos pero no los tomaron en cuenta, sólo se aseguraron de cambiar de rumbo unas cuantas veces para que no los siguieran hasta la sala de los menesteres. Al llegar aún faltaba gente que apareciera, entre ellas su compañera de casa Cho Chang.
— Al finalizar el día de hoy deberíamos hacer algo diferente. — agregó Luna. — No lo sé, algo para celebrar lo aprendido.
— Sí, Marla cocina delicioso, debería hacerlo ahora. — declaró Ron.
La rubia sonrió, un día de entrenamiento había hecho galletas y pastel de fresas, los había llevado hasta la sala de los menesteres y cuando terminó la clase, habían degustado sus pasteles. Todos quedaron maravillados con su mano en la cocina, por lo que insistentemente le habían pedido que repitiera sus preparaciones.
— Creo que podría hacer algo al finalizar. —sonrió. —Después de todo esto se podría convertir en una cocina. —rió y sus compañeros quedaron entusiasmados ante la perspectiva de un mini banquete después de ensayar los hechizos que Harry les enseñaría el día de hoy.
El encantamiento Patronus era uno de los más difíciles de realizar, ya que era para personas que empleaban magia muy avanzada, este combatía a los dementores creando un escudo de protección para quien lo conjuraba, para ello había que pensar en un recuerdo significativo, debía ser poderoso, sólo así este era de cuerpo completo.
Aquel día todos pudieron conjurar su Patronus.
Harry pensó en sus padres. Y nació la cierva.
Hermione pensó cuando visitaba el bosque cuando era una niña. Y nació una nutria.
Ron pensó en cuando conoció a Hermione. Y nació un Fox Terrier.
Luna pensó cuando descubrió a los torposolos por primera vez. Y nació una liebre.
Neville pensó en la última visita a San Mungo. Y nació un faisán.
Marla pensó en su madre, en la flor que le dió un día antes de morir. Y nació una leona, igual que el patronus de su mamá.
Todos consiguieron que su patronus saliera de sus varitas. Todos sintieron la emoción de estar creciendo en la magia. Todos querían que el Ejército de Dumbledore fuera eterno. Todos lo querían hasta que de pronto un ruido que empezó a hacerse más notorio los sacó del ambiente grato en el que todos estaban.
Se sentía como un martillear constante, hasta que la pared cedió, de nada sirvió que todos empuñaran sus varitas para defenderse ante algún ataque. La voz de Dolores Umbridge resonó a través del concreto grueso y todos se dieron cuenta de que era el fin de esta organización, al menos como la conocían.
— ¡Bombarda Máxima! — chilló la suma Inquisidora detrás de los pedazos de ladrillo que ya habían volado, tras mencionar ese hechizo la pared terminó de derrumbarse.
Se generó una nube de humo que exaltó e hizo toser a la mayoría en la sala. Cuando se fue disipando, la visión de todos era aún más clara. Los habían descubierto y estaban en problemas, si es que no expulsados y con la varita rota.
La Brigada Inquisitorial estaba allí, y ante los ojos de Marla apareció la figura de Malfoy, sujetando a Cho Chang, indicando que había sido ella quien los había delatado, aún no se sabía si con o sin intención.
La rubia no podía creerlo, hubo unos instantes de silencia, no pudo evitar sentir que algunos de los ojos de sus compañeros se posaban en ella, acusándola, como si ella también tuviera que ver en el hecho de que ahora estuvieran en tan embarazosa situación.
— ¡Atrapenlos a todos! — volvió a gruñir Dolores. — ¡Hasta aquí llegó el Ejército de Dumbledore y sus conspiraciones!
Draco y sus amigos se adentraron en la sala. El rubio se quedó de piedra, en medio de la sala no le sorprendió ver a San Potter ni a sus amigos, tampoco a la mayoría de los Gryffindor o de los Weasley.
Sólo una persona en medio de esa sala le importaba. Marla.
— ¿Marla? — preguntó con asombro — ¿Qué demonios haces aquí?
Ella no respondió, le dolía el alma con el hecho de que él fuera uno de los que ayudaría a castigarlos. Él había investigado para entregarlos, estaba segura de que él había atrapado a su compañera de casa. Y eso le dolía, le decepcionaba, ya que se sentía tonta por pensar que él ya no tendría ese tipo de actitudes.
Draco vió el dolor en los ojos de la rubia, y por primera vez en la vida se arrepintió de ser parte de la Brigada Inquisitorial.
Por ese primer momento se arrepentía de estar en el lado de los malos.
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