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1 Tienes que volver a casa


Bianca Rossi y Francesca Lockwood contraerán matrimonio. Contraer cómo si fuera una enfermedad. Ese es el término que usó Francesca al momento de presentar la propuesta a los Rossi y a su familia. Pero desafortunadamente para ella, sus planes de casarse con un Rossi cambian en un pequeño detalle, él tendrá que ser un ella, la última de los hijos Rossi soltera. La oveja negra que se había alejado de la familia hacía años y que ahora tendrá que volver, bueno volver es una manera de decir, ella volverá pero no por voluntad propia. Ligado a Bianca está la salvación de la empresa familiar, por ende no la dejarán ir a menos que se aseguren de que ella va a "colaborar con ellos" de una forma u otra, lo hará.

   Francesca Lockwood es sinónimo de control y control es lo que iba a tener o recuperar al menos en la medida que pudiera, no quiere más sorpresas del destino o la vida. Contrata a un detective privado para que averigüe lo que más pueda de su futura esposa, ya que tenía el control y mucha información del Rossi que pensó que se casaría con ella, y aunque esto cambia un poco sus planes, no dejará que los afecte. Su familia necesita hacerse con las acciones de la otra empresa, venderlas y salvar la suya propia de la bancarrota. Lo que ignoran es que ambas empresas y familias están en la misma situación y tienen la misma idea.

   Lo que ellas comprobarán muy pronto, es que las futuras esposas son tan domables y dóciles, cómo lo es un tornado de grado 9.

   La pelinegra está sentada su pequeña oficina de la empresa familiar, abre el sobre color marrón claro que el detective privado le entrega en persona, justo ahora.

   —¿Algo que tenga que saber de ella antes de sacar lo que hay en el sobre?

   —Sé que esto podría sonar poco profesional de mi parte, pero Bianca Leone es excepcional —dice el hombre de unos 50 años de cabello canoso y barba de unos días—. Escuché hablar de ella a la gente de su equipo y es muy querida por su entorno, sencilla, amable, una líder nata. Corrió en carreras clandestinas, pero fuera de eso nada ilícito, nada de drogas y el dinero lo usó para ayudar a su madre con sus deudas. Su cuenta bancaria tiene un buen par de ceros, pero no gasta casi nada, le transfiere dinero constantemente a su madre cada mes y la visita, o se la lleva de viaje cada vez que puede. Es de las pocas personas buenas que me ha tocado investigar.

   —Sí, tiene razón suena poco profesional. El resto lo decidiré yo —le dice ella tajante—. Esta es la otra mitad de lo acordado —Deja un sobre con dinero en el escritorio, el hombre lo toma y guarda en su maletín—. Gracias por sus servicios —El investigador se marcha y ella gira su silla dándole la espalda a la puerta, mientras saca el contenido con la información que pagó.

   Bianca Gabriella Rossi Leone.

   27 años.

   Fecha de nacimiento: 03/04/1997

   Nacionalidad: Italiana.

   Profesión: Piloto de carreras.

   El archivo comienza dando información básica de la persona investigada. Luego da con lujo detalles las actividades que la piloto lleva a cabo cada día, y luego hay anotaciones del investigador dónde él pierde la objetividad. Sus pasatiempos son: andar a caballo, correr carreras por todo el mundo y sacar fotos. Da una redacción detallada de su rutina diaria, horarios, lugares, amistades, no hay ningún interés romántico. La anotación dónde el investigador pierde la objetividad dice: "maneja cualquier cosa que se le de, tenga ruedas, alas o hélice, es una excelente piloto con cualquier cosa que llegue a sus manos, además de una líder nata y un excelente ser humano" la pelinegra chasquea la lengua ante la observación.

   «Así que cualquier cosa, vamos a ver como te va conmigo querida futura exesposa. Eres una variable no esperada, pero estoy acostumbrada a lidiar con variables y problemas que surgen, tú no vas a ser la excepción. Bianca Rossi»

   Sigue leyendo y hojea las fotos tomadas de sus redes sociales y hasta algunas tomadas por el mismo investigador. La única en la que se le puede ver bien el rostro algo más actual, es solo una. La toma entre sus dedos y estudia de cerca a la chica que aparece en ella, como si pudiera con tal simple acto ver más allá en la fotografía. Bianca Rossi aparece agachada tomándose la foto con la cámara tapando la mitad de su rostro mientras saca la lengua medio sonriendo, su cabello algo corto y un poco ondulado se refleja en el espejo, su piel parece tersa y combina con la blancura de su sonrisa, se ve feliz y la empresaria podría jurar que hasta se lo transmite, ya que ella sin darse cuenta sonríe también. Por el lugar, Francesca se atreve a pensar que podría ser en una casa muy humilde, le llama la atención el hoyuelo que se le marca a la castaña en el mentón y pasa el dedo por ese lugar en la foto, también admira su cuerpo delgado pero más atletico y bien marcado, los músculos de sus piernas parecen firmes lo que hace que ella baje la mirada a ver sus propias piernas ¿hace cuanto no va a un gimnasio? Trabaja demasiado. De entre todas las fotos, también hay otra de ella mucho más joven ordeñando una vaca, mientras le sonríe a la cámara.

   «Así que me voy a casar con una campesina, aunque no está nada mal»

   No ha olvidado una de las observaciones en el expediente "orientación sexual: lesbiana". Ella es hetero, hasta dónde sabe, lo cual es un alivio, porque si son discordante en algo tan simple, pero tan importante como eso, no hay riesgo de que se enamoren, al menos ella sabe que no va a enamorarse y menos de una mujer. Solo tiene que lograr que ella pida el divorcio antes del año, y las acciones de la empresa de su familia pasaran a ser de ella. Entonces ahí si podría elegir casarse con quién quiera, aunque lo único que le importa es sacar la empresa a flote, porque estar casi en banca rota no es una situación agradable. Podría vender las acciones que le corresponderían al contraer matrimonio con este arreglo en cuanto las tenga en sus manos, todo será más fácil para los Lockwood una vez que ella tenga el control de ese trato.

   Aunque el perfil de Bianca no muestra que sea una persona fácil de doblegar a su voluntad, y ciertamente no se ve el tipo de corderito que ella puede manipular, confía en sus técnicas y armas para lograr que se odien y ella pida el divorcio primero, después de todo, esto es solo otro contrato de negocios. Al menos por ahora, es lo que ella cree, no es nada personal.

Medellín - Colombia.

   La piloto de carreras está desayunando absorbiendo el olor de su taza de café matutina. Llegó de correr y se bañó hace un momento y solo se toma un pequeño descanso para disfrutar su café diario, antes de seguir con su rutina. Pero no hoy no va a ser un día común y corriente para ella. Tocan el timbre y abre la puerta viendo a su hermano mayor Marcello parado frente a ella de traje y zapatos finos. Hace años que no lo ve y el tiempo le ha pasado factura, luce cansado, con ojeras visible en su piel trigueña, lleva una barba incipiente y el calor latino lo está haciendo sudar cómo un cerdo.

   «¿Qué hace una persona tan pulcra como él aquí? ¿Acaso se equivoco de spa? El muñeco de torta este»

   —Me encantaría poder decir o fingir que me alegra verte, medio hermano mayor.

   —¿Puedo pasar? Hace calor aquí.

   Lo hace pasar a su muy humilde morada, no de buena gana. En realidad es la casa de una de sus amigas corredoras, Abigail López, que ahora está en Argentina por trabajo.

   —¿Qué haces aquí Marcello? ¿Papi al fin lo logró y te puso un chip rastreador en las bolas que te deja ir tan lejos de casa? Jamás dejaría a su hijo favorito primogénito, tan lejos de su lado y sin vigilancia -Le habla en italiano, la primera lengua de ambos.

   —Muy graciosa hermanita —dice él, quitandosé el saco y limpiandosé la transpiración de la frente con un pañuelo.

   —Media hermanita, no te olvides —Lo corrige—. Siempre me lo han dejando muy en claro, así que no perdamos las costumbres —Da un sorbo a su café—. El mejor café del mundo definitivamente lo tienen aquí en Colombia ¿Te apetece tomar una taza? —Él niega con la cabeza. Hace demasiado calor y a ella no parece afectarle— ¿Qué quieres?

   —Papá me mandó a buscarte, te necesitamos de vuelta en Italia.

   —¿Para qué? —Él esta dubitativo en decirle la verdad o no. Pero las órdenes fueron claras, trae a Bianca de vuelta, por las buenas o por las malas— ¿y bien, el ratón te comió la lengua?

   —Es un asunto familiar.

   —Yo no soy familia. No de ustedes desde hace más de doce años. Tengo una carrera importante en 3 días Marcello y sabes que no falto a ninguna carrera. En 3 días podría viajar, si se me da la gana.

   —No tenemos tres días Bianca, tengo que volver contigo hoy mismo. El acuerdo ya está hecho y te necesitamos en Italia.

   —Sus necesidades no son mi problema. Hace años que me fui de tu casa, que dejé la familia y corte vínculos como tanto querían, después de todo soy una bastarda. No les debo nada.

   —Le debes a papá el apellido. Bianca Rossi.

   —Bianca Gabriella Rossi Leone, dilo completo. Desde que me fui de Italia uso el apellido de mi madre, para que ni siquiera me relacionen con ustedes. Y si tanto quiere papá el apellido le firmo los papeles, se lo devuelvo, que se lo meta en el culo —Marcello se levanta y sube la mano a punto de abofetearla—. Hazlo —toma un cuchillo—, dame una razón para castrarte con el cuchillo del dulce, solo una —él baja el brazo—. Ya no soy una niña, no les tengo miedo y no pueden hacerme daño, ni obligarme a hacer nada.

   Se equivocó en dos de esas afirmaciones y lo descubrirá muy pronto, quizás cuándo ya sea demasiado tarde.

   —No tienes opciones Bianca, sigues siendo una nosotros y mientras tengas en la sangre ADN Rossi, tienes que cumplirle a la familia, como cada uno de nosotros ha cumplido con lo que se espera con el rol que tenemos que desempeñar —le da un sobre—. Te casarás como se ha previsto y eso es todo.

   Ella deja la taza de café de en la mesa, derramando su contenido, frunce el ceño y enojada abre el sobre de papel que él ha dejado, ve solo un nombre detrás de la foto de una mujer que ya conoce bien, un antiguo amor del pasado.

   —No, cualquier persona menos ella —sus piernas tiemblan, no pueden casarla con ella, no pueden hacerle esto—. No iré.

Francesca Lockwood River

   Tercer hija del matrimonio Lockwood. Dueños de la empresa exportadora de cueros más grande del mercado, hasta dónde ella recuerda, una familia con poder y dinero. La mujer en la foto es su antiguo primer amor, cómo si una broma del destino se tratara. Está aún más hermosa de lo que recuerda en su adolescencia. Se pierde en su imagen cómo en el pasado y aunque sea una foto, en los labios prominentes que tan bien recuerda, ya que soñó muchas veces con besarlos, eso labios que eran su perdición y cada navidad su deseo de regalo más anhelado.

   —Lamento que pensaras que tenías opción —Abre la puerta y entran dos hombres fornidos sujetándola, ella pelea y patalea con todas sus fuerzas, pese a su buen estado físico no es rival para ellos—. Jamás le fallé a papá y esta no será la primera vez. —La cargan colocándole un trapo en la boca y le inyectan algo—. Papá ya tengo a Bianca, voy rumbo a Italia, en cuanto estemos en casa te la llevo.

   —Perfecto hijo, estará Leonardo esperando que arriben.

   Uno de los hombres la carga en su hombro desmayada como una si de una bolsa de papas, se tratara. La suben en la camioneta que metieron a la propiedad y la colocan atrás acurrucada sin el menor cuidado de no hacerle daño, o de que al menos fuera en una posición cómoda. No es de extrañar, lo que los Rossi menos han querido darle es comodidad, protección y cuidado en todos estos años, no iban a romper su costumbre comenzando ahora.

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