Capítulo 41
A pesar de que me dolía todas las zonas de mi cuerpo. Me preocupo por mi abuelo. Mediante Héctor y Laura sé que se encuentra fuera de peligro donde se la pasa todo el tiempo preguntando por mí.
Después de despertarme y ver que me encontraba solo en la habitación, me levanté pidiendo a una enfermera que me ayudase para levantarme e ir al baño.
Mientras me daba una ducha llegó Laura.
— Pasa amor, que estoy en la ducha.— Sí, me dolía mi cuerpo, pero en esos momentos solo pensaba en poder abrazar a Laura y besarla.
Ella era el mejor calmante que necesito.
Al verla entrar la miro de una manera provocadora, no hace falta decir nada.
Estiro mi mano poniendo carita de niño bueno.
— Alois, no pienses que lo vamos hacer aquí. Primero debes de recuperarte y después ya veremos. — Miro al techo poniendo mis ojos en blanco.
Paciencia señor, dame paciencia porque mi esposa no quiere lastimarme mientras gozo con nuestros juegos.
— Vale. Ayúdame a terminar de asearme y a vestirme, quiero ir a ver a mi abuelo. — Me río para mis adentros, ya puedo estar muriéndome que mi cuerpo ansia por querer rozar el cuerpo de mi esposa.
Al ver que Laura se ha quedado conforme con mis palabras, la agarro por detrás aprisionando la contra mi cuerpo.
Siento su respiración agitada, le beso su cuello susurrádole cuando la amo.
En verdad cuando se ama no hay límite, por ella soy capaz de hacer cualquier locura.
La volteo apoyándola contra la pared, sin dejar de besarla le bajó sus pantalones, no hay tiempo para andar quitándose toda la ropa.
La extrañaba tanto, que cuando toco su cuerpo todos los males me desaparecen, disfruto con la locura del placer transpasándome su fuego.
Me pego más ella abriéndome paso en su feminidad, ver en sus iris el deseo hace que yo quiera hacerlo lento, porque deprisa me resulta imposible y más en esta postura.
— Estarás contento pervertido. Mira que si hubiera pasado alguien y nos ve haciéndolo en la ducha.
— Anda Laurita di encima que no te ha gustado.
— No lo niego. Pero mírate, ahora estás sangrando.
— No te preocupes, llama a una enfermera y que me curen.
— Estás loco Alois Irzu.
— La culpa es tuya señora Irzu, sino me encendieras no tendría que apagar el fuego que provocas en mí.
— Te juro que algún día me vengaré.
Me río de la manera de sonrojarse Laura.
Después de escuchar a la enfermera ponerme verde tras haberme puesto el vendaje, me voy hacia la habitación de mi abuelo.
Pido a Laura que me deje solo hablar con él.
Ella me obedece y nada más pasar dentro observo a un hombre distinto. Su mirada es cálida y su rostro muestra la aflicción de sentirse solo.
— Alois, gracias por venir.
— Estás bien. Eso me alegra, verte que aún sigues vivo a pesar de todo loque ha sucedido.
— Perdóname Alois, nunca quise poner tú vida en peligro ni la de Héctor. Perdóname.
— Si deseas escuchar de mis labios que estás perdonado, lo escucharás. Pero no te perdono de corazón, me has lastimado demasiado como para olvidarlo todo y hacer que no ha pasado nada.
— Alois...para mí eres mi nieto. Si te alejé de tu madre fue para evitarte que tuvieras que vivir en la pobreza pudiendo vivir como un rey.
— El dinero no compra el amor. Me obligaste a llevar una vida que yo no deseaba. Jamás me preguntaste que era lo que yo quería, como me sentía, siempre te la pasabas exigiendo como debía comportarme, hablar incluso actuar, sin importarte en absoluto mis sentimientos. Sí o sí debía obedecerle como si se tratase de un coronel.
— Alois... ojalá pudiera echar el tiempo hacia atrás poder describirte como fue mi vida y todo lo que aprendí a base de golpes. Me encantaría poder borrar todas esas heridas cosiéndolas con el hilo del olvido.
Puedo llegar a entender que soy un cobarde incapaz de mirarte a la cara, pero aún así quiero recordarte, que donde yo he tropezado tú no lo hagas, y mucho menos juegues con mi misma moneda.
— Tranquilo que si algo he aprendido querido maestro, es ha no ser como tú. Dónde aquello comienza con heridas de esas que duelen solo por dentro, acabarán destruyéndote por completo.
— Quiero que sepas que siento todo el daño que te he causado, ojalá todo se quedara en un mal sueño.
Por su puesto, ahora eres todo un hombre, no pretendo darte lecciones, pero si enseñarte que en la vida no hay nada fácil y mi objetivo fue cuidar de mi familia, ofreciéndole todo lo que me era posible y si en eso me equivoqué o actúe mal, vuelvo a pedirte perdón.
Bajo mis ojos hacia el suelo analizando las palabras de mi abuelo.
Al alzar mis ojos puedo presenciar que ese hombre con carácter fuerte, ahora es un pobre anciano arrepentido.
No digo nada, simplemente lo abrazo dejando que el latido de nuestros corazones se encarguen de hablar por nosotros.
En ese momento pasan Laura, mi madre y Héctor.
Los tres nos miran como si hubiéramos echo algo raro.
Laura me guiña un ojo sonriéndome, mi madre me coge de mi mano diciéndome que todo en esta vida tiene arreglo.
Héctor le hace entrega a mi abuelo de una caja de bombones y un ramo de flores seguido de un gran abrazo.
Durante un rato bromeamos, de vez en cuando mis ojos miran hacia la cama de mi abuelo, él nos observa sonriendo hasta la luz de sus ojos ha vuelto junto a una sonrisa.
Si algo he aprendido, es que no debemos obligar a una persona actuar en contra de su voluntad. Debemos escuchar sus deseos. Cada persona tenemos un don, una ilusión, un cuento donde escribiremos nuestra historia en papel blanco.
El amor, el odio...son fuentes que nos hacen ser mejores o peores personas.
Sin embargo, si hay algo que no te gusta, no hay que guardar silencio, si callamos estaremos agravando más la herida.
Yo solo puedo añadir a este día, que me siento feliz de estar enamorado de Laura, tener a mi madre y hermana a mi lado, haber perdonado a mi abuelo y haber recuperado ese cariño que hace años destruimos Héctor y yo.
Sí, estoy contento de poder contar con ellos, de saber que a partir de hoy comenzaremos una nueva etapa en nuestras vidas sin rencores.
Ver como el ambiente cambiaba de color y por fin se podía respirar paz hacía que de la misma emoción se me cayeran las lágrimas.
Alois, tan tierno como siempre me las limpia alterándome más, creciendo los latidos de mi corazón, y solo con sentir su presencia todo en mí empieza a cambiar.
Nos besamos despacio, le rodeó con mis brazos por su nuca susurrádole que lo quiero.
Él, me guiña un ojo acercándome más ha él respondiéndome que me ama tanto que le quema hasta el alma.
En verdad, me siento feliz por haberme casado con este maravilloso hombre que tan bonita y especial me hace sentir.
Pasamos la tarde todos reunidos en familia, Damián habla con sus nietos incluso bromea, a Matilde le ofrece un bombón y a mí me dice sin soltarme de la mano que he sido todo una bendición para su familia.
Me río quitándole importancia al asunto.
— Damián, el mérito ha sido el amor que hay en los corazones de sus nietos y de las personas que han sabido perdonar. Sin embargo, sus hijos ni se han molestado en preguntar por ti. Solo ténganlo en cuenta.
— Lo haré Laura. Para mí, ahora son ustedes mi familia, y prometo hacer lo posible por no causar más problemas y volcarme con vosotros.
— Eso espero, que todos hayamos aprendido una lección. Que en la vida no se puede obligar a nadie a ir en contra de su voluntad.
— Lección aprendida.
Y así fue como íbamos pasando los días en el hospital hasta que le dieron el alta a mi marido y Damián.
De nuevo estamos en "Liebe", en una casa que encerraba entre cuatro paredes una gran historia y a día de hoy seguimos escribiendo más relatos.
Alois y yo le pedimos a Damián, mi papá, Héctor, Matilde y Estrella vivir todos juntos en "Liebe" la casa es demasiado grande y que mejor que llenar este espacio con la gente que queremos y poder compartir momentos bonitos.
— Gracias mi querida esposa por hacerme el hombre más feliz del mundo. — Nunca me cansaré de ver a mi marido desnudo sonriéndome con su mirada brillante.
— Alois, debo decirte algo.
— Si es malo dilo rápido sabes que tengo poca paciencia.
— Allá voy. Estoy embarazada. — Veo la cara de sorpresa que se le ha quedado Alois. Seguido me abraza besándome y sonriendo tocando mi vientre.
— Pero cuando ha pasado. Esto ... cómo...digo...madre que feliz que soy Laura. Vamos a ser papás.
No puedo más, y comienzo a reír a carcajadas ante los nervios de Alois. Veo que se pone un pantalón de chándal y sale fuera de la habitación tocando la puerta de las habitaciones de los demás gritando que va ser padre.
Menuda manera mas delicada de comunicarlo a la familia, pienso para mis adentros mientras me visto para ir en busca del eufórico de mi marido.
— Enhorabuena. — Me dice Estella felicitándome.
Seguido sigue Matilde, Damián y Matilde.
Mi padre me abraza dándome un beso en mi coronilla alegrándose por nosotros.
— Me alegro mucho que volváis a ser padres. Espero ser el padrino y un consejo Laura. Llévate Alois que como siga así gritando a los cuatro vientos que va ser padre, fijo que los vecinos llaman a la policía.
Todos reímos, nos abrazamos y hablamos en armonía. Todos están felices por la noticia y por ello decidimos preparar una comida especial para celebrarlo.
Miro uno a uno el rostro de las personas que hoy se encuentran sentadas en la mesa hablando, bebiendo y bromeando con tanta familiaridad.
Quiero que estos momentos se repitan. Deseo que mi familia incluida mi amiga Alba estén siempre presente en los momentos de mi vida cómo yo espero estar en la suyos.
Los quiero, y ahora que voy a ser madre haré lo posible por cuidar a mi hijo lo mejor posible teniendo presente lo que a cada uno le ha tocado vivir sirviéndome de referencia para no cometer el mismo error.
El amar a un ser querido no supone tener que obligarlo para que haga lo que tú desees, si no enseñarlo que es lo más correcto que debe hacer y cómo debe protegerse para no salir lastimado.
En ocasiones, nos preocupamos tanto por la persona que amamos queriendo su bien y protegiéndole de todo mal, que sin querer acabamos siendo unos incomprendidos.
Hoy estamos reunidos en "Liebe" celebrando la próxima llegada de un nuevo miembro más a la familia Irzu.
Después del maravilloso día que hemos pasado pudiendo dejar atrás los rencores, hemos revivido momentos que ya creíamos tener olvidados.
Como es estar a gusto junto a tú familia compartiendo una parte de tu tiempo disfrutando de algo tan bonito como es el poder estar rodeado de las personas que han estado ahí sin dejarte a un lado cuando más lo he necesitado.
Ellos son pocos, pero me basta para saber quién son las personas a quien debo quererlas y ayudarlas cuando necesiten algo de mí.
Lo peor llegó cuando tuve que empezar a despedirme de ellas.
En especial de Alba.
Habíamos quedado que no le escribiría, ni hablaríamos por teléfono por miedo a perder nuestra amistad.
Valoro la sinceridad de Alba, pero me voy con una gran espina en mi corazón de no poder decirle que me gusta.
Espero que durante el tiempo que esté fuera todo le vaya bien, y bueno que me espere. Aunque eso sería más complicado.
— Entonces en cuatro días te vas.
— Sí, ya tengo todo preparado para irme. El rodaje de la nueva telenovela empieza en tres semanas y quiero estar antes para prepararme.
— Te deseo mucho éxito Héctor, espero que todo te vaya súper bien y cuando nos volvamos a ver me cuentes cómo te ha ido todo.
— Alba ¿Porqué no me dejas saber de ti?
—Muy simple. Tú comenzarás tú vida, estarás demasiado ocupado como para acordarte de una pobre camarera. Estoy segura de que podrás reemplazar a Bianca. Eres demasiado guapo y tentador...
— Me halagas, pero creo que aunque no quieras ni que te escriba un triste mensaje no me olvidaré de mi mejor amiga. La cual quiero y respeto y le deseo que todo te vaya estupendamente bien.
Nunca te olvides de mí como yo no me olvidaré de ti.
Y respecto a Bianca, esa ya está olvidada. Ahora mi corazón está libre y dispuesto para amar.
— Pues ten cuidado Romeo que te puede pasar lo mismo dos veces. Ándate con ojo que algunas mujeres no son de fiar.
Me agrada estar con Alba y siento como mi corazón se vacía al saber que no volveré a verla de nuevo.
La abrazo besando por última vez sus labios.
La miro con ternura acariciando sus mejillas, es un momento triste, y aún así me siento feliz de que ella se haya cruzado en mi camino.
Sin embargo, no me considero una persona egoísta, más bien comprendo que no puedo obligar a nadie a quedarse a mi lado, quien se quede lo hará por amor y no por obligación.
Esta historia tiene una segunda parte.
Título: "La obligación de quererte"
Si lo desean pueden pasarse por mi perfil, ya he comenzado a escribirla y está publicada.
Deseo que les guste y sea de su agrado, le agradezco mucho vuestras visitas, votos y si lo desean pueden dejarme algún comentario.
Gracias nuevamente por darme la oportunidad de poder escribir otra historia más. 😘😘🤗🤗
*Mian Jollel*
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