30.
|Capítulo Narrado|
Dolores Umbridge había sido nombrada suma Inquisidora de Hogwarts por el mismísimo ministro de magia, Cornelius Fudge.
Ese hecho trajo muchos coletazos, todo el ministerio negaba el regreso del señor tenebroso, y bloqueaba constantemente la información.
Dentro de Hogwarts las cosas no estaban diferentes, Dolores había prohibido la mayoría de las cosas, había que resguardarse la mayoría de las veces.
Nadie asistía a la clase de defensa contra las artes oscuras, al menos la mayoría de los gryffindor de quinto curso había dejado de hacerlo, algunos chicos de las demás casas, incluyendo algunos Slytherin.
Enseñar a defenderse a los estudiantes, sería afirmar que Lord Voldemort había regresado. Por ende, muchos estudiantes habían decidido reunirse y aprender magia defensiva por su cuenta. Hace unos días atrás había habido una reunión en el pueblo de Hogsmeade, en Cabeza de puerco para ser exactos. En ese sitio ocurrió algo impensado, se originó el Ejército de Dumbledore. Todos los estudiantes dispuestos a defenderse y a aprender magia a cargo de Harry Potter, el niño que vivió a la maldición asesina.
Marla y Neville caminaban de manera sigilosa hacia la sal de menesteres. Ya que habiéndose formado el Ejército de Dumbledore, de inmediato se formó la Brigada Inquisitorial, una payasada creada por Dolores, supuestamente para aumentar las calificaciones de sus inscritos, pero en realidad era únicamente para espiar. Umbridge era una arpía que podía ver debajo del agua, de inmediato se percató que había un revuelo entre los estudiantes, por lo que prohibió todas las organizaciones.
— Estoy muy orgullosa de tí amigo, no puedo creer que hayas encontrado la sala de menesteres. — susurró Marla mientras atravesaba junto a su compañero por un pasillo.
— No es la gran cosa Marla, aún no puedo hacer magia de manera decente.
— Neville, de no ser por tí, no tendríamos a donde practicar. Eres el mejor.
— No es así, tú eres excelente en hechizos y encantamientos.
— Pero aprenderás, ten por seguro que así será.
Doblaron la esquina, hasta que se toparon de frente con una puerta de madera, entraron procurando no ser vistos por nadie. Dentro de la sala ya estaban reunidos varios miembros del reciente formado ejército.
La idea era aprender lo más rápido posible hechizos de defensa y de ataque.
— Ahora que estamos todos, empezaremos. — anunció Harry — partiremos con los hechizos de defensa, creo que es lo más necesario en este momento.
Los estudiantes se dispusieron en un círculo, para después hacer parejas respectivas. Neville de inmediato se colocó con Marla, ya que es con quien más confianza sentía para practicar, ya que ella no se reiría ni lo burlaría por el hecho de que no fuera tan diestro con la varita. Marla tenía una paciencia de oro, y junto a Harry trabajarían duro para que Neville se sintiera preparado y aprendiera de manera correcta todos los hechizos que necesitaba saber.
Los duelos contra una estatua de metal que disponía la sala de menesteres, fueron los primeros en comenzar, así todos los miembros del ejército se sentirían preparados para luego enfrentarse entre ellos mismos.
Marla práctico con Hermione, con Ginny y con sus compañeras Cho y Padma. Tenía muchas cosas que mejorar, pero ella era disciplinada por lo que practicaría sin necesidad de reunirse, dentro de la sala común y de su cuarto podría hacerlo sin inconvenientes ya que sus dos compañeras de habitación eran parte del ejército.
— ¿Qué es esto? — le preguntó a Hermione cuando le entregó un galeón.
— Lo explicaré ahora, estos son galeones falsos.— avisó Hermione — serán la manera que tendremos de comunicarnos para juntarnos. — anunció — están encantados, cambiarán de color, de temperatura y vibrarán en el bolsillo de ustedes cuando se indique reunión del Ejército.
Marla sonrió ante el ingenio de su amiga.
— Deben ser sumamente cuidadosos con ellos, no dejarlos en cualquier sitio, ya saben que Umbridge nos tiene entre ceja y ceja. — dijo al finalizar — no podemos desperdiciar esta oportunidad.
