Ni la melodía del piano podían de algún modo calmarme.
Desde que le pasó ese percance a Laura, ando investigando quien puedo hacerle algo así.
Y claro eran mis sospechas para llevarme hasta mi abuelo.
El sujeto que la agredió se ha culpado de todo, pero yo sé que alguien tuvo que pagarle.
Ese cierto interés que lleva mi abuelo por hacernos daño se va ir terminando.
Hoy me había reunido con Elena, ella es la mujer de Sebastián Satadell, uno de los más ricos empresarios del país. Tiene bastantes franquicias en distintos países. Al no poder reunirme con Sebastián para que me asesore en mi proyecto tuve que hacerlo con Elena.
Años atrás estuvimos saliendo juntos. Aquella relación no duró mucho, pues de mente no podía sacarme a Bianca.
En estos momentos, mantenemos buena amistad, aunque Elena se ve a leguas las intenciones que lleva conmigo. Y para su mala suerte, amo a mi esposa y no voy a encontrar en otra mujer lo que ella me ofrece.
Después de la reunión quedemos en cenar. Tenía miedo de la reacción de Laura. Pues por la manera de hablarme en la mañana, pensé que le iba a arrancar los pelos. Pero no.
Laura y Elena hablaron amistosamente como si se conocieran de toda la vida y eso terminó por preocuparme.
De nuevo rozo con mis dedos las teclas del piano. Comienzo a tocar, de algún modo quiero transmitir a través de las notas lo que llevo guardado.
Me siento afortunado porque por fin mi vida ha tomado otro rumbo.
Estoy felizmente casado con la mujer que amo y sin embargo, siento que nada es perfecto.
Cómo si un rayo fuera a caer en mitad de esta habitación y tocar de nuevo mi corazón.
Y así fue como alguien me mando unas fotos donde salía Laura con otro tío.
Me quedé frío de golpe. No podía creer que mi mujer me estuviera engañando. No, no podía ser. Laura no es esa clase de mujeres. Pero...¿Dónde habían salido estás fotos?
Llamé a Laura, pero no lo cogió. Volví a insistir pero no obtuve respuesta, lo que me hizo que mi sangre enervase.
Caminé de un lado a otro sintiendo como el veneno empezaba hacer efecto.
Cada vez que miraba las fotos más ira sentía dentro de mí.
Por lo cual cuando fui a recoger su coche al aparcamiento de la discoteca tras haberme informado cual era el lugar, sentía cada poro de mi piel quemarme.
Mil pensamientos cruzaban en mi mente y ninguno era bueno.
Tenía ganas de tenerla enfrente mío, de expresarle el odio que siento hacia ella.
Nada más verla, rechacé por primera vez a Laura. Estaba muy molesto con ella y mi enfado crecía por milésimas de segundos.
A pesar de estar demasiado enfadado, y querer dejarle las cosas claras a Laura, su mirada era sincera y transparente.
Me quedé fuera de lugar.
Ella me aseguraba que no había echo nada malo.
Tal vez estaba extralimitándome, aún así mi cuerpo se había dividido en dos, por un lado creía en la palabra de ella, y por otro lado desconfiaba de su palabra.
Solo la miré con dureza guardándome para mí las palabras. No quería provocar más conflicto con ella sin aver averiguado antes quien me ha mandado esas malditas fotos y quién diablos está detrás de todo este asunto.
No sabía si estaba furioso conmigo mismo, o por ser un imbécil. El caso que llamé a Héctor para que me ayudase.
— Héctor tardas más en arreglarte que las mujeres.
— Sabes que me gusta salir a la calle echo un pincel.
— ¡Oh! ¡Qué cool! Venga muévete rápido. Y deja de extenderte gomina por el tupé. Me tienes harto.
— ¡¡Jooo!! No me digas esas cosas con tanta ira, me vas hacer llorar y sabes que soy de lágrima fácil.
Pongo los ojos en blanco resoplando metiéndome las manos en los bolsillos pidiendo al señor que me dé paciencia para soportar a mi primo. Aunque en el fondo me hace reír aliviando de algún modo el enfado que tenía antes de verlo.
Cuarenta minutos después, Héctor y yo vamos directos hacia la casa de mi abuelo, por alguna extraña razón algo me dice que él tiene algo que ver.
— Alois mira, ¿No es Elena y el abuelo los que están sentados en la cafetería?
— Sí. Corre da la vuelta. — Héctor hace lo que le digo.
Después de aparcar el coche vamos directos hacia la cafetería. Allí con disimulo y tratando de no ser vistos, nos sentamos lo más cerca posible de los dos, quiero primero escuchar que están hablando para después poder actuar.
Aunque nuestros intentos porque nuestro plan salga bien, no resulta.
Al final tanto mi abuelo como Elena se han levantado y tras hacerle éste entrega de un sobre, ella se lo guarda en su bolso y cada uno toma caminos diferentes.
— Alois, no sé tú, pero yo aquí me huelo que hay gato encerrado.
— Yo iré hablar con Elena, tú sigue al ogro y después nos juntamos. Te llamo con lo que sea.
Héctor se fue detrás del ogro, y yo detrás de Elena. Afortunadamente puede lograr darle alcance antes de que se montase en su auto.
— Alois, qué sorpresa.
— Dime, qué has estado hablando con mi abuelo. Responde Elena o te juro que le cuento mentiras a tú marido sobre ti.
— No me amenaces Alois. Además no pienso decirte lo que hemos estado hablando Damián y yo.
— De acuerdo. Lo siento si te he presionado, y ahora si me disculpas. — Me acerco hasta a ella, estoy muy cerca de su boca tanto que ella toma la iniciativa de besarme.
— Lo siento Elena, pero no.
— Vaya, veo que eres fiel a tu esposa. Tiene suerte. Bueno y si vamos a tomar algo. — Me percato que Elena ha bajado la guardia, su actitud fogosa ha desaparecido, por cual acepto en ir juntos a comer con ella y así poderle sacar información.
Me voy despertando despacio, estoy confuso, no sé dónde estoy y cuando logro entender lo que pasa, miro que estoy desnudo en la cama junto a Elena.
Me incorporo furioso empezando a gritarle.
— ¿Qué ha sucedido aquí? Responde Elena.
— Oh Alois, no me seas cínico. Demasiado sabes lo que ha pasado en la cama. Hemos tenido sexo.
— ¿Sexo? Pero...¿Que me estás contando? Jamás me acostaría contigo.
¿Cómo has podido hacerme algo así? Me has drogado, dime Elena. ¿Qué me has echo?
— Solo nos fuimos a comer te conté lo que tú abuelo quería y has cumplido su voluntad como siempre haces. Yo he conseguido mi propósito, una tierras que tú abuelo tiene y dónde puedo sacarle provecho para edificar y venderlas por el doble que me han costado. Y tú, acabarás divorciándote de tú mujer.
En estos momentos ella habrá recibido un vídeo dónde se ve como nos enrollamos tú y yo.
No podía salir de mi asombro. Me golpeo la cabeza con mi mano por haber sido tan estúpido y haber caído en la trampa de mi astuto abuelo.
Me vestí velozmente.
Llamé a Héctor, el cual me puso al corriente del vídeo que había recibido Laura.
Le conté a Héctor lo sucedido, por supuesto todo se había echo en contra de mi voluntad, jamás engañaría a Laura.
Harto de que mi abuelo se salga con la suya, me monté en un taxi y le indiqué al taxista la dirección de la casa de mi abuelo.
En la puerta me esperaba Héctor y para mí sorpresa estaba Laura.
— Laura...— Susurré su nombre conforme me iba acercando a ella.
Su mirada fría y decepcionante me hizo que me parase. ¿Qué le iba a decir, si era mi palabra contra un vídeo?
— Vayamos a terminar todo este asunto, y después hablaremos tú y yo Alois.
No dije nada, simplemente miré a Héctor el cual me devolvió la mirada como diciendo: «En buen lío te has metido»
El primero en pasar llamando a voces a mi abuelo fui yo.
El salió con una bata puesta y el pijama mirándome con desagrado.
— Acaso no sabes la hora que es, qué vienes hasta mi casa molestando.
— Se acabó todo tú juego. Se acabó que nos arruines la vida, que tengamos que hacer lo que tú digas bajo tus amenazas. Se terminó ser tus perros fieles, los cuales manejas como quieres.
Me fui acercando cada vez más hasta mi abuelo. Cuando me quise dar cuenta lo tenía agarrado por su bata gritándole que me dejara en paz, que lo odiaba. Seguido de un puñetazo.
— Alois para por favor. Para. — Héctor intervino apartándome de él.
— Te va costar caro esto Alois.
— No voy a permitirte abuelo que le hagas más daño Alois. Ya estamos hartos de ser unos títeres para tí.
Somos hombres, sabemos escoger lo que queremos, y todo este circo del cual tú mismo te encargaste de adiestrarnos para someternos a tú voluntad se terminó.
— Eso no es cierto. Yo he dado todo por vosotros.
Alois lo saqué de la miseria, te di educación, y talento para que seas un gran líder en mi empresa. Y a tí Héctor, debes ser más agradecido, pues siempre te he estado tapando todos los conflictos que has tenido a consecuencia de esa maldita carrera que tan feliz te hace.
Solo veis lo malo, pero todo lo que hecho por vosotros no queréis verlo.
Y no es una novedad, que sepáis que desde siempre les dicho que vosotros dos seguiríais mis pasos pues lo que tanto me ha costado levantar, no quería que cayera en malas manos.
Mi legado, sería vuestro, para vuestros hijos, para que no les falte de nada.
Decirme, ¿Qué hecho de malo?
— Me separaste de mi madre a base de mentiras, y no es poco que tratas de que mi matrimonio se destruya. Nos lastimas mucho, nunca has tenido en cuenta nuestros sentimientos, no somos figuras de plástico, somos humanos y al parecer tú no ves eso en nosotros.
— Tú matrimonio lo has destruido tú mismo en casarte con una mujer que no es capaz de quedarse embarazada.
Y sobre tu madre, ella cometió el error de meterse en la cama con mi hijo, agradece que te saque de la miseria.
— Mentira. — Estaba tan dolido y mi rabia me cegaba que sin preverlo acabé abalanzándome sobre mí abuelo de nuevo para golpearlo.
— Era mi madre, ella no hizo nada malo, mataste a mi hijo, amo a mi mujer y jamás seré tu nieto. Me buscaste para salvarle la vida a Julen, por tus intereses cuando sabías desde el principio que mi madre estaba embarazada. Eres un maldito sádico, eres lo peor. Te odio Damián Irzu.
— Alois para por favor. Déjalo, al final es un anciano.
Me marché furioso hacia la calle. Quería estar solo, no deseaba hablar con nadie hasta que mi rabia se esfumase.
— Alois...— Al escuchar la voz de Laura me paré en seco.
Miré al frente mientras escuchaba sus pasos aproximarse.
— Alois no huyas. Ya has terminado con todo esto, por fin has podido enfrentarte a tú abuelo.
— ¿Qué va pasar con nosotros Laura? Supuestamente me he acostado con Elena.
— Alois mírame.
Antes de nada eres mi marido, te conozco y sé que no harías algo así. Además, conozco la manera que tienes de hacer el amor, y en el vídeo se ve claramente que no mueves un músculo. Me costó verlo, pero me di cuenta que todo era un montaje.
Ahora, cuando pille a esa Elena se va enterar.
— Mi amor. — Acaricié muy despacio a Laura, mi corazón no tardó en llenarse de dicha, sus ojos puestos en mí y sus labios medio abiertos me anunciaban lo que tanto quería.
Laura me amaba y había confiado en mí.
La besé con ternura abrazándola, pues necesitaba sentir su calor.
Ansiaba tomarla y expresar con mis caricias que la deseo y que todo por fin ha terminado.
Al fin he podido enfrentarme a mi abuelo y mañana mismo le anunciaremos quien ocupará nuestro lugar en la empresa.
Ni yo ni Héctor queremos continuar al mando de la empresa.
Queremos ser nosotros mismos, actuar a nuestra manera.
Soy humano, al igual que aprendo lo que debo saber para luchar en la vida, con esfuerzo y dedicación sí me lo propongo, puedo consiguirlo como también debo tener algún patinazo porque no soy perfecto.
Sin embargo, si de algo estoy seguro es que soy muy feliz, no por las riquezas, sino por lo que más valor tiene para mí.
El amor de las personas que más quiero.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro