35 Tercera oportunidad
A Bianca le llevó un tiempo acostumbrarse a su cuerpo. La extremidad que le faltaba a veces parecía picarle y es el síndrome del miembro fantasma, algunas veces también le ha dolido demasiado el muñón y se ha despertado llorando algunas noches, mentiría sino admitiera que extraña por muy extraño que suene a su pierna. Pero quizás lo que extraña de eso no es en sí a la pierna, sino más bien a la libertad e independencia que tenía para moverse sin la ayuda de nadie.
—Amor, amor despierta —Bianca abre los ojos de golpe— tenías una pesadilla —la castaña se destapa y ve que no tiene la pierna.
—Estoy bien, es solo... —suspira—. Te amo —se apresura en decirle.
—Lo sé, también te amo.
Siempre que tiene la misma pesadilla del accidente, al despertar ve a Francesca asustada a su lado y lo primero que le dice es que la ama. La pelinegra la abraza fuerte y la besa hasta que el corazón de la piloto deja de latir acelerado. Ella se levanta tomando las muletas para ir al baño, tan solo ha pasado una semana desde el alta y la prótesis aún no llega, de todas maneras. Se sienta en el inodoro, ve su muñón como cada día y piensa que la sacó bastante barata, su pierna por seguir viva es un boleto que pagaría de nuevo si eso le asegurara que estaría al lado de su esposa y su madre otra vez.
—¿Estás bien? —vuelve a acostarse al lado de Francesca que se acerca a ella para preguntarle.
—Estoy bien —toma sus manos— volvamos a dormir, perdón por despertarte.
—No me importa que me despiertes amor —acaricia su mejilla besándola— estás aquí conmigo. No te perdí.
—No, no me perdiste.
Luego de su vuelta algunas cosas le seguían costando a Bianca, cómo perdonar a sus hermanos, a Bean y a Chester. Con su esposa en la cama tuvo que acomodarse y adaptarse a sus nuevas proporciones físicas, y aunque ahora Francesca tiene más cuidado, la sinergia sexual entre ellas sigue estando.
Ella intentó volver a su equipo y a manejar en las carreras, pero ahora no se sentía segura corriendo en pistas. No es la primera vez que tuvo un accidente, o que pilotos morían en las pistas, pero fue la primera vez que vio de primera mano o pierna cómo dice ella, el riesgo de que un accidente le quitara la vida. No quería que su madre enterrará a su única hija, y que su esposa quedara viuda.
—Te amo —se acerca a la pelinegra que riega las plantas en el patio usando su prótesis—. Te lo diré cada día. —acomoda su rostro entre el hombro y el cuello de la empresaria, mientras se mecen un poco
Bianca ya vivió la vida de emociones que había querido corriendo en auto por años, ahora la paz no le sentaba mal, no son días aburridos con su esposa a su lado, sino más bien días tranquilos dónde ambas pueden disfrutarse a en la compañía de la otra.
—También te amo Rossi. Abigail viene con Montserrat hoy y Demian. Se quedarán a dormir en los cuartos de invitados y mañana tu mamá me va a enseñar a hacer pastas caseras, así te las cocino. Seguramente que…
—Lockwood eres demasiado organizada ¿no te parece? Tienes que ser más espontánea cariño. Seguro ya organizaste todos los días de esta semana —la pelinegra abre y cierra la boca porque es cierto.
—Si te organizas te puedes anticipar a lo que venga.
—Amor la vida es lo que sucede, mientras tú haces planes. Somos la viva representación de eso. ¿A que te sorprendió bastante la vida conmigo?
—Y se lo agradezco cada día.
—Dejemos que las chicas lleguen y vamos viendo a medida que los planes surjan —se acerca y la besa—. Relájate un poco y disfrutemos del momento.
—Tú siempre lo cambias todo —le dice pero no en forma de reproche.
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