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Capítulo 16

Al parecer todo me estaba saliendo mejor de lo que hubiera pensando.
Ahora debía armarme de valor para confesarle a Bianca no solo mis sentimientos, también una verdad que por tantos años llevo callándome.
Ha llegado el momento de poner todas las cartas encima de mesa.
Y esperar la respuesta de Bianca.

Voy al taller de costura, me imagino que estará allí.
Nada más llegar, nuestras miradas se quedan fijas, sus ojos tan hermosos y soñadores me contemplan dejándome claro que aún sigue creciendo la llama del amor dentro de ella.

— Héctor ¿Qué haces tú aquí?

— He venido hablar contigo.

— No tengo nada de qué hablar contigo, sabes perfectamente que todo se ha acabado entre nosotros.

— Bianca, te lo suplico dame al menos la oportunidad de expresarme.
Después tú misma sabrás lo que tienes que hacer.

— No tengo nada más que añadir.  Vete pronto va venir Alois y no quiero que nos vea pensará lo que no es y no deseo que tengáis problemas.

— Alois no vendrá, el mismo me ha dicho que venga a buscarte. — Bianca deja lo que está haciendo y ante su asombro empiezo hablando con ella.

Quiero hacerle entender que la amo a pesar de haberla querido alejándola de mí por miedo a lastimarla, deseo que crea en mis palabras y mi propósito de  poder casarme con ella, porque no hay nada en este mundo que me haga más feliz.
La tomo de la mano suavemente sin apartar mi vista de ella, busco en su mirada la luz de una nueva oportunidad, la comprensión de que confíe en mí y poder de nuevo unir no solo nuestros cuerpos, si no también nuestras almas.

Hasta ahora voy bien, ella sonríe nerviosa, el destello en su mirada es más clara y sus besos me saben al mejor dulce que jamás antes haya probado.

Sin embargo, al contarle lo que ocurrió aquella maldita noche cuando inducí a Matías a tomar aquellas drogas, lo empujé para beber y después avivados por la emoción de que podríamos ser unas grandes estrellas,  me monté en mi auto quitándole el casco de su moto para que se agarrase en la puerta y liberar aquellas sensaciones de poder haber cumplido nuestro sueño.
Con lo que no contaba, fue con que aquel camión nos sorprendiera de frente sin darnos mucho tiempo a reaccionar.
Todo fue tan rápido, Matías se arrastraba por el suelo mientras mi coche recibió un fuerte golpe y ya no supe más hasta que desperté en el hospital.

Termino de hablar y veo como su rígido cuerpo, sus ojos me observan expresando odio,  decepción y furia.

— ¿Cómo pudiste mentirme? ¿Cómo Héctor? Yo me encontraba en el extranjero estudiando y cuando me enteré de la muerte de mi hermano creí morir.
Todos estos años he creído que solo fue eso, un accidente no algo que tú mismo provocaste. Mi hermano murió por tu culpa. Eres lo peor Héctor, te odio por haberme mentido, te detesto por haberme mirado durante todos estos años a la cara y no haberme dicho la verdad. Maldito miserable.

Su cara está desencajada, y mis palabras parecen a verse quedado atrapadas en mi garganta.
Necesitaba acariciarla para poder consolar su llanto, su enojo era superior a ella y cada palabra acusatoria me hundía cada vez más. Tanto que tuve que marcharme dejándola sola y triste gritándome por haber sido un embustero, por haberla consolado sabiendo que yo fui quién instigó a Matías hacer todas aquellas locuras, la cuales terminaron con su vida.

Camino como si no tuviera zapatos, las cadenas que arrastro son cada vez más pesadas. En cada eslabón hay un recuerdo, un momento que compartí con Matías y yo sigo aquí, vivo. Resignado a cada mortífera palabra proveniente de Bianca me termine por destruir.

Bebo para olvidar, me miento a mí mismo, que sigo estando cada vez más lejos de alcanzar mi felicidad.
Un traspie, un mal pensamiento, una travesura... cualquier acción que no sea premeditada puede llegar acabar en tragedia.

Salgo del bar hebrio. Paro a un taxi indicándole la dirección de mi casa.
Por norma general, desearía estar solo, sin embargo en estos momentos no tengo las suficientes fuerzas como ponerme ni de pie.

Camino dando traspiés hasta que por fin logro llegar a la puerta. No sé ni lo que hago, puesto que voy perdiendo el equilibrio terminando por caer al suelo.

— Héctor, Héctor responde borracho. Héctor...soy Laura ...— Puedo escuchar la voz de Laura llamándome. Estoy tan flojo que no consigo ni abrir los ojos, hasta que el agua fría derramada en mi cara hace que me reincorpore de inmediato.

— ¿Quieres ahogarme? — Gruño limpiando me la cara.

— Porque tu seas un borracho yo no tengo la culpa de que el agua fresquita te siente tan mal.

