Todo iba bien para Robin, hasta que un día aquel chico apareció en la vida de Nancy, no sabía ni como ni cuándo, pero parecían inseparables, y lo peor, estaba segura de que él gustaba de Nancy.

Jonathan.

No le gustaba su nombre, tampoco que se hubiera metido en todo lo que tanto le había costado construir.

Suspiró cerrando su taquilla. Echaba de menos pasar tiempo con ella y con su mejor amigo. Le dolía demasiado.

He visto que estás pasando mucho tiempo con ese chico de profundas ojeras ¿Cuál es su nombre? ¿Jonathan?

Siento haberme puesto celosa, es que estoy harta de tener miedo. Tengo miedo de perderte, y eso que ni siquiera te tengo. Lo siento.

Deslizó la carta dentro de su taquilla con un suspiro.

Llegó a su casa algo decaída, su padre tampoco estaba, decidió dormir un rato, así podría despejar su mente. Aunque le duró poco, ya que el timbre la despertó.

—¿Jason?

No entendía qué hacía él allí, además de que seguía enfadada.

Aun así le dejó pasar cerrando la puerta detrás de él.

—Quería hablar contigo.

—¿Hablar?

—Por favor.

Su tono de súplica y su mirada entristecida la convencieron.

Hizo una seña hacia el sofá, ambos se sentaron. Respiró hondo y miró a la chica.

—Lo siento mucho, de verdad.

Robin no dijo nada, prefirió que él hablara.

—Sé lo que hice, estuve pensando en ello. He sido una mala persona, os dije cosas horribles. No os lo merecíais. Te echo de menos Robin.

—¿Ha pasado algo más?

Ella también le echaba de menos. Pero no quería perdonarlo tan fácil, le dolía lo que había hecho.

—No, solo te echaba de menos y me sentía sucio por todo lo que había hecho, así no es como quiero vivir.

—¿Seguro?

—Todo lo que dije es mentira. Eres muy valiente y estoy seguro de que Nancy se dará cuenta. Robin, tu misma sabes lo mucho que has evolucionado con Nancy.

Robin suspiró negando con la cabeza.

—Aun así no me voy a olvidar tan fácilmente de lo que has hecho.

Jason suspiró jugando con sus dedos, parecía nervioso.

—¿Qué puedo hacer, Robin?

—No hay vuelta atrás. Lo único que puedes hacer es pedir perdón y demostrarme que vuelves a ser el mismo de siempre.

—Lo haré. No sé qué me ocurrió, tuve envidia y rabia, estaba harto de que nadie me correspondiera, quería tener una vida más fácil. Pero he aprendido que he de estar con aquellos a los que quiero sin importar los riesgos.

Robin le abrazó, se apoyó sobre su hombro y suspiró.

Aún no sabía si perdonarlo, pero de momento prefería estar bien con él.

Cuando este se fue, alguien llamó al teléfono.

—¿Hola?

—¿Robin?

La voz de Nancy hizo que su corazón se acelerara y que sus manos empezaran a sudar.

—¿Nancy?

—Esa soy yo— una risa se oyó al otro lado de la línea—Siento llamarte tan tarde, quería preguntarte algo.

—Tranquila ¿Qué es?

No sabía cómo había conseguido su número. Seguramente se lo habría dado Evelyn.

—Tengo dos entradas para ir al cine, es uno que está fuera del pueblo. Jennifer tenía que hacer unas cosas con Evelyn, así que pensé en ti.

A Robin se le resbaló el teléfono de las manos cayendo al suelo, este hizo un gran estruendo.

Ella lo cogió rápidamente.

—¡Robin! ¿Todo bien?

—Sí, sí. Lo siento.

—Entiendo si no quieres, tal vez ha sido un poco precipitado.

—¡No!— sonrió nerviosa—Claro, me gustaría ir, gracias Nancy.

Nancy sonrió al otro lado de la línea.

—Genial, mañana te recojo después del instituto. Nos vemos Robin.

—Hasta mañana.

Esta colgó y sonrió de oreja a oreja. No podía ser más feliz en aquel momento.