Capítulo 24
— ¿Se puede saber en qué estabas pensando para soltarle al ogro del abuelo que amas a Laura?
¿A ti te se ha ido la cabeza, o qué? — En verdad no debí haber abierto mi boca, pero en realidad expresé lo que sentía en ese momento erróneamente.
— Llevas razón Hector, como para reprocharme la estupidez que he echo. Y todo por proteger a Laura del ogro.
— Pues qué quieres que te diga, la has liado pero bien. Ahora vamos hablar con él debes retractarte antes de que sea demasiado tarde.
Agacho mi cabeza siguiendo a Héctor para ir hablar con mi abuelo.
En cierto modo ha sido una de la mayor estupidez que podido hacer.
Aún así, no me arrepiento de haber podido gritar lo que por tanto tiempo llevo almacenando, estos sentimientos que siento hacia ella.
Laura fue como un rayo de sol en mitad de una tormenta, su mirada me traspasó como un anzuelo cayendo en su red.
Una red de la cual me resisto a salir de ella. Y...aunque me sienta por dentro como un mezquino por hacerle algo así a mi hermano, él no podrá darle lo que yo estoy dispuesto a ofrecerle.
Nada más llegar a la casa de mi abuelo y comer algo, nos reunimos con él.
Lo miro en silencio como un adversario, su mirada reluce como un espejo recién limpiado. Por lo cual, puedo suponer que el muy zorro trae algo entre manos.
Héctor toma asiento, yo me quedo de pie desafiándole escupiendo casi las palabras, soportando su arrogancia y ese don que tiene tan desquiciante para cambiar mi humor en menos de dos segundos.
— Bueno estoy esperando que me digas a qué debo tú visita tan inesperada. — Sacudí mi cabeza moviéndola en forma de negación, te juro que algún día lo asfixio con su corbata.
— Venía a decirte que no va ver boda entre Laura y yo. Hemos decidido seguir viviendo en pecado y más adelante nos haremos pareja de echo y si nos apetece nos casaremos. — Suelto del tirón evitando su mirada puesto que sé lo que acabo de decir no es sencillo. He hablado de más y ahora debo poner remedio a mis palabras.
— Vaya, pues eso no es precisamente lo que ha dicho Laura. De echo está dispuesta ha casarse contigo. — Contengo las blasfemias que se me pasan por la mente.
¿Qué ha pasado para que Laura acceda a casarme conmigo, si ella misma me ha dicho que no me quiere?
Aquí hay gato encerrado y pienso averiguar de qué se trata.
— ¿Dónde vas Alois? — Me paro en seco, aguanto las ganas de gritarle que se meta en sus asuntos.
De mala gana le respondo que tengo documentos que revisar.
— Ve, pero recuerda en tres días, cuando salga Julen del hospital haremos la fiesta de compromiso.
Me voy sin añadir nada más. Si esto lo ha echo ha rede, le ha salido la jugada perfecta.
Hablo con Héctor sintiéndome cabreado. No entiendo que demonios está sucediendo, hay demasiados enigmas y aunque quiera hacer lo correcto no avanzo, mí mala suerte me persigue y no me creo que después de confesarme que no me ama, Laura quiera contraer matrimonio conmigo.
Por supuesto voy directo hacia mi auto, donde me monto y me dirijo hacia mi casa en busca de Laura. Sí o sí debo aclarar que está ocurriendo.
— Dime, ¿Porqué quieres casarte conmigo si según tú no me amas? — Nada más ver a Laura la agarró por su codo, haciendo que me de alguna respuesta.
Sus mejillas no tardan en cambiar de color, se humedece los labios y a mí ese gesto me cautiva, arrancándome las ganas de besarla.
— Tú abuelo me ha amenazado con llevar a mi padre a la cárcel si no sigo con este juego y le damos un nieto. — De pronto sus ojos comienzan a enrojecerse, brillan de la misma tristeza.
— Escúchame Laura, no deberías haber ido hablar sola con el ogro. Entiendo que me anticipé cuando solté que te amaba, pero estaba desesperado pues no quiero que mi abuelo te lastime. Yo estoy aquí para ayudarte y protegerte, contra mí no hará nada porque le interesa. Pero tú... tú mi preciosa...— No puedo soportarlo más, la acerco muy despacio a mi pecho para hacerle ver que mi corazón late por ella gritando que me ame de la misma manera que yo la amo.
Y cuando me sumergo en sus verdosos ojos, ese brillo no está.
Este toque que le hace más hermosa, se ha esfumado.
Y yo noto como mi corazón se ha matado. Una decepción inunda mi cuerpo rompiéndose en mil pedazos.
Tres días después, agradezco que a mí hermano no le funciona bien la cabeza, nos encontramos en una fiesta celebrando nuestro compromiso.
De vez en cuando mis ojos se posan en mi hermano, él ajeno a lo que sucede se mezcla con los invitados, y cuando fijo mis ojos en Laura, veo ante su apariencia de mujer feliz, lo que oculta es más grave de lo que yo podría llegar a imaginar.
Por fin acaba la fiesta, no tardo en reunirme con Julen, aunque sus recuerdos vayan desapareciendo necesito expresarle lo que está envenenándome por dentro.
A solas, con mi pulso acelerado y un gran nudo en mi garganta le confieso a mi hermano que voy a casarme con Laura.
Por su puesto le aclaro que es para que el abuelo no la chantajeé más y la pueda lastimar.
La expresión de mi hermano es serena, con su vista puesta en el piso camina alejándose lentamente de mí.
Al alzar su mirada soy testigo del gran dolor que le he causado.
— ¿La amas? — Su voz se pierde en un susurro cargado de melancolía.
— Sí. La amo sinceramente, y aunque ella no me corresponda, pienso hacerla feliz.
— Alois, nunca un amor puede ser reemplazado, ahora tú vas a ocupar mi lugar y nada en este mundo me hace más feliz que saber que Laura está a tu cuidado, la protegerás y le darás lo que yo no puedo ofrecerle.
Pero haz me prometer, que cuando todo vaya a pique, permanecerás más cerca de ella convenciéndole de que el amor también se forja atravesando muchas dificultades hasta alcanzar la felicidad. — Siento como me pican los ojos, en mi pecho hay una bola de fuego amenazando a explotarte en forma de pena.
Abrazo fuerte a mi hermano pidiéndole su perdón entre lágrimas,pues no sé de qué manera podría expresarme.
Aunque me había podido liberar de mi culpa, seguía persiguiendo el sentimiento de cariño de Laura.
Durante las siguientes semanas después de nuestro compromiso, respeté su decisión de permanecer junto a Julen cada vez que tenía una recaída.
Julen iba encontrándose peor, llegó el día que se sentía distraído, tenía dificultades para orientarse y los médicos solo nos decían que su enfermad había avanzado y pronto sería un ser humano vacío.
Sin recuerdos, tú vida no puede estar completa, y tan solo puedes ver pasar los días como si fueras un objeto.
Llegó el día de nuestra boda.
La ceremonia fue sencilla, Laura iba preciosa con su vestido blanco aunque por dentro no pudiera dejar de pensar en Julen.
En apariencia, sonreía, sus besos eran fríos, sus manos heladas y su cuerpo rígido. Así se encontraba todo el tiempo que duró el banquete, a pesar de hacer el esfuerzo de aparentar algo que no le nacía dentro de su corazón.
Al igual que ella, también hice mi teatro de marido enamorado, aunque dentro de mí si habían sentimientos por ella.
Sin embargo, su tristeza me traspasaba llegando a plantearme de dejarlo todo y dejarla ir.
¿Qué sentido tenía estar casados si Laura no me ama como quisiera?
Y eso se vio el día de nuestra primera noche como marido y mujer.
Estamos en un yate de crucero.
Solo ella y yo y el mar como testigo además de la tripulación.
Laura estaba en la cama con sus manos apoyadas a los bordes y su cabeza gacha, mirada vacía.
Me acerqué hasta ella, tomé asiento junto a ella.
— Si quieres te ayudo a quitarte el vestido, después si estás cansada puedes dormir.
— Es nuestra primera noche como marido y mujer.
— Lo sé. Y tampoco voy a forzarte a que hagas algo en contra de tú voluntad.
Yo quiero que consumamos el matrimonio, sería algo tan maravilloso, sin embargo no puedo soportar ver más tristeza en tus ojos.
Dime qué debo hacer para que tus risueños ojos me miren de otro modo.
—Dame tiempo. Aún no puedo olvidar a Julen, y tampoco quiero hacerte sufrir. No te lo mereces, déjame tiempo y prometo quererte como te mereces.
— Iremos poco a poco. Cuando estés lista dime algo. — Me levanto despacio desviando mi vista hacia otro punto que no sea el rostro de mi mujer.
De pronto siento su mano en mi brazo,me volteo mirándola por encima de mí hombro sin saber qué decirle.
— No te vayas, necesito que me ayudes a quitarme el vestido.
Asiento con la cabeza, nuevamente la desilusión brota en mi pecho, me quito la chaqueta y me desabrocho unos botones. Estoy listo para ayudarla, pero lo que venga después va ser aún más castastrófico, pues no sé si podré controlar la llamada de mi pasión.
Comienzo a desabotonar su vestido, siento un ligero espasmo en mi interior, las ganas de rozar su piel me superan y eso hago cuando el vestido ha caído al suelo.
En el silencio de la habitación, solo se puede escuchar nuestras respiraciones, quiero ir más allá y no dudo en arriesgarme.
Tomo el lóbulo de su oreja entre mis dientes exhalando su perfume mientras ella suelta un gemido, continúo besando su cuello despacio percibiendo como se inquieta rozando ligeramente su espalda hasta llegar a sus pechos.
Los cuales cubro con mis manos tirando de sus pezones ligeramente llegando a excitarla.
Su cuerpo ahora me pertenece, continuó con una lluvia de besos mientras voy quitándole su ropa interior dejándola completamente desnuda.
Escucho como mi corazón ha recobrado vida, su cuerpo tienta a ser llevado hasta el más exquisito de los placeres, mi boca busca la suya con desesperación mientras mis manos van vagando por sus curvas incitándome a ser la presa de mi amor.
De repente, su cuerpo tirita y se aleja de mí. Confundido la miro mientras ella intenta taparse con sus manos sus pechos.
Inhalo en sus verdosos luceros intentando hallar la respuesta.
La abrazo arropándola con mis brazos protegiéndola a su vez con mi cuerpo.
— No puedo Alois, no puedo...— La beso haciéndole entender que no pasa nada. Temo que aún pueda sentir el pánico que le provocaba Ricardo.
— ¿Es por Ricardo?
— S-i — Susurra al borde de las lágrimas.
— No temas Laura, él no soy yo. Prometo cuidarte y hacer que todo ese dolor que se reflejan en tus iris cambie a la paz que tanto necesitas.
Ven, vístete y saldremos a fuera, la brisa del mar nos ayudará a relajarnos.
Laura asiente y tras vestirse, ambos nos vamos fuera donde estamos sentados acurrucados mirando a las estrellas.
Ella se ha quedado dormida en mi regazo.
Acaricio despacio su cabello dejando qu mi vista se pierda en el mar.
Cierro mis ojos por unos instantes cuestionando me si en verdad podré conseguir algún día que Laura llegué a enamorarse de mí.
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