Día 20
Robin se encontraba guardado unos libros en su taquilla.
Estaba algo nerviosa, ya había pasado un mes desde que había empezado a enviarle notas a Nancy. Contando los fines de semana, claro.
Solo dos personas lo sabían, y Nancy y ella cada vez eran más cercanas.
—Robin.
La castaña cerró su taquilla encontrándose con los ojos verdosos de Jennifer.
Un escalofrío recorrió su cuerpo al oír su voz, la chica siempre la había asustado, y tenía motivos.
—¿Jennifer?— preguntó sorprendida—¿Necesitas algo?
Al notar sus ojos clavados en los suyos, sentía que en cualquier momento iba a salir corriendo.
—Quería pedirte perdón— dijo ella ladeando la cabeza—No me he portado bien contigo y no te lo merecías.
—¿Cómo?— Robin no se creía lo que estaba oyendo.
Sabía que Jennifer no era la misma que la de hace unos meses, pero aun así la impresionaba.
Nunca había escuchado a Jennifer decir perdón, o por lo menos no de forma sarcástica.
—Bueno, todas esas cosas horribles que te he podido llegar a decir, ya sabes. Después de todo Nancy...— hizo una pausa—...y tú sois amigas.
—Lo somos— susurró ella.
La de ojos verdosos la observó sin decir nada durante unos segundos.
—Y también de Evelyn, así que estamos en paz— continuó ella.
—Yo también debería disculparme por haberte juzgado.
—No importa.
Se dio cuenta lo mucho que había cambiado su vida en unas semanas, había vuelto a ser amiga de Evelyn. Aquella chica desconocida con la cual siempre jugaba en el parque de pequeña. Así se conocieron, ni siquiera iban al mismo instituto hasta que el año pasado decidió venir al mismo.
Luego, se hizo amiga de Nancy, la chica de la cual había estado enamorada muchos años. Y de un momento a otro la mismísima Jennifer Reyes le estaba pidiendo disculpas.
Parecía todo parte de un sueño.
—Además, ya sabes lo que dicen, los amigos de tus amigos también son tus amigos— dije yo con una sonrisa nerviosa, a pesar de su perdón seguía intimidándome.
—Sí, supongo que eso dicen. En fin, nos vemos Robin.
A Robin le había parecido muy extraño todo aquello.
La chica le dedicó una leve sonrisa y se alejó de allí.
—¿Jennifer estaba hablando contigo?
Jason había observado todo desde lejos y miraba a Robin esperando una respuesta.
—¡Jason!— la chica le miró alarmada por su repentina aparición—Jennifer lo sabe, estoy segura.
Estaba segura. Esa forma tan extraña de comportarse solo decía problemas.
—¿Cómo?
—Lo de las notas, lo sé.
El castaño le dedicó una pequeña sonrisa.
—A lo mejor no es tan malo que ella lo sepa.
—¿No? Mira, tal vez habrá cambiado, pero ¿Y si le doy asco por esto? Se lo daré, ya verás, ella no es como Nancy o Evelyn.
Jason la interrumpió con un pellizco, Robin hizo un puchero.
—Cálmate, Robin. Lo más seguro es que no lo sepa y te estés haciendo paranoias innecesarias ¿No crees?
—Supongo que tienes razón— suspiró—¿Por qué sospecharía de mí?
El de cabello castaño se encogió de hombros.
—¿Y te ha hablado de mí?— quiso saber.
—Jason...— suspiró.
El chico agachó la mirada algo entristecido.
Siempre había tenido un cierto interés en Jennifer ¿Quién no?
—Tienes razón. Ella podría estar con miles de chicos mejores que yo.
—No seas idiota, no hay ningún chico mejor que tú.
Robin le abrazó inconscientemente, él le siguió el abrazo con una leve sonrisa.
Aprovechó en ese momento para meter la carta en la taquilla de Nancy.
Por tu sonrisa parece que el examen de matemáticas te ha ido bien, me alegra mucho. La verdad es que era bastante difícil.
Por cierto, me gusta mucho cómo te queda esa camiseta amarilla. Ojalá poder llevar una yo también. Iríamos a juego.
Después de todo el amarillo es nuestro color ¿No?
Robin sonrió, dudaba que algún día llevara algo amarillo, pero sin duda le gustaba ver a Nancy vestir de ese color. A ella le encantaba, pero para su gusto era muy llamativo para vestir y no le gustaba llamar la atención.
Aun así.
¿Había mejor combinación que tu persona y color favoritos juntos?
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