64 (Especial)
JungKook caminaba temeroso a su casa. A pesar de haber pasado un momento sumamente agradable con TaeHyung, la angustia que sentía no parecía querer desaparecer, y eso le molestaba.
Una vez más tendría que soportar a su padre.
Una vez más estaría en su territorio.
Una vez más tendría que fingir ser alguien que no era.
Entró a su casa y miró a todos los lados esperando no verlo. Suspiró cuando notó que fue así.
JungKook recordó entonces, todas las emociones que tuvo cuando TaeHyung lo abrazó, y no pudo evitar sonreír sintiéndose un tonto por hacerlo. Ya había llegado al límite, ya ni siquiera le importaba lo que era correcto o lo que no.
Solo sabía que TaeHyung lo hacía sentirse único. Y eso le gustaba.
—¿Por qué sonríes de esa manera? —por arte de magia, la atmósfera agradable que él había creado, desapareció en menos de un segundo. El padre de JungKook había salido de la cocina con una cerveza en la mano y una revista en la otra, tenía una mirada curiosa que ocultaba detrás de su ceño fruncido, y observaba a JungKook fijamente como si estuviera buscando algún síntoma que delatara nervios.
Pero JungKook no estaba nervioso. Estaba asustado.
—No estoy sonriendo. —se atrevió a decir. A pesar de todo el temor, quería lucir como alguien fuerte. Estaba cansado, muy cansado. Ahora solo esperaba a que llegara el viernes para que su madre viniera y entre ambos buscar una solución, o en casos extremos, irse con ella de una vez por todas.
JungKook necesitaba a su mamá. La necesitaba mucho.
—¿Estás diciendo que estoy ciego o algo parecido? No me busques, JungKook. No creo que quieras otra golpiza como la de ayer. —el nombrado negó con la cabeza y agachó la mirada sintiéndose nervioso.
—N-No... —susurró.
—Así me gusta, que seas un niño obediente. —El papá del muchacho se acercó a darle una pequeña caricia en su cabeza como si estuviera felicitándolo por una buena acción. JungKook sintió asco.
El chico se alejó y comenzó a caminar para poder dirigirse a su cuarto lo más pronto posible.
—¡Espera! —llamó su padre. JungKook se detuvo abruptamente. —Ya no estás hablando con ese gay de mierda, ¿cierto? Ese que era tu amigo.
—Que no es gay... —susurró JungKook mintiendo, pero antes de que su padre pudiera decir algo, decidió responder a su pregunta. —Y no... él y yo ya no hablamos.
El padre asintió y se acercó a él lentamente, como si estuviera analizando esa respuesta. Al final, cuando ya estuvo lo suficientemente cerca, dejó un golpe en la mejilla de JungKook, golpe que el muchacho no pudo prevenir.
—¡¿Por qué me mientes de esa manera?! ¡¿Crees que no sé de tus movimientos y todo lo que haces?! ¡Vete a tu cuarto! —JungKook, aún algo aturdido, tomó rápidamente su mochila y se dirigió a su habitación.
Ya dentro, se desplomó en su cama y comenzó a llorar sin querer hacerlo realmente. Solo deseaba que toda su pesadilla acabara pronto. Sentía que ya no podía más.
Con un fuerte dolor en el rostro y con un gran nudo en el pecho, logró quedarse dormido.
🎀
La puerta sonaba fuertemente, tal vez demasiado.
JungKook se levantó con un dolor de cabeza, y comenzó a preguntarse quién podía ser esa persona que tocaba la puerta con desesperación y hasta con aparente enojo.
—¡Ya voy, maldita sea! —JungKook escuchó a su padre gritar, y posteriormente dirigirse hacia la puerta para después abrirla.
Lo primero que se escuchó fue una fuerte cachetada.
El chico se extrañó demasiado, por lo que salió de su cuarto, y bajó rápidamente las escaleras para llegar a su destino. Cuando finalizó su recorrido, se quedó helado.
Mina estaba ahí.
¿No se suponía que llegaba el viernes?
—¿Minari? ¿Q-Qué se supone que estás haciendo aquí? —el padre de JungKook había tomado una postura algo sumisa al ver a su esposa frente a él. Se sobaba la mejilla debido al dolor que estaba comenzando a aparecer producido por la cachetada que la señora le dio, pero nada de eso le importaba, ahora solo quería saber la razón de que su esposa estuviera allí.
—¿En serio vas a preguntarme eso? —Mina notó entonces que su hijo estaba ahí. Rápidamente fue a abrazarlo. —¡Bebé!
—¿Mamá? —JungKook aún no salía de su ensoñación. Seguía sin creer que su mamá estuviera ahí, abrazándolo fuertemente, con cariño, ese cariño que no sabía que necesitaba desde hace tiempo.
—Bebé, aquí estoy. — ella notó su rostro. —Dios mío... —susurró. Entonces recordó las palabras de TaeHyung . —Cariño, alza las mangas de tu abrigo.
JungKook obedeció, y Mina quiso llorar cuando notó los brazos de su pequeño cubierto de algunos moretones, algunos ya a punto de borrarse, algunos recientes.
Un jodido desgraciado había golpeado a su pequeño. ¿Cómo no pudo prevenirlo?
¡Era una pésima madre!
La mujer se acercó a su esposo, y aunque estaba tentada a golpearlo de nuevo, esta vez no quería dejarse llevar.
—¿Cómo pudiste tener la osadía de golpear a tu propio hijo? ¡Estás loco!
—¡Tu hijo está enfermo! ¡Habla con un jodido homosexual! —gritó el padre de JungKook, comenzando a exaltarse.
—¡El único enfermo aquí eres tú, estúpido! Pero créeme, lo permití una vez, cuando JungKook era pequeño, porque creía que tenías razón. Pero ya no más, ¡ya no más! ¡¿entiendes?!
—¡Tú no puedes decirme como corregir a mi hijo!
—¡Pues también es mi hijo, y yo no voy a permitir que lo sigas maltratado a tu antojo sencillamente por tu mente podrida! ¡Eso se acabó, ChanYeol! ¡Ya no más!
—¿Ah sí? ¿Y que piensas hacer al respecto?
Mina miró desafiante a su marido, y acto después dirigió su mirada hacia JungKook, se la veía muy decidida.
—Kookie, ve a tu cuarto y haz tus maletas. Te vienes conmigo. —El chico estaba algo atónito, pero no perdió más tiempo y regresó a su habitación dando grandes pasos.
¡Al fin se iría! ¡Al fin su pesadilla terminaría!
Es aquí cuando ChanYeol sintió el terror venir.
—E-Espera... ¿Qué estás haciendo? T-Tú no puedes irte. Estás loca. —Se acercó a Mina e intentó tomarla del brazo, mas ella se apartó bruscamente.
—No voy a tolerar tus actos ni un segundo más. Voy a poner una denuncia en tu contra y nunca más volverás a acercarte a JungKook ni a mí. Te voy a destruir tal como tu querías destruir mi vida y la de mi niño.
—N-No... tú no puedes dejarme. No lo hagas... t-tú y yo podemos corregir juntos a JungKook... solo no te vayas. Yo te amo. —ChanYeol comenzó a balbucear palabras que Mina pudo haber creído en el pasado, pero ahora, solo las sentía ridículas.
—¿Estás consiente de lo que estás diciendo? No hay que corregir a JungKook. Él es un chico increíble, un chico que estuvo a punto de seguir tus pasos, pero que al final recapacitó; eso es algo que a ti te falta por hacer. ChanYeol, te amé como no tienes idea, pero por seguir tus putos ideales, me perdí en un oscuro laberinto y dejé a la deriva a una de las personas que más amo en este mundo, mi hijo. Si de verdad me tienes un poco de aprecio, ve y busca ayuda después de que saldes tus cuentas con la ley, porque realmente la necesitas. Ahora solo tienes que olvidarte de mí y de JungKook, y nunca, pero nunca, acercarte a nosotros... —Mina se acercó, luciendo sumamente intimidante. —... porque no sabes cómo puedo responder y de lo que soy capaz de hacer si veo a JungKook sufrir de nuevo, ¿entendiste?
Se alejó y sonrió al ver a JungKook acercarse con una pequeña mochila. Tenía la mirada agachada, pero una sonrisita brotaba en sus labios, realmente se lo veía aliviado por tener que dejar ese lugar.
—Así que solo espero que recapacites, ChanYeol, porque ahora mismo, eres una persona que deja mucho que desear. —Enfocó su mirada en JungKook para acto después tomar su mano. —Vámonos, Kook. Dejemos esta prisión.
Ambos salieron por la puerta siendo perseguidos por ChanYeol, quien ahora se veía muy molesto y herido.
—¡Te vas a arrepentir, Mina! —comenzó a gritar sin importarle ser escuchado. —¡Vas a querer regresar y yo ya no estaré para ti! ¡¿Me oíste, zorra?!
—¡Zorra tu jefa! —gritó Mina ingresando a su auto en compañía de JungKook. Comenzó a andar dejando poco a poco de escuchar todos los gritos que aquel hombre soltaba. Ahora ya no había vuelta atrás.
La mamá de JungKook condujo hasta llegar a un pequeño parque. Se estacionó y soltó un suspiro de alivio; acto después, se acercó al muchacho y comenzó a abrazarlo tan, pero tan fuerte, que JungKook pensó que iba a asfixiarse. Sin embargo, se encontraba sumamente feliz.
—Perdóname mi niño. En serio, lo lamento, lo lamento demasiado. —Mina comenzó a llorar, y JungKook , en respuesta, solo la abrazó más fuerte.
—No hay nada que perdonar, mamá. Gracias por estar aquí.
Al fin se había librado de aquel lugar tormentoso, y ahora podía dedicarse a algo que debió hacer desde hace mucho.
Ser feliz.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro