36 De un año a dos
Bianca dejó la carreras, no necesita más adrenalina en su vida, ya corrió en todo lo habido y por haber, hasta una vez hizo carrera de helicópteros, eso definitivamente cubre todo el plano. Lo único que sigue haciendo es probar autos para las marcas, con su prótesis nueva y bastante funcional, también sigue yendo a buscar a Francesca por la empresa.
Francesca le dejó a sus hermanos la empresa familiar. Aunque fueron unos cobardes de mierda, le retiraron los cargos, sus familias vivían de los ingresos de la empresa, eso sí, perdieron a casi todos los contactos que las mujeres habían hecho y quedaron al borde del precipicio de nuevo. Francesca fundo su propia compañía, dedicada al cuero, como lo había trabajado su familia hacía generaciones, y con gran cantidad de empleados que decidieron venirse a trabajar con ella. Para abrir su compañía vendió gran parte de lo que había adquirido con los años, más su esposa invirtió sus ahorros en ella, que decide cómo cobrarle a solas. Sigue en sociedad con los Rossi, tiene menos cantidad de acciones, pero con la parte también de su esposa, definitivamente no se van a quedar en la calle o morir de hambre.
—Bueno amor vamos que se nos hace tarde para la boda de Abi y soy la dama de honor, bueno ¾ de dama —ve su prótesis.
—Manejo yo —le dice Francesca— no quiero que la calle sea tu pista de carreras.
—¿No te parece gracioso que se terminó casando con Montserrat, la rubia que conoció metiéndose en una boda ajena? Definitivamente la vida es bastante irónica.
—Bueno nosotras no caímos muy lejos, no nos soportábamos al principio, pero te transformaste en mi campesina favorita —Bianca muerde su labio inferior.
—Habló la adefesia que me odiaba y llegó dándome ordenes —ambas ríen—. Tienes que ser más suave con el arnés un día de estos me vas a dejar coja.
—Pero puedes disimularlo bastante bien, nadie va a preguntar porqué caminas raro y anoche no te escuché quejarte, cuando me pedías más duro y rápido. Quién diría que serías tan pasiva en la cama.
—¡Francesca! —la reprende—. Es porque eres demasiado dominante y antes de que pueda hacer algo me estás dejas sin aliento y gimiendo tu nombre.
—Bueno si quieres puedo ser más… versátil, porque pasiva no es una posibilidad.
Ambas ríen y salen rumbo a la boda.
Alessio al igual que Walter Lockwood y Chester, siguen presos por intento de homicidio, y homicidio culposo de quiénes murieron. Fabricio cumple su sentencia saliendo en 8 meses más, se redujo gracias a su colaboración con la evidencia. La madre de Francesca al igual que su familia, cortaron todo contacto con ellas, algo que no supuso un gran cambio en sus vidas, ni las afectó. Por la parte de Bianca su madre se puso en pareja con Antonio un panadero que la enamoró primero peleando en la cocina y luego ambos fueron cediendo. ¿Será que enemies to lovers lo llevan madre e hija en la sangre?. Él la trata muy bien y viven juntos, también se lleva mejor con Jean Carlo y los sobrinos de Bianca la han adoptado como una abuela, aunque no pierde las esperanzas de que su única hija algún día le de nietos, tanto es así que hasta ha tejido conjuntitos de bebé por si algún día eso pasa y quizás para eso, no falta mucho.
Un mes después.
—En un par de meses cumpliremos dos años de casadas —Bianca mira la alianza de su esposa— me encantaría renovar nuestros votos y que uses este anillo —abre una caja de terciopelo rojo—, lo escogí para ti hace tiempo y es uno que compré amándote como lo hago ¿Qué me dices?
Francesca dibuja una gran sonrisa y sus ojos azules brillan, mirando a su esposa.
—Claro que sí. Después de todos modos nuestro contrato era por un año y excedimos casadas ese tiempo —la abraza por el cuello —. Como me encanta decirte lo mucho que te amo en voz alta. Disfruto mucho nuestra segunda oportunidad.
—En realidad es como la tercera oportunidad, porque alguien que no voy decir el nombre, pero voy a besar —la besa— me rechazó la primera vez —Francesca sonríe.
—La tercera es la vencida según dicen.
Mira a su esposa con picardía bajando las manos por su cintura e introduciéndolas adentro del vestido que va subiendo poco a poco acariciando sus piernas. La besa y muerde su labio inferior llevándola hacía atrás la acorrala en la mesada y le baja de a poco las bragas, pero una mano la detiene.
—¿Qué haces? La gente está por llegar.
—Solo una probadita, falta un rato —se acerca mordiendo su cuello dejándole unos besos— regalo de cumpleaños.
—¿Para ti o para mí?
—Ambas —sonríe, la besa y se aleja de ella mordiéndole el labio— tu regalo adelantado de cumpleaños —Bianca gime— yo te siento muy dispuesta —sus bragas llegan al suelo y rápidamente sus dedos tocan la intimidad mojada de la piloto que gime.
Jamás ha podido negarle a su esposa nada, ni siquiera cuándo la detestaba y no va a comenzar ahora, así que no se niega y deja que la pelinegra la pruebe y haga con ella lo que quiere… como siempre. Tocan el timbre justo a tiempo, que Francesca termina su labor, se para rápidamente lamiéndose los labios y los dedos, se agacha y le coloca las bragas a su esposa ayudándola a bajar de la americana. Le da toallas de papel, para ella ir al baño y a cambiarse su blusa, Bianca se seca rápidamente y va a abrir la puerta a los invitados. Francesca vuelve a limpiar la americana de cualquier rastro de Bianca que pueda haber quedado.
—¡Feliz cumpleaños!
Aparece un montón de amigos y familia en la puerta, con globos y regalos.
—Fran te hacen limpiar —dice Montserrat entrando con su esposa Abigail de la mano.
—¡Tía Fran! —la saluda con un gran abrazo Demian, que es el hijo de ambas mujeres al cual adoptaron.
—Hola mi principe.
—Es que yo estaba comiendo y queriendo derramé comida, así que toca limpiar —se ríe, su esposa la mira poniéndose roja—. Pasen los esperábamos ¿Y Simba?
—Ahí viene, enojado porque dice que lo trato como un niño —la rubia a su lado se ríe— y la dije que cuándo diga la palabra “envergadura” sin reírse lo voy a considerar un adulto —aparece Simba riéndose a su lado—, ves sigue siendo un niño.
—Pero es que… —hace puchero— me iré a jugar con los niños a la play entonces.
Todos llenan el hogar de las chicas, todo son risas y murmullo de conversaciones, las mujeres e hijos de Fabricio y Alessio han sido invitadas, ellos no tienen la culpa de las decisiones que de los hombres tomaron y la familia no ha dejado a la deriva a esos niños con sus madres económicamente, bueno excepto la esposa de Alessio que es gerente en el banco y quién prefiere mantenerse apartada de la familia de su exmarido, ya que en cuánto supo lo que hizo le mandó los papeles de divorcio.
Bianca se ha adaptado a su prótesis y su realidad mejor de lo que todos esperaban, ella se enfocó en lo que le quedaba y no en lo que había perdido, la única que la deja coja porque se la coge, es su propia esposa, pero solo cuándo se emociona demasiado.
Francesca y su suegra se llevan de maravilla, han demostrado ser muy unidas, Bianca las mira y sonríe al ver que las mujeres más importantes de su vida están bien y se llevan bien.
—Deja de complotar con mi madre.
—Hablabamos de nuestra persona en común —la abraza por los hombros—. Estoy feliz que un día como hoy hace 60 años llegaras al mundo.
—Tengo 30 exagerada —ambas ríen—, tenemos la misma edad.
—Nooo osea que si me quedo embarazada a esta edad, ¿no sería un embarazo adolescente? —Bianca niega con la cabeza riendo.
—¿Quieres que tengamos un bebé? —Francesca sonríe y traga desviando la mirada. La verdad es que uno de sus sueños siempre había sido ser madre, pero sabe que el Bianca no algo inmediato—. Amor —su esposa le devuelve la mirada.
—Tú no quieres hijos y yo respeto eso.
Desenlaza los brazos e intenta irse, pero Bianca la trae de nuevo hacia ella metiéndose ambas al armario de la limpieza, y prende la luz encima de ella, Francesca tiene los ojos llorosos.
—Lo estuve pensando y ya no corro carreras, ahora estoy más en casa y solo pruebo prototipos de autos, podré estar más tiempo y no tendrías el miedo constante de que muera en un accidente.
—¿Qué quieres decir?
—Que me encantaría ver a uno o dos mini tú, corriendo por la casa.
—No quiero que lo hagas porque yo quiero o…
—Es porque yo también quiero, no me siento presionada, yo quiero esto, estamos bien, económicamente y estoy viva, casada con la mujer que amo. Es el lugar y el momento. Aparte tenemos muchas habitaciones para llenar y te prometí un día que cumpliría nuestros sueños.
Francesca la mira sin poder creérselo, van a ser mamás, bueno faltan un par de pasos para eso, pero su esposa también quiere lo que ella tanto anhelaba y eso le llena el alma.
—Okay vamos viendo mi amor, primero uno —ambas ríen y la puerta se abre de golpe.
—Aquí estaban —dice María abriendo la puerta—, adentro del armario de limpieza.
—Y las dos juntas —aparece Abigail a su lado—, no me digan que hacían cosas gays ahí dentro, pero si ya sabemos que son demasiado homos, no vivan su amor en el encierro chicas —su esposa le pega en el hombro riéndose.
—Las buscábamos para cantar el feliz cumpleaños.
Salen del armario felices y compartiendo la complicidad, de agrandar la familia en un futuro. Abigail por hacerse la graciosa va a ser la madrina del bebé que piensan tener, aunque será más un premio que un castigo para ella.
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