14.
|Capítulo Narrado|
El día en que Marla y Draco se reunirían había llegado. El chico se levantó temprano, ya que no quería llegar tarde a buscarla. Le había pedido a ella ser puntual ¿Cómo iba él a llegar tarde y darle la satisfacción de molestarlo por esa razón?
Se dió una ducha tranquila, ya que tenía tiempo a su favor. Se había encargado que los elfos domésticos lo despertaran a una hora prudente y así lo habían hecho, por lo que pudo tomarse su tiempo.
Una vez en su habitación se vistió de una manera menos formal de la que siempre acostumbraba, buscó un pantalón de tela negro y una camisa azul marino, se puso encina un sweter del mismo color de la camisa. Se peinó con cuidado y se aplicó loción.
Nadie podría decir que el muchacho no era pretensioso, porque en efecto lo era. Draco cuidaba mucho su imagen y se preocupaba siempre de lucir elegante y distinguido, podía jactarse de que lo lograba con creces cada vez.
Bajó al comedor donde su madre ya se encontraba sentada a la mesa, los elfos se encargaban de servir el desayuno y de atender las peticiones de la señora Malfoy.
— Cariño ¿Cómo dormiste? — preguntó Narcissa con tono maternal. Ella era una mujer muy cariñosa con su hijo, algo que a su marido le desagradaba de sobremanera, ya que mencionaba siempre que eso provocaba que a Draco le faltara carácter.
— Bien madre ¿Y tú? — respondió en cuanto se acomodó en su sitio.
— Bien gracias querido— inmediatamente se dió cuenta que estaba arreglado y que se había colocado un poco de su perfume. —¿Vas de salida? — lo miró con curiosidad.
— Sí madre, saldré y no sé a qué hora llegaré. Estaré cerca no te preocupes. — contestó mientras los elfos traían una tetera caliente para servirle su té.
—¿Puedo saber a dónde va mi hijo tan guapo?
Draco meditó por unos momentos, si le decía que saldría con una chica, ella se emocionaría y empezaría a indagar de quién se trataba, claramente se lo comentaría a su padre y él no le dejaría salir hasta que averiguaran que no tiene ningún pariente muggle en su árbol genealógico y eso tardaría horas.
Así que decidió mentir.
— Voy a reunirme con Crabbe y Goyle. — mencionó apartando los ojos de su madre.
— No hagan demasiadas travesuras, ya eres mayor Draco, debes verte y comportarte adecuadamente — le aconsejó su madre — Tampoco quiero que estén bebiendo whisky de fuego a escondidas. — dijo al mirarle con cierto recelo.
— No madre, sólo quiero distraerme.
—¿No te has juntado con la hija de los Parkinson?
— No, ella la verdad es que me tiene sin cuidado.
— No seas grosero con ella Draco. Pansy te tiene mucho cariño y consideración, además los Parkinson son nuestros amigos.
— Ella me tiene sin cuidado, no me agrada del todo.
— Debes empezar a conocer a las chicas, sabes que tienes que estar con una chica que esté a tu altura.
— Por lo mismo, Pansy jamás lo estará. — comentó con irritación.
Su madre lo observó con aprehensión, siempre habían querido que Pansy Parkinson fuera la candidata perfecta para que se casara con Draco. Quizás aún eran jóvenes, pero ellos siempre hacían eso, aseguraban que el linaje de sangre pura permaneciera.
—¿Mi padre no está? — preguntó el chico con preocupación. Desde la muerte de Cedric Diggory y las acusaciones que Potter había hecho sobre el señor tenebroso, Lucius casi no pasaba en casa.
— Sí, solamente que está en su estudio y se encuentra ocupado. — respondió Narcissa fingiendo despreocupación.
Draco le dió el último bocado a su tarta de nueces y se colocó de pie.
— Ya me voy madre.
— No regreses tarde hijo, recuerdalo.
Él asintió y luego de eso salió del comedor dirigiéndose al jardín. No podía usar los polvos flu, ya que rápidamente se enterarían que no iba a la casa de sus amigos, por lo que había activado un traslador que lo dejaría cerca de la casa de Marla. De esa forma también evitaría el viaje innecesario al Caldero Chorreante.
