
Capítulo 18
Había terminado la reunión y tan sólo tardé quince minutos en darme cuenta que Laura se había marchado.
Me fui hacia mi oficina antes de que mi abuelo se desocupase y me diera otras de sus tantas charlas.
Al abrir la puerta de mi oficina, mis ojos se quedaron clavados en una silueta femenina muy familiar.
Bianca estaba sentada en el sofá tomándose un café y al mismo tiempo devorándome con la mirada.
Le seguí el juego, quería ver hasta dónde era capaz de llegar Bianca con su juego de seducción.
Me quedé quieto con mis brazos cruzados admirando su belleza, su poder de seducción y como me la estaba poniendo dura.
Sonreí de medio lado, sabía sus intenciones y yo necesitaba bajarme la temperatura.
Su perfume rozó mi nariz, sus ojos seguían mirandome con lujuria, sus dedos empezaron a quitarme la corbata seguido de la chaqueta y la camisa.
Sus labios pintados de rojo, saboreaban los míos de una manera que me invitaba a querer follarmela ahí mismo.
Permanecí quieto dejando que ella tomase el control.
Y hasta el momento lo estaba haciendo de lujo.
Su boca lamía mi polla ya dura y expuesta para sumergirme dentro bien de ella.
Con su mano acaricia mi miembro logrando estimularme.
Excitado, busco en mi cartera un preservativo, me lo pongo y cuando los dos estamos preparados y ella sin su tanga y semidesnuda la llevo hasta el sofá donde me la tiro ahí mismo.
Minutos de placer, de sexo de locura o simplemente por necesidad.
Terminado el asalto, me visto para después escucharla como se expresa de Laura.
— Sabes lo que pienso de esa niña, que está colada por tí. Incluso se ha atrevido a decirme que eres mi perro fiel. — Bianca ríe a carcajadas.
Clavó mis ojos en ella, amor no siento por ella, pero si ella me busca, quizás me encuentre.
— Laura es una niña. Yo quiero mujeres que me ofrezcan lo que tú me brindas. Tú cuerpo.
— Alois, sabes...
— Qué sé. Yo solo te digo lo que tú misma haces. Quieres sexo, tomar una copa, bailar, cenar...Pero lo hago porque yo quiero, no porque sienta algo hacia tí. Eres mi amiga, amigos con derecho.
Conozco demasiado bien a Bianca, como para percatarme que acabo de herir su orgullo.
En cierto modo ya estoy cansado de jugar a su juego de seducción.
Cada vez que terminamos en la cama siento que el agujero en mi corazón se va haciendo mayor.
No la amo, y tener sexo por tenerlo no va mucho con mi personalidad.
Soy hombre, tengo necesidad como también anhelo que la mujer que explore mi cuerpo me cubra de besos llevándome por el sendero del amor.
Bianca se marcha, yo mientras tanto me voy hacia la pista de coches.
Allí me cambio de ropa, comienzo a conducir pensando en Julen y en su maldita enfermedad y en Laura.
¿Qué pasará cuando se entere de la enfermedad de Julen?
Lo abandonará, de eso estoy seguro y entonces ahí estaré yo esperándola.
Quiero ver a mi hermano feliz, él siempre se ha portado muy bien conmigo, de echo ha sido el único que me ayudó, me apoyó cuando me enteré sobre la verdad referente a mi madre.
Y ahora, no puedo destruir su felicidad.
Romper su corazón, y mucho menos herirle con mis acciones.
Debería alejarme, salir huyendo sin motivo alguno.
Porqué el único pecado que he cometido ha sido enamorarme de una mujer prohibida.
Cuando termino de dar vueltas al circuito me doy una ducha, dejo que el agua se mezcle con gotas silenciosas las cuales debo tapar representando a un hombre que no soy, fingir odio cuando siento amor, resentimiento del cual debo ocultar.
Tapar mis sentimientos, inventar un guión en el cual no exista la palabra amor, permanecer al lado de las personas que más quiero dejando que el veneno del querer me vaya destruyendo tan despacio como para sentir mi corazón desangrarse gota a gota.
Ya cambiado y algo más aliviado mi móvil suena.
Karl me alerta de lo que sucede, le exijo que no diga nada y se haga cargo de Laura, de Ricardo ya me encargo yo.
Conduzco enloquecido, con la idea de que ese hijo de su madre haya podido hacerle algo grave a Laura.
Lo busco durante un rato y al fin doy con él.
Antes de que pase a un bar, lo agarro por detrás golpeándole repetidas veces sin ninguna lástima.
— Vuelve acercarte a Laura y te juro que yo mismo te mataré. — Ricardo está sangrando, débil intenta levantarse. Yo me voy al escuchar las sirenas de la policía.
Hablo con Karl, está haciendo bien su trabajo y le pido que lleve a Laura a su casa. Allí podrá descansar y Magdalena se ocupará de ella.
Yo mientras tanto voy en busca de su padre.
Nada más llegar a su casa, la madrastra me invita a pasar yo diría que hasta intenta ligar conmigo.
Santiago, me mira serio.
Con las palabras justas empiezo hablando.
— Vengo a comunicarle que su hijastro a estado a punto de violar a Laura, su hija. Y esta vez lo ha visto todo uno de mis hombres.
Con esto quiero concluir que si en verdad le importa su hija, póngase de su lado y comprenda por todo el sufrimiento que le ha causado.
— Laura...mi niña...— Se ve que la noticia le ha impactado.
— Ahora déjela descansar, está en buenas manos. Mañana podrá ir a visitarla.
— Gracias por todo. Y quiero disculparme con usted por lo que dije la otra noche.
— No se preocupe, ahora debe ocuparse de Laura, lo necesita.
Me giro sobre mis talones y me marcho hacia el aparcamiento.
Llamo a Karl para saber de Laura.
En veinte minutos estoy parado en el umbral de la puerta de las habitación viendo como duerme. Me percato como su rostro está algo magullado y su piel tiene arañazos.
Ojalá tuviera el poder de hacerle desaparecer todo esa tortura que la hace tanto de sufrir.
Tomo asiento junto a ella, como me gustaría poderla abrazar, extraerle su dolor para poder verla alegre y nuevamente desafiándome.
Pero yo no soy el indicado.
Me despido de Karl y Magdalena para irme a casa y contarle todo a Julen.
Entre los cristales veo como Julen la abraza, sé que poco a poco irá olvidándose hasta del rostro de ella.
Mi corazón se encoge de pensar que Julen dejará de recordar su pasado,un presente que vivirá como si no existiera y un futuro sin definir.
Herido, por ser testigo de todo este lamento que me envuelve a mí y a las personas que quiero me dirigí hacia mi casa, necesito hablar con Héctor.
Me sorprende ver a Bianca en casa. Fulmino a Héctor, el cual sale detrás de ella con una sonrisa de oreja a oreja como si hubiera echado el mejor polvo de su vida.
Bianca trata de darme celos besando a Héctor. Lo único que consigue es que me dé más asco de verla y tener que presenciar como juega con nosotros como si fueramos marionetas de circo.
Antes de marcharse Héctor lo detengo. Nuestra revalidad está a flor de piel y su necedad es parte de su manera de ser.
Intento hacerle entender que se aleje de Bianca puesto que ella no lo quiere como le hace creer.
Le advierto que todo esto nos está destruyendo. Por supuesto, él no me cree, lo que da lugar antes de salir por la puerta mantengamos una acalorada discusión.
Me quedo solo, con mi rabia, con mi llanto, con la idea de que todo lo que hago nada me sale como deseo.
Tengo la necesidad de que algo en esta vida me salga bien.
Por la tarde, Julen me abraza nada más verme contándome cómo se siente de feliz y enamorado.
Me alegro por él. Quiero mucho a Julen y estoy enamorado de Laura, aún así necesito hacerle la pregunta.
— Julen, ¿Qué pasará cuando Laura se entere referente a tú enfermedad? Y...no me mientas lo sé todo. Yo mismo hablé con la doctora que te está llevando el caso. — Julen fija sus ojos en mí recorriendo una lágrima por sus mejillas.
— Hermano, nunca antes he sabido lo que es el amor, siempre he vivido escondido en mi timidez y la música.
Laura es muy importante para mí, Comprendo que en este momento si le digo referente a mi enfermedad se alejará de mí como yo algún día llegaré a olvidarme de ella.
Trato de vivir feliz estos días que me queden de lucidez, poder ser feliz al lado de una mujer que amo.
Alois...tengo miedo...
— Julen no temas nada. Yo te prometo que estaré a tu lado, haré de carabina para que seas feliz, le hablaremos juntos a Laura y con la decisión que ella tome yo seguiré sosteniéndote cuando te derrumbes. Nunca te dejaré solo hermano.
Nos abrazamos Julen y yo como si aquel contacto fuera tan importante como para no querernos separar.
Los ojos de mi hermano están húmedos y a mí se me encharca el corazón de verlo así de afligido.
— Alois, prométeme que tú también serás tan feliz algún día como yo lo soy con Laura.
— Te lo prometo. Prometo que buscaré la mujer que me haga tilin-tolón.
— Dios mío cómo se puede ingerir tanta pena en tan poco tiempo.
Cómo voy poder ser fuerte presenciando como dos personas que se quieren llegará el día que tengan que despedirse, quedando mi corazón dividido, una parte estará cargada con los recuerdos que he vivido con mi hermano y la otra los instantes que paso junto a Laura, los cuales debo aferrarme para salir ileso sin que todo esto me termine por demoler.
Julen se va con la ropa de Laura, al parecer va estar unos días más en casa de Magdalena, junto a ella yo no voy a estar.
Me dejo vencer sintiendo que ya ha llegado el momento de acorazar mi corazón, limpiar mis lágrimas de acero si deseo salir adelante.
Y para que pueda dormir bien aparece Héctor furioso.
— Eres un desgraciado Alois. — Me golpea. No si encima voy a terminar el día magullado.
— ¿De qué vas Héctor?
— Bianca me ha dicho que la has tratado mal, como si ella fuera una cualquiera. No te permito que digas eso de ella.
— Mírame Héctor. Dime, ¿A quién crees a ella o ha mí? Te juro que nunca he tratado de lastimarla, de echo no la amo, no siento nada hacia ella. Es ella quien me busca, y cuando quieras te lo demuestro. Bianca está jugando con nosotros, no te quiere Héctor.
— Eso es mentira. No es verdad ella me ama. Me lo ha confesado, Bianca nunca me mentiría.
— Sí, como no.
Si no me crees, ves mañana a mi oficina y así tú mismo saldrás de duda.
Y después nos vamos de borrachera...¿Si?
— De acuerdo. Espero que tus palabras sean ciertas si no...mejor te mantengas lejos de mí y de ella por tu bien.
— Tranquilo, no me vas a quitar el sueño. Hasta mañana galán.
Me voy hacia el estudio, tocar el piano liberará de alguna manera esta tristeza que ya ha comenzado a ser como una condena.
Un castigo por todo el odio que he ido almacenando durante tantos años, un represalia por haberme interesado en una mujer que nunca será para mí y una sentencia que debo cumplir con el paso de los días.
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