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Capítulo 27

Trabajar en la empresa no es lo que yo había imaginado. Es nucha responsabilidad, tener todo bajo control y saber tomar las decisiones correctas.
De echo me siento incómodo de estar encerrado entre cuatro paredes hablando con distintas personas enfrascado entre papeles, pantallas de portátiles, tablet o móvil.
Todo esto comienza agobiarme a pesar de que Alois está a mi lado dando la cara en cualquier momento.

Sin duda yo no valgo para esto. Lo mío es la interpretación, estudiar guiones, pasarme horas en los camerinos maquillándome o cambiándome de ropa estudiando como haré la siguiente escena.

Y precisamente hoy me toca hacer un par de entrevistas.
Agarro varias bocanadas de aire antes de tomar asiento detrás de mí escritorio.
Le mando un mensaje a Bianca diciéndole que quiero verla está noche.
Llevo algunas semanas separado de ella debido a que se encuentra de viaje en distintas ciudades proporcionando sus modelos de ropa en las mejores pasarelas.
Me alegro por ella, y al mismo tiempo la extraño tanto que muero de ganas por verla y poder pasar la noche juntos.

— Héctor, che, eh..soy Alba ¿me vas ha atender? — Me sobresalto al escuchar la voz de Alba,  haciéndome una señal con la mano. ¿Desde cuándo está aquí y cómo me podido distraer de esta forma?

— Hola Alba. ¿Qué haces tú aquí? — Pregunto nada más recomponerme.

— Pues a que me hagas la entrevista de trabajo, Laura me dijo que podías ayudarme, porque para serte sincera necesito trabajar al menos una jornada completa.
Esto...Héctor, no pretendo valerme de la amistad que me une con Laura si no fuera porque necesito el dinero. Más bien quiero trabajar, por favor dame un empleo como sea. Da igual en lo que sea yo aprendo rápido. — Me quedo mirando a Alba comprendiendo la desesperación en su mirada. Para ser sincero se me pasan muchas ideas por la cabeza y ninguna buena.
Siento como mi miembro se despierta, de echo tengo que removerme en el asiento con disimulo  intentando bajar de algún modo la temperatura.

— Bueno, dime qué sabes hacer y veré qué puedo hacer por ti.  — Madre mía que el miembro sigue duro y no es para menos, ver a Alba con una camisa blanca ajustada marcándole sus pechos, llevando una falda que se le sube más arriba de sus rodillas enseñándome unas bonitas y esbeltas piernas.
Es que ni caso hago a lo que me dice, solo se me pasa por mi calenturienta mente, imágenes de ella y yo tirándomela encima de la mesa.
Mierda como no pare de pensar en porno voy a terminar por eyacular aquí mismo y lo que es peor, sin tocarla.

— De acuerdo Alba, veo que sólo tienes experiencia en hostelería, por lo cual mañana mismo ven a primera hora y te presentaré al jefe de personal del restaurante.

— Oh, vaya no sé cómo agradecerte lo bien que te has portado conmigo. — Me fijo en sus labios y la manera de humedecerlos, es un gesto tan sexy que hasta me cuesta no lanzarme y probarlos.

— Deseo que te guste el trabajo. Y ahora sí me permites debo asistir a una reunión. — Para ir a la maldita reunión me falta todavía una hora, pienso que sí permanezco cerca de Alba, mi control va desaparecer para lanzarme en busca de sus besos robándole algún gemido mientras la sujeto entre mis manos proporcionándole placer.

— Gracias Héctor. Chao.

Al fin se fue. Y mientras tanto me quedo mirando mi miembro, ¿desde luego que me ha pasado?
Mejor dicho, como he llegado a calentarme de esta manera con la presencia de Alba.
Es imposible, yo no estoy acostumbrado a excitarme de esta manera sin antes haber un intercambio de mimos y besos.
Alba es una mujer interesante, y con esos ojos turquesa me ha cautivado al extremo de querer ir en su busca.

— Héctor, oye primo, ¿qué te pasa para que estés todo el tiempo en Babia?