Todos asintieron y se quedaron muy contentos por la reunión. Antes de que Marla y Neville salieran, Harry los atrapó, necesitaba hablar con ella.
— ¿Marla? ¿Patrullas con Malfoy?
— Sí Harry, ¿Por qué?
— Voy a pedirte que por favor no le comentes nada a Draco sobre estas reuniones, estoy seguro de que iría corriendo donde Umbridge para acusarnos y dejarnos en evidencia.
— Harry, claro que no comentaré nada ¿Por quien me tomas? ¿Por soplona? — la Ravenclaw estaba algo ofendida por el comentario de Potter.
— No, no claro que no, no quise ofenderte — se disculpó el Gryffindor. — sólo que sé que ustedes son amigos y que son cercanos, quería asegurarme nada más.
— Puedes despreocuparte Harry, no diré nada.
Salió de la sala de menesteres algo ofuscada, eso era lo que no quería que sucediera por comenzar una amistad con Draco Malfoy, él amaba ser odiado, temido y no le importaba ser despreciado por el resto de los estudiantes de la escuela, era como si lo disfrutase de cierta forma. En cambio Marla no era así, ella era correcta y aunque no quisiera admitirlo, no le gustaba que le afectara lo que los demás decían de ella, pero no podía evitarlo. Al estar cerca de él, todos pensaban que podría delatarlos, porque sin duda era algo que el Slytherin haría.
No le daría muchas vueltas al asunto, ya que no quería llegar de mal humor a la patrulla con él. Él no tenía la culpa que Harry y sus amigos pensaran eso de ella. Así que dió un paso rápido por el gran comedor y sacó veloz una tartaleta de moras. Los entrenamientos con el ejército habían tardado más de lo previsto, por lo que sólo tendría tiempo para ir a la torre de Ravenclaw y cambiarse.
Lamentablemente por más que se apresuró, ya faltaban cinco minutos para las nueve de la noche cuando recién estaba en la torre, todo el ejército se había saltado la cena, haciendo evidente su ausencia. Corrió hacia la escalera principal, lugar acordado entre ella y el rubio para encontrarse a patrullar. Desde la torre de su casa, eran varios minutos, más tendiendo en consideración que Rowena Ravenclaw había encantado las escaleras y a veces cambiaban de lugar, sobre todo cuando los estudiantes tenían prisa.
Cuando logró llegar al sitio, el chico ya se hallaba en el lugar.
— Llegas tarde Millicevic — rió — cinco puntos menos para Ravenclaw. — le molestó Draco.
— Tú no puedes quitarme puntos. —respondió jadeando por la carrera.
— ¿Cómo que no puedo? Soy prefecto, y haz cometido una falta, estoy esperandote hace más de quince minutos. — insinuó Draco en tono de superioridad fingida.
— No creo que haya sido una tortura ¿o si? Te gusta estar solo, además creo que las patrullas no son de tu agrado.
—Más que estar sólo me gusta estar contigo, las patrullas si son contigo, son lo que más espero.
Empezaron a caminar para ponerse de inmediato a su labor, estos habían sido días tranquilos, no habían encontrado a nadie fuera de la cama o en alguna actitud sospechosa.
— Hoy no te ví en la cena, de hecho, no ví a varias personas de ti casa, y tampoco de la casa de los leones. —le acusó de inmediato su compañero. — ¿Dónde estabas tú? Los demás no me interesan, pero tú si.
Marla intentó desvíar el tema de inmediato ya que no quería tener problemas, ni con él, ni con el ejército. Se sentía mal por el hecho de ocultarle cosas a Draco, ya que para ella la comunicación, la confianza y la lealtad, eran la base de cualquier relación y ellos estaban siendo amigos.
— Pues perdí la noción del tiempo. — mintió — me entretuve leyendo sobre aritmancia en la sala común, no tenía mucha hambre y cuando me percaté ya era la hora de la patrulla.
El rubio asintió y se quedó observándola. Sus rizos rubios estaban hermosos. Se veía como un ángel, ella era sumamente delicada, femenina, tenía un aspecto como si fuera una muñeca de porcelana. Draco la veía de manera angelical.
Caminaron por los sitios en los que les correspondía caminar y de repente ella empezó a tararear.
