Querida Alexandra,

Hoy, un día después del terrible y aburrido castigo, te sentaste en la carpeta junto a la mía.

"No sabes cuanto lo siento" Me dijiste con un tono triste "Sé que te reíste porque me viste, no quería perjudicarte"

Siempre piensas en los demás antes que en ti, Ale. Y me gusta, porque yo soy lo opuesto. He aprendido a priorizarme y quiero que tú aprendas lo mismo.

Porque eres increíble y no quiero que nadie te haga olvidar eso. Te mereces ser la prioridad del mundo entero.

Te dije que no había problema pero insististe en recompensarme.

Al oír esto, mi mente voló a miles de opciones y, finalicé mis pensamientos al darme cuenta que mi mejor recompensa era estar ahí, sentado contigo, siendo casual y disfrutando de tu presencia.

" ¿Te gusta el helado?" preguntaste, emocionada por la mención del postre. Asentí, algo tímido "Bien, te espero a la salida de clases. No acepto un no"

Aunque sus palabras y la manera en la que lo dijiste, podría creer que estabas decidida. Sin embargo, tu tono quebrado y como evitaste mi mirada, supuse que estabas nerviosa.

Casi o más que yo.
Me muero porque llegue la salida.

-Diego