— Alois, tengo un problema. Un problema y muy gordo. Ven vayamos a tu oficina y después te cuento.

— Héctor suelta lo que tienes hay guardado. Tío me preocupas.

— Se trata de Alba, la amiga de Laura. Resulta que esta mañana ha venido para que le de trabajo, y...joder Alois que me puesto cachondo y la pobre solo me hablaba de su experiencia laboral. ¿Tú eso lo ves normal?

— No. ¿Desde cuándo hace que no tienes sexo?

— Seis semanas, diez horas y veinte minutos.

— Eso es mucho para tí. Vamos hasta a mí me preocupas. Sabes, después del trabajo vamos a ver a nuestras amigas para que te hagan un favor, porque por lo que me cuentas tus espermatozoides necesitan liberarse.

— Alois joder, esto es muy serio. No logro quitármela de la cabeza y encima pienso en guarradas.

— Héctor, estás peor de lo que yo pensaba. Anda vamos a visitar a las preciosas damas y después ya veremos. Necesitas echar un polvo pero con urgencia.

Intento esquivar a mi primo haciéndole entender que mi cuerpo reacciona de esta forma solo cuando veo Alba. Ella es quien tiene el poder de que todo en mti se vuelva del revés.

Y con ese pensamiento me voy en busca de Bianca, al final pude quitarme de encima a mi primo.
Nada más ver a Bianca la beso devorando sus labios ansiando más de ella.
Sin perder ni un minuto los dos agarrados de la mano conduzco rápido hacia mi apartamento en busca de nuestra intimidad.
En cierto modo, Alois llevaba razón, necesitaba estar con una mujer y que mejor con la compañía de Bianca.

Tras hacer el amor, me pongo unos pantalones de chándal y me dirigí hacia la cocina para preparar algo de comer.
Mientras cortaba algo de queso, veo a rabillo de ojo a Bianca sentarse en el taburete en silencio con la mirada perdida en la nada.

— Mi amor, ¿Quieres decirme algo?

— Estoy embarazada Héctor. Vamos a tener un hijo y... Antes de que digas nada estoy preocupada porque en el momento que se lo diga a mi padre querrá que nos casemos.

— Bianca...Mi amor...No tienes porqué preocuparte, yo estoy dispuesto a casarme contigo. De echo quiero que nos casemos, no sabes la alegría que me das. — Casi lloro de la emoción al recibir la noticia de que voy a ser padre.

Esa misma noche estaba abrazado a Bianca, aspirando el aroma de su piel, rozando con mis manos su vientre imaginándome cómo va cambiar mi vida y lo dichoso que me siento al saber que vamos a tener un bebé.

Al día siguiente estaba tan emocionado en darle la noticia Alois que lo busqué como loco hasta que por fin lo encontré en la cafetería. Mi alegría era tan intensa que nada más ver a mi primo lo abracé dándole la noticia.

— Felicidades Héctor. Quién diría que un mujeriego como tú acabaría siendo padre. Estás echo un máquina tío.

— Aún no me lo creo Alois. Y sabes, este fin de semana, hablaré con el padre Bianca para fijar la fecha de nuestra boda. Voy a casarme con la mujer que amo.

— Me alegro por tí. Ven tomemos un café para celebrarlo.

Entonces mi sonrisa se esfumó cuando me topé con aquellos ojos turquesa. Alba me felicitó incluso me abrazó felicitándome. Al sentir el delgado cuerpo de ella chocando con el mío, sentí un leve dolor en mitad de mi pecho.
Al separarnos mis ojos quedaron fijos en los suyos notando de nuevo un cosquilleo en mi entrepierna, logrando de algún modo que su mirada me traspase al tal punto que no puedo apartar mis ojos de ella. Aunque ella esté trabajando la sigo con la mirada, cada paso, cada gesto...todo en ella me fascina y me aturde.

— Héctor, el cartel de Casanova va pasar a ser «ocupado», por lo que deja de mirar a otras mujeres que no sea Bianca.
Ahora vais a formar una familia.

— Lo sé. Pero no puedo evitar sentirme atraído por Alba. Ella tiene una sensualidad de la cual ni ella se da cuenta de lo hermosa que es. Es una mujer interesante, inteligente y luchadora. Sin duda es admirable.

— Héctor...baja de la parra y céntrate. Qué tú ya no estás como para describir a ninguna bella dama.

— Llevas razón. Ahora debo darlo todo por hacer de feliz a Bianca.

— Héctor...sabes que deseo tú felicidad, pero...hay algo raro en todo este asunto.

— ¿Qué quieres decir?

— No sé, pero me da  el olfato que Bianca oculta algo.
Primero vuelve acercarse a tí después de lo que pasó, no tardó en meterse en la cama contigo y hasta donde yo tengo entendido Bianca se puso el DIU.
Y ahora dice que está embarazada. No sé Héctor, pero no me fío del todo. Y más sabiendo que su padre está detrás de la presencia de la empresa.

Me quedo pensativo reflexionando sobre lo que me ha comentado Alois.
Empiezo a ir encajando mentalmente en lo que ha ido sucediendo en todos estos meses que llevamos juntos.
Aunque no tengo pruebas como para sospechar de Bianca, tengo que estar más atento a cada movimiento que haga, pues cabría la posibilidad de haber caído en una trampa.

Asiento con mi cabeza dando pequeños sorbos a mi café.
No digo nada, sin embargo la conversación con Alois me ha dado de qué pensar y ser algo más desconfiado y más prudente pues el mismo padre de Bianca me ha puesto sobre aviso al dejar caer en una reunión que cadezco de experiencia al estar al frente de la empresa.
Incluso nos han llegado rumores que trata de comprar las acciones para que Alois y yo dejemos la presencia y ser el quien esté al frente.

Entre tanto, nuestra enemistad es palpable, al tal extremo que en la última reunión hemos tenido más que palabras.

Me siento que estoy en un túnel oscuro, quiero encontrar la salida y no logro alcanzarla, todo está oscuro, a pesar de caminar para hallarla no doy con ella.

Hablo con Bianca referente a su padre. Como ya me esperaba ella lo defiende.

— Es mi padre, y claro que quiere estar en la presidencia, él tiene más experiencia que tú Héctor. De echo tú te puedes retirar cuando nos casemos y volver a tu profesión.

— Pensaba que no te gustaba mi profesión de actor.

— No me agrada, pero sé que eso te hace feliz. Y si tú eres feliz, yo también lo soy. — Bianca comienza a ser amable, me toca con sensualidad besándome con descaro atrayendo toda mi atención sobre su cuerpo.

— Lo siento Bianca, pero en tú estado no deberíamos... — Qué excusa más tonta me acabo de inventar.

— Héctor, estoy de pocas semanas, podemos mantener relaciones.

— Bueno no me fío. De hecho en la próxima consulta te acompañaré al médico.

Bianca no dice nada, incluso me da la sensación que se pone nerviosa. Sonríe nerviosa, juega con sus dedos cambiando el tema.
Me quedo parado observándola seriamente, fijándome con detenimiento en cada gesto, la conozco demasiado bien como para llegar adivinar que Bianca trata de ocultar algo.

Al final, decido seguirle juego quiero comprobar que  está sucediendo realmente.

— Mi amor, tengo que viajar por unas semanas. Me voy a poner triste por separarnos de nuevo.

— Te voy a extrañar mucho. No vayas, que vaya Alois en tú lugar.

— No puedo, este viaje me toca a mí.
Solo serán unos días, pronto estaremos juntos.

Abrazo a Bianca dándole un beso en su sien. La vuelvo abrazar cerrando mis ojos intentando creer que Bianca me ama y que todo son malos pensamientos.
No me gusta desconfiar en ella, de echo no quiero hacerlo.
La quiero, y para mí eso es lo más importante, estar juntos demostrándonos nuestro amor diariamente.

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