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29 La boda

Hace unos meses Francesca ponía los términos para la fusión de la empresa familiar y usaba la palabra “contraer matrimonio” porque para ella, era como si fuera algo tan molesto como un gripe. Su opinión no mejoró cuando conoció a Bianca, pero dedujo que más que una gripe sería un día de diarrea, ya que estar con ella era un dolor de culo. A medida que ellas compartían cosas juntas y tiempo de calidad, a medida que Bianca fue bajando la guardia en la medida que Francesca se lo permitía y no parecía que iba a atacarla, ellas lograron acercarse, lograron ver virtudes en la otra. Se admiraban cosas en secreto, se fueron queriendo en secreto, hasta que fue imposible esconderselo a ellas mismas, o la una a la otra.

   El miedo a perder a Bianca detonó que Francesca tocara y asumiera lo que había venido queriéndose ocultarse, entonces se encontró implorándole que no se subiera a ese auto, corriendo en medio de un auto en llamas, llorando de alivio al saber que no estaba ella en peligro y con genuina preocupación corriendo a sus brazos sabiendo que ella estaba bien. Algo en Francesca había cambiado, algo con respecto a Bianca, la quiere, de verdad la quiere y ya que no tiene que fingir que no lo hace, es un alivio.

   El sentimiento en Bianca nació de manera diferente, ella fue queriéndola gradualmente, aunque muchas veces se sentía irritada por la reacción de Francesca en constante alerta y posición de ataque. Se dio cuenta que la quería, cuándo la cuidaba solo porque le nacía hacerlo y no por obligación, aunque muchas veces Francesa dibujaba la línea cavando una zanja entre ellas que dejaba a Bianca frustrada y cohibida de mostrarse amable, apartándola fuera de su círculo. Cada vez que parecía dar un paso acercándose, daba 5 hacía atrás, es que Francesca no estaba lista para que alguien la quisiera y cuidara porque que si, la mayoría de personas en su vida querían algo a cambio de ella y los primeros en enseñarle eso, fueron sus propios padres. Pero ella no podía evitar sentirse atraída hacia Francesca, hacia lo que ella le había demostrado ser cuándo bajaba la guardia, estaba fascinada con la manera de reír con soltura en un ambiente relajado, le encantaba como se tomaba siempre un momento sin importar lo que estuviera haciendo para admirar el atardecer, mientras Bianca la admiraba a ella, claro que no por mucho tiempo para no ser pillada in fraganti. ¿Cómo iba a evitar o sofocar el sentimiento de quererla? Si para cuando se dio cuenta de que lo hacía, disfrutaba demasiado tenerla cerca y hacerla feliz.

   —¿Estás lista? —le pregunta Gabe a su lado verificando que el vestido le quede bien.

   —Sí, solo estoy algo nerviosa.

   —Saldrá todo bien —sonríe él a su lado de traje celeste y camisa blanca— algo cambió ¿Verdad? ¿Qué fue, al fin te diste cuenta? —ella lo mira confundida— de que amas a Bianca —ella sonríe—. Al principio podía verlo, se les notaba por más que fingieran, no se soportaban.

   —Ay Gabe que cosas dices —ella se coloca los zapatos intentando negarlo.

   —Pierre no quería trabajar con ustedes, yo insistí, sabía que mi ship sería canon. Es una buena mujer Francesca —le toma la mano— Bianca tiene un corazón enorme y también se nota que te ama —sus ojos se llenan de lágrimas—. No, no que se arruinará el maquillaje —se levanta y va por algo para darle aire.

   —¿De verdad lo crees? Que ella me ama.

   —Cariño —la ayuda a pararse y le da el ramo— se le nota en la mirada. Esa mujer esta perdidamente enamorada de ti —ella sonríe— ahora vamos que tu futura esposa estará esperando —le ofrece su brazo.

En otra habitación Bianca camina nerviosa de una punta a la otra, su madre ya pasó a verla para darle la bendición, pero con cada segundo que pasa estando más cerca de unirse en santo matrimonio con Francesca, ella se pone cada vez más nerviosa. Pierre la observa entrar en pánico e hiperventilar, entonces decide intervenir antes de que a una de las novias le de algo. Le parece algo curioso que esta misma mujer pueda correr curvas y contra curvas peligrosas en cualquier terreno o vehículo que se le de para manejar y esté tan nerviosa por casarse.

   —Necesito una toalla, no puedo transpirar tanto ¿Esa cosa está prendida? —señala el aire acondicionado, toma la toalla del baño se seca debajo de las axilas, mientras se tira aire y vuelve a colocarse antitranspirante—. Abriré una ventana —se acerca y no puede abrirla.

   —Déjame a mí —le dice Pierre tranquilo y entra una ráfaga de aire helado— ¿Qué te tiene tan nerviosa?

   —No estoy nerviosa, solo tengo calor, hace calor.

   —Está nevando afuera Bianca y esta habitación no tiene ni siquiera encendida calefacción, ahora ¿Vas a decirme?

   Ella traga y da unos pasos relajando los brazos, luego se suena los dedos, estira su cuello moviendo de arriba a abajo los hombros y toca el dije de la cadena que su madre le ha regalado nerviosa.

   —Tengo miedo que se de cuenta que no estoy a su altura y salga corriendo, que tenga que tomar un auto y seguirla, antes de que tome un avión y salga huyendo, dejándome plantada, dejándome atrás para recoger los pedazos que queden de mí.

   —Has visto demasiadas películas. Eso no va a pasar por un simple y sencillo motivo —ella lo ve de reojo y él se acerca a tomarle la mano—, porque tú mereces ser amada y ella te ama. Quizás se tardaron un poco en darse cuenta de eso —él le sonríe— y hacerlo real.

   —¿Cómo te diste cuenta? De que lo nuestro no real, antes.

   Pierre se arregla el traje completamente negro, aprieta su corbata y pañuelo, frente al espejo, luego se acerca a arreglarle a Bianca los últimos retoques en el cabello y vestido.

   —Se miraban con odio, al inicio —la mira a los ojos—. Aunque intentaban ocultarlo o negarlo, también se esforzaban mucho en demostrar que estaban juntas. Pero gradualmente cada vez se esforzaban menos en hacerlo, porque era más natural, y ahora finalmente se ven con amor. Ella te ama, no saldrá corriendo y tú la amas también, acepta ese hecho Bianca Rossi y vive en paz con la idea —le ofrece su brazo—. Vamos que tu futura esposa espera.

   La marcha nupcial comienza a Bianca le transpiran las manos mientras agarra el ramo, su padre la toma del brazo reemplazando a Pierre que se la cede con gusto. La marcha nupcial comienza y ella camina detrás de sus sobrinos más chicos que dejan un camino de pétalos para la novia de color rosa, el altar está en el fondo y ella camina enfocada en el final. Todas las miradas se enfocan en ella, ve a sus hermanos con los trajes verde oliva a su izquierda, Leo le levanta los pulgares, haciéndole seña de que vaya tranquila. A su derecha las damas de honor de parte de Francesca vestidas con el mismo color, todas iguales. Llegando al altar Pierre le acomoda el vestido y luego toma el lugar al lado de la madre de Bianca que llora emocionada, él lo ofrece su pañuelo y su hija le estira la mano, sonríen ambas. La marcha sigue sonando y voltea a ver el final del pasillo cuándo todos hacen un gesto de admiración, al ver entrar a Francesca, mientras que los niños que van primero tiran pétalos rojos que se unen en el suelo con los demás pétalos rosas. Bianca la observa con la boca abierta, está hermosa, sus ojos azules resaltan brillantes mientras comparten miradas en cuánto se ven, su hermano le pasa su pañuelo y ella ahí, solo se da cuenta de que llora. Llega al altar tomando la mano de su prometida al lado de sus damas de honor que llevan vestidos de color a juegos con los padrinos.

   —Estás hermosa.

   —Tú también —le da la mano a Bianca y se limpia las lágrimas con el pañuelo que le ofrece su prometida a su lado.

   Se ven y no pueden dejar de sonreír, es que finalmente esta boda es tan real para ellas como para las personas que ahí están presentes, sin saber que era al inicio algo arreglado. Entonces ambas caen en la cuenta de lo que les dijeron Gabe y Pierre antes, ellas se ven la una a la otra con amor y eso les basta y por ahora es suficiente.

   Dan sus votos, se colocan los anillos, se besan con ternura brindando por esta unión. Luego pasan al salón para compartir una comida con su gente, el primer baile de ellas se acerca, se colocan en el centro de la pista de baile, por primera vez como esposas. Francesa coloca los brazos al rededor del cuello de su esposa mientras la mira con los ojos brillantes, Bianca tiene las manos en su cintura y la admira, esta bellísima. A medida que se mueven la castaña toma su mano y la besa, para dejarla en su pecho cerca de su corazón, donde ella ha logrado meterse.

   —¿Eres feliz? —le pregunta la piloto.

   —Estoy contenta, la boda salió bien, todo fue como lo planeamos.

   —Amor —su esposa la mira a los ojos—, te pregunté si eres feliz.

   —Por primera vez, realmente lo soy y se siente raro, bien pero raro —la besa y apoya el rostro en su pecho—. Nuestra noche de bodas, no será tan aburrida como pensábamos que iba a ser —Bianca ríe.

   —Yo sé que empaque lo necesario para la luna de miel, en ambas maletas. Se te olvidaba llevar ropa, mi amor.

   —No la necesitaba, si de todas maneras no planeaba al principio dejarte salir de la cama.

   —Ay Dios —Bianca se tapa el rostro—. Ni vergüenza te da decir que me quieres encerrada desnuda y gimiendo.

   —No —ella se encoje de hombros—, congeniamos demasiado bien en ese aspecto para no sacarle provecho. Luego hacemos turismo.

   —Francesca —se muerde el labio inferior «te amo»—, estás logrando que me enamoré demasiado rápido de ti, no sé si podré cumplir a mi palabra de darte el divorcio en un año.

   —No lo hagas —le acaricia el rostro y coloca ambos brazos al costado de su cuello—, porque me he casado con quién quería casarme, no necesito a nadie más —acorta la distancia y la besa.

   A lo único que renunció Francesca fue la opulencia de vestido que había planeado para optar por uno que se complementara con el de su esposa, Bianca en cambio accedió a algo un poco más elaborado, así fue entonces cómo ambas coincidieron de nuevo en el camino medio que las une.

   Al llegar a casa Bianca la carga descalza para entrar, ese era uno de los sueños de Francesca y la meta de Bianca es ir tachando cosas de su lista y cumplir con todo lo que quería su esposa, la segunda cosa que tacha de esa lista es que es Francesca quien usa el arnés por primera vez esta noche estando oficialmente casadas, y Bianca supo en la expresión de ella al verla que no sería la última vez en ser Francesca quien llevara el ritmo.

   —Espera —frena la castaña a su esposa—. Quiero que hagamos algo diferente hoy, es la primera vez que vamos a estar como esposas. Yo con algo de ayuda, preparé algo.

   Entre ambas se ayudan a quitarse los vestidos y todas la cantidad de trabitas del cabello mientras Bianca deja la tina llenándose y el baño de inunda del vapor, coloca musica suave desnuda junto a su esposa caminan al baño para sentarse primero ella y luego ayudar a mujer a meterse para colocarse delante de ella. Se bañan entre caricias y aunque la temperatura y no del agua sube, Bianca haciendo el mayor uso de control frena la cosas antes de que empiecen. Esta noche quiere hacer el amor con su esposa.

   Una vez medianamente secas en la habitación, comienza besando a su esposa despacio y con delicadeza, una delicadeza casi tortuosa, se toma el tiempo de bajar por su mandíbula y ver los ojos azules casi negros, en su esposa que la pupila ha ocupado la mayor parte del iris y ella seguramente está igual.

   La lleva hasta la cama, y ambas despacio entre caricias y besos van ocupando lugar en el colchón. Entre ellas exploran sus cuerpos, con caricias como si fuera la primera vez que se tocan, como si sus manos quisieran grabar transformando cada pliegue, cada lunar, cada marca o cicatriz en sus nuevas huellas dactilares. La pelinegra agradece esto, es la primera vez que va a hacer el amor con alguien, y que mejor que su esposa.Baja sus manos tocando la intimidad de Bianca totalmente mojada, muerde su labio inferior al sentirla así por ella, ya que solo han sido besos y caricias y ambas están demasiado excitadas, pretende seguir y explorar el interior de la piloto, pero sus manos son tomadas y apartadas. Bianca baja a besos por su abdomen y entre los besos, su lengua y su cálido aliento en  la piel de su esposa, Francesca siente que va a enloquecer, la otra llega al lugar más necesitado y haciendo uso y abuso de su lengua, alternando entre succiones y lamidas, que arquean a la espalda de Francesca, quien intenta aferrarse a ella hundiendo las manos en su cabeza, recibe placer y vaya que valió la pena todo este trabajo previo. No siente el dedo que se coló en su interior hasta que ya está adentro con un segundo dedo alternando con la boca de la castaña que queda totalmente empapada el los fluido de su esposa.

   —Me toca —dice agitada pidiendo su turno.

   —Aún no termino, se paciente y espera tu turno, cariño.

   Sube a introduciendo un tercer dedo, que le arranca un gemido y antes de que Francesca pueda hacer algo más, ya está gimiendo su nombre entre las estocadas, mientras Bianca muerde su cuello y respira agitadamente robándole besos cargados de pasión y gemidos que mueren en su boca. Claro que la pelinegra se cobra que se haya saltado su turno cuando le toca a ella dejarla satisfecha, y antes de que el sol salga y ambas pierdan el vuelvo por transformar la noche en madrugada y darle paso a los primeros rayos de sol cuando finalmente sus cuerpos ya no pueden más, pero llegando ambas al último orgasmo juntas. Terminan como la primera vez que estuvieron, aunque esta vez Bianca se acerca a ella para besarla y no es rechazada, sino que es recibida con varios besos para terminar con un beso tierno y quedarse al fin ambas dormidas, una sobre la otra.

Vestido de Bianca


Vestido de Francesca

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