Día 18
De camino al instituto, Nancy no dejaba de oír rumores sobre ella.
Intentaba ser fuerte, pero cada vez podía menos. Robin, Evelyn y Jason la acompañaban.
—Steve la ha manipulado, estoy segura— susurró Nancy—Se va a enterar.
Evelyn colocó la mano sobre su hombro para darle apoyo.
—Lo que ha hecho es horrible— opinó Jason algo entristecido.
La de ojos marrones suspiró.
—Solo hemos de hablar con ella y solucionarlo.
Robin se mantenía callada oyendo la conversación, no podía dejar de pensar en Nancy.
Evelyn hacía esfuerzos por no decir la verdad, sabía que Jennifer lo estaba haciendo por el bien de ambas, pero aun así le dolía lo que le había hecho a Nancy. Era esa clase de persona.
—¿Podemos ir directos a clase? No quiero ver a nadie.
Todos asintieron ante las palabras de Nancy y comenzaron a caminar por los pasillos.
Nancy tenía las miradas sobre ella, Steve reía con sus amigos.
—¿No tenéis nada mejor que hacer que mirar a Nancy?
La voz de Jennifer atrajo a la multitud, en cuestión de segundos todos dejaron de mirar a la de ojos azules para mirarla a ella.
—¿Sabéis esas fotografías cutres de ayer? Steve las colocó, porque Nancy rompió con él y como eso rompió su frágil masculinidad decidió colocarlas. Encima ¿Sabéis qué hizo? Me amenazó para que le ayudara.
La de ojos verdes explicó aquello con mucho dramatismo, incluso algunas lágrimas bajaron de sus ojos.
Los que la escucharon la creyeron y miraron a Steve como si fuera un criminal.
—Así que si sois amigos de Steve Harrington, y sobre todo si sois chicas. Tened cuidado, por favor. Es un monstruo.
Jason no podía dejar de mirarla, Robin miraba a Nancy, Nancy sonreía y Evelyn entreabría los labios.
—Esa es mi chica...— susurró con una leve sonrisa.
Sin duda los rumores de Nancy cesaron, toda la atención estaba en Steve, y en cuestión de segundos, todos estaban en su contra y lo acusaban.
Mientras todos lo abucheaban, Jennifer se fue y este la siguió con descaro llevándola a una de los rincones del lugar, para que nadie les viera.
—¿Qué estás haciendo, Jennifer?
Estaba furioso. En cuestión de segundos había puesto a todos en su contra.
—Me da igual lo que hagas. Nadie te va a creer, no tienes pruebas. Ni siquiera les caes bien a la mayoría de aquí ¿Pero sabes que tengo yo? Una sonrisa bonita y una voz que hace que todos me crean. A ti no, Stevie, a ti no te van a creer— una sonrisa provocadora se posó sobre sus labios.
Steve la cogió de la muñeca apretándola con fuerzas. Frunció el ceño. Jennifer le había pillado con la guardia baja.
—Ayer fui débil, fui una cobarde, pero no pienso hacerle daño a nadie más.
—Vas a enterarte.
—Inténtalo.
El castaño gruñó. Levantó el puño, este le temblaba.
Desvió la mirada al escuchar un ruido, así que Jennifer aprovechó la distracción para empujarle contra el suelo. Steve gimió de dolor.
—No me toques, no toques a Nancy, y ni si te ocurra volver a mencionar el nombre de Evelyn. Te aseguro que como vuelvas a mencionar su nombre, yo Jennifer Reyes, acabaré contigo Steve Harrington.
La de ojos verdosos se levantó. Steve hizo lo mismo con la respiración agitada.
De pronto, Nancy y Evelyn aparecieron por la esquina, haciendo que Steve saliera de allí con rapidez.
—¡Jen!— Evelyn suspiró aliviada—¿Estás bien?
La de ojos marrones se abalanzó a abrazarla, estaba realmente preocupada.
Nancy las observaba con una sonrisa. Fue a abrazarla también, y todos se unieron.
—¿Qué le has dicho a Steve para que saliera corriendo de esa manera?— preguntó Evelyn.
—Nada, pero parece que las clases de artes marciales del año pasado me han servido para algo.
Nancy rio para mirar a su mejor amiga.
—Estás loca, Reyes.
—Solo estoy arreglando todos los errores que he cometido— dijo ella mirando de reojo a ambas chicas—Lo siento mucho, de verdad. Espero que podáis perdonarme.
Evelyn la miró con una sonrisa. Jennifer sonrió desviando la mirada.
Al final del día, Nancy se dirigió a su taquilla esperanzada de leer la nota de hoy.
He visto lo que ha hecho Jennifer. He de decir que cada vez me cae mejor. Los rumores hacia ti han cesado, supongo que la habrás perdonado, después de todo todos merecemos segundas oportunidades.
Intentaré ayudarte desde la distancia, siempre lo haré.
Me gusta que estés feliz. Por cierto ¿El amarillo puede ser nuestro color?
Nancy sonrió mirando hacia el techo.
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