Cuando tocó el traslador sintió un mareo que lo hizo desaparecer y comenzar a viajar. Hellston no estaba cerca del centro de Londres Mágico donde se hallaba la mansión Malfoy. Esperaba no caer sobre un charco o sobre cualquier cosa que manchara su impecable ropa. Aún no aprendía a aterrizar de pie completamente, por lo que cuando fue liberado tuvo que apoyar sus manos para no caer hacia delante.
Observó a su alrededor y divisó unos chalets a unos metros de distancia. Esa era la villa donde vivía Marla. Se percató que eran casas de campo pero bastante grandes, construidas de roca y madera, se veían armoniosas a la vista. Alejó esos pensamientos porque no quería centrarse en eso. Caminó y después de un rato localizó la casa de la chica ya que siguió la dirección que ella había escrito para él.
Se acercó de manera elegante y tocó la puerta. Dentro se escuchaba música, además de movimiento. No tardarían en abrirle.
—¿Sí, en qué puedo ayudarte? — un hombre alto, de cabello rubio y porte varonil le atendió y el chico rápidamente se dió cuenta de que era el padre de su compañera.
— Buenos días, estoy buscando a Marla.
— Ah, sí ella me dijo que vendrías — se apartó de la puerta para que pudiera pasar. — Maxwell Millicevic — se presentó dándole la mano.
— Un gusto, Draco Malfoy — contestó el muchacho sumamente orgulloso con la mención.
El hombre lo miró detenidamente, oír aquel apellido no le era muy agradable, a él en particular no le agradaba esa familia. Cuando su hija le comentó que saldría con él, su reacción no fue precisamente de agrado, si no de preocupación. Él y los Malfoy no tenían las mismas ideas.
—¿ Quieres algo para beber mientras Draco?
— No gracias, estoy bien. Acabo de comer en casa.
— Marla viene en un momento, así que son amigos. — afirmó el mago enfatizando la última palabra.
— Hemos estado escribiéndonos durante el verano. Nos llevamos bien. — respondió con arrogancia. Un Malfoy no se sentía intimidado ante ese tipo de preguntas.
— ¿Tú familia se encuentra bien? — cuestionó en un intento de ser amable con el chico, sentía que era igual de fastidioso que su padre, pero el chico no tenía culpa de la crianza que había recibido en su casa.
— Perfectamente señor Millicevic, gracias.
En ese momento la chica bajó las escaleras con unos pantalones negros ajustados y una chaqueta que combinaba. Estaba haciendo bastante frío y ella había optado por usar ropa abrigadora.
— Draco ¿Cómo estás?
— Muy bien, gracias.
— Papá, ya deja de acosarlo en preguntas. Es mi visita no la tuya ¿Nos vamos Draco?
— No llegues tarde hija. — irrumpió su padre. — Draco, no se alejen de donde dijeron que iban.
— No se preocupe señor Millicevic.
— Adiós papá.
— Disfruta el paseo dulzura. — respondió de manera aprehensiva.
Ambos muchachos caminaron por el camino de piedra que había, una cada estaba muy separada de la otra y se podía oír el sonido del mar a lo lejos.
Marla se veía nerviosa y eso pudo percibirlo el rubio, habían mantenido contacto por cartas pero en persona no habían intercambiado más que un par de palabras.
— Veo que a tu padre no le agradó el hecho de que yo fuera tu acompañante — el chico soltó una sonrisa sarcástica.
— No, sólo que tu familia no le agrada mucho.
— Pude darme cuenta, la verdad es que eso no es algo a lo que no esté acostumbrado. — comentó Draco — Siempre la gente rehuye a quien es mejor que ellos.
Marla rió y el rubio se unió a sus risas.
— ¿Toda la tarde tendré que escuchar tus comentarios arrogantes?
— Pues ya sabías como soy antes de que empezaramos a hablar. Debiste pensarlo más antes de aceptar salir conmigo — resolvió el chico.
— Me asombro cada vez de tu forma de ser, cómo que no te importa nada ¿pero es así realmente?
— Nadie me importa, salvo mis padres. — asumió el rubio con sinceridad.
— Bueno, antes de que sigamos con esta intensa charla ¿Cómo nos iremos al lugar? — cuestionó la muchacha.
— Siendo Ravenclaw ya deberías haberlo adivinado. Creo que el sombrero se equivocó.
— ¿Tienes un traslador en tu bolsillo? — preguntó asombrada.
— Sí, se activará dentro de poco.
—¿Nos llevará de inmediato al campo?
— Sí, le pedí a mi madre que lo ajustara bien. — reconoció el rubio.
—¿No podías hacerlo solo? Tenías que ser de Slytherin — agregó rodando los ojos. — siempre pidiéndoles a otros que hagan el trabajo por ellos.
— Ustedes quieren saberlo todo, ese es el problema. — el chico sonrió. — Bueno ya es tiempo. — comentó sacando un viejo monedero de su bolsillo.
— Debes tocarlo ahora.
Marla puso su dedo índice y pulgar al igual que Draco alrededor del objeto. Sintieron cómo si volaran y se estuvieran teletransportando. Cuando salieron del viaje y se divisó el campo el muchacho comenzó a incorporarse de la mejor manera posible ya que veía a su compañera sin problemas. Gracias a Merlín pudo aterrizar de pie, aunque claramente ella lo había hecho mejor que él, pero no hizo ningún comentario. Estaba abstraída por el paisaje ante sus ojos.
Draco jamás había visto ese lugar, el campo de Therstralls era hermoso, tenía un verdor que jamás hubiera imaginado, él había visto a su abuela morir, por lo que podía ver a esas curiosas criaturas. En un principio sintió algo de miedo, no eran comunes, lo primero que pensó fue que eran como un esqueleto de dragón andante, pero luego de observarlos bien pudo encontrar hermosura en ellos.
—¿Te gustan? — Marla interrumpió sus pensamientos.
— Sí, son diferentes.
— No sabía si podrías verlos.
— Ví morir a mi abuela paterna cuando era un niño.
— Lo siento mucho.
Él no contestó, no sabía cómo reaccionar cuando alguien se preocupaba de él, sentía que eso reflejaba una posible debilidad. Más comenzó a observar a su compañera, se veía un poco nerviosa, tenía sus rizos rubios definidos, su piel pálida tenía un leve toque rosado por el frío que hacía. Los ojos de ella iban de un lado a otro hasta que se toparon con los ojos grises que la miraban con curiosidad.
—¿Qué me ves? — cuestionó ceñuda.
— ¿No puedo? No sabía que eras tan conflictiva.
— No sabes casi nada de mí, honestamente no sé por qué comenzaste a hablar conmigo — susurró sentándose en una roca para tener la mejor visión posible.
Draco no pensó que esa pregunta se la hiciera de inmediato. Cuando comenzó a hablar con Marla fue netamente porque ella llamaba su atención en clases. Había ideado un plan inteligente a fin de año para acercarse y así conseguir su dirección.
— Recuerda que empezamos a hablar porque recuperé los pergaminos que buscabas con desesperación a finales de año. — dijo alzando las cejas — de no ser por mí hubieras reprobado por no entregar la tarea de pociones.
— Hey, de no ser por mí tú hubieras reprobado transformaciones.
— Estamos a mano entonces — comentó Draco encogiendose de hombros — Tampoco pensaba que fueras tan cobradora.
—¿Te gusta hablar conmigo Draco?
— Si no me gustara no lo haría, es más jamás te hubiera devuelto los pergaminos, hubiera dejado que reprobaras. — sonrió al ver la cara de horror de ella. Para un Ravenclaw reprobar no estaba en el diccionario.
— Gracias entonces. ¿Cómo estás? ¿Cómo está tu madre y tu padre? — Marla preguntó con interés y real preocupación.
El rubio se mantuvo unos momentos en silencio ya que no sabía que era podía comentar y lo que no.
— Casi no sé en qué está mi padre y mi madre se encuentra preocupada constantemente por la misma situación. — consiguió decir.
— Ya veo. Creo que estamos en tiempos de locos y podrían empeorar.
—¿Cómo estás tú? — se apuró a cambiar el tema de conversación — ¿Lista para volver a la escuela?
— El otro día fui al callejón Diagon a comprar todo lo necesario para el inicio de las clases. — contestó con una sonrisa. Marla era una chica que desprendía gentileza y alegría. — ¿Tú ya tienes todo lo necesario?
— No es necesario que vaya, me han llevado todo a la mansión ¿Con quién fuiste de compras? ¿Con tu padre?
— No, con Neville.
El chico rió por lo bajo.
— Había olvidado que eras tan amiga de Tontottom.
Ella frunció el ceño enojada realmente.
—¿Qué has dicho sobre Neville?
El volvió a carcajearse restándole importancia.
— Mira Malfoy, te diré una sola cosa. Que haya aceptado salir contigo no quiere decir que aceptaré tus idioteces.
— No te enfades, era una broma.
— No, con mi mejor amigo no te vas a meter, y si vuelvo a escuchar que te refieres de esa forma a Neville no dudaré en irme de aquí.
— ¿Te gusta ese Gryffindor? ¿Van a casarse? — intentó bromear.
— No cambies de tema, Neville le da mil patadas en el culo a tus idiotas de Crabbe y Goyle. — le fulminó con la mirada — No quiero volver a oírte.
— Está bien, no te enfades. Debí haber sabido que eras amiga de los traidores.
— No entiendo porque te importa tanto eso.
—¿Qué?
— La pureza de la sangre Draco, es una tontería.
— Creo que en eso discrepamos, ratona de biblioteca. Tener amigos traidores, te hace traidora también.
—¿Me estás llamando Traidora a la sangre?
— Pues sí. No sé cómo puedo juntarme contigo.
— Pues gracias, para mí es un cumplido. Quedate tranquilo, no le diré a tu padre que te juntas conmigo.
Empezaron a caminar mientras la brisa provocaba que los rizos de Marla se alborotaran y llegaran a hacer cosquillas en la mejilla de Draco. El color de su cabello era como el de las espigas de trigo en verano. Muy brillantes, en cambio el de él era metálico y frío.
Rubio platino y ojos grises.
Ojos esmeralda y rubio cálido.
Esos eran ellos dos.
—¿Quieres que alimentemos a las criaturas?
— ¿Podemos?
— Traje comida en mi bolso — respondió ella en una sonrisa. — Quiero ir antes de que se encondan.
— Te acompañaré.
Marla sacó una pequeña bolsa de género de dentro de un bolso más grande que llevaba en su espalda. Sacó unos trozos de carne y comenzó a arrojarselos a los therstralls más pequeños. Draco no la interrumpía, solamente la observaba, era una chica muy diferente a sus compañeras de Slytherin. Pansy jamás se hubiera interesado si quiera en alimentar a estos animales.
—¿Quieres alimentar a los pequeños? Son más dóciles. —la chica medio sonrió.
Él aceptó unos trozos de manzana para lanzarlos. Se acercó a uno y se lo dió con cuidado. Era extraño que el animal se sirviera algo de sus manos. Él mismo se sentía diferente.
Esa tarde ambos empezaron a conocerse de otra manera. Ella no fue la ratona de biblioteca y él no fue el príncipe de las serpientes.
Él pudo darse cuenta que ella era una chica decidida que no aceptaba maltratos ni burlas.
Ella se percató que dentro de él había una parte buena. Una parte que intentaba esconder pero que alimentando a los therstralls demostró que existía.
Cuando ambos volvieron a la casa de Marla a eso de las nueve de la noche, estaban muy cansados, habían recorrido durante todo el día, habían comido y habían conversado sobre muchas cosas sobre ellos. Aunque aún faltaba mucho para decir que se conocían o que eran amigos.
— Lo pasé realmente bien hoy Marla.
— Yo también, veo que te diste cuenta de que ahora serás amigo de Neville.
— Ja, ja. Seguro. No me presiones tanto.
— Bueno Draco, entraré. Supongo que nos veremos el 1° de Septiembre en el expreso a Hogwarts.
— Si, allí nos veremos, espero que no estés con los traidores.
— Eres un cretino Malfoy.
Era extraño, no le molestaba que lo insultara.
— Nos vemos Traidora.
— Te veo luego canalla. — ambos se sonrieron y Draco apretó el botón nuevamente para volver a su casa.
La tarde había sido diferente, para ambos. Para ella había sido salir de la burbuja a la que siempre estaba acostumbrada y para él había sido dejar de lado su forma pretensiosa y arrogante.
Para ambos había sido diferente y siendo muy honestos les había gustado demasiado aunque no lo dijeran en voz alta.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro