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Capítulo 13

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En privado
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Diana mordía la uña de su dedo índice nerviosa, no sabía qué hacer y eso la descomponía aún más. Se suponía que siempre contaba con una solución sensata a todo y, lo que deseaba hacer, no sabía si tenía nombre o si acaso, Elizabeth consideraría una burla lo que diría.

     — ¿Y bien? —Insistió Mike tras resoplar.

Después de que ella huyera, él la siguió, buscando respuestas.

Exhaló varias veces, permitiéndose pensar una vez más en lo que le dirá a Mike; quien después de su insistencia, finalmente Diana explicaría el motivo de su regreso al grupo de Tectlian.

     —Patito, hablemos en privado. —Miró a Elizabeth, dando a entender que no la quería presente.

     — ¡Ja, que confianza! —Rio sin gracia Elizabeth—, ¡Anda patito, ve tras tu patita! —Ironizó.

Haciendo caso omiso a la burla de Elizabeth, caminó con dirección al lugar más apartado en el que se suponía, Elizabeth no sería capaz de escuchar. Diana lo siguió muy de cerca, hasta el punto de pisar sus sandalias.

     —No te bastó con lanzármelos, ahora también quieres pisarlos. —Diana rodó los ojos.

     —Perdón. —se disculpó. 

Lejos de Elizabeth, ella contó el porqué de su regreso:

     —Esto es delicado. —susurró, agachando la cabeza con pena.

     — ¿Qué dices? —No alcanzó a escucharla. Se inclinó un poco.

     —Que es delicado lo que diré. —Dijo más claro, aun sin mirarlo.

     —Por Dios, déjate de tanto misterio. —Se tiró del cabello de su frente, desesperado.
Aquí es cuando se muestra en todo su esplendor la desesperación de un hombre; al borde de perder la cabeza sino tiene lo que quiere. 

     —Es tu hermana, Mike —cubrió su boca, temiendo que la hubiese escuchado alguien más.

     — ¿Qué ocurre con ella? —Frunció el ceño, sin comprender porque tanto secreto del querer hablar sobre ella.

     —Está aquí. —Mike comenzó a reír nervioso.

¿Su hermana ahí, con ellos? Debía estar burlándose de él.

     — ¿Es broma, no?

     —No hay broma aquí esta vez. —Mike dejó de reír.

La señaló, bajó su mano y volvió a repetir el proceso varias veces. Debía ser un error, ella no podría estar en alguna de esas chozas, él la habría visto al menos una vez. Se suponía despidió a su hermana junto con su cuñado en el aeropuerto cuando se marcharon de luna de miel a Mérida, Yucatán. 

Él negó. Su rostro comenzó a perder color, sintió náuseas y su vista comenzaba a nublarse. Diana lo tomó de los hombros con esfuerzo y lo zarandeó un poco, llamando su atención.

     —La he visto con mis propios ojos. Puede que esté atada y oculta quizás ahora en alguna de estas chozas. Estuvo a solas por varias horas con el jefe, por lo que recuerdo. Hable con ella y tampoco sabe cómo llegó a parar aquí. ¿Sabes lo que significa Mike? —sin aún creer sus palabras, él negó—. Yo tampoco sé, pero pienso que deberíamos hacer algo.  

Mike colapsó en el suelo alarmando a Elizabeth, quien al verlo se apresuró a acudir a su ayuda.

     — ¡Ay madre mía, lo he desmayado! —Gritó Diana, arrepentida por todo lo que le dijo.

     — ¡¿Qué le dijiste?! —Tiró de sus mejillas y lo abofeteó un par de veces, intentando despertarlo. Sin embargo, Mike no reaccionaba.

     —Sólo la verdad —llevó las manos a su cabello, caminó en círculos y finalmente decidió unírsele a Elizabeth e intentar despertar a Mike—. Yo no tenía idea que le afectaría tanto la confesión.

Escuchar la palabra «confesión» le hizo suponer su peor temor, Diana bien podría haber hecho lo que cuatro años atrás ella hizo con Mike, el pobre a sus veintitrés años huyó a una simple propuesta de noviazgo aterrado por haberse sincerado ella con él. Tampoco es como si hubiese pedido matrimonio, simplemente quería conocerlo más y entendiendo que él jamás daría el primer paso, ella tomó la iniciativa; después de todo él le dio el sí. Tianchester la tuvo encantada a las semanas de conocerse, nunca hubo reído tanto con un hombre como lo hizo con él, si pasaba alguna vergüenza Mike se aseguraba de pasar por una también, o viceversa. Los cuatro años le bastaron para conocerlo lo suficiente, y si la confesión que Diana hizo era lo que temía, debía comenzar a aprender quien es Mike Tianchester al recibir noticias fuertes. 

     —Nunca le cayeron bien las noticias fuertes y, si no me equivoco, eso fue lo que le dijiste —suspiró—. Siempre huye o se desmaya. Y en esta ocasión estando encerrados, optó por desmayarse.

     —No lo sabía.

Ella sonrió—: Por supuesto que no lo sabias —negó—, soy la única que lo conoce mejor que tú.

Eso había dolido, no creía necesario que le restregara quien lo conocía más. Diana ya era consiente que necesitaba aprender más sobre quien realmente es Mike Tianchester y su infantilidad.

      — ¿Mas que su hermana? —Inquirió.

     —Bueno —rascó su nuca—, quizás ella y yo estemos empatadas en ello.

     —Eso tendré que comprobarlo cuando se lo pregunte. —Habló prepotente.

     —Si averiguas como regresar a casa, entonces se lo preguntas. —Su querida antigua cuñada le daría la razón, de eso estaba segura.

     —O si se lo digo aquí —Elizabeth la miró confundida—. Así es, la famosísima hermana de Mike está también aquí.

     — ¡por favor! Sólo falta que digas de Darío esta con ella. —La idea le parecía sorprendente.

     —Lamentablemente él continúa donde siempre; en el trabajo, aprendiendo a sacar copias en la impresora —aburrida por la conversación, agregó—: Es una lástima que Mike no me haya dejado terminar de hablar. Quería planear con un él un escape.

     —No puedo creerlo: Diana pensando.

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