—Tienes un cálido corazón,
tienes un cerebro hermoso, pero se está desintegrando
por toda la medicina.
Aún podrías ser
lo que quieras ser,
lo que dijiste que serías
cuando me conociste.
Aún podrías ser
lo que quieras,
lo que dijiste que serías
cuando te conocí.
Cuando me conociste y
cuando te conocí. — susurró ensimismada en sí.
— ¿Y eso? — le interrumpió Draco.
Ella rió.
— Es una canción muggle, me la enseñó Luna. Es muy bella.
— Por un momento olvidé que eras
traidora — susurró. — Aunque debo admitir que cantas muy bello —dijo sentándose en un escalón, invitándola a acompañarlo. — ¿Podrías cantarla de nuevo y enseñarmela?
— ¿Quieres aprender una canción muggle?
— Quiero aprender cosas de tí — respondió estirando su mano para acercarla a él. Mano que ella aceptó y permitió que mantuviera entrelazada.
Se miraron y ella empezó a cantar.
— Recogelo, recogelo todo
Y empieza de nuevo
Tienes una segunda oportunidad
Puedes ir a casa y escapar de todo
Es simplemente irrelevante, solo es medicina.
Aún podrías ser lo que quieras
Lo que dijiste que serías, cuando te conocí.
Draco sonrió.
— Aún tienes un corazón cálido.
Aún tienes un cerebro hermoso, pero se está desintegrando, desintegrando por el alrededor.
Aún podrías ser lo que quieras.
Lo que dijiste que serias cuando me conociste.
Aún podrías ser lo que quieras,
Lo que dijimos que seríamos cuando nos conocimos.
Por un momento Draco se quedó en silencio, parecía que la canción había sido escrita para él, todo lo que su vida arrastraba, todo lo que aparentaba por ser un Malfoy.
Se acercó a ella, era el momento.
— Marla. — susurró.
— Sí.
— Eres un ángel, un ángel aquí en la tierra.
— No es así Draco. — interrumpió.
—No espera, tengo que decirte algo que sé que sabes, lo presientes, todos se han dado cuenta.
La respiración y el corazón de la chica comenzaron a acelerar.
— Tú me gustas, me gustas demasiado, de hecho es más que gustarme, te estoy queriendo, no sé sólo sucedió, me gusta lo que soy cuando estoy contigo, me gusta lo que siento cuando estoy junto a tí.
— Draco..
— Espera, no necesito que digas que sientes lo mismo que yo, ni que correspondes a mi sentimiento, no soy precisamente un chico bueno, soy lo contrario, le he hecho daño a algunas personas y los he hecho sentir mal. Pero contigo soy diferente, le siento bien. Además no necesito que lo sientas, yo estoy feliz de sentir esto por ti, querida traidora. — confesó.
Para Marla era difícil, ella también sentía cosas por Draco, solamente que estaba insegura, insegura de ser sólo un capricho para él, de que estuviera confundiendo su amistad con otro sentimiento, asustada de lo que su padre diría cuando se enterera que quería a un chico de esa clase. Miedo de lo que la familia de Draco diría.
— Draco yo..
— No digas nada Marla. — se acercó a su mejilla y depositó un tierno beso en ella. Marla cerró los ojos ante ese gesto tan genuino por parte de él. — No tienes que decirme nada ahora, yo sólo quería que lo supieras, que supieras lo que provocas en mí, eso no había sucedido antes, ante nadie y ante nada.
Se quedaron observando por varios minutos, en silencio, observando sus ojos, los de él algo fríos, y los de ella cálidos. Nunca pensaron que conectarían de esa forma, no sólo por que tenían diferencias, si no porque él por lo general plantaba una barrera, también porque ella sentía inseguridad, miedo de hacer o sentir cosas nuevas, para ella todo era lógica, no tanto sentir. Desde que su madre había muerto, se había prometido no perder a nadie nunca más, dejar entrar personas a su vida, era asumir el riesgo de perderlas.
— Te quiero, traidora.
La frase quedó allí en el silencio de la noche, entre las paredes de Hogwarts, Marla apoyó su cabeza en el hombro de Draco y cerró sus ojos, hasta dormir, él tampoco se dió cuenta en qué momento se dejó vencer por el sueño luego de aquella confesión.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro