27 De vuelta a casa
Francesca va a recoger a Bianca al aeropuerto, ella dejó a su compañero para correr la última etapa de la carrera y volvió a Italia para casarse en unos días. Con los bolsos acuestas camina por el aeropuerto, en cuanto ve a Francesca que se acerca, la besa y alza quedando la de ojos claros con las piernas aferradas a su cintura.
—Te extrañé muchísimo —le dice Francesca.
—Bueno yo no tuve tiempo de extrañarte y ahora que te veo no voy a tener que hacerlo —su prometida le da un golpe juguetón— también te extrañe —le acomoda el cabello—, de verdad y mucho ¿Vamos a comer algo? Muero de hambre.
—Vamos —dice una voz que conoce muy bien.
—¿Mamá?
Francesca baja de encima de Bianca, y toma alguno de sus bolsos mientras ella saluda a su madre con un abrazo y de pura fuerza bruta la levanta en el aire. Su prometida sonríe tomándole la mano.
—La fui a buscar antes para que me ayudara en algunos detalles de la boda. Sabes que mi madre no es exactamente la calidez maternal personificada y mis amigas y damas de honor me estaban volviendo loca. Por cierto ayer tuve mi despedida de soltera y fue una locura, tu madre ayudó a Mirna a limpiar el departamento mientras yo trabajé hoy.
Ambas están muy felices caminan rumbo a su hogar, con María. Bianca siempre había tenido lugares en los que se quedaba, que cumplían la función de cualquier lugar, una cama para dormir, baño, cocina y un techo al resguardo de la intemperie, solo tenía un hogar y es su madre, pero ahora tenía un lugar físico al cual volver y una pareja que la espera en casa y se siente dichosa. Charlan todo el camino, es impresionante como su madre ha logrado congeniar tan bien con Francesca, eso de verdad que le alegra mucho en el alma.
Su prometida también tiene mucha mejor relación con sus hermanos que ella misma, hasta se lleva con Alessio, su archienemigo declarado y hasta con sus sobrinos. Aunque Bianca ha tenido poca relación con la familia de Francesca, sus hermanos son igual de distantes y muy parecidos a su madre, ella es mucho más parecida a su padre en cuanto a calidez.
Bianca entra a la ducha y está con los ojos cerrados bajo el chorro de agua caliente, el vapor del baño crea un ambiente pesado. Escucha la puerta abrirse y sonríe sin dejar su lugar bajo el agua, un suspiro se hace presente a su espalda. Sonríe volteando apenas para verla y sigue dándole la espalda.
—¿Te gusta lo que ves Lockwood?
—Es la primera vez que te escucho decir mi apellido —siente una nalgadita que le hace dar un respingo.
Francesca está embelesada, recuerda ese día en la piscina de los Rossi, ver a Bianca salir de ella con el agua escurriéndose por cada músculo de su cuerpo mientras volteaba a mirarla de perfil, la hizo pensar en lo hermosa que es su prometida y que por fortuna tendría a esa mujer toda para ella, esa fue la primera vez que se sorprendió a ella misma teniendo un pensamiento como ese. Se había pasado muchas veces viendo el perfil de instagram de la piloto, desde que aceptó que sería una Rossi y no un Rossi con el que iba a contraer matrimonio. Había más fotos de ella en cuentas de fans, pero definitivamente la foto que más le gustaba de ella fue la primera foto que aún conserva, esa que se sacó en su casa en Argentina en la cual la cámara le tapaba la mitad del rostro y ella salía sonriendo mientras sacaba le lengua.
Ver a Bianca así ahora frente a ella desnuda y con el agua cayendo por su cuerpo, desata en Francesca un deseo que ahora que a admitido que le gusta y quiere a esa mujer, se da permiso a sentir sin tapujos.
—¡Oye! ¿Qué haces Lockwood? —Bianca voltea a verla con una sonrisa— te estás tomando demasiados atrevimientos —le dice levantando una ceja en fingida ofensa.
—Eres mi prometida Bianca Gabriella Rossi Leone —Dice su nombre y apellido completo con la entonación en italiano. Bianca se muerde el labio inferior al escuchar que la llama así. Francesca deshace el nudo de su bata rosada brillante de seda y deja ver el conjunto de encaje negro que hace resaltar aún más sus ojos azules—, así que puedo hacer lo que yo quiera.
Bianca se acerca y con dos dedos desliza la bata por sus hombros acariciando sus brazos con las yemas mojadas, sin perder el contacto visual para dejarla caer el suelo. Se acerca besando su cuello tomando su mandíbula levantándola suavemente para dejar más piel expuesta para ella, Francesca cierra los ojos y suspira, su prometida la mete en el receptáculo de la ducha tomándola de la cintura, la lleva contra la pared y aprieta sus nalgas, muerde su labio inferior y vuelven a besarse con ansiedad de devorarse.
—Una semana es mucho tiempo —dice la de ojos claros con la voz rasposa, mientas intenta aferrarse a la castaña que con sus manos recorren su cuerpo.
—Tienes razón, es demasiado tiempo lejos —va bajando a besos sin dejar tocar a su prometida por adentro de las bragas tanteando su intimidad que a la otra deja a su merced—. Pienso remediar eso, hasta estoy dispuesta a pedirte perdón de rodillas.
Se deshace de su brasier, engullendo con gula sus pechos, baja por su abdomen mirándola con lujuria, besando y mordiendo apenas, le quieta el último trozo de tela que le quedaba puesto, sube una pierna a su hombro y devora a Francesca que gime agitada jadeando sosteniéndose de la pared a su costado y aferrada a la cabeza de Bianca que esta en su labor muy concentrada, cierra los ojos con fuerza y tira su cabeza hacía atrás, separa un poco la espalda de la pared mientas el agua las moja a ambas, y mientras ella se moja en la boca de su futura esposa, que le hace notar cuanto la había extrañado realmente.
Bajan listas para salir con una gran sonrisa ambas de las manos, y bañadas.
Esta noche Bianca tiene la despedida de soltera con los chicos y Abigail que ha venido luego de tomarse unos días de vacaciones, aunque siempre sigue trabajando. Otra amiga de ella llamada Ling Ming se casa en unos días también y no puede aplazar trabajo, Úrsula le da días libres siempre y cuando ella cumpla con su parte.
—Buen día mejor amiga —Le llama a Abigail—. Tengo algo que decirte.
—Espera un momento que hay demasiado ruido aquí —Escucha cómo se mueve y el lugar se torna un poco menos caótico del otro lado de la línea—. Ahora sí, dime.
—Esta es la llamada que esperabas. Tenías razón —Abigail comienza a gritar y festejar, su amiga tiene que apartar el teléfono de su oído y aparece la pelinegra—. Es Abi festejando que su equipo ganó la final.
—No sabía que le gustara el fútbol.
—Te sorprendería —le regala un beso— ¿Te quedas en casa? —le pregunta a su amiga una vez que puede volver a colocarse el teléfono cerca de la oreja.
—Por supuesto que sí, quiero ver a mi ship hecho canon de primera mano. Te veo en unas horas, tengo que ir a supervisar a estos inútiles.
Por otra parte la despedida de soltera de Bianca es más bien una juntada a beber, festejando que ella se casa. La suben atrás de una camioneta y salen a dar vueltas con ella en ropa interior de encaje roja. Al día siguiente despierta en la cama de Francesca, reconoce esta habitación muy bien, al igual que las sabanas suaves y el olor de su prometida impregnado en la tela.
—¿Resaca? —le dice la pelinegra sentándose a su lado despacio.
—Sí —suelta susurrando—, iré a bañarme.
—Te bañé a anoche antes de acostarte, borracha —Bianca se mira y tiene una camiseta blanca grande puesta y bragas blanca—. Te vomitaste encima, y el pasillo. Abigail se fue esta mañana, algo de que debía volver a ver un motor e ir a la boda Ling Ming, dijo que estaría a tiempo para nuestra boda —le da una nalgada.
—Ten un poco de piedad, cruel mujer—dice sobándose el golpe.
—Use la piedad anoche —se acerca y la besa—. Hasta limpie tu porquería. Baja que tenemos que ir a medirnos los vestidos, Gabe y Pierre nos esperan en dos horas.
La toma del brazo y la tira en la cama enroscándose en ella, pega su rostro a su cuello y lo llena de pequeños besos, Francesca sonríe y se acomoda a su lado, Bianca mete la mano entre su ropa para tener más contacto con su piel.
—¿Estás lista para ser la esposa hermosa de una piloto loca? Ahora que esto es real, voy a presumirte cada vez que pueda ¿Estás preparada para eso?
—Estoy preparada. ¿Tú estás lista para ser la esposa de una empresaria despiadada, fría y sin alma? —Bianca se ríe ocultándose en su cuello, porque ella alguna vez le dijo algo así—. Esos fueron los adjetivos que usaste ¿verdad mi amor?
—Estoy muy segura de haber dicho “engreídas, ricachonas sin alma”. ¿Podrías culparme? Para ti era una campesina bruta.
—No eres bruta, aunque si algo campesina —Le muerde suavemente el hombro y su prometida se ríe.
—Bueno eso era cuando no te soportaba. Ahora que te quiero, descubrí lo buena persona que eres y lo mucho que me gustas. Loockwood.
—Me encanta cómo suena mi apellido saliendo de tu boca, Rossi. Pero si lo sigues haciendo terminaras gimiendo y apenas pudiendo respirar, y tenemos que irnos, hoy va a ser un día ajetreado. —la otra sonríe y se acerca a besar el hoyuelo en su mentón—. No te das una idea de las ganas insanas que tenía de besar ese hoyuelo que se te hace cuando sonríes.
Bianca se acomoda y la acomoda trayéndola más a su cuerpo, como si no estuvieran lo suficientemente cerca, acaricia el muslo de su pierna apretándolo, sube la mano por su cintura, sigue en su cuello dejándole besos esparcidos por la piel que encuentra en su camino.
—Podemos hacer un espacio extra en la agenda —se separa y la besa, colocándose encima de ella, comienza a bajar la mano entre sus piernas—. Podrás besar mi hoyuelo todo lo que quieras. Ahora puedo decir con pruebas —besa su cuello, mordiendo el lóbulo de su oreja sacándole un suspiro a la pelinegra— que eres una pervertida —ríen— y apetecible futura esposa —quiere meter la mano adentro de sus bragas.
—No tenemos tiempo para esto —se quita.
—¿Cómo que no? Siempre hay tiempo.
—No, si tenemos que llegar a horario, cambiarnos y desayunar. No vas a desorganizar o atrasar la agenda perfectamente organizada Rossi. Aparte tenemos que dejar a tu madre en su casa
—¿Qué? ¿Cómo que en su casa?
—Eres su hija y su familia Bianca, ahora que acordamos vivir aquí —se sienta a la orilla de la cama y la acaricia con la mano dónde tiene el anillo— no hay razón de que siga en Latinoamérica. Por eso la hice venir antes, para hablar con ella y hacerle esta propuesta —acaricia su mejilla—. Le compré una casita, nada muy grande, en una zona discreta —Bianca la mira—. Sé lo mucho que la extrañas y que te gustaría tenerla cerca, ahora que nos vamos a asentar aquí… dime que no te has enojado.
—¿Enojado? —ella ríe—. Creo que… —traga— si tu meta es hacer que me enamore de ti Lockwood, lo estás logrando. Primero me salvas la vida y ahora esto —suspira y se muerde el labio inferior—. Estoy segura de que —se le llenan los ojos de lágrimas y traga para no llorar— voy a tratar de ser la mejor esposa, voy a esforzarme por hacer que esto funcione. Gracias.
La abraza y algo en Francesca salta de gozo, ha hecho feliz a Bianca, ella ha sido capaz de hacerla feliz y ama haber logrado eso, la ama a ella también. Ambas se sienten plenas la una con la otra.
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