Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 30

Nada más contarme Alois que había por fin encontrado a su madre. Me alegré por él animándole para que fuera tras ella y supiera la verdad  de  una vez por todas, del porqué nunca supo de ella durante casi veinte años.

Y hablando de verdad, estaba sentando en la oficina leyendo el guión de mi próxima serie, la cual no sé si llegaré a pasarme por el rodaje o no.
Todo en mí vida ha cambiado, dentro de unos meses seré padre y quiero hacer las cosas bien y aunque me hiere por dentro, no podré continúar con mi carrera de actor. Quiero permanecer al lado de mi familia.

De pronto alguien toca la puerta, aviso que puede entrar y para mí sorpresa, se trata de Alba.
Me quedo observándola sin ningún reparo en sus peligrosas curvas y tentadores labios con esa carita de ángel que pone.

Buenos días jefazo, aquí le traigo su desayuno y una noticia que lo va dejar impactado.

-—A ver, cuéntame el cotilleo.  — Me levanto para sentarme en el borde de mi escritorio apoyando mis manos, cruzando los pies, me siento relajado y cómodo con la manera tan lasciva que tiene Alba en mirarme de arriba abajo.

- Héctor, debo decirte algo sobre Bianca, tú novia. Resulta que anoche la vi en la discoteca que trabajo algunas veces con otro tío, y antes de que digas nada, me parece que te está engañando.
La chavala se bebió varias copas de alcohol. Y hasta donde yo sé, una embarazada no puede beber alcohol.
Héctor me da la sensación que te está engañando en todos los sentidos. —- La acusación de Alba referente a Bianca me enfada demasiado. Pongo recta mi espalda metiendo mis manos en los bolsillos, miro con antipatía a Alba desde mi altura.

— Retira lo dicho Alba. Me fío de Bianca y sé que ella nunca me mentiría. Confío ciegamente en ella, pues es la mujer que amo. Ahora sí no tienes nada más que inventar puedes ponerte trabajar.

-— Perfecto. Sí, me marcho, pero antes de irme, te voy a decir que yo no tengo nada en contra tuya y mucho menos conozco a tu amada. Pero lo de que estás ciegamente enamorado me lo creo, pues de eso, es lo que se vale ella para reírse de ti.
Espero que algún día te se caiga la venda y no sea demasiado tarde. Hasta luego señor Irzu.

Aquella despedida no me agradó para nada. Alba y yo hemos mantenido una amistad buena, aunque siento que cuando estoy cerca de ella algo dentro de mí se transforma.
Siento que debo hacer algo, llamo a Bianca, hablo con ella poniéndome más nervioso aún.
Comienzo a cuestionarme si en verdad Bianca me esté ocultando algo.

Durante toda la mañana pienso en las palabras de Alba y en las excusas que me ha dado Bianca.
Cierro por unos segundos los ojos.
No me considero un hombre egoísta, celoso y manipulador.
Intento llevarme bien y dar todo de mí para hacer bien las cosas con Bianca, y aún así Alba ha sembrado una pequeña duda en mí.

Para desahogarme, le cuento lo que me ocurre Alois.
Él como siempre me da su consejo, convenciéndome de algún modo que sea yo quien descubra a Bianca si en verdad me está engañando o no.

En la noche después de cenar, Bianca se muestra demasiado fogosa para mi gusto. Aunque me pone a mil por hora, me niego a tocarla. La hago recapacitar haciendole ver que debo de cuidarla a ella y al bebé. Por lo que ella, no tarda en molestarse.
Entonces sigo contra atacando, insinuando que debo de ir con ella a ver el doctor.

- Oh, no te preocupes mi amor, entiendo que tienes mucho trabajo,me acompañará mi mamá.

-— Tranquila mi cielo, para mí no supone ningún problema ir contigo a ver al doctor y saber cómo va tú embarazo. -— Percibo como Bianca se pone rígida llegando hasta cambiar el color de su rostro.
Afino mis ojos hacia ella sospechando que en verdad trata de ocultar algo.
Entonces se me ocurre una idea.

-— Bueno mi amor, vayamos a dormir mañana tengo que salir temprano para un viaje de negocios, tardaré unas semanas.

-— ¿Otra vez, te tienes que marchar?

-— Hago mi trabajo mi cielo. No te preocupes, te compraré algo a mi regreso. -— Le doy un beso en su frente y me hago el dormido.
Intento calmarme de algún modo, puede que mis sospechas no sean ciertas o cabría la posibilidad de que sí lo fueran, sin duda me separaría de ella de inmediato. Si hay algo en esta vida que deteste, es que traten de verme la cara de idiota  engañándome.

Por lo que cuando llegó el viernes por la noche, terminé de hablar con mi manager me fui derecho hacia mi casa.
Allí me una ducha y me cambié de ropa y por supuesto me puse una barba postiza y una peluca con rastras.
Desde luego me veo ridículo, y la barba para nada me sienta bien, pero tampoco puedo presentarme en la discoteca con mi rostro si se supone que estoy de viaje y más si quiero sorprender a Bianca, debo disfrazarme.

Pasadas las diez de la noche llego a la discoteca donde supuestamente trabaja Alba.
Miro para todos lados intentando localizarla.
Al no verla, me dirijo hacia un pico de la barra donde no hay gente y me pido una cerveza.
Con disimulo veo la gente llegar, entre un grupo de personas aparece Bianca, mis ojos se centran en ella.
Ahora Bianca es mi objetivo, observo como baila descaradamente con un tipo que al momento no reconozco debido a la poca luz que hay en la pista de baile.
Sigo sin perderla de vista, incluso me tomo la libertad de ir hasta donde están ellos sentados en un sofá.
Tomo asiento en un sofá vacío, mirando para todos lados escuchando la risa de Bianca y cómo bebe cerveza.

Me siento cada vez más furioso, ganas no me faltan de levantarme y sacarla del lugar arrastras. Sin embargo la dulce voz de Alba me impide hacer una barbaridad.

-— Disculpe señor, ¿desea tomar algo?—- Suspiro aliviado, no me ha reconocido. Imito una voz algo más ronca diciéndole que me traiga una copa sin alcohol.

Alba desaparece guardándose su libreta en el bolsillo de atrás de su mini falda. Me tomo mi tiempo en observarla, va vestida con una minifalda vaquera, un top negro atado al cuello y unas sandalias planas.
Lleva algo más de maquillaje de lo normal, para mí gusto, tanto potingue  le estropea su bello rostro. Se ve mucho más hermosa al natural.
De nuevo caigo en la cuenta, recapacitando de que me he pasado con ella, no debería haber dudado de su palabra cuando realmente ella ha sido sincera conmigo.
Me siento fatal conmigo mismo.
Volteó mi cabeza para ver nuevamente a Bianca tonteando con Fernando, uno de mis compañeros de trabajo. Al fin pude reconocerlo.
Él no ha llegado a triunfar como actor, y siempre hemos tenido rancillas de echo me vi involucrado en un escándalo por culpa de él. Lo que conseguí con mi ira, fue darle la fama que estaba buscando el muy desgraciado.

De pronto me llega un mensaje. Se trata de Alba.
Lo abro y es un vídeo de Bianca besándose con el traidor de Fernando.
Sonrío para mis adentros. A pesar de todo, Alba es fiel a sus amigos.
Le mando otro mensaje discúlpandome con ella.

Gracias por tu amistad. Acabo de ver el vídeo y debo de admitir que he sido un idiota en creer lo que no era. Lo siento mucho Alba, de verdad me disculpo por haber dudado de tu palabra.
Espero que hacestes mis disculpas y me dejes invitarte a comer es mi manera de tratar de disculparme contigo, no debí haberte hablado así. Lo siento. y
Gracias por todo. 😘😅

Le doy a enviar, esperando impaciente de que Alba me perdone por haber sido un imbécil con ella. Su respuesta no se hace esperar.

Ey, actorcito que no pasa nada, al final somos amigos y yo siempre intento ayudar a mis amistades. Pienso que un hombre tan bueno como tú no se merece una zorra interesada a su lado. ¡¡Uchs!! He dicho una palabra fea.
Y claro que me vas invitar a comer. Ahora te dejo actorcito tengo que seguir trabajando. 😋😘😘

Me río solo ante lo que leo.
Alba es una chica de gran corazón y lo mejor de todo es leal a la amistad, maldigo por haberme anticipado y haberla juzgado mal.

A pesar del cabreo que tenía encima por culpa de Bianca, decidí levantarme y ponerme a bailar a pocos metros de donde se encontraba Bianca bailando con Fernando muy pegada a él para mi gusto.
Al rato se fueron a la barra y yo detrás. Me puse en un lugar donde pudiera observarla sin ser visto.
Y de nuevo, una mentira más. Bebió alcohol mientras se dejaba sobar por ese imbécil.
La ira iba creciendo al mismo tiempo que mi decepción volvía a repetirme lo ciego que he estado en confiar en una mujer que no merece mi amor.

Pasadas las doce de la noche, por fin se marcharon Bianca y Fernando.
Yo iba a marcharme, cuando presencié como varios tíos se metían con Alba molestándola.
No quise hacer nada dentro de la discoteca, lo más sensato que debía hacer es irme y esperar que Alba terminara de trabajar.
De Bianca ya me encargaría de después.

Mi intuición no me me falló,  vi desde lejos  como  los hombres que estaban molestando Alba en el bar, seguían fumando hierba a pocos metros de la puerta.
Sus silbidos captaron mi atención. Entre los dos acorralaron Alba.
Ella intentó esquivarlos pero no pudo. Uno de ellos la sujetó por la cintura tapándole su boca.
De varias zancadas llegué hasta donde estaban esos dos imbéciles lastimando a Alba.
Sin pensarlo, golpeé a uno de ellos dándole varios golpes en su estómago y cara. Seguido me giré al otro, pero ya se había ido.
Agarré Alba de su muñeca y tiré de ella para ponerla a salvo.

-— Gracias señor por su ayuda. Gracias. —- Su voz temblaba como su cuerpo.

- —¿Necesita algo más? ¿Quiere que la lleve a su casa?

-— Eh...No... No se moleste, podré ir yo sola. Además no me voy con desconocidos.

-— Alba, no soy un desconocido. Soy Héctor. —- Ante la cara de asombro de Alba comencé a quitarme la barba. Ella al verme no tardó en reírse acabando por burlarse de mí.
La cogí de su mano y la guíe hasta mi coche. Allí, ella volvió agradecerme el detalle de haber evitado que esos dos imbéciles le hubieran echo cualquier cosa.

-— Esto...Alba... Sé que yo no soy quién para decirte que lo mejor que puedes hacer es dejar este trabajo, además, ya trabajas  en la cafetería de la empresa.

-— Sí, pero debo sacar unos extras para...-— Alba guarda silencio jugando con sus dedos en su regazo. Al alzar de nuevo sus ojos vuelve a sonreír metiéndose con mi disfraz. Reímos hasta que llegamos a su casa. Prefiero no preguntarle cuál es el motivo por el que debe trabajar tanto.

A pesar de su negación, hice oídos sordos y la acompañé hasta la puerta del edificio.
Sus ojos turquesa brillaban más de lo habitual, aunque ya hacía un buen rato que se había tranquilizado, sus pies cambian de peso de un lado a otro algo nerviosa.

-— Esto... Gracias actorcito por acompañarme hasta casa. Yo...esto... Héctor... me gustaría pedirte un favor...Si quieres claro.

— Tú dirás.

— Oye me puedes dar  un beso de esos de telenovela, los que te corta hasta el aire. -— Esbozo una sonrisa ante su petición. Si ella supiera las ganas que tengo de besarla, hasta yo me sorprendo.

Me acerco a ella sin apartar mis ojos de los suyos lentamente, pongo mi pulgar e índice en su barbilla observando como su boca se entreabre dándome la bienvenida, nuestros labios se rozan ligeramente, me sumergo en su sabor sintiendo como me va hechizado cada vez más. Nuestras lenguas se pelean salvajemente en una lucha de erotismo logrando excitarme a tal punto que deseo más. Pongo mi mano en su espalada atrayéndola hacia mí, necesito que sienta mi fuego, mientras yo sigo acariciando la línea de su curvas gozando con lo que me hace sentir Alba.

De pronto escuchamos un ruido. Maldigo interiormente,de inmediato nos separamos  disimulando que solo estamos hablando.

-— Joder abuela, ¿Se puede saber qué haces a estas horas fuera de casa?

-— Pues hija, no ves, tirando la basura.

-— ¿Tirando la basura a la una de la madrugada? Vamos abuela, no me fastidies. Estoy segura que has montado otra vez una timba.

-— ¿Qué dices muchacha? Si es que me han regalado un gallo, y estaba apañándolo. Verás mañana cuando lo haga con arroz lo rico que va ha estar.
Oye, y este buen mozo ¿Quién es?

Un amigo que me ha acompañado hasta casa. Pero vamos que ya se iba.

-— Ah...mucho gusto hermoso, pena que me haya dejado las gafas arriba, se ve que eres guapo aunque  te veo borroso.

- Si claro, achácalo a las gafas. Ala, venga petarda sube para arriba que un minuto estoy en casa.

-— Adiós rico. Por cierto soy Consuelo. A pasar buena noche. -— Mientras Alba mete a empujones a su abuela regañándola como una niña, yo intento aguantar la risa hasta que ya no puedo más y me echo a reír a carcajadas.

—¿Y a tí, qué tanta gracia te hace?

— Es que me estoy  imaginando a tú abuela jugando a las cartas y fumando hierba y después se pone a pelar un gallo. —- Alba comienza a reírse y al final se marcha no si antes darme un codazo en las costillas.
Me despido de ella algo triste y a la vez más optimista y animado para poner en su lugar a Bianca.

Consulto mi reloj de pulsera, son más de las dos de la madrugada y aquí me encuentro sentado en el sofá de la casa de Bianca esperando que regrese.
Escucho la puerta abrirse y después cerrarse.
Sus pasos se van escuchando cada vez más cerca de donde me encuentro.
Al encender la luz, su sorpresa no tiene descripción.

-— ¿Héctor? -— Balbucea sin salir de su asombro.

-— Hola Bianca. ¿Estás enferma para venir a casa a estas horas? -— Me levanto dirigiéndome hacia ella lo más calmado que me permite mi estado de ira.

Ella sigue parada titubeando encontrando las palabras para hacer una frase completa. Harto de escuchar sus frases inacabadas, me planto delante de ella fulminándola.

-— ¡Basta ya! ¿Acaso me has visto cara de idiota o qué?

-— Héctor déjame que te explique...

-— No tienes nada que explicarme, aunque así aunque lo hagas, no me creo nada de lo que me digas, pues yo mismo he podido ver la persona que eres.

-— ¿Y qué clase de mujer soy según tú?

-— Embustera, detestable y descarada.
Bien te lo estabas montando con Fernando a mis espaldas y después vienes a mí haciéndote la inocente aprovechándote de mis sentimientos.
Mírame Bianca. -—La agarro por su barbilla obligándola a mirarme-— ¿Acaso me merezco tú tracción? ¿Esta es tú manera de devolverme el daño que te causé?

-— Sí. Y aún así no va ser suficiente porque yo sufrí mucho por tu culpa. Tú me causaste mucho dolor

-— Bravo. —- Aplaudo vacilante — Yo no niego que mis palabras fueran duras y mi comportamiento el más acertado, llegando a causarte dolor y con ese sufrimiento te metías en la cama con Alois. Y con quién no es Alois.
Y encima tienes la desfachatez de acusarme cuando yo jamás puse mis ojos en otra mujer y tampoco  he amado a otra mujer que no fueras tú. Y aún así me culpas por haberte dicho cuatro palabras ofensivas para que me dejarás porque me sentía culpable por lo que pasó con tú hermano.

-— Mi hermano está muerto y tú sigues vivo. Alégrate de ello.

-— Nunca me voy alegrar y llevaré el dolor de haber perdido ha mi mejor amigo en mi corazón. Pero si de algo estoy seguro, es que todo entre nosotros se ha terminado, tú no estás embarazada y si lo estás, habrá que demostrar que ese bebé es mi hijo.

-— No estoy embarazada. Te lo dije para casarme contigo porque así me lo pidió mi padre.

- Vaya. Empiezo a entender. Tu papá solo quiere la presidencia de la empresa, quiere ser como mi abuelo. Que todos hagamos su voluntad sin importarle nada.
Y mira, me alegro de que no estés embarazada. Así me va resultar más fácil alejarme de tí para siempre. Pues ni tú amistad quiero, para mí ya se acabó todo y si tu propósito era vengarte de mí haciéndome sufrir.
Lo has conseguido. Adiós Bianca.

Bianca trata de detenerme poniéndose delante mío. Estoy tan enojado que ni me paro a escucharla, la hago a un lado y me marcho dando un golpe fuerte en la puerta.

Montado en mi auto pienso en Bianca, en sus mentiras, en lo tonto que he sido por dejarme engatusar por ella.
Ahora solo puedo recordar los buenos momentos que junto a ella pasé, pues nada más me ata a ella y este amor que creció un día en mi corazón, me lo arrancaré si así fuera necesario para poder volver a interesarme por otra mujer.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro