Capítulo 6
Desde que me llamó mi manager advirtiéndome de las noticias públicadas en las redes sociales y en revistas del corazón, sentí la necesidad de enfrentarme a Laura.
Estaba demasiado molesto con ella, me había dado su palabra de eque no haría nada para dañar mi imagen.
Y yo como un imbécil me creí sus palabras.
La llamo no sé cuántas veces y cuando por fin me devuelve la llamada es para poner excusas consiguiendo que mis modales se pierdan y ella acabe colgando.
Camino de un lado a otro hablando con mis abogados para que pongan fin a esto. Después hablaré con Laura.
Si se piensa que me va mentir, lo lleva difícil conmigo.
Estaba agotado, necesitaba salir un poco para distraerme, todo este asunto me estaba vuelto loco.
Lo que menos necesito en estos momentos de mi vida es a una aprovechada que me engañe.
En el momento que iba a salir para un bar de copas, alguien toca mi puerta.
Al abrir me quedó sorprendido de ver a Alois con Laura en los brazos.
— ¿Qué ha pasado? — Le pregunto a mi primo mientras éste la conduce hacia el sofá.
— ¿Qué le pasa no reacciona? — Después de tanto tiempo sin apenas dirigirle la palabra a mi primo ahora me encuentro hablando con el sobre el estado de Laura.
— Se ha desmayado, no sé que le habrá ocurrido, he estado apunto de llevármela al otro barrio. Dame alcohol a ver si la hago de reaccionar.
Hago lo que me pide Alois. Entre los dos intentamos que reaccione.
Despacio ella abre sus ojos, intenta hablar, sus lágrimas se lo impiden acabando abrazando a Alois.
— Abraza a tú novio para eso lo tienes.— Alois le habla con dureza y eso me molesta su falta de tacto.
Lo desafío con la mirada dejándole claro que sus impertinencias están de más.
Me siento junto a Laura pasando mi brazo por encima de su hombro atrayéndola hacia mi hombro.
Se nota que está demasiado apenada y diría hasta sin fuerzas.
Entonces escucho la voz de mi abuelo, al mirar hacia donde procede la voz, me encuentro también a Bianca.
Maldigo para mí interior.
La última persona que esperaba ver era a ella.
Sé que estoy tratando de alejarla de mí, no quiero lastimarla. ¿Pero porqué Bianca, porqué te empeñas en querer alguien como yo?
Suelto a Laura dirigiéndome hacia mi abuelo, el cual permanece parado sin hablar y mirando a Laura.
— ¿A qué debo su visita abuelo?
— He venido para que me aclares el escándolo que sea publicado en las revistas. El cual estoy furioso contigo y en desacuerdo que hablen de esa forma de Laura.
— Esa chica es una aprovechada abuelo. Se hace la inocente cuando en realidad quiere lo que todas. Dinero y fama. — La manera de dirigirse a Laura me enoja cada vez más. Yo puedo pensar algo malo de ella, pero escucharlo de boca del imbécil de mi primo, eso no se lo voy a permitir.
— Cállate imbécil. Con qué derecho hablas así de ella. ¿Eh?
— Yo solo digo lo que pienso. Y pienso...
— Vale Alois. Deja ya de sospechar de esa manera de Laura. Ella es inocente, yo la creo y está demostrado que no ha tenido nada que ver con esas declaraciones. Ahora Alois, discúlpate con ella.
Me río viendo la cara de imbécil que se le ha quedado a mi primo. Pero es tan terco que no va dar sus brazo a torcer, lo conozco muy bien.
— Muy bien, ahora que ya está todo aclarado, me gustaría hablar contigo Héctor en privado.
Cómo siempre hay que obedecer al abuelo.
Nos reunimos en mi habitación los dos solos, donde vuelve a insistirme que haga las paces con Alois.
Mi abuelo ya comienza a ser desesperante.
No somos aquellos niños que cuando discutíamos por la pelota nos perdonabamos con un intercambio de golosinas.
Ahora el intercambio es peor, son palabras que duelen más que cualquier golpe, palabras que se quedan grabadas y no puedes arrancarlas de tu cabeza aunque quieras.
Alois y yo nos hemos lastimado mucho, no solo golpeándome, también yo le dicho cosas que lo han ofendido.
Cómo por ejemplo qué es un mantenido y consentido por mi abuelo, que nadie en esta familia lo quiere por ser un bastardo.
Sin contar, cuando nos golpeabamos porque no quería que me robase el amor de Bianca.
Desde muy pequeños he sentido ese amor que con el paso de los años al igual que yo he ido creciendo, mis sentimientos hacia ella también. No habido otra mujer en mi vida que me haya robado el corazón como lo ha echo ella.
Y por mi culpa, ocultándole la verdad, debo alejarme de ella.
No merezco una pequeña parte de su amor.
— Héctor, ¿Me has escuchado?
— Eh...no.
— Digo que en las próximas semanas publicaras vuestro compromiso. El tuyo y el de Laura. Ella es una chica que me gusta para tí y debes conquistarla.
Me quedo frío como un bloque de hielo. No puedo dar crédito a las palabras de mi abuelo.
No sé ni qué responder. Por un lado quiero alejarme de Bianca pero... ¿cómo voy a comprometerme con Laura?
¡¡Esto es una locura!!
— Debo hablar con ella antes abuelo. — Es lo único que se me ocurre decir ante la mirada de júbilo de mi abuelo.
Seguidamente él se marcha dejándome solo.
Tomo asiento en la cama revolviéndome el cabello. Estoy nervioso, y a la vez preocupado.
¿Cómo voy a poder manejar esta situación?
Acto seguido salgo al salón y al parecer todos de han marchado. Todos menos Laura que está tumbada en el sofá durmiendo.
Me siento cerca de ella contemplándola durante un buen rato. Entonces me percato que en su labio hay un herida, y tiene el pómulo anaranjado, como si hubiera recibido un golpe.
Sigo observándola como duerme, parece todo un ángel con su cabello castaño, su piel blanquecina, y sus facciones son bellas y de alguien que lo está pasando realmente mal.
Tras beberme un café me voy a descansar, mañana hablaré con ella sobre lo que me ha referido mi abuelo.
— Tú estás loco, como quieres que nos comprometamos si no hay sentimientos.
— Menudo despertar ésta por la mañana.
— Escúchame Laura, podemos seguir fingiendo y dentro de un tiempo terminar con todo esto.— Le propongo para que se calme de algún modo.
— He dicho que no, y es no. Lo primero yo no me pienso prometer con nadie sin haber acabado mis estudios, después tengo que trabajar y hasta que no tenga treinta años no pienso casarme.
— Vaya pues yo ya tengo treinta. Así que según tú ya estoy echo para el matrimonio.
— Héctor, una cosa es hacer teatro y otra muy distinta llevarlo a la realidad.
Cómo vamos a fingir que somos novios sin ni siquiera haber sentimientos entre nosotros.
— Llevas razón. ¿Pero como se lo vamos a decir a mí abuelo?
— No te preocupes, yo misma hablaré con el. Venga vamos a desayunar.
Su sonrisa me tranquiliza, pero cuando le pregunto por la marca de su rostro, ella me da una pésima mentira. Sé que ha Laura le está ocurriendo algo, y pienso averiguar qué es lo que le lleva a tener sus ojos verdes tristes, y fingir una sonrisa que no siente cuando ella se ve que es una chica luchadora y fuerte. Me gusta su manera de pensar, me encanta como ve las cosas y su madurez.
Pena que en mi corazón no haya cavidad para más amor, puesto que no me hubiera importado llevar este teatro a la objetividad de mis ilusiones.
Después de marcharse Laura, voy hacia el taller de Bianca, quiero verla, y con la excusa perfecta de lo que ocurrió con el problema de la publicación de esa absurda noticia podré hablar con ella.
Para mí decepción, no estaba sola, Alois estaba con ella.
¿Porque siempre él?
Me quedo desde lejos observándoles, están tomando un desayuno, ella sonríe parece que lo que le dice Alois le divierte mientras que a mí se me despedaza lentamente el corazón.
Sus rostro está iluminando por la felicidad, se nota que está alegre, juega con un mechón de su cabello sin apartar los ojos de Alois.
La amo tanto que me duele hasta el pecho. Quisiera poder ser yo quien la hiciera de reír, poder aspirar su perfume probando la dulzura de sus besos como hace siete años atrás estuvimos saliendo a escondidas juntos.
En aquel tiempo fui tan feliz, que estaba dispuesto a casarme con ella, pero cuando Alois se interpuso y trató de conquistarla, me enfurecía tanto que me volví un monstruo.
¿Y todo aquello de que me sirvió?
Dejo a un lado mis pensamientos y decido irme, no quiero presenciar más como Alois no pierde su tiempo.
Me duele, pero pienso que va llegando el momento de admitir mi derrota y continuar con mi vida.
Viajaré de nuevo hasta México para rodar mi próxima telenovela, y si el destino quiere que conozca a la mujer de mi vida asi será.
— Héctor, Héctor. — Escuchar como Bianca pronuncia mi nombre me ablanda por completo. Fingir seneridad ante ella es mi primer paso.
— Dime Bianca.
— Héctor te he visto y quería saber si has venido por mí.
— Sí, Laura me ha comentado lo de nuestros abogados y quería agradecerte que te preocupes así por ella.
— Héctor, Laura es buena chica, yo diría hasta ingenua, y ella no se merece que juegues de ese modo con ella.
Entiendo que pueda estar interesada en ti, y no la disculpo. Eres todo lo que una mujer podría desear.
— Entre Laura y yo no hay nada Bianca. Y nunca lo abrá porque...
— Porque Héctor...Llevo esperando mucho tiempo que me des esa respuesta y tu permaneces callado.
Estoy cansada de llorar por ti, y quiero decirte que le pedido salir a Alois.
No podía creerme que Bianca hubiera hecho así. Ella...es mía...ella es la mujer que amo. Pero quien soy yo para prohibirle nada.
Acaricio ligeramente sus mejillas, nuestras miradas dicen más de nosotros, sus labios se entreabren y yo los beso deseoso por atraparla de nuevo entre mis brazos.
Al separarnos, Alois me mira fijamente sin añadir nada más acabamos golpeando nos.
No iba ser la primera vez que acabamos a golpes por Bianca.
Cada uno la defiende a su manera.
Aún así cuando creía haber sembrado mi pequeña semilla de amor dentro de ella, presencio como ella se preocupa por Alois llevándoselo para cuidarlo, mientras que yo me quedo tirado en el suelo viendo como ellos de marchan y mí corazón empieza a gritar que la he perdido para siempre.
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