EXTRA
[PARA LEER ESTE EXTRA Y TODOS LOS DEMÁS DEBEN HABER LEÍDO LOS 6 LIBROS. LA LISTA EN ORDEN ESTÁ EN LA DESCRIPCIÓN DE LA HISTORIA]
[TODAS LAS PARTES INICIALES DE LOS EXTRAS PASAN AL FINALIZAR LAS HISTORIAS INDIVIDUALES. TODAS LAS PARTES INTERMEDIAS DE LOS EXTRAS PASAN DURANTE "ELLOS ESCRIBEN, ELLAS SONRÍEN" O DESPUÉS DEL MISMO. TODAS LAS PARTES FINALES DE LOS EXTRAS PASAN AÑOS DESPUÉS DEL FINAL DE "ELLAS ESCRIBEN, ELLAS SONRÍEN"]
[LOS CAPÍTULOS EXTRAS CONTIENEN SPOILERS DE LAS OTRAS HISTORIAS. SE RECOMIENDA LEER LOS CAPÍTULOS EXTRAS LUEGO DE TERMINAR LAS 6 HISTORIAS]
Inicio.
Alexandra recarga su cabeza en el hombro de diego mientras él toma la foto.
—Sales hermosa —asegura él. La chica sólo sonríe y toma la mano de su novio—. Siempre esta hermosa ale —murmura besando su frente.
—en serio para, creo que explotaré de vergüenza —dice ella parándose y obligando a diego a pararse
La noche caía sobre la ciudad y en el cielo las estrellas pintaban la constelación perfecta.
Alexandra, con la camisa de diego sobre los hombros toma a su novio por los brazos y coloca sus manos en su cadera.
—Y yo así —pone sus manos sobre los hombros del chico. Imagina una canción en su mente y con delicadeza, lo hace bailar.
Se mueven de la derecha a la izquierda. Él la hace girar, provocando que su falda blanca se eleve un poco. Ella se acerca más y apoya todo su cuerpo en el suyo
Se siente protegida en sus brazos. Con Diego es más fácil sentirse linda.
—Es la mejor primera cita del mundo —susurra ella, parando de pronto. Se pone en puntillas y besa la mejilla de Diego.
—No sería nada sin ti —asegura él, sonriéndole con sinceridad.
Ella piensa que es la sonrisa más linda que ha visto jamás. Le transmite una paz interna que jamás vio. Que jamás tuvo.
Empezaba a creer que aquel chico había sido un regalo del cielo. Porque sentía, de alguna forma, que él la protegería. Que la cuidaría sin importar nada. Y eso era lo que necesitaba.
Además, había cumplido uno de sus sueños literarios más ocultos. Bailar bajo la nieve, con las estrellas iluminando en medio de la noche. Cómo si esos astros bajaran y los rodearán de pronto y estuvieran en su propia burbuja.
Él, la pega más a su cuerpo y la eleva haciéndola girar.
No puede creer que la tenga ahí, en frente.
Sabía que eso duraría para siempre. Así lo sentías.
Lástima que el destino tenía otros planes.
Intermedio.
Alexandra entra al cuarto de Diego. Este la sigue de cerca. La chica busca donde esconderse. Jamás había visto a su novio tan enojado. Las lágrimas caían descontroladamente por sus mejillas.
—Aléjate por favor —susurra apoyándose en una pared. Él, con toda la ira dentro de su cuerpo y descontrolado aprieta la mandíbula de Alexandra con su mano, haciéndola chillar. Con su mano libre acaricia su cabello.
—No entiendes, ¿cierto? Tu eres mía, y nadie puede verte como ese idiota —dice apretando más su agarre.
—Déjame —cuando ella intenta librarse, Diego pierde la paciencia y le da un puñete justo en la nariz. La joven abre sus ojos por el impacto y los va cerrando de golpe. Él la suelta y ella se desliza por la pared hasta quedar sentada a sus pies. Toca con cuidado su nariz y cuando mira su mano la descubre llena de sangre.
Entra en pánico.
¿Por qué ese chico que decía quererla había desaparecido de pronto? ¿Es que solo necesitaba unas copas para convertirse en aquel monstro?
—Ale —murmura él sentándose a su lado. Pero ella se pone de pie. Con dificultad se estabiliza y pone su mano frente a ella.
—No te me acerques. Eres un enfermo, no quiero que te acerques a mí nunca más —intenta salir de ahí, pero Diego la toma por el brazo con fuerza. De un tirón la lanza sobre su cama. Cuando sus miradas se cruzan, ella siente una corriente recorrerla. Pero esta vez no es de emoción o amor. Es de asco—, diego, déjame ir ya—
— ¡Tú no te vas a ir aun! —le grita él tomando las manos de Alexandra y sujetándolos sobre su cabeza. Acerca su cara a la de ella, quien se retuerce bajo él, intentando inútilmente salir—. Tú y yo estamos destinados a estar juntos. Por siempre. No importa lo que hagas, yo siempre estaré ahí, y no importa lo que yo haga tu siempre estarás aquí.
—Si fuera por mí me iría ahora y jamás me verías
— ¿Huir otra vez? ¿No estas cansada de ocultarte y salir corriendo cuando las cosas se ponen difíciles? Eres como una asquerosa rata que se larga cuando la iluminan. Que huyes de lo que te hace bien —con su mano libre, diego limpia un poco de la sangre que cae de la nariz de ella. Alexandra mueve la cabeza para que no la toque, lo cual lo enfurece. No entiende porque ella no ve que él es su salvación. Que con él estará segura.
Con toda la rabia que va en aumento, la abofetea y le grita que no se mueva. Alexandra solo atina a llorar, diciendo que se salga de encima. Diego la abofetea otra vez y su visión empieza a nublarse.
Entonces, recuerda lo que madre siempre le dijo
—Si algún hombre intenta hacerte algo, atacar a la parte sensible es la solución—
Lo más rápido que puede y con toda la fuerza que le queda, levanta su rodilla y diego cae al suelo, retorciéndose.
Alexandra se pone de pie, toma su bolso del suelo y sale corriendo. O al menos eso intenta. Ha perdido mucha sangre pero no le importa. Cuando sale se sube a su auto sin mirar hacia atrás. Porque sabe que si para un segundo la ira volverá a apoderarse de lo poco de diego que quedaba en ese cuerpo.
Nunca en su vida alguien se había atrevido a tocarla. Le había dado a diego unos días antes esa confianza. Le había dado su verdadero yo y él le había correspondido mal. Se prometió a sí misma, ahí, en la soledad de su coche y entre lágrimas que jamás perdonaría eso. Y que no permitiría que nadie la vuelva a tocar de esa manera.
Lástima que el destino tenía otros planes.
Final.
—Creo que llevaremos esto también, ¿Qué dices tú pequeño? —pregunta Alexandra, tomando la caja de cereales de chocolate. Él pequeño niño sentado en el coche del supermercado asiente, contento por la elección de su madre—, genial —sonríe empujando el coche.
— ¡Galranzos! —grita el niño. Alexandra lo mira intrigada, animándolo a que siga hablando. Aunque no lo hacía a la perfección, estaba mejorando. Y no se le podía pedir mucho, apenas tenía un año y medio—, quiero galranzos—
—Se dice garbanzos, mi amor —acaricia su abultado cabello castaño—, ¿quieres garbanzos?
Él asiente.
—No creo que a tu tía Alejandra le guste esto para comer, pero bueno —se encoge de hombros y lanza las menestras al coche—, creo que estamos listos. Tenemos que apurarnos, aún tengo que bañarte y tengo que cocinar para la tragona de tu tía —se ríe bajito al pensar en su amiga.
Se dirigen a la caja y cuando terminan de pagar, al auto.
Primero, pone al pequeño Steve en su silla para autos y abre la maletera. Siente que jamás terminará de poner las bolsas. Para un momento y toma un pequeño respiro. Se le hace lo más complicado del mundo tener que cuidar a Steve y además hacer todo en casa sola.
—Hey, ¿necesita ayuda? —pregunta un joven por detrás. Alexandra suspira aliviada porque sí que la necesita. Gira sonriente pero la sonrisa desaparece al ver con quien está apunto de hablar.
—Hola —murmura ella. Diego la ignora y cargas las bolsas restantes en la maletera. Ella sigue mirando a Steve, quien se ha quedado dormido abrazando su pequeño dinosaurio—Gracias —y sin intención de seguir hablando sube a su auto.
— ¿Puedes llevarme? He llegado hace unas horas y no conozco nada de este lugar —se para al lado del auto y le habla por la ventana. Alexandra se debate internamente si llevarlo o no.
No había visto al chico desde que se reunieron todos en nueva york. Desde ese día las cosas habían cambiado mucho. Solo hacía falta mirar al asiento de atrás para ver qué tanto. Le daba curiosidad saber a dónde iba diego. Quien se veía algo cansado.
—Sube ya —susurra ella, apretando con fuerza el timón. Empieza a regañarse mentalmente pero es tarde. Diego ya está sentado a su lado.
Los primeros minutos de viaje son en silencio. Ninguno sabe bien que decir. Hasta que es hora de elegir que vía tomar.
— ¿A dónde vas? —pregunta mirando por el retrovisor a su niño.
—A tu casa —dice él, sonriendo un poco.
— ¿Qué? —está apunto de frenare de golpe y hacer que el chico se baje. Había olvidado lo misterioso que le gustaba ser a Diego—, dime la verdad o te bajas ahora.
—Iré a tu casa, ale —el corazón le da un brinco al oírlo decirle así. Era el único que seguía haciendo. Solo él se empeñaba a decirle así aunque sabía que no le gustaba—Por lo que Iván me ha contado, vive ahí con Alejandra. Y ambos me han invitado a quedarme este fin de semana. Así que, aquí me tienes—
Ella no dice nada. Quiere matar a Alejandra por no decirle. Pero ellos habían sido muy amables al dejarla quedarse ahí con Steve. Sin duda, eran los que más la habían ayudado, no tenía derecho a reclamar nada.
—Veo que sigues huyendo —susurra él, mirando de la ventana—, ¿pararas alguna vez?
—Eso no es de tu incumbencia, pero si quieres saber, me quedaré aquí. Cuando Alejandra terminé de hacer lo que ha venido a hacer se irá con Iván. Ya compré el departamento. No quiero que ni el pequeño ni nadie piensen que seguiré huyendo.
— ¿Él es tu hijo? —pregunta de pronto Diego. Gira un poco y sonríe por lo mucho que el niño se parece a Alexandra.
—Si —el semblante se le endulza—, es el mejor regalo que la vida me ha dado.
—¿Con quién? Si no quieres decirme entiendo.
—No, está bien. Ya que esto parece un rencuentro muy especial –del cual nadie me había hablado- te diré la historia —se aclara la garganta dramáticamente haciendo a diego reír. Extrañaba las ocurrencias de la chica—, sucedió hace dos años, un poco más. Conocí a Steven en la editorial donde trabajo y no sé. Supongo que ambos lo llevamos muy lejos y muy rápido. Y no estábamos destinados a estar juntos, nos peleábamos siempre. Cuando me enteré que estaba embarazada, entré en pánico. Todos mis planes, todo lo que había hecho hasta el momento se iban a ir a la basura y para colmo, iba a estar sola con un hijo. Pero la situación no fue así. Steven y yo decidimos ser amigos. De hecho, vivimos a unos cinco minutos. Él me apoyó todo el tiempo, sigue haciéndolo y ese pequeño —suspira sonriendo—, me ha cambiado la vida. No puedo pedir nada más, aunque no es la situación que imaginé para mi primer hijo, no puedo quejarme de él. En serio, es mi vida.
—Me alegro por ti. Pero hay algo que lamento —Diego gira y va al niño despertando. Los ojos cafés del pequeño chocan con los suyos y le sonríe—que no tenga tus ojos.
Ella ríe y estaciona el auto. Diego baja lo más rápido que puede y ella sabe que es porque no quiere hablar de cómo le ha ido. Lo conoce demasiado bien. Decide apagar el auto y tomas a su hijo en brazos.
Piensa que soportará ese fin de semana. No tendría que ver a Diego y recordar esa época de su pasado nunca más. Además, ya estaba decidida. No seguiría huyendo de sus problemas. Se quedaría ahí, con Steve hasta el final.
Ve a diego con todas las bolsas en el ascensor y sube con él. Le sonríe y le devuelve la sonrisa. Piensa que será de las últimas veces que verá esa sonrisa que tanto le gusta.
Lástima que el destino tenía otros planes.
n/a: se deben esta preguntando ¿pero que no había acabado?
pues sí. Pero, a ver, les explico. Estuve hablando con unas amigas y no podíamos creer cuantos leídos tiene la historia, todas ellas. Y decidimos que estaría bueno cerrar el año con algunos capítulos extras. Publicaré en estos días los capítulos extras de todas las cinco historias y, ay no sé esto me emociona *-*
¡MUCHÍSIMAS GRACIAS POR EL APOYO, DIOS MIO, ES DEMASIADO PARA MI. LOS AMO INFINITO!💞
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