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•C o l o f ó n•

Subo a la camioneta con pesadez. Mi madre me mira con dolor, mientras que mi padre ni tiene puesta su mirada en alguna de nosotras, no me sorprende ya. Tengo que empezar a acostumbrarme de que nadie se fija en mí como Jorge hace. Su mirada siempre es cálida, muy diferente a todas las demás que acostumbro recibir. 

—Hija, ¿estás bien? —pregunta mi madre, sacándome del trance.

Bufo con sarcasmo y respondo lo más sincera posible.

—Claro mamá, me alejas de mi país natal; no, el que yo creía fue donde nací. También me alejas de mis amigos y de colmo, me estás alejando de la única persona a la que de verdad le importo —Agacha la mirada y trato de mantener mi compostura, cosa que no logro—. Si tan solo me hubieras dicho que perdí la memoria en ese accidente. ¡Venga ya! ¡Que no es difícil decir la verdad!

—Tú no lo entenderías —responde en un susurro.

Bufo y resignada pongo mi cabeza en la ventana, no me importan los golpes que mi cabeza recibe mientras el carro avanza, aunque sí que duelen. El camino al aeropuerto es aburrido, aunque a la vez devastador. El sonido del carro avanzando sólo me hace volver una vez más a mi realidad, la que tanto odio en estos momentos. Supongo que ya no veré a Jorge nunca más.

¡Oh, rayos! Él me dio una carta, rebusco en mi casaca y la encuentro. Abro el sobre y me quedo sorprendida por lo que dice:


Esto es triste, demasiado triste.

Nunca puedo hacer que te quedes a mi lado... Ahora bien, si te preguntas el porqué de que abrieras esta nota el día en el que estés en camino al aeropuerto, es porque te estaré esperando ahí.

Por nada del mundo olvides que siempre estaré para ti.


Doblo la carta mientras la guardo en mi bolsillo y sonrío inconscientemente.

—¿Y ahora por qué sonríes? —resopla el idi-. Mi padre, al parecer ahora sí notó mi existencia.

—Porque sí.

Dicho eso lo ignoro y me fijo en el camino esperanzada en que Jorge venga, ojalá no me defraude. ¡¿Pero qué digo?!

Yo sé que no estoy sola.

Luego de lo que parece una eternidad, finalmente llegamos al aeropuerto. Abro la puerta del coche y no espero a mis padres. Yo sé que es una falta de respeto no esperarlos ni ayudarlos con las maletas, pero después de todas las mentiras que me han dicho, no me importa haber cometido esta falta.

Empiezo a caminar en medio de tanta gente hasta que logro visualizarlo. Tiene mis segundas flores favoritas, sí, margaritas. ¿Es que acaso no estaban mis favoritas? ¿Tan difícil es conseguir orquídeas?

Entonces recuerdo que será la última vez que lo vea, así que dejo de pensar en eso y me lanzo a sus brazos.

No sé cuánto tiempo habrá pasado, pero es que sus abrazos son tan cálidos, todo en él es cálido. Luego de un rato me suelto y lo miro, sucediéndome de nuevo el hecho que no sé qué hacer ni cómo actuar cuando estoy a su lado. Me siento vulnerable.

—Siento no haber conseguido orquídeas, pero es que no tenían. —Se encoge de hombros y sonríe.

—No importa, son perfectas —digo agachando la mirada.

—¡Kiara!

Un grito me alarma, pero luego me doy cuenta que solo es mi madre viniendo hacia acá.

—¿Qué? —resoplo.

—En veinte minutos nos vamos, despídete rápido. —Le lanza una sonrisa fingida a Jorge y se va.

Jorge y yo nos vamos a los asientos. Me preparo mentalmente para lo que viene.

—¿Cómo estás?

Me sorprende la simpleza de la pregunta.

—¿Solo preguntas eso? —suelto un suspiro y frunzo el ceño—. Pensé que me pedirías más explicaciones.

—Sí, eso haré. Pero creo que es más importante saber cómo estás emocionalmente.

—¿Cómo crees qué estoy?

—Espero estés bien. Vas a conocer otro lugar, tienes que estar feliz. Nos volveremos a ver, de eso no cabe duda. Ojalá soluciones muchas cosas.

Sonríe y agacha la mirada. Pareciera que hablar de esto le duele.

—Pero...

—Nada de peros, ni de peras —Ruedo los ojos ante su mal chiste—. Ahora sí, háblame. Explícame todo lo que crees que necesite saber, aquí estoy princesa.

No puedo evitar sonrojarme, ¡qué cursi es!

—De acuerdo, lo haré. Porque esto me está carcomiendo el alma.

Sujeta mis manos dándome la confianza que justamente necesito para hablar.

Mentalizo las palabras correctas y empiezo.

—Nunca supe que había tenido un accidente, pero siempre tenía el presentimiento de que algo malo me había pasado. Mi familia nunca fue la mejor, mis padres eran muy distantes conmigo y siempre he notado tensión entre ellos. Cuando entré a la secundaria conocí a varias personas, ellos fueron mis únicos amigos, sé que ellos no eran la mejor compañía, pero no habían salidas. Nuestra compañía era lo único que nos alejaba de los problemas que teníamos. —Respiro hondo. Odio hablar de mis problemas con las personas, porque sé que no les importa en lo absoluto; pero Jorge es diferente—. Cometí muchos errores, no me arrepiento de eso, simplemente no las volvería a hacer. Mi vida dio un cambio drástico cuando empecé a recibir cartas de un «supuesto desconocido». —Hago comillas con mis dedos—. Las primeras notas las rompía porque pensaba que era una broma, no entendía el comportamiento de aquel sujeto. Siempre preocupándose por mí, eso no podía ser posible.

Jorge agarra mi mano con más firmeza y prosigo luego del suspiro que doy.

—Aunque no lo creas, esas cartas me hicieron reflexionar sobre muchas cosas. Sobre mis amigas, mis amigos... si es que tuve alguna vez, y también sobre mi actitud. Entonces, pasó un tiempo y mi mamá se enteró de las cartas, me vio metiéndolas en mi caja favorita, tiene un decorado con líneas de todos los colores. —No pienso cuando empiezo a describirla, sale solo.

Jorge parece perdido en esos momentos, como si hubiera recordado algo.

—El que te regalé —susurra tan despacio que no estoy segura de lo que haya dicho.

—¿Qué? —pregunto.

—Cuando era niño te regalé una caja, bueno, mi mamá me la quitó porque decía que era el cumpleaños de la hija de su amiga y como no teníamos regalo al final me tuve que resignar, y darle permiso a mi mamá para regalarte esa caja —sonríe—. Siempre he pensado que esa caja era especial.

Me gustaría preguntarle a Jorge más sobre la caja, ya que también he sentido que es especial, ¿será el destino tratando de darnos pistas de nuestro pasado? Lamentablemente nos queda poco tiempo como para conversar sobre eso, ya luego le diré.

—Oh, bueno, no interrumpas —aclaro sacando la lengua y el asiente fingiendo enojo, pero al final resulta soltando una leve carcajada—. El punto es que mi mamá me peguntó quien me mandaba esas cartas, y porque siempre me decía que recuerde. Supongo que tú ya sabías que mi mamá no me había hablado del accidente —asiente—. Llamó a mi padre, el desgraciado ese nunca la pasa en casa y me vino a reclamar, a exigir que ya no aceptara esas cartas. ¡Obviamente les pedí una explicación! Pero ninguno dijo nada. Ellos sólo se miraron y se fueron de mi cuarto.

Hago una pausa y trato de hacer memoria de todo lo que me ha pasado. Trato de ser breve.

—Desde ese momento mi madre estuvo un poco más cariñosa y mi padre se encontraba ignorándome aún más. Luego empecé a recordar algunas cosas, ¡cielos! Fue como en las películas, así que fui directo con mi madre y le exigí una explicación. La hubieras visto llorar ese día, uff, fue tan trágico. Bueno, y de todo eso pasó que mi mamá se reencontró con la tuya y volvieron a hacerse amigas y ya. —Antes de seguir con mi historia recuerdo algo de suma importancia—. Y también pasó eso del beso con James.

Jorge abre los ojos sorprendidos, sé que no debería hablar de este tema, pero ya no quiero que hayan malentendidos o secretos entre nosotros.

—Kiara, no es necesario.

—¡No Jorge! Sé que primero te besé, pero es que luego él me dijo tantas cosas —Siento como algunas lágrimas amenazan con salir—, y también lo besé. Nunca pude explicarte esto a fondo, pero él y yo ya estábamos en contacto desde mucho antes, teníamos un lugar especial en donde vernos. Le contaba sobre tus cartas, pero él me dijo que de seguro eras un patán con buena labia. Hay tantas cosas que aún no sabes de mí.

Jorge acaricia mi mejilla en señal de que todo estará bien y que ya no debo de hablar.

—Bien, ya no quieres saber de esto. —Él sonríe afirmando—. Luego seguiste mandándome cartas, estábamos tan bien... pero viene mi madre y me dice que tenemos que mudarnos. ¡Venos aquí! En nuestra terrible despedida debido a esa desagradable noticia.

Jorge se toma un momento, como si estuviera asimilando todo o tratando de formular una pregunta, no sé. Él realmente es un misterio, si ni siquiera pude darme cuenta que él era el único nuevo en el salón cuando empecé a recibir las cartas, aunque tengo que admitir que eso fue mi culpa gracias a mi gran despiste.

—Aún no me queda claro por qué tu mamá me odia.

—Ah, eso. No te odia, pero creo que tu madre y ella discutieron hace algún tiempo acerca de que tu mamá nunca me contaría acerca del accidente, pero tú abriste la boca. —Me mira indignado y hace una mueca—. Mi mamá ya te ha perdonado eso, pero creo que ahora no va a perdonar que no me quiera ir de este lugar. Por tu culpa.

—¿Mi culpa? —Levanta una ceja.

—Sí, tú culpa. ¿No entiendes qué en este instante no estaría tan triste si no fuera porque tengo que dejarte? ¡Nunca tuve amigos realmente! Tú eres y siempre has sido mi salvación.

Sonríe curvando esos labios que me encantan. Me suelta las manos y rápidamente me besa, sé que no es la primera vez que nos besamos, pero cada vez que lo hace logro sentir una gran paz conmigo misma. Separamos el beso por motivos de oxígeno y me siento más liviana, porque al fin pude desahogarme con la persona más importante para mí.

—¿Ahora me dirás cómo llegaste a mi colegio? ¿O cómo es que pudiste reconocerme después de tanto tiempo? —Sus mejillas se encienden—. Deberías ser poeta, tus cartas eran tan románticas que por poco y vomito arcoíris.

—Ya basta, esto es un poco vergonzoso. —Se sonroja por completo, logrando parecerse a un tomate.

Nos miramos y rompemos en carcajadas. Un grito nos alarma.

—¡Kiara, nos vamos! —Mi madre está mirándonos como si estuviera enojada. No comprendo, una madre debería estar feliz de la felicidad de su hija.

Veo como lentamente se acerca, así que prefiero usar mis últimos minutos viendo a Jorge.

—Cuando te vuelva a ver, te explicaré algunas cosas. —Sonríe apenado—. No sabes cuánto te voy a extrañar.

Besa mi frente.

No puedo hablar, mi garganta se ha secado, así que lo único que logro hacer es abrazarlo.

—¡Kiara! —Mi madre rompe nuestro abrazo y empieza a alejarme de él sujetando mi muñeca. Esto es injusto, pero en estos momentos sólo me queda aceptar este destino. Me recuperaré, por Jorge y por mí. Porque mis padres no me ataran toda la vida, por supuesto que no.

Alzo mi mano y me despido de Jorge con lágrimas en los ojos. ¿En qué momento empecé a llorar?

—Esto no es un adiós, es un hasta luego, querida Kiara. —Me doy cuenta que ambos nos parecemos a esos protagonistas que se despiden en los aeropuertos mientras lloran a mares. Pero la realidad supera a la ficción. Esto duele más que verlo, es algo inexplicable.

Ahora solamente espero que nos volvamos a ver, aunque sea en los sueños...

Porque su sonrisa siempre estará en mi mente.

Notas finales

Estimados lectores, aún no hemos llegado al final.

Lo que intento decir es que sí, Querida Kiara está oficialmente concluida, o al menos esta parte de la vida de Jorge y Kiara. Aquí aprovecho en aclarar que en caso hubieran confusiones o escenas que ustedes no hayan captado, siéntanse cómodos de preguntarme mediante comentarios. Yo encantada de resolver sus dudas. ♡

Volviendo a un inicio, les anuncio que: ¡Hay una secuela de esta historia! Tenemos para rato; y es que la última parte de esta bilogía, denominada "Memorias Queridas" la encuentran en mi perfil, titulada Querido Jorge, tratándose de la continuación con nuevos personajes, romances, pero por supuesto guardando relación con nuestra pareja favorita. Si revisan el capítulo 37 de la presente obra, entenderán un poquito más, así que ojito crítico con mis escritos y ábranse a interpretaciones.

No se olviden de ir a conocer sobre el misterioso pasado que comparten estos personajes, dejen que la curiosidad corra por sus venas y disfruten. Entonces, no me despido, solo dejo un hasta pronto. Infinitas gracias por acompañarme en esta travesía y espero sigamos juntos. ❣

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