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37.

|Capítulo Narrado|

Llovía.

Marla y Neville venían de Hogsmeade, habían ido a tomar una cerveza de mantequilla, era el primer fin de semana luego de llegar de las vacaciones de Navidad. Los carruajes estaban a disposición para los estudiantes, al menos eran los que tenían techo así no se mojarían.

— ¿Así que le regalaste una pluma? — preguntó Neville levantando una de sus cejas. Se daba cuenta a la perfección de que su amiga estaba bastante interesada en el patán de la escuela, de daba cuenta de que el patán de la escuela estaba demasiado interesado en su mejor amiga, y más encima no era un patán con ella.

Eso lo había notado la mayoría de los estudiantes.

— Pues sí.

— ¿Cuántos galeones te gastaste en esa pluma si se puede saber?

— ¡Neville! Eso no te lo diré, sabes que no es correcto hablar sobre dinero. — le regañó la rubia.

— Si no quieres decirme es porque le hiciste un regalo caro, pero te entiendo es Malfoy. Tu futuro novio. — le molestó.

Marla que iba riendo de pronto observó a su amigo seriamente.

— ¿Te enojaste? — le preguntó Neville preocupado. — Sólo fue una broma Marlie.

— No, no ¿Cómo voy a enojarme? Es sólo que... — dejó la frase sin terminar.

— Marlie, puedo darme cuenta a la perfección de que él te agrada más de lo que me gustaría admitir — Neville habló con voz pausada. — ¿Por qué nunca haz hablado conmigo con respecto a tus sentimientos por Malfoy? Sé que le quieres, sé que no es sólo un entusiasmo lo que sientes.

Marla pensó por unos momentos, sentía algo de vergüenza, era verdad, ella no había sido capaz de hablar con él sobre lo que había comenzado a sentir por Draco.

— Lo siento Neville, me siento pésimo por no hablar contigo sobre esto antes, es sólo que — hizo una pausa — tenía miedo de que ya no quisieras estar tan cerca de mí por esto. He visto como algunos chicos se han alejado de mí por estar con él en algunas ocasiones, me han juzgado, han dicho que podía delatar al Ejército. — suspiró — Me han juzgado y tenía miedo de que tú quisieras alejarte también.

— Marlie, eso jamás sucederá, lo sabes. Es difícil aceptar que quieras a alguien con ideales tan diferentes a los tuyos, que ha sido despreciable con muchos de nosotros. — le dijo con seriedad. — pero son tus decisiones, no puedes ir por la vida dándole el gusto a los demás, o nunca harás lo que realmente quieres — agregó — Siempre voy a estar para tí, aunque tengas pésimo gusto con los chicos.

— Gracias Neville, no es por defenderlo tampoco, pero Draco creció en un mundo en donde le han enseñado a ser así, en donde le han inculcado esas estupidas creencias. — comentó — Sé que muchos dirán que él ya es mayor y puede pensar por sí mismo, pero es difícil revelarse y atreverse a alzar la voz, cuando eso implica que tu familia te dejará de lado.

El Gryffindor le sonrió y acarició el dorso de su mano, no tenía que decirle en voz alta que siempre se mantendría a su lado y que la apoyaría, ellos tenían una amistad muy fuerte y ninguna causa les separaría, ya que el había conocido a una chica de lindos sentimientos y ella había visto las reales habilidades de él cuando nadie más lo había hecho.

Al llegar a la escuela, el jóven bajó y mantuvo la puerta de la carroza abierta para que su amiga descendiera. Marla bajó y distinguió una figura con cabello platinado en uno de los muros del jardín, no quería ser egocéntrica, pero todo hacía pensar que la estaba esperando, ya que en cuanto los vió se puso de inmediato de pie.

— Creo que te esperan Marlie. — anunció Neville. — Nos vemos adentro. — le molestó.

— Longbottom— saludó el rubio cuando llegó al lugar.

— Malfoy. — Neville asintió con la cabeza y se fue dejandoles solos.

Draco observó los rizos dorados de Marla, estaban algo esponjados por la lluvia y la humedad que había en el ambiente.

— Te estaba esperando. — le sonrió.

Marla sonrió y no evitó echarse a sus brazos, nunca le había abrazado de esa manera. Draco solía mostrarse distante y con unos límites infranqueables, límites que no podía cruzar cualquiera. Él no tardó en envolverla entre los suyos.

— ¿Puedo saber a qué debo este cariño tan repentino? — preguntó el rubio con voz suave.

— Pues no lo sé, supongo que te extrañé en las vacaciones y pensé em tí. — susurró — Siento la melosidad de esto.

— No lo sientas, me agrada, es confortable sentir un abrazo así, tan cálido. — le respondió. — No recibo uno de estos de manera frecuente.

— ¿Te gustó? — le preguntó Marla al separarse, se refería al presente que le había enviado por las fiestas.

— ¿Qué cosa? Ya te he dicho que tú me gustas, no sé a qué más te puedes estar refiriendo.— le molestó.

Ella le dió un suave golpe en el brazo con su puño. Él solía molestarla a menudo.
— Me refería a lo que te envié por navidad.

Él sacó del bolsillo interior de su capa la pluma que ella le había enviado como regalo, era de color verde esmeralda y tenía una inscripción con su nombre.

— Me ha encantado. — le susurró tomándole una de sus manos. — la he usado en todas mis clases — sonrió — ¿Y a tí te gustó el collar Malfoy?

— Dijiste que era un collar que como significado tenía mi nombre.

— Tu fuiste la que atribuyó la M a mi apellido Marla, no fuí yo. — se rió ante ese hecho. A ella le daba vergüenza la situación, ella misma se había metido en ese lío.

— No quiero que te sientas avergonzada, no me molesta que me des esa importancia, para mí también la tienes. — comenzó a caminar con ella de la mano.

— ¡Espera qué haces! — se sintió algo nerviosa por el hecho de que los vieran en esa situación comprometedora.

— Pues camino contigo ¿Te incomoda?¿Te molesta que nos vean juntos? — se detuvo de inmediato — Recuerda que te dije que no quería que te sintieras presionada, sé que no debe ser fácil andar de la mano con el más guapo y popular de la escuela.

— No es eso, pero creo que aún no estoy lista, para algo así. — susurró y enterró su cara en el pecho del rubio.

— Todo está bien ¿Prefieres caminar sin tomarnos?

Asintió.

Caminaron ante la vista de los curiosos que ya tenían sus ojos en ellos. Sí que era raro ver a Draco ser gentil con aguien, más extraño era verlo en una actitud romántica y preocupada por una chica, ya que generalmente la única compañera que antes frecuentaba era a Pansy Parkinson y jamás habían formalizado algo, a pesar de las muchas insistencias que ella había tenido para con él.

Al parecer la única persona que había llegado a la fibra profunda de Draco era Marla. Una chica que no destacaba mucho, que era de Ravenclaw, que solía pasar metida entre los libros, una chica que disfrutaba de Herbología, que se comcentraba en ser buena, en pensar con la cabeza y no meterse con nadie.

Marla se sentía una chica más, sólo otra chica de Ravenclaw, una simple chica que quería llegar a ser una sanadora con métodos naturales, que no creía en los prejuicios de la sangre. Que ante los ojos de los que pensaban como Draco y su familia era una Traidora a la Sangre.

Pero para Draco se había convertido en su Traidora, su Traidora adorada, sabía que ella era muy diferente, que no tenían las mismas creencias, que ella no tenía prejuicios, y que su familia tanpoco los tenía. Pero a él no le molestaba que ella fuera así, es más le inspiraba a ser una mejor persona, intentaba dejar de lado las creencias y valores que su familia le había inculcado siempre, pero dejar de ser un canalla de un día para otro no era fácil, a la larga lo único que había cambiado era que ella lo había visto de otra manera, se había interesado en preocuparse por él de manera real, no lo veía como Malfoy el patán, ella lo veía como Draco.

Y él quería que eso nunca cambiara, ya que jamás lo habían visto así, siempre con miedo, con desprecio o rabia. Él lo había propiciado, sentirse superior a los demás le validaba, pero extrañamente eso ya no me importaba, o eso era lo que él comenzó a pensar desde que empezó a tener contacto con la Ravenclaw.

— ¿Por qué yo Draco? — le preguntó Marla.

Él sabía perfectamente a lo que se refería.

Estaba anocheciendo, tenían que dirigirse a la cena.

— ¿Por qué yo Draco? Si sólo soy otra chica de Ravenclaw, nada más.

Él frunció el ceño.

—¿Sólo otra chica?¿De qué hablas? Eres mi Traidora a la sangre favorita.

Marla sonrió, él jamás dejaría de referirse así sobre ella.

— Por tí he deseado dejar de ser como he sido hasta ahora, por tí he tratado de cambiar, puedes creer o no creer. Es tu derecho, no he sido una buena persona con nadie, así que tienes todo el derecho a desconfiar, pero sólo el estar cerca de tí me ha hecho pensar en la realidad, de que hay cosas que no son tan importantes como antes creía, haz cambiado mi mentalidad, mi manera de ver las cosas, eso no lo ha logrado nadie, quiero que comprendas la importancia de eso y que lo consideres, que me consideres.

Llegaron a la entrada del gran comedor, Marla besó su mejilla, él se sintió feliz en ese instante, se sintió feliz con un gesto tan común y tan simple, se sintió feliz de haberla conocido y se sintió feliz de haberle robado los pergaminos a propósito a finales de cuarto año. Su instinto no había fallado, algo dentro de él siempre le había dicho que hablara con ella, siempre había llamado su atención y no se había equivocado.

Marla le hacía bien y él antes no se había dado cuenta.

Hasta ese simple beso en la mejilla.

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