— Mi amor lindo, ¿Donde te has metido, estaba preocupado por ti? ¿No habrás estado en un prostíbulo? Mira que si me entero que has estado en un lugar así tú solo sin avisarme no te lo perdono en la vida.

— Alois para ya con tus tonterías. No ves que no es el momento. Ven ayúdame a llevarlo hasta su habitación.

— Porque tú no vayas a esos lugares no significa que los demás no debemos frecuéntarlos. — En otra ocasión,le hubiera seguido el juego a mi primo. No podía ni hablar. Mi cuerpo era como un saco de  arena haciendo que me sintiera como un fracasado.

Alois y Laura me ayudaron a recostarme mientras Julen me quitaba los zapatos. Los tres me observan con preocupación, pues no es para menos después de verme en este estado.

Nada más despertarme, me voy directo hacia la ducha.
El agua me sienta tan bien, pero aunque calme el calor en mi piel no puede aliviar mi pesadumbre de saber que Bianca me odia.

Una vez listo, busco en el comedor a los demás.
Alois no me mira, Julen me pregunta cómo estoy y Laura solo se limita a contemplarme en silencio.
Tomo asiento en la mesa, Alois empieza la batalla defendiendo a Bianca.

Nuestro desagrado no tarda en hacerse visiblemente hastío.
Cada cual habla tratando de defenderse.

Pensaba que tenías algo de humanidad. ¿Cómo has podido callarte durante todo este tiempo algo tan grave como la muerte de Matías?

— Vaya, veo que tú amiga ya ha ido con el cuento. Al final voy a pensar que os entendéis a la perfección.

— ¿Insinúas algo Héctor? — Alois y yo nos levantamos a la misma vez de la mesa. Nos retamos como dos pistoleros sin armas, Laura y Julen se ponen entre nosotros hablando para que nos callemos. Alois, con su habitual prepotencia grita que me aleje de Bianca. Con las mismas se va.
Julen sale detrás de él, y Laura parada con sus brazos cruzados por debajo de su pecho me fulmina con sus verdosos ojos.

— ¿Era esto lo que querías? Pues ya se lo he contado todo. Y mira el resultado, como siempre ha ido a buscar Alois.
Pues ahí la tiene que se quede con ella.

Siento la mirada de Laura sobre mí, su mano toca ligeramente mi brazo, hablando con tranquilidad me hace ver lo ciego que estoy.

— Héctor, si tuvieras que elegir entre Alois y Bianca...¿a quién elegirías?

— Alois por supuesto. Bianca puede ser la mujer que amo, pero ella lo ha elegido a él, y si tanto se quieren yo no me opondré a que sean felices.

— ¿Y de tí? ¿Quien cuidará de tí? — Me quedo pensativo mirando hacia el suelo. Le doy la espalada a Laura tratando como mi lamento aumenta y  mis fuerzas están al límite.

— Héctor, déjame que te ayude. Hablaré con Bianca personalmente. Pero hazme prometer que las cosas entre Alois y tú volverán a ser como antes. Quiero veros de la misma manera que cuando estuvimos cenando la otra noche.

— Por mí intentaré ser más amistoso, ahora lo que haga Alois sepas que le responderé. Si él no tiene compasión yo tampoco tendré misericordia con él.

Dicho aquello me giré sobre mis talones y me marché hacia mi habitación con mi corazón endurecido, esperaba algo de consideración por parte de Bianca, o al menos que su enfado fuera contra mí.
Sin embargo siempre busca Alois, y no solo para hablar también para terminar en la cama.
¡¡¡Maldita seas Bianca!!! — Grito tirando objetos al suelo.

— Héctor, Para ya. Cálmate primo. — Julen se acerca a mí poniendo una mano en mi hombro.

— Julen que estoy haciendo de malo. Acaso este es mi castigo, ver a la mujer que amo en los brazos de Alois. Como si yo lo estuviera pasando bien. Julen, no habido día que no me culpe por lo que sucedió aquella noche. Soy culpable, pienso que debería ir a la cárcel, así podré descansar de esta cruz que llevo cargando por tanto tiempo y la cual me va pesando cada días más.

— Escúchame Héctor. No podemos saber cuál será nuestro destino. Aquella noche Matías y tú estábais juntos, también pudiste morir tú.
Todo en esta vida tiene un porqué y cuando salen las cosas mal nos preguntamos por qué  no he echo lo correcto. Las cosas pasan porque deben de pasar, y en cada persona está escrito nuestro destino.
Eso nadie lo puede cambiar ni saber.
Ahora  , debes pensar de otra forma y sobre todo hablar con mi hermano.
Desde mi punto de vista, Bianca no les está trayendo nada bueno a los dos.
Piénsalo.

Julen siempre tan comprensivo y tan buena persona.
Cómo lo quiero y por eso me abrazo a él como mi bote de salvación.
Pensaré en sus palabras, hablaré con Alois y aunque ame a Bianca no permitiré que rompa los lazos que nos unen a mí con mi primo.

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